sábado, 28 de diciembre de 2013

Vandalismo urbano


Una obra emblemática para los madrileños ha sido víctima del gamberrismo urbano.
El Templo de Debod ha amanecido esta mañana lleno de pintadas y frases de mal gusto.
Según los distintos medios de comunicación que abren hoy sus páginas con esta noticia, el atentado contra este monumento se debe posiblemente a un grupo de jóvenes de ideas xenófobas y racistas, dado el contenido de las pintadas.
Llama la atención el escaso nivel cultural de los autores cuando confunden la civilización egipcia de hace 3000 años con los pobladores actuales del norte de África, al usar frases como "volver  por donde habéis venido" (los insultos y las faltas de ortografía no los incluyo por respeto).
La crisis, con sus secuelas de  desempleo y malestar, no está ayudando precisamente a evitar estos brotes radicales.
Esperemos que los responsables de tamaña atrocidad sean encontrados y puestos pronto a disposición de la justicia.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

El espíritu de la Navidad


Llega la Navidad y la nostalgia se apodera de nosotros.
Y cada año vienen a la mente viejos y recurrentes temas, lo quieras o no.
Por ejemplo, el cuento de Dickens, "Canción de Navidad", con el viejo avaro Scrooge, al que dediqué una entrada las navidades pasadas.
El tema de las injusticias, el de la guerra, el de la soledad...
Y pensamos en los que están lejos, en los que lo pasan mal, en los que sufren frío, hambre o penalidades, en los que se convierten en víctimas de un sistema injusto que emplea una doble vara de medir o en los que padecen los rigores de una guerra que ellos no iniciaron, pero que fueron conducidos a ella como se llevan los corderos al matadero… Es muy ilustrativa aquí la imagen del soldado de tiempos pasados, enterrado en la nieve y en el barro de la trinchera, martirizado por el hambre, el miedo y los piojos, con la cara y las manos amoratadas por el frío…
Pero a veces, en medio de la refriega, sucede un milagro.
Es lo que narro en un capítulo de “Historias que no son cuentos”, recogiendo una entrada antigua mía que en su día tuve el gusto de compartir aquí, en referencia a la Primera Guerra Mundial.
Sí, a veces ocurre un milagro...

... y las armas dejan de vomitar sangre y muerte y hacen una pausa para que los combatientes se tomen un respiro y declaren un alto el fuego. Es lo que se viene a denominar “Tregua de Navidad”, algo no oficial que se inventó durante la Gran Guerra. Navidad de 1914. Primera Guerra Mundial. Frente occidental. Alemanes y británicos frente a frente. La batalla más importante de la guerra va a tener lugar. Esa que no recogen los libros de historia. La victoria será para los dos bandos. En medio del infierno de las trincheras, los soldados abandonan sus armas y se dedican a lanzarse mensajes y cánticos de paz y fraternidad. Acaban de inventar la “Tregua de Navidad”. Así fue. De pronto en medio del invierno dejan de silbar las balas y se oyen desde las trincheras gritos con los que los combatientes de ambos bandos se saludan los unos a los otros, intercambiando felicitaciones y villancicos. Los soldados británicos responden en inglés, también cantando, a los alemanes que entonan el Stille Nacht (Noche de Paz). Aparecen banderas blancas que anuncian un alto el fuego. Luego, los soldados deciden dar el siguiente paso y quedan en verse en “tierra de nadie”, donde intercambian cigarrillos, latas de conserva, chocolate y licores. También aprovechan el momento para recuperar cadáveres de compañeros abatidos de uno y otro bando y proceder a su enterramiento.  

domingo, 15 de diciembre de 2013

Historias apócrifas. Nuevo embajador


Noticia de actualidad política: el hasta hoy Ministro de Exteriores, Israel Matamoros, ha sido nombrado nuevo embajador de España en Marruecos.
Una muestra más del buen saber hacer y del tacto diplomático de nuestro gobierno.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Viajar en un 600



El 27 de junio de 1957 comienza a fabricarse en España

El 600 era el símbolo del inicio del desarrollismo franquista allá en los años 60.
De la España rural, de la alpargata y la boina, se estaba pasando a la España del pluriempleo y del Seat a plazos. Porque entonces todo se pagaba a plazos, la nevera, la lavadora... hasta la tele en blanco y negro, el que pudiera permitirse el lujo de tenerla.
Algunos se iban en aquellos cacharros -llamémosles coches-  de "bacaciones". Así como suena, con falta de ortografía y todo, que en el fondo no es tal.
Y las navidades eran un buen momento para ello.
Irse de “bacaciones” no era marcharse a disfrutar del tiempo libre, sino cargar el maletero de cosas y llenar el coche por dentro y por fuera -techo incluido, léase "baca"- de gente, bolsos, maletas, bolsas, mochilas, cajas y demás, sin olvidarse de la sombrilla de la playa, de la mesa plegable y de la nevera portátil si el viaje era en verano y si éramos tan modernos y afortunados como para tener una.
En el "seiscientos" cabíamos todos y todo, contraviniendo los principios más elementales de la Física.
Y desde que arrancaba el coche daba comienzo la aventura, con una pregunta que rondaba nuestras cabezas... ¿Llegaríamos algún día a nuestro destino?
La aventura podría ser ésta: coche cargado hasta los topes. Origen Madrid. Destino Sevilla, atravesando todo lo atravesable: Aranjuez, Ocaña, Tembleque, Manzanares, Bailén, Despeñaperros, La Carolina, Córdoba, Carmona... Y parábamos en todas partes, en Valdepeñas para hacer un pis, en Andújar para estirar las piernas, en Guarromán para echar gasolina, en Córdoba para visitar a los tíos  y a los primos, en Écija para comprar unas "yemas", en Carmona para comprar el pan... 
Tras unas diez o doce horas de viaje (más doce que diez) llegabas a tu destino, cansado y hecho polvo. El 600 se calentaba, dado que el motor iba detrás, y había que parar de vez en cuando para echarle agua. Aquello era modernidad y lo demás son tonterías. 
El coche de la foto era algo parecido al de mi padre, en color -no tan verde oliva, pero podría darnos una idea- y en matrícula, que también empezaba y terminaba por 4. Mi padre a veces también se dejaba bigote y ponía cara de mala uva cuando salíamos de viaje (y cuando no también). A mi hermano y a mí más nos valía no armar jaleo durante el trayecto no fuera que se escapara algún sopapo. 
Ya digo... toda una aventura aquello.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Cultura y consumismo

No todos los chicos son unos ignorantes y unos consumistas.
Hay algunos que dentro de la cabeza tienen algo diferente al serrín.
Afortunadamente.
Como este chico que sabe tanta geografía y es capaz de rechazar una tablet.
Aunque todo el vídeo merece la pena, el minuto clave es el 4. El presentador no da crédito a lo que ve y oye.

(El vídeo ha sido eliminado por Youtube)

jueves, 5 de diciembre de 2013

Salve, Julio

César según los creadores de Astérix

Julio César era un mujeriego empedernido y muy aficionado a las mujeres casadas a las que seducía sin “cesar”. 
Ello le valió la mofa y el escarnio de sus propios soldados, quienes tras la victoria en la guerra de las Galias, decían: 
“Ciudadanos romanos, esconded bien a vuestras esposas, porque aquí traemos al adúltero calvo.” 
En efecto, Julio César era calvo y ocultaba su calvicie con la corona de laurel que siempre ceñía. 
Era un defecto que le acomplejaba bastante. 
Tanto es así que, según cuenta una leyenda, cuando logró capturar al jefe galo Vercingétorix, quien lucía una espléndida cabellera, se la hizo cortar para hacerse con ella una peluca.
Julio César pasará en consecuencia a la historia, entre otras cosas, por ser el autor de una obra donde reflejaba algunos pormenores de su campaña contra los galos, pura promoción del procónsul en su carrera política, una obra que los alumnos tuvimos que traducir del latín en el antiguo Bachillerato de Letras, La guerra de las Galias, "De Bello Gallico", mucho más sencilla para los estudiantes que los discursos del rebuscado de Cicerón, lo cual siempre era de agradecer.

La Guerra de las Galias acabó en el 51 antes de Cristo, hace aproximadamente 2064 años, casi nada.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Un capítulo de "Historias que no son cuentos". Sobre los conceptos de crisis y decadencia

Genserico saqueando Roma (Karl Briullov)
Se dice: el mundo está en decadencia, Europa sufre una grave crisis económica y financiera.
¿Es lo mismo crisis que decadencia?
¿Son dos caras de una misma moneda? 
Sobre el concepto “decadencia” no falta quien señala su carácter equívoco, ya que no siempre ha significado lo mismo. Aparte de las connotaciones de tipo económico o de fin de ciclo, puede llevarnos a interpretaciones de tipo cultural o moral. La decadencia  como “cierta complacencia por todo lo refinado  que albergaron las culturas antiguas” (1), o la decadencia como fin del protagonismo o de la hegemonía histórica o también el fin de una era.
En términos sociológicos hablaríamos de un “colapso societal o societario”.
Para Spengler (2) todas las culturas de la historia pasan por cuatro etapas, un ciclo vital semejante al de los seres vivos: juventud, crecimiento, florecimiento o madurez y decadencia. Según este autor, la civilización occidental estaría ahora en su etapa final. La única objeción a esta teoría, además de su esquematismo, es que se escribió durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. Y ya casi ha pasado un siglo desde entonces.
Decadencia para algunos tiene connotaciones morales, aludiendo a ciertos comportamientos, como por ejemplo el paganismo, el alejamiento de los cánones religiosos. Un concepto subjetivo que equipara pecado o pérdida de valores, considerados los apropiados, con el término “decadencia”. Desde esta perspectiva religiosa integrista, las civilizaciones entran en decadencia cuando se “abandonan” en mano de los placeres mundanos y se alejan de la ortodoxia y del rigor cristiano. Muy apropiada esta consideración para la crisis del Bajo Imperio Romano. Gibbon (3)  arremete contra  los cristianos de aquel tiempo porque en sus ataques al paganismo no hacen otra cosa que intentar echar por tierra todos los avances humanistas que Roma había conseguido reunir en los últimos siglos. Negando la primacía de los valores ciudadanos a favor de los valores del alma y del mundo ultraterrenal, se aislaron en su mundo autista y, en el peor de los casos, combatieron cuando pudieron –a partir del siglo IV- ferozmente los brotes paganos, con la misma contundencia o aún mayor con la que fueron ellos en su día perseguidos. Y al arremeter contra los valores mundanos abrieron la puerta moralmente a los invasores bárbaros.
El cristianismo, según él,  fue culpable de la pérdida de valores cívicos romanos: “El clero predicó con éxito doctrinas que ensalzaban la paciencia y la pusilanimidad; las antiguas virtudes activas de la sociedad fueron desalentadas; los últimos restos del espíritu militar fueron enterrados en los claustros: una gran proporción de los caudales públicos y privados se consagraron a las engañosas demandas de caridad y devoción.” (Cap. 39)

Carlo Mario Cipolla (4) dice que no tienen por qué ir a la par crisis económica y decadencia política. Pone como ejemplo el caso español del Imperio de los Austrias en el siglo XVII. Señala que España frenó su crisis en las últimas décadas de la centuria; sin embargo la decadencia del imperio continuó hasta derrumbarse del todo en el siglo XIX.
Según este autor, se podría hablar de una teoría general aplicable a los distintos tipos de decadencia económica.
De este modo podría hablarse de
- 
Gastos enormes de defensa para el mantenimiento del status territorial. En épocas de crecimiento económico, los grupos religiosos fanáticos pueden detraer importantes cantidades de esta partida para destinarlo a su culto, a sus monumentos, a sus templos. Y como señalaría Gibbon, ello iría a largo plazo en detrimento de los gastos destinados a defensa.
Política creciente de impuestos. La presión fiscal siempre en aumento debido a esos gastos. De ello sabían bastante los pecheros castellanos, agobiados por esa política impositiva. Lo que se traduce en una
Reducción del consumo. La demanda de productos podría mantenerse por debajo de la producción de bienes dada la reducción del poder adquisitivo de los consumidores.
Resistencia al cambio. Desconfianza hacia lo que viene de fuera. Las instituciones existentes refuerzan esa oposición a todo lo que proviene del exterior. Ello explica por ejemplo por qué España, donde la Iglesia tenía un gran poder,  perdió el tren de la modernidad europea.
Obstáculos culturales y psicológicos.  Efectos perniciosos de una larga etapa de bienestar prolongado. Los que construyeron con su esfuerzo la etapa de bienestar van desapareciendo y dejando paso a las nuevas generaciones, habituadas a vivir permanentemente una situación de bonanza que consideran merecida y “natural”.  Puede que no estén preparados psicológicamente para mantener lo que otros construyeron.

Según los partidarios de la teoría del colapso, los derrumbes son inevitables, formarían parte de un ciclo, como la vida: las sociedades crecen, se desarrollan, se hacen más complejas y sucumben víctimas de sus propias dificultades por seguir creciendo y manteniendo sus estructuras. Es lo más parecido a una metástasis: el crecimiento continuo es lo que lleva al colapso. Lo ideal en los imperios y en las sociedades avanzadas actuales sería saber detenerse a tiempo, conformarse con lo conseguido y defenderlo; pero eso no ocurre.
________________
(1) Crisis del siglo III y el fin del mundo antiguo, José Fernández Ubiña.  Madrid Akal 1981

(2) La decadencia de occidente, Oswald Spengler. Espasa Calpe. Madrid, 1966. 

(3) Historia de la decadencia y caída del Imperio romanoEdward Gibbon.Turner. Madrid, 1984

(4) La decadencia económica de los imperios, Carlo M. Cipolla. Madrid, Alianza 1973

Esta entrada es un adelanto en exclusiva para mis lectores de un capítulo de mi libro "Historias que no son cuentos".

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historias apócrifas. Ilegales


En contra de lo habitual, la noticia podría ser ésta….

Cinco detenidos en la frontera suiza por intentar introducir un alijo de dinero. Dos de los arrestados llevaban ocho kilos de billetes y talones bancarios camuflados en un doble fondo del equipaje. El dinero era procedente del fraude fiscal en España con destino a bancos suizos. Los presuntos delincuentes, vinculados al mundo empresarial y a la banca, han sido detenidos y puestos a disposición de la autoridad judicial. Al parecer, los detenidos ya tenían antecedentes en España por especulación inmobiliaria y bursátil, deslocalización de empresas, emisiones de participaciones preferentes, desahucios y despidos colectivos.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Alumbramiento

Llegó el gran día.
Por fin salió a la luz.
La gestación fue larga y laboriosa.
Pero el parto ha llegado a buen término.
Tengo el gusto de presentaros...    
(sonido de trompetas de película de romanos)            
 ♪ ♫ ♪ ♫  "¡tantatachán!"   ♪ ♫ ♪ ♫...


"Historias que no son cuentos"

Una colección de amenas lecturas de historia. 
Pensada originariamente para los que nunca les gustó estudiar historia.

Algunas de estas lecturas ya son conocidas por los asiduos de esta casa, por tratarse de antiguas entradas del blog, ahora remozadas, corregidas, ampliadas, puestas al día, ordenadas y con bibliografía. Otras son totalmente nuevas e inéditas.

Espero que el libro sea del agrado de todos los que os animéis a leerlo y que lo disfrutéis como yo he disfrutado haciéndolo.


. ¿Desde cuándo existe España?
. ¿Quiénes eran los "hidalgos de bragueta"?
. ¿Tuvo Hitler luna de miel? ¿Qué mujeres influyeron en su vida?
. ¿Por qué a Carlos II le llamaban "El Hechizado"?
. ¿De dónde proviene el término estraperlo?
. ¿A quién llamaban "Miss Islas Canarias 1936"?

A estas y otras preguntas intenta dar respuesta el libro.
Se puede adquirir en AMAZON o en la propia editorial ART GERUST

jueves, 21 de noviembre de 2013

Aliadófilos y germanófilos

Caricatura del Kaiser alemán devorando el mundo

Del Madrid o del Barça.
Bético o sevillista.
Trianero o de la Macarena.
De izquierdas o de derechas.
Aquí siempre hemos sido dados a llevarnos la contraria, a adoptar posturas enfrentadas en casi todo, en política, en deportes, en gustos musicales,  en la afición taurina...
O eres  forofo seguidor de Curro Romero ("currista") o estás con "los otros" toreros, con la oposición.
No hay término medio. Y que a nadie se le ocurra ser de dos opciones rivales, porque aquí lo llevaría crudo.

Los españoles no intervinimos durante la Primera Guerra Mundial. Nuestro país se declaró neutral. Sin embargo, como nos es propio por naturaleza, motivados por la propaganda de guerra de los contendientes y azuzados por la prensa nacional, participamos simbólicamente con nuestra particular forma de entender las cosas inclinándonos por un bando concreto. Así, como si se tratara de dos facciones enfrentadas durante una contienda civil, algo que desgraciadamente pronto pondríamos en práctica, los hispanos nos decantábamos por Francia o por Alemania y entrábamos en guerra, si no oficialmente, al menos de corazón, llevando apasionadamente nuestro particular campo de batalla a las tertulias, a la prensa y a los cafés, incluso estallaba “la guerra” entre los miembros de la propia familia: unos eran germanófilos y otros aliadófilos.

Para los no familiarizados con los pormenores de la que se conoció como la Gran Guerra, convendría recordar que los "germanófilos" eran los partidarios de Alemania y el Imperio Austrohúngaro, los Imperios Centrales, mientras que los "aliadófilos" eran los que apoyaban a los países de La Triple Entente y su aliados; es decir los que eran partidarios de Francia e Inglaterra entre otros. España era neutral oficialmente, pero eso no era obstáculo para que los políticos y la prensa se posicionaran abiertamente por un bando o por otro. Liberales, republicanos y gentes de izquierda estaban a favor de los aliados. Diarios como El País, El Socialista, La Mañana, El Liberal o El Heraldo de Madrid se alineaban con esta postura. Los conservadores, los monárquicos no liberales, los carlistas, los militares y buena parte del clero estaban a favor del Imperio Austrohúngaro y de Alemania. Parece ser que les gustaba eso del imperio, el orden y la disciplina. Les apoyaban desde la prensa publicaciones como El Correo Español, El Mundo, El Debate, La Nación, Nueva España, La Acción o El ABC, aunque algunos articulistas y colaboradores se declararon neutrales.  

Entre la clase política y las fuerzas vivas del país también había diversas posturas. El rey Alfonso XIII se declaraba aliadófilo, me imagino que de corazón y no sólo por razones estratégicas. Antonio Maura, Alejandro Lerroux y el Conde de Romanones también optaron por el bando de los países democráticos frente a los Imperios Centrales En el bando germanófilo se situaban algunos políticos conservadores y carlistas como Juan Vázquez de Mella y Fanjul. El ejército era mayoritariamente partidario de los Imperios Centrales, sobre todo entre los militares más jóvenes que admiraban la disciplina prusiana.
Los escritores también participaban en este juego, si bien la mayoría se inclinaba por Francia (francófilos). Mientras Jacinto Benavente, Pío Baroja y Carlos Arniches se declaraban germanófilos, Ramón Pérez de Ayala era el más firme aliadófilo, también lo era Valle Inclán (su supuesto carlismo era puramente estético y por llevar la contraria a la monarquía oficial. Entre algunos intelectuales como Valle, el carlismo, por su oposición al sistema alfonsino, poseía cierta aureola romántica y radical que, al igual que pasaba con el anarquismo, servía para manifestar un profundo desacuerdo con el sistema político vigente. Pero él se decantaba a nivel internacional por los aliados. A los alemanes los veía como una tribu bárbara e incivilizada sedienta de sangre). Otros aliadófilos eran Ramón Menéndez Pidal, Miguel de Unamuno, Benito Pérez Galdós, Clarín y los hermanos Machado.

martes, 19 de noviembre de 2013

Con un día de adelanto

Inicio de la Guerra Civil:   18 - 07 - 36

Fin de la guerra:              01 - 04 - 39

+___________________________________

Fecha de la muerte:        19 - 11 - 75


O tal vez la noche del 19 al 20.
Cuando amaneció nos dieron la noticia.
En todo caso, sabiendo de las artimañas de algunos por retrasar oficialmente el asunto, no me extrañaría que en vez del 20 hubiera sido unas pocas horas antes.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Repasando que es gerundio



DIVIDENDO
MINUENDO...

SUSTRAENDO.

Tres términos aritméticos muy apropiados para los tiempos que vivimos.
Con esto de la corrupción, los despidos y los recortes vamos a tener que retomar algunas lecciones de matemáticas ya olvidadas.
Hoy en las escuelas habría que proponer nuevos problemas adaptados a nuestra situación...

Se me ocurren estos dos:

"Un político corrupto gana en "A" 2500 euros netos al mes. Se lleva entre ayudas, complementos y dietas una cantidad anual libre de impuestos de 24000 euros. A esto hay que añadirle un sobre trimestral en dinero "B" con 1500 euros. ¿Cuánto percibe mensualmente?"

O este otro.

"En la fábrica donde trabajaba el padre de Juanito han hecho un ERE con una reducción de salario del 20%. Teniendo en cuenta que el salario medio era de 1400 euros brutos mensuales ¿qué cantidad neta recibirá supuestamente cada trabajador si además debe deducir del nuevo salario bruto un 20% entre IRPF y otros descuentos? ¿Tendrá suficiente para pagar la hipoteca que asciende a 896 euros mensuales? ¿Cuánto le sobrará para pasar el mes?"

Venga, que pongo nota.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Historias apócrifas. Pena capital.


Como las competencias en materia procesal y penal estaban transferidas, aquel legislador era un fervoroso partidario de instaurar la pena capital, la provincial, la autonómica y la local.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Apocalipsis IV

Un apocalipsis muy especial el de Brueghel el Viejo

IV


Pero el término Apocalipsis, además de su carga de amenaza bíblica y destructora, también tiene otros significados: fin de una era, final de viaje de un mundo que se presuponía estable y eterno.
¿Qué es lo que termina?
¿Tal vez esta civilización? Y aquí enlazaríamos conceptualmente con el  término de “decadencia”.
Aunque sería una "decadencia general" o "global".

Nadie parece dudar a estas alturas que vivimos en un mundo desquiciado, basado en el consumo compulsivo, en la competitividad, en la escasez. Como dice Luis Racionero en la introducción de ya un clásico en este asunto (1), “la idea de que no hay bastante para todos originó la paranoia colectiva en que está basada la sociedad actual.” Y sigue argumentando que el miedo a que nos quiten lo nuestro lleva a gastar fabulosas cantidades en seguridad y en ejércitos. Y el mundo se construye en torno a la riqueza que la sociedad es capaz de acumular. Se valora el ser rico, la eficiencia, la productividad, el poder, el éxito…Y se dejan de lado otros valores más humanísticos, como la creatividad, la solidaridad o el amor.

Según Erich Fromm (2) esta forma de vida nuestra basada en el consumo nos lleva a una creciente ansiedad y no nos hace felices. De hecho, los porcentajes de alcoholismo, delincuencia y suicidios son síntomas de que esta sociedad no es feliz y está enferma.
Según datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud (3), antes de que se iniciara la crisis financiera y mundial, entre los países con mayor índice de suicidios se sitúan naciones ricas como Suecia, Finlandia, Bélgica, Japón, Francia o Alemania. Y algo curioso, países mucho más pobres que los citados, como Grecia, Guatemala, Honduras, Colombia o Egipto, tienen -o tenían- una tasa mucho más baja.

Y en esta sociedad nuestra, con el fin de justificar a ultranza el modelo socioeconómico que disfrutamos o padecemos,  también se habla mucho de la libertad.

Hoy a muchos se les llena la boca con esa palabra, pero casi siempre que hablan de ella lo hacen en términos económicos. Nos acordamos más de Adam Smith que de Voltaire, por ejemplo.

La libertad económica. La del "laissez faire"
La libertad de los mercados, porque la del individuo no existe.

La verdadera libertad es una quimera.
Desde que nace, el individuo no es libre, porque debe aceptar una cultura vigente que se le impone como única y verdadera, unos ideales, una forma de ver la vida desde una perspectiva “políticamente correcta”. Cuando alguien osa proponer soluciones a los problemas actuales que se salen del guión correcto, se le mira como a un bicho raro, se le critica o se le tacha de “marginal” o “revolucionario”. Se vuelve un personaje incómodo al que se estigmatiza y se le tiende a excluir de columnas de opinión y de tertulias, porque el sistema ha trazado unas líneas rojas que nadie debe traspasar.
Pero la pregunta es ¿puede mantenerse mucho tiempo más un mundo basado en la competitividad, en el consumo desaforado y en el lucro? ¿Es sostenible, naturalmente hablando, un planeta cuya meta es la producción y el consumismo ilimitados, cuyo método para conseguirlo es la destrucción y el deterioro del medio que habitamos?

¿Será esa la señal inequívoca de que nos vamos acercando al verdadero apocalipsis?
______________

(1) Luis Racionero,  Ensayos sobre el apocalipsis. Kairós. Barcelona, 1973. Pág.13.
(2) Erich Fromm, Op. Cit. Pág. 29.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Historias apócrifas. Aportaciones a la lengua castellana.


Contribución del Régimen anterior a la riqueza del léxico nacional.

Si los descendientes de Franco hubieran perpetuado el régimen...
¿podríamos considerar eso una...  franquicia ?

Franqueza: sinceridad, generosidad, ser "franco".
Francotirador: el que iba a las cacerías y le ponían las presas a tiro hecho.
Franca: Carmen Polo.
Francófono: el que habla la lengua de Franco.
Francófilo: el que lo ama.
Francachela: reunión, cuchipanda o guateque que se hace con el general para comer y divertirse.



Franquear: ponerle a la carta sellos de Franco.

Francmasonería: institución secreta fundada por el general.
Véanse las similitudes:





Contribuciones en otras lenguas y países:


Frango: pollo franquista portugués.
Frank: el padre de Ana, famoso judío amigo de Franco.
Frankenstein: famoso doctor que creó un monstruo que inauguraba pantanos.

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Hoy le tocó el turno al general gallego. Otro día puede que les toque a otros: Zapatero, Rajoy, Aznar, ... Nadie está libre.

jueves, 31 de octubre de 2013

Historias semiapócrifas. Viriato


I

Viriato pasó a la historia como un valeroso caudillo "hispano" que se enfrentó decididamente contra los romanos. Antes de que cobraran fama las hazañas del bravo guerrero, a Viriato y a los de su tribu los engañaron los romanos de mala manera diciéndoles que les iban a repartir tierras. En realidad lo que querían era reunirlos y aniquilarlos. Por confiados e ilusos, hubo una matanza y casi logran los romanos su objetivo. 
De ahí que por morder el anzuelo y dejarse engañar de esa manera tan tonta les llamaran  a partir de ahora  "LUSOS" , "ILUSOS" o también “ILUSITANOS”.


II

En la serie televisiva “Hispania” sobre Viriato, se nos ofrecía una visión amable  y civilizada sobre este aguerrido pueblo, con clara conciencia de ser “hispanos”, cuando ni existía un proyecto colectivo ni se llevaban bien entre las distintas tribus que había en la península. Parece ser, aunque algunos manifiestan serias dudas, que muchos usaban la falcata, espada corta de origen ibero similar al “gladius” romano pero con mayor capacidad de corte. Se trataba de un arma personalizada y diferente en tamaño según quien la portara, puesto que debía medir la misma longitud que hubiera desde la punta de los dedos hasta el codo de su dueño. 
Lo más anacrónico de la serie era ver a esos cabreros analfabetos y rudos hablando -¿latín?- con los romanos y esas mozas delicadas y de piel fina y blanca, educadas y bellas, que parecen recién llegadas de la peluquería para el rodaje. Todo ello en unos poblados sin muralla alguna al alcance de cualquier romano desaprensivo. 
La tele es lo que tiene.  Los lusitanos -o ilusitanos- son “los buenos” y hay que vender el producto convenientemente.

domingo, 27 de octubre de 2013

Haciendo memoria. Cuando España perdió el tren de la modernidad


El sueño de la razón produce monstruos, 
grabado de la serie "Los Caprichos" de Francisco de Goya.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII a mediados del siglo XIX fuimos testigos en el mundo occidental de una profunda transformación que afectó al plano económico, ideológico, político, social, institucional, cultural, demográfico, laboral... Es decir, una completa revolución que repercutió en todos los ámbitos.
De esta forma, una sociedad anticuada, con grandes desigualdades sociales y poco productiva, la del Antiguo Régimen, se fue poco a poco transformando en una sociedad más moderna, abierta, participativa y avanzada.
La clase social que protagonizó cambio tan notable fue la burguesía, quien desplazó a la nobleza y a la monarquía de derecho divino de la esfera del poder y del control económico. Se trató pues de un fenómeno triple:

Una revolución ideológica, base de las demás transformaciones: la Ilustración, que puso los cimientos de las demás revoluciones. Pensadores de la talla de Voltaire, Montesquieu, Rousseau y los enciclopedistas son aquí los grandes protagonistas.

Una revolución económica: la industrial, que transformó la producción y las relaciones laborales. El ejemplo más representativo es la Revolución Industrial Inglesa.

Una revolución política: la liberal burguesa, que llevó al poder a la burguesía, dando lugar con el tiempo a sistemas políticos liberales, más participativos.

Hay que decir que este triple proceso revolucionario no se dio con la misma intensidad ni en el mismo momento ni en el mismo orden en los distintos países. Incluso hay lugares donde apenas triunfó ese proceso.
Rusia, por ejemplo, va a seguir padeciendo un régimen casi feudal hasta bien entrado el siglo XX.
En España se habla de "ensayos revolucionarios" de corto alcance. Incluso se menciona el "fracaso" de la revolución industrial en nuestro país.

En efecto, en España asistimos a un fracaso generalizado del triple proceso transformador, tan necesario por otra parte para modernizar el país.

 ¿Cuáles son las principales razones que lo explican?
O dicho de otra forma...
¿qué factores hicieron que nuestro país perdiera el "tren de la modernidad"?

La burguesía, motor de cambio en esa época, era una minoría y su fuerza, relativamente escasa. La Iglesia tuvo mucho poder en el control de la sociedad, de la cultura y del pensamiento. Salvo algún pequeño paréntesis reformista, hubo en España Inquisición hasta la muerte de Fernando VII. Este rey supuso además un pesado lastre para nuestra modernización.
Una sociedad tradicional y estamental como la nuestra, con preeminencia de la nobleza y del clero, aferrados a prebendas y privilegios, suponía un freno para el cambio necesario. Los ilustrados españoles eran una minoría de escasa fuerza y bastante vigilados por los poderes reales de la nación. Muchos de ellos fueron castigados por sus aficiones o actuaciones como Pablo de Olavide, Esquilache o el Conde de Aranda. A pesar de los intentos de reforma, incluyendo alguna que otra “desamortización”, en España no hubo una verdadera revolución agraria y se mantuvieron estructuras arcaicas y obsoletas como el latifundismo.

El atraso cultural de la población es otra razón de peso. España era un país de analfabetos, un país tradicional donde los cambios que venían de fuera eran vistos con desconfianza. Por si fuera poco, hay muchos oficios que eran despreciados por considerarse viles o de poca categoría: tonelero, calderero, esquilador, tabernero, carnicero… Un país de escasa población –entre 12 y 14 millones- y con oficios manuales que se desprecian… Un país poco productivo. Ya Carlos III hubo de emitir en su día un decreto (1) donde se ennoblecían ciertos trabajos: el de curtidor, el de zapatero, el de herrero…
Tampoco ayudaron los acontecimientos que tuvieron lugar dentro y fuera del país. La pérdida de las bases coloniales, con la independencia de las colonias iberoamericanas, privó a España de un cimiento económico importante. Las constantes guerras que padecimos: guerra de sucesión, guerra de la independencia, guerras carlistas… supusieron la ruina económica. A ello hay que sumarle la inestabilidad política derivada de los frecuentes golpes de estado -pronunciamientos y cuartelazos- que se producen en nuestro país a lo largo del siglo XIX, lo que daba poca confianza a los inversores.
En España no hubo una verdadera revolución liberal estable. Hubo ensayos de corta duración, como el Trienio Liberal de Riego o el Sexenio Revolucionario, que acabó como el "rosario de la aurora", y predominio de gobiernos liberales moderados con un exceso de control por parte de la monarquía, lo que dificultaba el impulso reformista necesario. Tampoco hubo una Revolución Industrial al estilo de Inglaterra. Lo que se dio fue un proceso de industrialización lento, tardío, incompleto y con grandes desigualdades regionales – País Vasco, norte cantábrico, Cataluña- que ocasionaron que mientras algunas zonas despuntaron en este sentido otras permanecieron en el atraso como sociedades tradicionales agrarias. Jordi Nadal habla de “fracaso” de la Revolución Industrial en España (2)
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(1) La vida española en el siglo XVIII. Fernando Díaz Plaja. Barcelona 1946. Citado por Albert Dérozier en Historia de España, Ed. Labor. Varios autores. Vol. 7. Barcelona, 1991.

(2) El fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814- 1913. Jordi Nadal, Ariel. Barcelona, 1977 

jueves, 24 de octubre de 2013

Cuánto hemos cambiado

Escuela franquista

Eso dice la canción.
Y sí, hemos cambiado mucho en las últimas décadas.
En casi todo para bien.
Por ejemplo, en lo referente al tabaco, hemos pasado de tener profesores que fumaban en el aula atestada de mozalbetes a estar prohibido fumar casi en tu propia casa. En la clase de Matemáticas todos los chicos fumábamos gratis gracias a la humareda de don Casiano y sus "peninsulares" (años 60).
Hemos pasado de una situación en la que te arreaban dos tortas por cualquier motivo a otra en la que te pueden denunciar si agredes a un menor, aunque sea una simple colleja en público a tu hijo. Una época en la que los niños iban con miedo a la escuela por si caía algún capón a otra en la que los que tiemblan al ir al instituto no son precisamente los niños...

En general podemos decir que dejamos atrás algunas tradiciones nefastas.
Bárbaras costumbres de la España profunda.
Señales inequívocas del atraso secular en que estábamos metidos...

Por ejemplo, cómo fabricar varias generaciones de alcohólicos.

Era típico que los padres o el abuelo fueran contigo al bar y pidieran una "caña" para él y un "corto" con aceitunas para el niño (Mi hermano siempre pedía bonito con mayonesa). Y el niño feliz, claro.



¡Y da unas ganas de comerrrrrrr!



¡Una golosina, como las chuches!

Los chicos andábamos como locos de que llegara la hora del aperitivo. La "quina" o vino quinado tenía una graduación de entre 13 y 15 grados, superior al vino común. Comías como con más alegría. No sé.


 Foto facilitada por mi  hermano Fernando

¡Qué rica una "cruzcampo" fresquita! Y en envase familiar... mucho mejor.


Foto facilitada por mi hermano Fernando

Los niños del hospicio también tienen derecho. Sólo faltaría.
Si de mayores no encuentran trabajo, al menos que beban.




lunes, 21 de octubre de 2013

Historias semiapócrifas. Cría fama y échate a dormir.


Tras una breve visita protocolaria, el embajador británico le dijo a Francisco de Asís  ¿me puede indicar dónde está la salida?
A lo que el rey consorte le contestó:
"Creo que Isabel no está hoy en palacio."

lunes, 14 de octubre de 2013

Se busca rey en buen estado


Que nadie se asuste. No vamos a hablar de la sucesión del rey actual, aunque está el hombre algo averiado y cascado. Quizá otro día.
Hoy vamos simplemente a retroceder en nuestra historia hasta 1868.

Hasta el gorro estaban muchos de Isabel II, de sus amantes, de sus corrupciones y de no saber estar a la altura de las circunstancias. 
Una crisis financiera y otra de subsistencia amenazaban a España. 
El movimiento que la destronó y la expulsó del país agrupaba los descontentos del sector liberal, tanto progresistas como “unionistas”. Gente como Prim, Topete, Serrano… 
El movimiento revolucionario se identificaba normalmente con su duración: un sexenio. Así pues, se vino a llamar “el sexenio revolucionario o democrático”. Desde septiembre de 1868 hasta el pronunciamiento de diciembre de 1874 abarca dicho periodo histórico. 
Desde un punto de vista conceptual se trata de un ensayo de revolución liberal de corte democrático que intenta poner al día al país en sintonía con buena parte de los países europeos. Unionistas, progresistas, demócratas, monárquicos constitucionalistas, republicanos federalistas… Un mosaico de diferentes tendencias a los que habría que contentar o poner de acuerdo. Una empresa difícil. 
La primera tarea era buscar un rey para el país que respetara las libertades y que no fuera Borbón. 
A Espartero le quisieron hacer rey pero no quiso. Su lograda fama le había catapultado al sector nobiliario con esos títulos de “Duque de la Victoria” y “Conde de Luchana”. El de “Príncipe de Vergara” se le concedería posteriormente. Sus triunfos militares principalmente contra los carlistas le habían hecho sumamente popular y merecedor de títulos, pero una cosa eran las distinciones y otra meterse en semejante berenjenal. 
Así que le tocó a Prim lidiar con el encargo y buscar por las reales casas europeas. 
Al final se le propuso el cargo a un hijo de Víctor Manuel II, a Amadeo de Saboya, a quien los españoles le conocerían mejor con el apelativo de “Macarronini I”
La elección de este rey le costó a Prim el pellejo. Se había hecho acreedor de todos los odios, tanto de republicanos como de borbónicos. Creo que de este asesinato sabía bastante el Duque de Montpensier, casado con la hermana de Isabel, y que tenía sus planes y no paró hasta emparentar  -si bien, indirectamente- con la casa real.
Amadeo, a todo esto, viendo el follón que teníamos, duró poco y salió pitando, sin esperar al protocolo que había para casos de abdicación y refugiándose en la embajada italiana. “Siamo una gabbia di pazzi”. España era para él "una jaula de locos". 
Como falló la monarquía, la siguiente opción era la república. Así que fuimos a por ella. 
Y fue un circo. En poco más de un año tuvimos cuatro presidentes y un gobierno provisional a cargo del general Serrano, tras el cuartelazo de Pavía
Cuatro presidentes, cuatro: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar, que tuvieron que hacer frente a un sinfín de problemas, como el movimiento cantonalista, la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba. 
Políticos de altura pero muy mala la época. 
En los cantones la gente iba por libre y siguiendo la idea de “república independiente de mi casa”, más que una federación de territorios, aquello parecían las polis griegas o los reinos Taifas, ciudades que se declaraban independientes de la noche a la mañana sin contar con nadie. 
Así surgieron los cantones de Cartagena, Torrevieja, Córdoba, Salamanca… Algunas incluso hasta le declaraban la guerra al vecino (Granada contra Jaén, Sevilla contra Utrera) o acuñaban su propia moneda (Cartagena). 
Hubo sublevaciones de importancia que fueron ahogadas a sangre y fuego. 
Tiempos muy complicados para la estabilidad de un sistema político sumamente frágil. 
El caso es que la ética personal de muchos políticos no estaba en entredicho. 
Por ejemplo, se cuenta de Nicolás Salmerón que dimitió por negarse a firmar unas penas de muerte, dado que él moralmente era contrario a esa medida. 
De Figueras se cuenta que, harto de las zancadillas de unos y otros, un buen día dijo en perfecto catalán: “Senyors, ja no puc més. Estic fins als collons de tots vostès!”. 
Y acto seguido pegó el portazo y se largó a París dejándolo todo. 
Al final, para poner orden en este tremendo lío, el general Pavía dio el golpe y situó de forma provisional a Serrano. 
Como la fórmula no cuajó, otro militar (y van…), cuyo nombre suena a veneno (*), se pronunció en Sagunto y restauró la monarquía en el hijo de Isabel, Alfonso XII, el “puigmolteco”. 
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(*) Arsenio Martínez Campos. 

 Manifiesto del Cantón de Jumilla. “La nación jumillana desea vivir en paz con todas las naciones vecinas y, sobre todo, con la nación murciana, su vecina; pero si la nación murciana, su vecina, se atreve a desconocer su autonomía y a traspasar sus fronteras, Jumilla se defenderá, como los héroes del Dos de Mayo, y triunfará en la demanda, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra.” 

viernes, 11 de octubre de 2013

Un país fuerte


 “España es el país más fuerte del mundo, lleva siglos tratando de destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. 

 Frase atribuida a Bismarck.

sábado, 5 de octubre de 2013

Cacharros


La historia de la humanidad se escribe gracias a  los artilugios que los grupos humanos han sido capaces de fabricar en cada momento.
Es decir, gracias a sus “cacharros”.
Las hachas de piedra talladas a golpes o pulimentadas, las puntas de flecha de piedra, los arpones de hueso, el arado, el molino de mano, la rueda, la cestería, la cerámica, el telar, la máquina de vapor, los ordenadores…
Inventos que marcan cada época.
Todo ello sumamente necesario para el progreso de la humanidad.
No podríamos entender la historia sin sus inventos.
Útiles, utillaje, utensilios, herramientas, enseres y aperos que nos acompañan a través de los tiempos.

Pero en pleno siglo XXI tengo mis dudas sobre la verdadera “utilidad” de muchos “inventos” modernos…
Sí, esas cosas a las que denominamos cacharros, trastos, cachivaches, cascajos, chismes, armatostes, achiperres…
La cantidad y el uso que hagamos de ellos son los parámetros usados que marcan la diferencia entre lo realmente necesario y lo superfluo.
El consumismo de la sociedad actual ha hecho que amontonemos en armarios, desvanes y trasteros muchas cosas que realmente no necesitamos o que hemos utilizado a lo sumo un par de veces en nuestra vida:

La yogurtera que nos regaló la tía Visitación cuando hizo honor a su nombre y se nos presentó inesperadamente y a comer con el artilugio que nos iba a proporcionar una fuente inagotable de vitaminas y de bienestar. No sé si llegué a comerme tres o cuatro de esos yogures.
La Fondue que usamos dos veces en cenas de amigos, con la que estuvimos a punto de achicharrarnos y de paso prender fuego a toda la casa. Aparte de la indigestión de tanto queso untado en pan, que actuó a modo de engrudo en nuestros estómagos.
El microondas viejo pero utilizable que guardamos por si el nuevo se estropeara.
El “cinexin” de los nenes con viejas películas que nadie pone.
El vídeo betamax y sus cintas correspondientes con películas grabadas de la tele  por si hubiera que volver a los tiempos de las cavernas.
Esa acuarela que nos regaló la amiga aprendiz de pintora y que jamás pondremos en pared alguna. Horrible para más señas.
Una impresora averiada.
La vieja guitarra a la que le falta una clavija, una cuerda y las demás están ya “sordas” y las de metal hasta crían verdín.
Carpetas donde guardamos viejos apuntes de la Universidad, periódicos antiguos y amarillos que no volveremos a mirar aunque en uno de ella venga la noticia de la muerte de Franco.

¿No me creen? Ahí va...



Bolsas con cables, viejos enchufes, casquillos, cinta aislante caducada, botes de pintura seca…
Un grifo que quitamos y sustituimos por otro y que no tiramos por si hubiera alguna pieza que nos sirviera más adelante.
Unas cuantas cacerolas de esas antiguas de porcelana que arrinconamos por las de acero inoxidable, pero que no nos atrevimos a tirar por si nos hicieran falta algún día.
La barbacoa eléctrica con una bandeja para el agua y que hacía las chuletas casi igual de ricas que la tradicional de carbón. La humareda que desprendía sí que era similar. Eso al menos pude comprobar las cuatro veces que la usé. Es matemático y no falla: el humo siempre va en dirección al ojo del que hace la barbacoa. Se ponga donde se ponga.
El reloj despertador del año la Tana y que dejó de funcionar.
El “superglú” con el que pegamos aquel juguete –y de paso dos dedos- hace ya más de veinte años.
El traje del Real Madrid del “niño” que ahora tiene más de 30 años (el traje y también el "niño")

Afortunadamente la lavadora vieja no nos cabe en el trastero…


Luego hablarán de Diógenes y de su síndrome de acaparador compulsivo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Historias apócrifas. No se puede tener todo.


Aquel rey, victorioso en mil batallas, aparentemente feliz, amado y respetado por sus súbditos, rodeado de su séquito, con sus condesvizcondes y marqueses; sin embargo no conocía barón.



domingo, 29 de septiembre de 2013

Las jugarretas de los cuacareños al emperador Carlos V

El Monasterio de Yuste hace un par de años

Carlos I de España y V de Alemania, el emperador que pasó a la historia entre otras cosas porque su madre Juana la Loca lo parió en una letrina, tuvo su última “batalla” o, mejor dicho,  su último quebradero de cabeza con los vecinos de  la localidad de Cuacos.

Cuacos es un pueblecito de la comarca de la Vera, provincia de Cáceres, que está a menos de dos kilómetros  del Monasterio de Yuste, lugar de retiro del emperador  tras su ajetreada vida. Poco más de año y medio pasó allí hasta que falleció el 21 de septiembre de 1558.
Carlos V, cansado y deprimido, había abdicado en su hijo Felipe II y sintiendo que su fin estaba cercano  decide trasladarse desde los Países Bajos a un lugar retirado para hacer vida monacal. El lugar elegido fue un monasterio tranquilo y apartado regentado por monjes de la orden de san Jerónimo.
A los naturales de Cuacos Cuacos de Yuste es su denominación correcta- se les conoce popularmente con el calificativo de “los perdonaos”, porque según la tradición oral, el emperador les tuvo que perdonar en más de una ocasión por las jugarretas que le hicieron. Y es que éstos de Cuacos eran muy suyos.

Ya de por sí, el de Gante no levantaba demasiadas simpatías entre muchos españoles. Eso de que bebiera cerveza y no hablara español más que con Dios, mientras reservaba el alemán para comunicarse con su caballo y que se rodeara siempre de un séquito de gente extranjera…

Se dice que unos cuacareños se apoderaron de algunas de las vacas suizas del emperador porque se metieron a pastar donde no debían. También parece que alguna vez los lugareños robaron las truchas que se criaban  por allí y que iban destinadas a la real mesa.

Según cuentan los del lugar, el bastardo Juan de Austria, más conocido como Jeromín, salía por el pueblo más de una vez a darse una vuelta y tuvo algún encontronazo con los chavales del lugar. Una vez parece que fue apedreado porque se dedicó a coger unas cerezas y resultó que el cerezo tenía dueño. El caso es que el chico subía llorando al monasterio y el padre, más cansado que enfadado, decía para sus adentros:

“He peleado en mil batallas en Europa. Me he enfrentado a turcos y franceses. He soportado a virreyes que me la jugaban en las Américas a cada paso. He luchado contra los protestantes y, por si fuera poco, sufro ataques de gota que van a acabar conmigo… Y ahora que me retiro en mis últimos días para llevar una vida tranquila y en paz ¿me voy a tener que enfadar con esta gente de aquí que al fin y al cabo son los que me suministran la  carne y el aceite?” (*) 

Así que Carlos V en vez de pedir a su hijo Felipe, que para eso era ya el rey, que le mandara una cuadrilla de arcabuceros para escarmentar a los del lugar, prefirió mirar para otro lado y perdonarlos.


(*) Reflexión imaginaria. Los pensamientos no sé en qué idioma los haría. En español no creo.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Las estatuas, en los museos

Estatua agredida

Decía Lorca que "Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes, pero sufren mucho más por el agua que no desemboca, que no desemboca…”
Sin embargo, yo creo que no lloran por eso, sino por las barrabasadas del vandalismo urbano (y rural).
Se supone que las estatuas situadas en espacios públicos como parques y jardines son homenajes a personajes célebres, a hijos predilectos de la localidad; pero a menudo parecen seres salidos de una trifulca, de un linchamiento o de una lapidación. Es patético el aspecto que presentan algunas cuando pasan unos años. El tiempo, los gamberretes de turno y las simpáticas palomas, amén de otros animales, incluyendo los autodenominados "racionales", se encargan de embadurnar de excrementos, salivazos y otros proyectiles al monumento en cuestión.
Algunos, no contentos con esto, completan el "paisaje" de la desolación, aderezando la zona donde se erige la estatua con todo un despliegue de envases, latas vacías y bolsas de plástico que en su momento guardaban en su interior chucherías y refrescos
Y el personaje queda así agredido, vejado, humillado, manchado y hasta mutilado. Estéticamente deja mucho que desear.
Es muy triste que el destino final de una estatua sea ser cagada por los pájaros o servir de diana para los escupitajos de cualquier descerebrado.
Si queremos honrar la memoria de una persona, mejor situar su efigie en un lugar cerrado, lejos de meadas, deposiciones y pedradas.