viernes, 29 de abril de 2011

La crisis de los misiles


Foto de un avión espía

Cuba era un país interesante económicamente para los EEUU desde su independencia de España en 1898. La Revolución de Fidel Castro en 1959, en un principio nacionalista, lesionaba seriamente las inversiones de la potencia americana en la isla. La reacción de los EEUU consistió en la ruptura de relaciones con el régimen de Fidel y la preparación por la CIA de una operación desestabilizadora consistente en un desembarco de mercenarios y exiliados anticastristas en Bahía Cochinos en 1961. La operación fracasó. Y Fidel Castro, resuelto a no sufrir de nuevo una invasión propiciada por los EEUU, pidió ayuda al régimen comunista ruso.
La crisis consistió básicamente en la instalación en Cuba en el año 1962 de rampas para misiles de procedencia soviética apuntando en dirección a los EEUU.
Fue uno de los momentos más tensos y peligrosos de la guerra fría, dado que podía haber desencadenado una guerra nuclear entre los dos bloques, comunista y capitalista, en que quedó dividido el mundo tras la segunda guerra mundial.
La crisis se desató cuando un U2, un avión espía norteamericano, detectó la existencia en suelo cubano de rampas preparadas para acoger misiles. El Presidente Kennedy decretó el embargo de la isla para evitar la llegada de ese armamento que, en barcos soviéticos, se iba aproximando a la isla.
Afortunadamente los dos mandatarios, el ruso y el norteamericano, establecieron comunicación, llegando a negociar, y el asunto quedó arreglado, procediendo Kruschev a retirar su peligroso armamento de la isla. A cambio, Kennedy retiraría los misiles Júpiter que tenía preparados en Turquía apuntando hacia Rusia.
Hay una carta dirigida por Kruschev a Kennedy muy significativa, oportuna y sensata:
Estimado señor presidente:
He sabido con satisfacción su respuesta (...) en el sentido de que se tomarán medidas para impedir el contacto entre nuestros barcos y con ello evitar irremediables consecuencias.
Este razonable paso por su parte refuerza mi creencia de que usted está demostrando preocupación por salvaguardar la paz y observo esto con gran satisfacción.
Ya he sostenido en alguna ocasión que nuestro pueblo, nuestro Gobierno y yo personalmente, como presidente el Consejo de Ministros, estamos preocupados únicamente en que nuestros países puedan desarrollarse y ocupar un lugar digno entre todos los pueblos del mundo en la competencia económica, en el progreso de la cultura y de las artes, en el incremento el bienestar de la Humanidad.
(...)
En su declaración usted ha sustentado que el principal objetivo es llegar a un acuerdo y adoptar las medidas necesarias para impedir un choque entre nuestro buques, con la consiguiente acentuación de la crisis que podría desembocar en un conflicto militar, tras de cuyo estallido todas las conversaciones serian superfluos ya que entonces entrarían en liza otras fuerzas y otras leyes, las leyes de guerra.
Estoy de acuerdo con usted. Pero éste sólo el primer paso, puesto que la medida más importante a adoptar es la normalización y la estabilización de la paz entre los Estados y entre los pueblos.
Me hago cargo perfectamente de su preocupación, señor presidente, por la seguridad de los Estados Unidos, porque éste es el primer deber de un presidente. Pero nosotros, los rusos, estamos también preocupados por la misma cuestión, y yo como presidente del Consejo de Ministros, asumo las mismas obligaciones en relación con la URSS.
Usted ha mostrado su preocupación por el hecho de que nosotros hemos ayudado con armas a Cuba a fin de fortalecer su capacidad defensiva -sí, precisamente su «capacidad defensiva»-, porque, prescindiendo de las armas que posea, Cuba no puede compararse con los Estados Unidos. Son muy diferentes las cantidades, el potencial militar de que disponen Estados Unidos y Cuba.
Nuestra intención ha sido, y sigue siendo, ayudar a Cuba. Y nadie puede negar el carácter humano de nuestros motivos, que no son otros que hacer posible que Cuba viva en paz y que se desarrolle de acuerdo con los deseos de sus pueblos.
Usted desea mantener la seguridad de su país. Esto es comprensible, pero Cuba aspira a lo mismo. Todos los países desean mantener su propia seguridad.
¿De qué forma podemos nosotros, la Unión Soviética, nuestro Gobierno, valorar las acciones de ustedes, concretamente el hecho de que hayan ustedes rodeado con bases militares a la Unión Soviética y a nuestros aliados, estableciendo en ellas arsenales de proyectiles? Los funcionarios norteamericanos han declarado infinidad de veces, y de modo inequívoco, que sus proyectiles están emplazados en Gran Bretaña y en Italia y que están apuntando contra nosotros. Por supuesto también hay proyectiles emplazados en Turquía.
Usted está preocupado por causa de Cuba. Usted dice que Cuba le preocupa porque hay una distancia de tan sólo 145 kilómetros desde ella a la costa americana. ¿Considera acaso que tiene usted derecho a demandar seguridad para su país y la retirada de todas aquellas armas a las que califica de «ofensivas» y no reconoce que el mismo derecho nos asiste a nosotros?
Usted ha instalado proyectiles mortíferos, armas de las consideradas ofensivas por usted, en el suelo de Turquía, prácticamente al lado nuestro. ¿Cómo puede entonces admitirse una concordancia entre nuestra semejante capacidad militar y las desiguales relaciones entre nuestros dos grandes Estados?
Está bien, señor presidente, que haya accedido usted a que nuestros representantes se reúnan e inicien conversaciones aparentemente bajo la mediación del secretario general de las Naciones Unidas, U Thant. Este funcionario internacional ha asumido el papel de mediador y nosotros le consideramos capacitado para llevar adelante esta misión de responsabilidad, dando por sentado, por supuesto, que cada una de las partes ha de demostrar buena voluntad para solucionar el conflicto.
Yo estimo que es posible poner fin rápidamente al conflicto y normalizar la situación de modo que los pueblos puedan respirar más fácilmente considerando que los hombres de estado responsables tienen buen sentido, plena consciencia de sus responsabilidades, capacidad suficiente para resolver cuestiones complicadas y no habrán de dejar que los acontecimientos desemboquen en la catástrofe de una guerra.
Por consiguiente, hago a usted esta proposición: nosotros accedemos a retirar de Cuba aquellos materiales que usted calificó de ofensivos, y podemos comprometer nos a ello en el seno de las Naciones Unidas. En reciprocidad, sus representantes harán una declaración en el sentido de que los Estados Unidos, considerando las dificultades y la ansiedad del Estado soviético, retirarán de Turquía similares materiales ofensivos.
(…)
Todo esto puede ser utilizado también como un buen punto de partida hacia la consecución de otros acuerdos sobre otras cuestiones acerca de las cuales intercambiamos ahora nuestros puntos de vista. Estas cuestiones no han podido quedar resueltas por ahora, pero están esperando una urgente solución que haga más clara la atmósfera internacional. Nosotros estamos dispuestos a conseguirla.
Estas son, pues, mis proposiciones, señor presidente. Suyo, respetuosamente,
26 de octubre de 1962
Nikita Kruschev

lunes, 25 de abril de 2011

La caza de brujas


El senador Joseph Mc Carthy

La denominada “Caza de brujas” fue un producto de la Guerra Fría.
A finales de los años 40 y principios de los 50 se da en los EEUU una situación de psicosis antocomunista, propiciada por el inicio de la Guerra Fría y mantenida por el estallido de la Guerra de Corea. En estos años tienen lugar los primeros experimentos atómicos soviéticos. El momento era propicio para la histeria colectiva y la aparición de productos extremos típicos de “terror medieval”.
En este contexto, se inicia una cruzada anticomunista apoyada por los más conservadores de la élite política norteamericana, entre los que se encontraba Richard Nixon, futuro presidente de los EEUU. El director de la operación era el senador republicano Joseph Mc. Carthy, quien se autoproclamaba defensor de los valores genuinamente americanos. El senador, con su “Comité de Actividades Antiamericanas”, llevó a cabo durante varios años, de 1950 a 1956, una persecución implacable contra toda persona sospechosa de comunismo o pseudocomunismo: la “caza de brujas”. Procesos, interrogatorios al viejo estilo de la Inquisición contra escritores, artistas, intelectuales, militares, políticos, directores de cine, gente perteneciente a los medios de comunicación... sospechosos de izquierdismo o progresismo: Charles Chaplin, Orson Welles, John Dos Passos, Ernest Hemingway, Arthur Miller... La nueva inquisición no mandaba a nadie a la hoguera pero facilitó, cuando no la caída en la depresión o el suicidio, la pérdida del empleo, del prestigio, la ruina o el destierro. ¿El método? La delación. El guionista de cine Martin Berkeley – “Los verdes pastos de Wyoming”- llegó a denunciar a 160 personas, “infiltrados comunistas” en la industria del cine. El realizador Elia Kazan, el de “Un tranvía llamado deseo”, “Al este del edén” o “Esplendor en la yerba”, delató también a antiguos compañeros de profesión. El británico Charles Chaplin tuvo que abandonar EEUU y se instaló en Suiza a raíz de su presunta militancia comunista y de películas de carácter progresista como “El gran dictador”.
Actores manifestándose en contra de "la caza de brujas"

Los métodos utilizados eran inconcebibles en una democracia y amenazaban con socavar los cimientos de ésta. Bastaba con una delación sin pruebas para que el acusado fuera llevado ante el Comité y se viera obligado a demostrar su no culpabilidad, al más puro estilo de la inquisición, conculcando el sagrado pricipio de la presunción de inocencia.
En este contexto inquisitorial defendieron la libertad actores de la talla de Burt Lancaster, Kirk Douglas, Gregory Peck, Lauren Bacall o Humprey Bogart.
Dado a los excesos alcohólicos, Joseph Mc Carthy no supo calcular bien sus fuerzas y chocó con el presidente Eisenhower, también republicano, quien decidió actuar contra el senador porque empezaba a importunar a gente próxima a su Gobierno y a miembros del ejército. Una moción de censura prosperó contra el senador. Este fue el fin de Mc Carthy y su “caza de brujas”.
El Gran Dictador
Uno de los actores perseguidos e interrogados fue Charles Chaplin. Lo cuenta él mismo:
¿Es Charles Chaplin su verdadero nombre?
Sí.
- Algunas personas dicen que su nombres es... (aquí mencionó un nombre de evidente sonido extranjero) y que usted es originario de Galitzia.
No. Mi nombre es Charles Chaplin, como mi padre, y nací en Londres, Inglaterra.
¿Dice usted que no ha sido nunca comunista?
Nunca. No he formado parte jamás de una organización política en mi vida.
Usted pronunció un discurso en el que dijo «camaradas». ¿Qué quería usted dar a entender con eso?
Exactamente eso. Busqué la palabra en el diccionario. Los comunistas no tienen la exclusiva de esa palabra.
(...)
¿Ha cometido usted alguna vez adulterio?
Oígame —le contesté—, si está buscando una argucia para echarme del país, dígamelo y arreglaré mis asuntos de acuerdo con ello, porque no deseo permanecer en ninguna parte donde se me considere persona non grata.

miércoles, 20 de abril de 2011

El bloqueo de Berlín: un episodio de la guerra fría.


La división de Alemania tras la guerra


Cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial, apareció una nueva y peligrosa realidad: la guerra fría. Los vencedores de la anterior contienda no se resignaban a tener un papel secundario en el nuevo reparto de cartas a escala mundial.
Se podría definir la guerra fría como un estado de tensión permanente entre las dos grandes potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, los EEUU y la URSS, dos modelos políticos, sociales, ideológicos y económicos diferentes y contrapuestos que aspiraban a lo mismo: expandir por el mundo su sistema, extendiendo todo lo posible su área de influencia, más allá de sus fronteras, lo cual llevaría inevitablemente a incrementar la tensión y el riesgo de una nueva guerra.
La guerra fría fue un estado de paz ficticia, de grave riesgo para la estabilidad mundial que sin embargo trató de evitar el choque directo, porque ello habría supuesto el suicidio de la humanidad, dado que las dos superpotencias contaban con el arma nuclear. Es la teoría de la DMA (Destrucción Mutua Asegurada): la hecatombe mundial en caso de conflicto directo entre las dos grandes potencias. El lanzamiento de un misil nuclear, incluso suponiendo la probabilidad de mero accidente, habría provocado una reacción en cadena de lanzamientos atómicos mutuos que habría acabado con la población de multitud de ciudades importantes de buena parte del mundo.
El Bloqueo de Berlín fue el primer episodio conflictivo de la guerra fría. Del 24 de junio de 1948 al 12 de mayo de 1949 duró dicho bloqueo y se señala como uno de los “momentos álgidos” que pudo dar lugar a un conflicto generalizado.
Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, las potencias vencedoras se habían repartido Alemania en zonas de ocupación, según se había decidido anteriormente en la Conferencia de Yalta.
Las potencias occidentales (Francia, R. Unido y EEUU), de acuerdo con las autoridades locales animadas por la ayuda recibida del “Plan Marshall”, decidieron introducir en sus territorios una moneda que facilitara los intercambios entre sus zonas ocupadas, el Deutsche Mark, lo que suponía un distanciamiento con la zona oriental y que se tradujo en malestar para la zona oriental y en especial para la URSS.
En respuesta a esta maniobra, Stalin ordenó bloquear los accesos a Berlín oeste, en zona comunista. Esperaba que este bloqueo impidiera a los berlineses sobrevivir mucho tiempo al no poder recibir alimentos de fuera y cayera todo Berlín en manos comunistas.
El puente aéreo
Descartada la idea de llevar lo necesario por vía terrestre mediante un convoy protegido por militares, lo que habría desatado otra guerra, los aliados occidentales decidieron romper el bloqueo mediante un puente aéreo. La medida era arriesgada, pero surtió efecto. Durante varios meses, casi mil vuelos cada día burlaron el bloqueo llevando a la zona occidental miles de toneladas diarias de los bienes necesarios.
El riesgo era considerable porque al sobrevolar zona comunista podría haber sido derribado alguno de los aviones aliados. Los rusos desistieron de intervenir y el 12 de mayo de 1949 levantaron el bloqueo.
Poco después se formaba en zona occidental la República Federal Alemana. Los comunistas respondieron a su vez constituyendo en la zona oriental la República Democrática Alemana.
La contrucción del muro de Berlín ocurriría más tarde, en 1961 para evitar que la población del Berlín comunista se pasara a la zona occidental.
(Click para ampliar)


jueves, 14 de abril de 2011

De paseos, checas y tiros en la nuca


Penal de Ocaña. Presos republicanos



En un día como hoy, en el que se cumplen años de la proclamación de la República, esta entrada pretende ser un sincero homenaje a la memoria de todos, absolutamente todos, los que con sinceridad murieron soñando que sacrificaban su vida por una España mejor, ya sean de izquierdas, de centro o de derechas, porque a estas alturas de los hechos, creo que ya ha llegado el momento de reconocer los errores cometidos en el pasado, sin posicionamientos apasionados que menoscaben la objetividad.


Vaya por delante que éste siempre ha sido un país de extremos, de caínes, de verdugos en busca de sus víctimas. Un país canalla, que diría Pérez Reverte, donde siempre se ha visto un enemigo en la gente que no comparte nuestra opinión. Un país violento, dado al extremismo y al exceso.
Quizá la época más representativa que ilustra esta radicalidad es la comprendida entre la II República y la posguerra, incluyendo nuestra guerra civil, con sus vándalos y con sus pistoleros, sus quemaiglesias, sus ejecuciones frente a cualquier tapia, sus tiros de gracia…

Una de cal:

Como decía el último parte de guerra: “Cautivo y desarmado el ejército rojo, hemos alcanzado los últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. ¿Qué quedaba ahora? Lógicamente los objetivos civiles: las represalias, los ajustes de cuentas con los del bando perdedor. De todos son conocidos los “paseos” nocturnos, las visitas obligadas a las tapias de los cementerios, las cunetas, las fosas no se sabe dónde… las venganzas personales, las viejas rencillas no olvidadas mezclándose en macabra combinación con la venganza política tras la guerra. Junto a los miles de encarcelados, condenados a muerte y ejecutados de cualquier forma, hay que sumar los que perdieron sus trabajos por ser simpatizantes del otro bando, los funcionarios expulsados, los maestros represaliados…

Otra de arena:



Un delincuente reconvertido en verdugo

…y las checas, las cárceles populares montadas en cualquier sótano o en cualquier vivienda, centros de detención dirigidos por milicianos sedientos de sangre y por extremistas fanáticos que había en la zona republicana durante la guerra, famosos lugares de tortura donde se realizaban simulacros de juicios sumarísimos a cualquier persona acusada de simpatía con los militares rebeldes o simplemente a personas no sospechosas de derechismo pero que se desviaban del dogma que sus carceleros caprichosamente consideraran el adecuado. Un producto aberrante de la guerra. Se llamaban checas por su afinidad con la policía política de la URSS y su parecido papel jugado en la represión política. En Madrid había más de 200 de estos centros, como la de los sótanos del cine Europa, donde se cometieron cientos de asesinatos. Las víctimas eran de derechas pero no faltaron los de izquierdas. En este horrible lugar se condenó a simpatizantes del bando franquista y también a gentes de izquierdas que no comulgaban con el pensamiento de los carceleros. La dirigía un tal Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo, un personaje siniestro, un probado delincuente.
Muchos de estos asesinos y extremistas hicieron tanto daño a la legítima causa republicana como los propios franquistas.

domingo, 10 de abril de 2011

Descubre el personaje, 37

¿Quién es quién?


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El personaje que está más a la derecha
(nunca mejor dicho)

jueves, 7 de abril de 2011

Don Juan José de Austria

Don Juan José de Austria


A partir de una iniciativa del amigo Carolvs, surge de nuevo una apuesta de trabajo colectivo. En este caso referente a la figura emblemática de Don Juan José de Austria, de quien hoy 7 de abril se cumple el 382 aniversario de su nacimiento. Esta es mi modesta contribución, en plan de síntesis y tal vez más destinada a mis alumnos que a personas con gran conocimiento previo de tan singular personaje, por lo que se me ha de perdonar esta lectura tan sucinta y sencilla.

Felipe IV era muy aficionado al teatro, a las representaciones en palacio y también a asistir secretamente a los corrales de comedias, el Corral de la Cruz y el Corral del Príncipe, pero era más aficionado todavía si cabe a las faldas y las escapadas a esos corrales le servían de tapadera para sus correrías amorosas.
De esa doble afición, sobre todo de la segunda, resultó el quedar prendado de una tal María Calderón, actriz de profesión, más conocida como La Calderona, una vez que asistió a una función al Corral de la Cruz, uno de los más populares de Madrid. No importaba que la susodicha dama ya estuviera casada y, según cuentan, con amante incluido. Felipe IV quedó prendado de ella de forma inmediata. Fruto de esa relación nació el bastardo Juan José de Austria, quien fue educado como un príncipe, mientras que la madre fue recluida en un convento, parece ser que por iniciativa del Conde Duque de Olivares.

Con Juan José de Austria, uno de los siete bastardos reconocidos, se rompió momentáneamente la tradición de concebir hijos en uniones consanguíneas que tanto daño hacían en los descendientes. El fruto de la relación de su padre con una actriz, es decir, con una plebeya, dio como resultado una persona inteligente, sana, capaz, diplomática y gran estratega. Está claro que el “mestizaje” obró maravillas y trajo consecuencias más positivas que negativas para la Corona española.


Hoja del libro de bautismo
Aquí figura don Juan como "hijo de la tierra".

Juan José de Austria nació en la castiza calle de Leganitos el 7 de abril de 1629. Al poco fue apartado de su madre y entregado a una familia convenida para que el niño fuera educado como un príncipe. Aunque el niño fue bautizado como “hijo de la tierra”, denominación reservada para los que nacían de padre desconocido, Felipe IV enseguida tomó interés por su educación, pensando en un principio destinarle a la carrera eclesiástica; pero, parece ser que, por mediación de Olivares, ante la eventual carencia de hijos varones, fue reconocido como hijo bastardo y elevado en consecuencia a la dignidad de príncipe.
Este segundo “Juan de Austria”, émulo de aquél que triunfó en Lepanto, enseguida cosechó grandes éxitos militares y a temprana edad: revuelta de Nápoles, de Cataluña… aunque fracasó en el intento de recuperar el control de Portugal. A la muerte de Felipe IV no disimuló su aspiración al trono, topándose con enemigos como la regente Mariana de Austria y su confesor Nithard. Alejado de Madrid por la regente, regresó cuando Carlos II accedió a la mayoría de edad. Luego fue alejado de nuevo y rehabilitado más tarde por presión de los Grandes de España. Acabó sus días dirigiendo el gobierno de la nación en nombre del rey prestando así un importante servicio a la Corona.
Juan José de Austria falleció en 1679 a la edad de 50 años. Sus restos reposan en el Panteón de los Infantes en la Cripta del Monasterio del Escorial.

viernes, 1 de abril de 2011

El muro, de Roger Waters.

Roger Waters

Hace unos días tuve la suerte de poder asistir en Madrid al espectáculo musical "El Muro", de Roger Waters, antiguo miembro, bajista y cerebro del grupo de rock sinfónico Pink Floyd. "El Muro", uno de los discos más vendidos en la historia de la música moderna, es un álbum conceptual, una ópera rock de calidad indiscutible. Aunque se estrenó hace más de 30 años, su temática sigue siendo de actualidad. Además del archiconocido muro de Berlín, felizmente derribado, o del que se levanta en Cisjordania, hay otros menos visibles pero no por ello menos injustos. Frente a las personas, se edifican continuamente muros reales y simbólicos, muros del dolor, del autoritarismo, de la injusticia, de la intolerancia, de la incomunicación. Muros que separan, que dividen, que limitan nuestros movimientos, nuestra capacidad para relacionarnos, que tapian nuestra libertad y nuestros deseos de realizarnos como personas. En nombre de rígidos principios como las ideas políticas, las guerras que desencadenan los poderosos, el consumismo o los prejuicios raciales, se aniquila la libertad del hombre, adocenándolo, convirtiéndolo en poco más que un muñeco sin ideas, en un objeto manipulable, sin identidad, sin sentimientos...


Para la puesta en escena del espectáculo musical, de altísima calidad, con lo último en tecnología digital, Roger Waters hace construir un gigantesco muro de diez metros de alto por setenta de ancho que, pieza a pieza, se va levantando durante la función, canción tras canción, ladrillo a ladrillo, hasta que llega un momento en el que el grupo y el público quedan totalmente aislados. Sólo algo impide que la incomunicación sea total: la música, que no deja de sonar en ningún momento, en un Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid abarrotado de un público entregado y entusiasta.


Fotos de mi hijo Guillermo


Efectos especiales, ladrillos blancos que sirven de pantalla donde se proyectan cientos de imágenes, fuegos de artificio, un avión de combate alemán estrellándose, enormes marionetas, un cerdo gigantesco teledirigido volando sobre las cabezas de los espectadores, unos reflectores antiaéreos enfocando amenazadoramente al público, mientras los acordes contundentes y rotundos de piezas como "In the Flesh" , "Hey you" o "Confortably Numb" atruenan en el aire con esos enérgicos riffs de guitarra y esos potentes graves que sacuden los oídos y remueven la adrenalina de los espectadores.

Hoy, que se cumplen setenta y dos años de un muro revanchista que se levantó contra la libertad de los españoles, sirva esta entrada como recordatorio de esa amarga fecha.

Nuevos muros amenazan hoy a los pueblos.
Ojalá no se levante ninguno más y se derriben los antiguos.

Y ojalá tampoco sea esta la última gira que emprenda el ex-líder de Pink Floyd.
En todo caso, queda demostrado una vez más que emoción, entretenimiento y calidad no son conceptos incompatibles.