miércoles, 29 de mayo de 2013

Indigentes, pícaros y mafiosos

El lazarillo de Tormes
Luis Santamaría y Pizarro

En un contexto como el actual, donde la corrupción y el llenarse los bolsillos tienen plena actualidad, tal vez no venga nada mal recordar que éste es el país donde se dio con plenitud la novela picaresca. También es el país de personajes como Luis Candelas, José María el Tempranillo, el Lute, el Dioni… aunque éstos, al lado de algunos de los de ahora, son unos meros aprendices.

En la España del Siglo de Oro alternaban los delincuentes con pobres de verdad y falsos mendigos y falsos tullidos que fingían mil enfermedades para vivir de la compasión ajena. Completaban el cortejo doliente niños huérfanos y abandonados y ancianos sin recursos que vivían también de la caridad. Gente menesterosa y pedigüeña, rufianes y pícaros de toda condición. A diferencia de los primeros, que tiraban de cuchillo por el menor motivo, los segundos se especializaron más en el engaño y el hurto sin violencia, "rapar bolsas" era el entretenimiento favorito.

Con el "EL lazarillo de Tormes", publicado en 1554, se abrió en España un género peculiar y muy representativo tanto de nuestra literatura como de nuestra historia, la novela picaresca, donde el protagonista, maltratado por la vida y marginado por la sociedad, no es el héroe sino el antihéroe.
El pícaro es un personaje singular, determinado por sus circunstancias vitales, huérfano o abandonado, desarraigado, que debe buscarse la vida a través del ingenio.
Algunos de estos pícaros procuraron enmendarse y seguir el camino de la gente de bien, "arrimarse a los buenos", que diría Lázaro. Muchos emigraron a las Indias, a probar fortuna e intentar con el cambio mejorar su suerte.
Esos jóvenes buscavidas que intentaron probar fortuna en otros lugares, dejando un pasado oscuro que mejor olvidar, procurando que su suerte cambiara no lo tendrán tan fácil, pues como dice en sus líneas finales Quevedo en el "El Buscón", una frase que cierra la obra, a modo de sentencia o máxima que da qué pensar:

"Y fueme peor, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres."

Pero una cosa es el pícaro y otra el sinvergüenza redomado y trajeado de nuestro tiempo. Sería un tremendo error meter a todos en el mismo saco.
No es lo mismo un pícaro que un mafioso. No es justo equiparar a un menesteroso, que se busca la vida como puede, a un delincuente de guante blanco. Al primero le mueve el hambre, la supervivencia; al segundo, la ambición. Hay gente que no necesita robar para vivir bien. Todos los días vienen noticias de personas agraciadas por la fortuna, con sus coches de lujo y sus mansiones, que no carecen de nada importante, y sin embargo aparecen involucradas en asuntos turbios, en casos de dudosa  legalidad.

Nuestra historia más reciente está llena de casos de corrupción y degradación de la vida pública.
Hay personajes inmundos que han florecido como setas a la sombra del poder.
Hijos de la cultura del pelotazo y del ladrillazo, del todo vale y del dinero fácil.

Niñatos bien casados.
Defraudadores  nauseabundos.
Evasores repugnantes.
Políticos indecentes.
Chulos sin complejos y sin moral.
Macarras engominados…

Por favor, no insultemos a los pícaros.

domingo, 26 de mayo de 2013

El porqué de nuestra guerra civil

Foto de Robert Capa

Para hacer pólvora necesitamos tres ingredientes básicos. 
Para algo más complejo como es hacer una guerra se precisan algunos componentes más. 
Digo esto porque es tarea imposible encontrar una causa única que explique el estallido de nuestra contienda. Detrás de la lucha fratricida hay un conglomerado de factores importantes que lo explican.
Razones hay de todo tipo y color. Algunas se deben a causas internas, pero otras responden a inconfesables intereses externos. También hubo “accidentes” o acontecimientos fortuitos que precipitaron los hechos.
El tema de la guerra siempre levanta pasiones y es dado a ser revisado dependiendo de la ideología o de los intereses de cada cuál, lo que añade una carga subjetiva que aunque no es conveniente, es difícilmente evitable.
Tal vez porque no ha pasado demasiado tiempo y aún hay algunas heridas abiertas.
Resulta cuanto menos llamativo que algunos historiadores, pseudohistoriadores y columnistas de periódico de determinadas tendencias pretendan "revisar" este capítulo de nuestra historia reciente y coincidan sospechosamente en su análisis con la versión que los vencedores nos impusieron a la fuerza durante la dictadura y que constituyó la historia oficial del régimen que los chicos nos teníamos que aprender en las escuelas.

Causas de la Guerra Civil:

18 de julio de 1936, un golpe minuciosamente preparado triunfa en diversos puntos de la España rural. Ante la resistencia mostrada en las principales ciudades por parte de las organizaciones obreras y sindicales, el golpe se convierte en guerra civil. 
¿Cómo se llegó a esta situación? ¿Era inevitable? 
Entre otros factores, se señalan los siguientes: 
- La influencia de los acontecimientos internacionales, como la crisis económica de los años 30. 
- Los intereses de países extranjeros, como Italia, Alemania o Rusia. Muchos opinan que nuestro conflicto vino a ser el prólogo de la guerra mundial que vendría a continuación. 
- Las reformas republicanas, que  pusieron en contra del sistema a importantes sectores del ejército, la Iglesia, los terratenientes y las clases medias. 
- La polarización y radicalización de las ideas políticas de los españoles… Los extremistas de ambos bandos   contribuyeron a la corta vida del periodo republicano.

Pero no se nos puede olvidar 

LA CONSPIRACIÓN INTERIOR 

No era una novedad en España que los cambios de gobierno se hicieran a golpe de pronunciamiento militar, más bien eso fue lo normal durante buena parte del siglo anterior. Y de nuevo ahora tiene lugar una conspiración militar, en este caso contra el gobierno legítimo de la República, por parte de militares católicos, monárquicos, tradicionalistas, acostumbrados por la historia pasada a dirimir con las armas que les ha dado la nación asuntos que son competencia de todos. La UME (Unión Militar Española) conspira contra el gobierno republicano porque lo considera rojo, ateo y desvertebrador de España. “España ha dejado de ser católica” Desafortunadas palabras de Azaña que no ayudaron en nada a evitar el desastre. 
De esta manera, militares como Sanjurjo, Mola, Varela, Fanjul, Goded,  Franco  y otros que se se van sumando, como Yagüe y Queipo de Llano, van trazando planes para derrocar al gobierno del Frente Popular. Aunque hay historiadores, pseudohistoriadores y columnistas políticos metidos a investigadores de la historia que afirman –como ya hicieron machaconamente los vencedores en su día- que la guerra la empezó la izquierda, la realidad desmonta ese mito interesado cuando descubrimos que había una confabulación contra la república desde su mismo inicio. Ahí estaba la Unión Militar Española trazando planes desestabilizadores, el general Sanjurjo intentando un golpe de estado que le costó el exilio a Portugal o las conversaciones con Mussolini por parte de Calvo Sotelo, el líder de Renovación Española, donde se fijaba un plan de apoyo económico, armamentístico y logístico. 
La responsabilidad principal de la guerra es de quienes la iniciaron. 
Algunos decidieron prender fuego a España para salvarla. 
Sobre los que iniciaron la guerra también hay otro mito que conviene desmontar: 
Frente al peligro de desintegración de la patria, Franco acudió con mano firme para salvarla. 
Algo curioso si se tiene en cuenta que, a pesar de la conspiración en marcha, el dictador estaba dubitativo y no participó en el golpe hasta el final. Sus dudas le valieron el calificativo por parte de otros militares de “Miss Canarias 1936”. Franco no estaba pues en la primera línea de la sublevación. Sí lo estaban otros como Mola o Sanjurjo. Uno desde Navarra y el otro desde su exilio en Portugal. Lo que sí sabemos es que los dos perecieron en sendos accidentes de avión en diferentes momentos del conflicto y de esta manera el general gallego se quedó solo al mando de la dirección de la operación. Si a ello le añadimos que a Goded le fusilaron en Barcelona y a José Antonio Primo de Rivera en Alicante, estaba bien claro que el mando absoluto de la nación iba a quedar en manos de quien se incorporó el último a la rebelión militar.

domingo, 19 de mayo de 2013

La dinastía de los Kim

Kim Jong Un


Corea del Norte es el único país del mundo donde gobierna una dinastía estalinista. 
Una “monarquía” totalitaria donde, de padres a hijos, se perpetúa en el poder una misma familia. 
Algo realmente insólito y grotesco, además de terrible y peligroso. 
El primero en inaugurar esta moda fue Kim Il Sung, el padre de la patria, el osado gobernante que se enfrentó al gigante americano en la Guerra de Corea, en plena "guerra fría", allá por los primeros años 50. Los coreanos del sur y sus aliados yanquis no pudieron con los comunistas del norte, por lo que la guerra quedó en tablas y aunque no se firmó ninguna paz formal se mantuvieron las dos Coreas, norte y sur, separadas por el paralelo 38. 
Hasta hoy. 
 Después vino Kim Jong IL, hijo del anterior, "Amado líder" que sucedió a su padre en 1994. 
Secretario General del partido único y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, fomentó un culto exagerado a su figura, con la proliferación por todas partes de monumentos, retratos, desfiles... Continuó la ingente tarea emprendida por su padre del lavado de cerebro de la población norcoreana. Se megalomanía le llevó incluso a reinventarse su pasado, con el fin de que lo aprendieran los niños en la escuela. Sibarita y caprichoso se hacía traer los mejores vinos, el mejor coñac, los mejores mariscos, los cocineros italianos más expertos para hacer sus pizzas y, según dicen, las mejores y elegantes prostitutas, preferentemente rubias bailarinas escandinavas. Defensor del comunismo radical a ultranza era partidario del capitalismo consumista en lo que se refiere a los negocios privados: sus restaurantes de lujo en Camboya. Maniático y excéntrico, se negaba a viajar en avión y para sus traslados utilizaba un tren blindado o bien alguno de sus 200 Mercedes Benz. Partidario de un sistema de autarquía o autosuficiencia económica, mantuvo a su país en unos niveles insoportables de pobreza para invertir grandes cantidades en desarrollo militar y armamentístico. Su elevado gasto militar tenía como objetivo disuadir de cualquier posible ataque extranjero. 
Y por último y de momento, nos quedamos con el benjamín de la saga: Kim Jong Un, el "brillante camarada", que más que un dictador al uso me recuerda a esos chicos felices y gorditos, algo “friquis”, que alargan en el tiempo su pubertad entre cómics de la Marvel y películas de Disney y sienten más apego a perder el tiempo con las videoconsolas que con las duras tareas de gobierno. Muchos opinan que en realidad este joven, que podría pasar desapercibido en cualquier McDonalds, entre rimeros de hamburguesas, no es el verdadero guía de su país, sino un grupo de veteranos militares entre los que se encuentran sus tíos. El muchacho es simplemente la imagen dinástica del régimen, el referente familiar. 
Y es que los norcoreanos parece que le han cogido gusto a esto de la monarquía comunista. 
Corea del Norte sigue potenciando la fabricación de misiles nucleares, realizando diversos lanzamientos y pruebas atómicas, una actitud provocadora, una forma de presionar a la comunidad internacional para conseguir cosas de ella y de paso tapar de cara a su pueblo los fracasos en materia económica y social. 
En la actualidad, el régimen dictatorial de Pyongyang supone, bravatas aparte, un peligro mundial por la posibilidad de vender material nuclear a grupos terroristas internacionales.

domingo, 12 de mayo de 2013

Pretextos para entrar en guerra


Hay pueblos que para entrar en guerra necesitan primero que les provoquen o agredan.  
A lo mejor todo es fruto de la casualidad, pero resulta curioso que en diversas ocasiones los norteamericanos entraran a saco en un conflicto después de haber recibido un duro revés. ¿Será para poder justificar de cara a sus ciudadanos una intervención militar? Ya se sabe que un ataque exterior no puede quedar sin respuesta porque lo exige el propio orgullo nacional, el patriotismo… y también porque no se puede agredir impunemente y sin castigo a la primera potencia mundial.
Antes de iniciar una guerra hay que motivar convenientemente a las masas, prepararlas psicológicamente para un tiempo de sacrificios económicos y humanos. Y para ello nada mejor que buscar un motivo, un “casus belli” que sea creíble y que por su naturaleza sirva de elemento motivador. Y qué mejor que ser agredidos.

EL MAINE: la excusa para que los americanos barrieran a los españoles en la guerra de Cuba. Según muchos analistas, resulta difícil creer que los españoles fueran capaces de hundir el barco americano y complicarse la vida de aquella manera. Se dice que fue una implosión y el barco reventó de dentro hacia afuera. Parece ser que los americanos rechazaron una investigación conjunta de los hechos. El caso es España fue acusada del suceso. EEUU le declaró la guerra y, tras la derrota española, se convirtió en el “protector” de Cuba con su base de Guantánamo y la tutela hacia el pequeño país. 

EL LUSITANIA: Primera Guerra Mundial. Un torpedo alemán disparado desde un submarino U20 hundió este barco de lujo británico frente a las costas irlandesas. Murieron 1198 personas, de las cuales 234 eran ciudadanos americanos, razón por la que EEUU decidió prepararse para entrar en guerra. Lo cual fue bien recibido por la opinión pública estadounidense, como no podía ser de otra forma. 

PEARL HARBOR: la flota americana que fondeaba en aguas de Hawai fue aniquilada el 7 de diciembre de 1941 por un bombardeo masivo japonés sin que al parecer hubiera una provocación por parte de EEUU. Oficialmente el bombardeo fue un golpe inesperado, un ataque sorpresa con el fin de desbaratar el poderío yanqui en esa zona e imposibilitar o neutralizar durante algunos meses o años la amenaza norteamericana en esas aguas, consideradas el “espacio vital” o zona de expansión del imperialismo nipón. ¿Qué hay de verdad en todo ello? ¿Fue en realidad un ataque sorpresa? ¿O más bien un ataque esperado? La propaganda del Tío Sam apunta siempre en una dirección: no hubo provocación americana. El ataque estaba injustificado. Sin embargo, al parecer sí se sabía ya algo: el 6 de diciembre el Presidente Roosevelt recibió un mensaje que había sido interceptado por la marina norteamericana. El mensaje, cifrado en clave, había sido enviado desde Japón a la embajada japonesa en Washington, indicando la intención de Tokio de cancelar las relaciones con los EEUU. Parece ser que Roosevelt exclamó: “Esto es la guerra”. Pero nunca se lo comunicó a los militares responsables de la flota de Pearl Harbor y luego convirtió a estos en cabeza de turco afirmando que ya conocían de antemano la noticia. ¿Por qué Roosevelt miró para otro lado y no intervino si el peligro parecía inminente? ¿Tal vez un exceso de confianza en las propias fuerzas? El presidente norteamericano necesitaba un pretexto frente a su opinión pública para entrar en guerra contra los potencias del Eje. Y sólo un golpe de esa magnitud le daría carta blanca para emprender los ataques.

EL INCIDENTE DE TONKÍN: año 1964. Lugar de los hechos: el antiguo protectorado francés en el norte de Vietnam. En el golfo de Tonkín dos barcos estadounidenses fueron torpedeados por lanchas vietnamitas. Aunque el suceso se desmintió más tarde, fue la excusa perfecta para que el entonces presidente Johnson iniciara la guerra de Vietnam al recibir para ello carta blanca del Congreso. 

TORRES GEMELAS: el atentado a las torres por parte de Al Qaeda provocó la Guerra de Irak para derribar a Sadam Hussein, al parecer un siniestro personaje que amparaba todo tipo de terrorismo islámico. Y que, según el Trío de las Azores, guardaba “armas de destrucción masiva” para agredir a sus vecinos, algo que no se podía tolerar bajo ningún concepto. (Luego se demostró que no había tales armas terribles) ¿Se sabía que iba a ocurrir un atentado y no se tomaron las medidas pertinentes con el fin de justificar una intervención posterior? Aunque tengamos serias dudas y ninguna certeza, tal vez esto sea una simple conjetura una vez más.
Y todo sea de nuevo fruto de la casualidad. 

¿Pararán aquí las casualidades?

domingo, 5 de mayo de 2013

La gripe española




La gripe es una dolencia causada por un determinado virus, no siempre el mismo. Es una enfermedad infecciosa cuyo origen proviene de aves y mamíferos. Suele afectar a las vías respiratorias y por tener como síntomas dolor de cabeza, tos y malestar muscular y articular, se suele confundir con el resfriado común. Normalmente es fácilmente combatible, lo malo es cuando el virus muta y se vuelve extremadamente peligroso.
En 1918, en plena guerra mundial, hubo una gripe de esas características. Se calcula que enfermó el 50% de la población y que la mortalidad fue enorme. Las apreciaciones más modestas hablan de 20 a 40 millones de fallecidos, mientras que las estimaciones  más pesimistas hablan de 50 e incluso 100 millones de muertos, tal vez una cifra en exceso exagerada. En todo caso la mortalidad fue enorme, catastrófica, equiparable o superior a los fallecidos en la guerra que se libraba en esos años. Hay quien opina que esta epidemia, una pandemia en realidad, causó más fallecidos que la peste negra del siglo XIV.
Injustamente llamada “gripe española”, parece ser que el foco originario tuvo lugar en los EEUU, en una base militar. Y que luego, cuando los soldados aliados se trasladaron a Europa para participar en la Primera Guerra Mundial se la trajeron también consigo. El primer país europeo en contagiarse fue Francia. Desde allí se fue extendiendo como un tsunami por el resto del continente y luego por Asia, América y África.
Se denominó “gripe española” porque aquí los diarios hablaban libremente de ella, sin la censura que otros medios informativos padecían en el resto de Europa por causa de la guerra. Los gobiernos de los países que combatían no estaban dispuestos a que sus soldados se desmoralizaran al enterarse de que además de sus enemigos militares  había otro igualmente peligroso y mortífero. De ahí la censura informativa.
Aunque la situación sanitaria actual, especialmente la europea, es mucho mejor que la que tuvimos hace un siglo, en lo referente a personal sanitario, medicamentos, hospitales, sería un error pensar que aquella hipermortalidad que se produjo en 1918 se debió prácticamente a la falta de recursos. Según algunas fuentes, si hoy se produjera otra epidemia de esas características, la mortalidad en España podría ascender a medio millón de personas, mientras que a nivel mundial esa cifra podría ascender a 60 o 70 millones. El caos sanitario podría ser enorme y los problemas económicos, políticos y sociales que se derivarían de ello, incalculables.

La enfermedad se detectó por vez primera en Fort Riley el 28 de mayo de 1918