domingo, 30 de octubre de 2011

Querido enemigo


A un amante de la historia no dejan de sorprenderle las imágenes y las declaraciones llenas de complicidades y de gestos amistosos entre los antiguos rivales desde finales del siglo XIX: Francia y Alemania.
Cuando repasamos la historia contemporánea del último siglo y medio escaso, nos encontramos a cada paso con enfrentamientos entre las dos grandes naciones.
Ya el nacimiento del gigante alemán, allá por 1871, vino acompañado por un agravio territorial que los franceses nunca perdonarían, me refiero a la pérdida de Alsacia y Lorena por parte gala. La guerra franco-prusiana culminó con la batalla de Sedán, donde hubo una humillante derrota por parte del ejército de Napoleón III. Allí, tras la firma del Tratado de Frankfurt, Francia tuvo que ceder esos dos territorios a la recién unificada Alemania. Fue el comienzo de una larga enemistad.

En el prólogo de la Primera Guerra Mundial, todo el entramado de alianzas que había diseñado estratégicamente el canciller Bismarck, verdadero artífice de la unificación, apuntaba en una sola dirección: mantener aislada a Francia para evitar la revancha. Luego vino el Kaiser Guillermo II metiendo la pata y ganándose a pulso y merecidamente la enemistad de todos los países que le rodeaban. Hasta que estalló la Gran Guerra, donde Alemania demostró una vez más sus escasa simpatía hacia los franceses con aquellas terribles y devastadoras batallas del Marne o de Verdún, con cientos de miles de muertos. Cuando terminó la guerra, una exhausta Alemania tuvo que firmar un dictado de paz donde, entre otras cosas, se le arrebataban los territorios de Alsacia y Lorena que eran devueltos a los franceses.

"¡Te toca, Alemania!"

Pero la cosa no quedará ahí: los alemanes jamás perdonarán a Francia la humillación de Versalles y las condiciones ominosas que los vencedores impusieron a Alemania. En eso llegó Adolf Hitler, mal pintor y peor amante, pero gran convencedor de masas en esos tiempos terribles de la crisis de la posguerra, y su mensaje de xenofobia caló hondo entre la ciudadanía, provocando a continuación una guerra con cincuenta millones de muertos. No logró la nación su propósito de construir un gran imperio a expensas de todos y se vio de nuevo derrotada pero no abandonada. Los aliados habían aprendido la lección de la pasada guerra: no había que volver a humillar al gigante caído, había que ayudarle a salir del bache para que recuperara su economía y su sistema democrático, abandonado en Weimar poco antes de la guerra.
Y así fue como, gracias a la labor de gente competente y nada radical como el señor Adenauer o los "padres" de Europa, como Monnet y Shuman, Alemania reencontró su camino, esta vez no de confrontación, sino de paz, desarrollo y armonía con Francia y con el proyecto colectivo de la construcción europea. ¿Durará siempre?

domingo, 23 de octubre de 2011

Cara y cruz de la Revolución Industrial


En un ejercicio de recuperación de viejas entradas mías, puestas a punto como material de clase, traigo aquí renovadas dos estampas de la Revolución Industrial: sus factores y sus costes sociales.

Posiblemente sea la Revolución Industrial el hecho más significativo y de mayor trascendencia de nuestra historia contemporánea. Hay un antes y un después de este acontecimiento. Tras la revolución, Europa ya no va a ser la misma. La producción de bienes se transformó radicalmente, pero también lo hizo la sociedad, la cultura, la política, las relaciones internacionales, la economía, las mentalidades... hasta el paisaje urbano cambió. Se podría decir que cualquier acontecimiento posterior de alguna importancia guarda alguna relación directa o indirecta con este fenómeno, incluyendo la expansión colonial o los conflictos bélicos mundiales.

Analizamos en primer lugar las causas o factores que hicieron posible dicha revolución.

Máquina de vapor, 1784 (James Watt, versión mejorada de la máquina de Newcomen)

A mediados del siglo XVIII Inglaterra aparece encabezando la Revolución Industrial.
¿Por qué se dio la Revolución Industrial primeramente en Inglaterra y en otras partes no se dio o se hizo de forma incompleta?
¿Qué factores o causas posibilitaron dicha revolución? Entre otras muchas podemos destacar:
- La demografía a favor: la población creció considerablemente debido a la reducción de las tasas de mortalidad ordinaria y catastrófica y a mantenerse elevada la natalidad. Atrás quedaron las grandes hambrunas y los episodios de epidemias que causaban una mortalidad extraordinaria. La desaparición hacia 1720 de la rata negra, portadora de pulgas, fue un hecho muy significativo. Más población significa aquí más mano de obra disponible y más consumidores de los nuevos productos industriales (textiles fundamentalmente).

- Las mejoras en la agricultura: Inglaterra consiguió una gran productividad agraria gracias a la introducción de una serie de innovaciones: método Norfolk, selección de semillas, estabulación del ganado, etc. Mayor productividad equivale a mayores rentas procedentes del campo que pueden ser invertidas en otras actividades, como por ejemplo la industria.
- Un comercio en expansión: posibilitado por medios de transporte adecuados, canales navegables, puertos y carreteras, más tarde el ferrocarril, y un mercado colonial de donde obtener materias primas baratas y donde colocar los productos industriales.
- Recursos naturales: energía hidráulica, abundantes materias primas como carbón, hierro, algodón traído de las colonias, etc.
- La ausencia de graves conflictos en el país: paz interior casi plena, ausencia de revoluciones. Y en el exterior, la insularidad protege al país como si se tratara de una barrera. Todo ello posibilitó la confianza de los inversores en el sistema, dando una gran estabilidad a los negocios.
- Progreso tecnológico: nuevos artilugios que multiplicaron la productividad, como la máquina de hilar, el telar mecánico y la máquina de vapor.
Máquina de hilar (la "spinning jenny") de James Hargreaves, 1770. Nueve años más tarde, Crompton ideó un modelo superior, la "spinning mule."


Telar mecánico de Crompton, 1779. Posteriormente, Edmund Cartwright (1743 - 1823) patentó su telar mecánico en 1785, una versión mejorada de la anterior

- Un sistema político adecuado en este momento: el liberalismo político, una monarquía parlamentaria que favoreció las inversiones de una burguesía estable y emprendedora. En este sentido, las monarquías absolutistas de otros países como España, con su política errónea de favorecer a la nobleza y a sus privilegios, supusieron un freno para el progreso y el desarrollo industrial.

ANIMACIONES INTERESANTES.
En los siguientes enlaces podrás ver
- Cómo funciona un barco a vapor.
- Cómo funciona la máquina Rocket (ferrocarril)

A continuación, hacemos un repaso acerca de uno de los costes más importantes de la Revolución Industrial : 
la explotación infantil


Fuente de la imagen
¿Qué expresan esas miradas?

Una de las miserias más grandes de la Revolución Industrial inglesa fue la referente al empleo masivo de mano de obra infantil en el proceso de producción.
Algo muy provechoso para empresarios y fabricantes porque el salario de los niños era dos o tres veces inferior al de los adultos.
Así, chicos de 10 ó 12 años, e incluso menores, eran empleados en las minas, la industria textil o la siderurgia. Su horario de trabajo, de 10 a 12 horas diarias, incluso sábados.
Esto se aceptaba como algo normal dada la mentalidad de la época y dadas las necesidades de las familias obreras.
El escritor británico Charles Dickens, en su novela "Tiempos difíciles" supo plasmar las dificultades de estos chicos explotados a los que se les arrebató la infancia en un mundo despiadado de adultos, convirtiéndose así en testigo excepcional de su tiempo.
Fuente de la imagen
Esta imagen la encontré en este blog amigo

Traigo aquí un par de textos que he encontrado en esta interesante dirección:
"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me enseñan a rezar (...) He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la tierra y no sé por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la mina."

Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.

“En esta fábrica trabajan mil quinientas personas, y más de la mitad tienen menos de quince años. La mayoría de los niños están descalzos. El trabajo comienza a las cinco y media de la mañana y termina a las siete de las tarde, con altos de media hora para el desayuno y una hora para la comida. Los mecánicos tienen media hora para la merienda, pero no los niños ni los otros obreros (...).
Cuando estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los trabajadores cuando abandonaban la fábrica a las doce de la mañana. Los niños, en su casi totalidad, tenían aspecto enfermizo; eran pequeños, enclenques e iban descalzos. Muchos parecían no tener más de siete años. Los hombres en su mayoría de dieciséis a veinticuatro años, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las mujeres eran las de apariencia más saludable, aunque no vi ninguna de aspecto lozano (...). Aquí vi, o creí ver, una raza degenerada, seres humanos achaparrados, debilitados y depravados, hombres y mujeres que no llegarán a ancianos, niños que nunca serán adultos sanos. Era un espectáculo lúgubre (...)”

Charles Turner Thackrah. Los efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad. 1832.


- Un vídeo muy interesante sobre la explotación del trabajo infantil en la Revolución Industrial. Dura diez minutos escasos y merece la pena.




lunes, 17 de octubre de 2011

Un perdedor

Monumento al ángel caído en el Retiro madrileño.

Una historia con una victoria y una derrota.
En el cielo solo había sitio para un ganador.
Lucha por el poder. Algo corriente.
Ganó un dios.
Perdió un ángel.
El ángel caído.
El demonio.
Lucifer.
Mefistófeles.
Luzbel.
Belcebú.
Satán.
Satanás.
El Diablo...

Nuestra historia también está llena de luchas por el poder y de ángeles caídos.
Quien gana la guerra se convierte en dios y cuenta la historia a su antojo.
Sólo que a veces la batalla no la pierde el diablo.
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Nota: La escultura dedicada al ángel caído se encuentra en el Retiro de Madrid. Es obra del escultor madrileño Ricardo Bellver (1845- 1924), inspirada tal vez en El Paraíso Perdido de John Milton:
"Por su orgullo cae arrojado del cielo con toda su hueste de ángeles rebeldes" (Canto I).
La escultura se encuentra a una altitud de 666 metros sobre el nivel del mar, lo que plantea un tema interesante a los aficionados a las ciencias ocultas y a los ritos satánicos, convirtiendo la obra en un homenaje a Lucifer.

domingo, 9 de octubre de 2011

Lujo y miseria en París



Al hablar de las causas de la Revolución Francesa nos encontramos con opiniones para todos los gustos.

La interpretación más conservadora (Burke, De Maistre, Bonald) apunta a una conspiración por parte de activistas sin escrúpulos, que ven en el descontento popular una ocasión para manipular el momento y situarse en el poder. La interpretación liberal (Sieyes, Mirabeau) insiste en las causas ideológicas, de tal forma que los privilegios y la desigualdad serían los motivos para desmontar la sociedad del Antiguo Régimen. La historiografía marxista (Soboul) abunda más en los factores sociales y económicos, en la crisis y en los intereses de clase.

Si bien es muy difícil ponerse de acuerdo en la causa principal de la revolución, dada la complejidad de este fenómeno, sí parece evidente que en la radicalización de la misma juegan algunos factores: la miseria de la población, la ostentación de lujo, la presión extranjera (Para Austria y Prusia, lo que está ocurriendo en Francia es un cáncer que puede hacer metástasis en toda Europa), etc. Factores que, si bien no causaron la revolución, sí la agravaron y radicalizaron todavía más a las masas, dando a la historia personajes genuinos y extremistas como Robespierre o los "Cordeliers”.

Lujo y miseria en el último tercio del siglo XVIII.

Las dos caras de una misma moneda: Francia momentos antes de estallar la revoluciónMiseria de un pueblo y ostentación de riqueza de una corte rodeada de lujo, cuya figura más representativa y odiada posiblemente fuera María Antonieta
MISERIA

"En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el oficial de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por consiguiente no había ninguna acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de la vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de algún hedor."

Patrick Süskind. El Perfume.


LUJO Y DERROCHE. LA OTRA CARA DE LA MONEDA





María Antonieta, hija del emperador Francisco I y María Teresa de Austria, reina de Francia y esposa de Luis XVI, mujer de carácter frívolo y derrochador, simple como el asa de un cubo, de gran influencia sobre su marido, inmisericorde con su pueblo hambriento, era poco querida por éste quien siempre la consideraba una extranjera, más inclinada hacia Austria que hacia Francia. Por su afición a las joyas fue acusada, parece ser que injustamente, de encargar un collar de diamantes cuando el pueblo moría de hambre. Casada con un hombre impuesto al que no quería, de hecho no se consumó el matrimonio ni en la noche de bodas ni en siete años después. Insatisfecha en su vida conyugal buscó la satisfacción en el lujo, en la vida mundana, en las fiestas, en los bailes y, en el plano afectivo y sexual, mantuvo un largo idilio con el conde sueco Axel Fersen. A todo esto, la situación económica de Francia era inaguantable: enorme gasto público por el derroche de la corona -en Versalles había 4.000 criados- que generaba un déficit crónico que intentaba solventarse con nuevas subidas de impuestos, carestía de los alimentos de primera necesidad por una serie de años de malas cosechas, grandes privilegios de la Nobleza y el Clero, los cuales estaban exentos del pago de impuestos... todo ello generaba un clima de descontentos, previo paso al estallido de la revolución en 1789. Cuando estalló la revolución nadie pensaba en una República, sino en moderar y reorganizar el papel de la monarquía. Pero la reina, enemiga de la revolución, deseaba vehementemente un conflicto entre Austria y Francia que pusiera fin a la situación. De hecho pidió ayuda a su hermano Leopoldo II de Austria. Una carta a su nombre dirigida desde Austria es interceptada y la reina acusada de traición a su pueblo. Detenida junto a su marido en 1792 , acusada de alta traición a Francia y señalada como "enemiga declarada de la nación francesa", fue condenada a la guillotina y ejecutada al año siguiente.

martes, 4 de octubre de 2011

La Ilustración



Seguimos recuperando viejas entradas y poniéndolas al día para mis alumnos.

LOS PADRES DE LA ILUSTRACIÓN


Montesquieu, Rousseau y Voltaire son sin duda alguna los padres de la Ilustración, una corriente de pensamiento revolucionaria que se inició en Europa en el siglo XVIII y que cambió radicalmente el orden existente, cuyas consecuencias más conocidas fueron la Independencia de los EEUU, la Revolución Francesa y la emancipación de las colonias iberoamericanas.

Montesquieu

Su máxima contribución al pensamiento político actual es la separación de poderes, de manera que el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial deben estar en distintas manos para evitar la corrupción y la tiranía.

Rousseau

Su máxima aportación al pensamiento político actual es el concepto de soberanía nacional, del derecho ciudadano al voto para elegir a sus gobernantes. Se puede considerar el padre de la democracia actual.

Voltaire

Según él las religiones en general tienen mucha culpa del atraso de la sociedad y opta por la completa separación entre Iglesia y Estado. Según esto Voltaire aporta al pensamiento moderno la idea de Estado laico aconfesional.

Una frase atribuida a Montesquieu:

Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento.”


VOLTAIRE




Tremendamente racional y absolutamente escéptico, defensor de la libertad de pensamiento, la tolerancia y la justicia, el parisino François Marie Arouet, de sobrenombre Voltaire, combatió el fanatismo, el absolutismo y la superstición de su época.
Su postura radical de defender la razón frente a la fe le granjeó la enemistad de la Iglesia.

Una frase de Voltaire:

La esperanza es una virtud cristiana que consiste en despreciar todas las miserables cosas de este mundo en espera de disfrutar, en un país desconocido, deleites ignorados que los curas nos prometen a cambio de nuestro dinero.”



ROUSSEAU




Una frase célebre:

La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse.”


D'ALEMBERT


«La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos»

Jean Le Rond d’Alembert fue un pensador de la Ilustración francesa, junto con Diderot fue el promotor de la Enciclopedia, una obra muy ambiciosa que pretendía resumir toda la cultura de su tiempo. La Enciclopedia fue una enorme difusora del pensamiento ilustrado y por su carácter revolucionario fue prohibida en muchos sitios y por algunas instituciones políticas y religiosas.