domingo, 28 de septiembre de 2014

De la carta al whatsapp


-Escríbeme cuando llegues y me cuentas cómo es aquello.

Escribir una carta.

El viejo, noble y olvidado oficio epistolar. 
Cuántas cartas habré escrito en mi vida durante mis años de juventud. 
Era lo típico, lo acostumbrado, lo usual: escribir cartas. Y no al modo tradicional de simple cuartilla que no llegaba a las dos caras con las típicas fórmulas de cortesía y conveniencia del estilo de 

“Espero que por la presente te encuentres bien de salud. Yo, bien gracias a Dios.” 

Y cosas así. 
No, lo mío y lo de mis conocidos -los de mi generación-  era distinto, era más trabajado, era un género más bien personalizado y a veces con pretensiones cuasi literarias: un par de folios bien aprovechados por las dos caras, de redacción esmerada y cuidada ortografía, con pormenores y opiniones sobre esto y lo otro. Aquello era escribir con ganas, sobre todo cuando la destinataria era una moza de buen ver.
Y uno dedicaba una buena parte de su tiempo a este menester. No era un cumplido. Era un acto de comunicación. Y era vocacional.
Carta ordinaria, franqueada, con dirección y remitente. Como debe ser.
Y bien lleno el sobre para aprovechar a tope el valor del sello.


(Un inciso: ¿La palabra "franqueo" tendrá algo que ver con los sellos de Franco? El mejor momento venía cuando pegabas el sello y le dabas un par de golpecitos con el puño al dictador para que pegara bien en el sobre. Nunca se quejó.)

Eran otros tiempos.
Redactar era una una sana costumbre en el colegio, en casa...
Luego se empezó a generalizar el uso del teléfono y las conversaciones a través del aparato fueron sustituyendo poco a poco a una buena parte de aquella correspondencia escrita. Era más inmediato, más rápido; aunque se perdía la magia del mensaje escrito. Además era menos íntimo, porque si te llamaban no te podías retirar a tu habitación, sino que debías responder a tu interlocutor donde estuviera el cacharro, generalmente el comedor y con tus padres delante. Y había que cuidar lo que se decía y cómo se decía. Porque luego había sonrisas, chuflas o comentarios. Y no estabas tú todos los días  para dar explicaciones o aguantar miradas socarronas.



Pero era lo que había y  poco a poco se fue imponiendo su uso…

El teléfono.

-Llámame cuando llegues.
-Cuando llegue te doy un toque y te cuento.

(Otro inciso: también se decía "te doy un telefonazo." La verdad es que la expresión era un poco bestia.
Los franceses eran también muy explícitos y no se quedaban atrás: "un coup de téléphone. ")

El tiempo fue pasando y la tecnología fue avanzando. Se generalizaron los cacharros móviles, esos mismos que tanto vilipendiábamos cuando aparecieron: aparatos de gran tamaño y con antena sacados de películas de espías de los 60, con gran parecido al “zapatófono” del Superagente 86.
Aunque en un principio denostados, porque resultaba chocante entonces ver a la gente andando por la calle y hablando como posesos con un trasto pegado a la oreja, al final todos fuimos cayendo en las redes de las compañías y hoy resulta extraño que haya gente que no tenga uno de esos artilugios. Hasta los abuelos del parque tienen móvil:

- Si,sí. Ya cojo yo el pan y lo subo ahora, dentro de un rato. 

El móvil tiene entre otras ventajas el poder hacer y recibir llamadas sin necesidad de estar en casa y también la de mandar mensajes:

- Te envío un SMS en cuanto llegue.
-Te mando un whatsapp en cuantito esté allí.

Los mensajes.

En resumen:
En un primer momento dejamos de escribir, cuando sustituimos la carta por el teléfono.
Luego dejamos de hablar, cuando sustituimos la conversación por los mensajes del móvil.
Ahora todo es más simple, rápido e inmediato.
Tras un sonido extraño, como un ¡glup! algo líquido, echamos un vistazo al aparato para ver qué nos mandan:

-Ola, ké ase.

Eso es tener nivel. De tres caras de folio hemos pasado a tres palabras y mal escritas.
De ahí a la literatura… solo un paso.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cruzando el charco


Aunque la mañana está gris y plomiza, a veces llegan noticias que te animan a seguir en la brecha:

¡Mi libro cruza el charco en edición papel!

Mis historias, que aunque parecen cuentos no lo son, se desplazan de España a través del proceloso mar océano para hacer las "Américas".
Ya me imagino al libro, cual esforzado grumete, haciendo acopio de provisiones para afrontar tamaña travesía.
No se trata en todo caso, aunque pudiera parecerlo, de una emigración forzosa; sino de un caso de "movilidad exterior".
Me lo ha notificado desde Argentina la amiga bloguera Carmela, la de "Andando caminos", quien ha solicitado un ejemplar a la editorial Art Gerust a través de "Pay Pal".
Gracias, Carmela,  por solicitar el libro.
Espero que allí eche raíces y se aclimate en tan buena compañía.
Desde España te envía un abrazo este "gallego" agradecido.
__________
Nota importante: me comunica Carmela desde Argentina que para solicitar el libro a la editorial a través de Pay Pal, con cualquier tarjeta, hay que tener en cuenta la diferencia horaria.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Una historia casi verdadera: condonar la deuda.

Podría servirnos este señor para ilustrar esto

Se han reunido esta mañana los representantes del FMI con el Primer Ministro africano Chonguene Ngué de la etnia Bakongo de la República de Djambala,  más o menos, para seguir con las conversaciones en el marco de la aplicación del  “Programa de Ajuste Social”. 
Cuando le dijeron que le iban a CONDONAR parte de la deuda a cambio de unas reformas de calado (recortes en sanidad, educación y pensiones) y a condición de que facilitara unas inversiones en su país de capital extranjero para la explotación y comercialización de sus ricos yacimientos de coltán y uranio, aquel dirigente africano entendió que, en el desarrollo de los contactos, iban a someterle a desagradables abusos sexuales y que iban a utilizar con él algún tipo de PROFILÁCTICO.
¿Nos "condonarán" la deuda también algún día a los países pobres de Europa?
¿Qué habrá que hacer a cambio? 
¿Será doloroso?

domingo, 14 de septiembre de 2014

Arcadia o Banania

Bandera imaginaria


¿Es conveniente en épocas de crisis plantearse cambios en la forma de estado o en el orden territorial?

¿Hemos aprendido algo de nuestra historia anterior?

Estos tiempos que corren no son los más indicados para cambiar las reglas del juego. 
No es esta la ocasión más sensata para plantearse hacer modificaciones que pongan todo patas arriba ni en la forma de estado ni en el orden territorial, con esos dirigentes, nacionalistas o no, que intentan tapar sus inmundicias envolviéndose en la bandera del oportunismo.
No se va a conseguir mayor estabilidad en el país ni en sus comunidades o regiones, antes al contrario. 
En plena crisis económica, con un desempleo bestial, con un recorte salvaje en las prestaciones sanitarias y educativas, con un descontento enorme por los casos de corrupción y por el fraude fiscal, con el descrédito de muchas de nuestras instituciones, con un bipartidismo autista puesto en tela de juicio, lo que menos conviene en estos momentos es fomentar nuevos focos de malestar, incertidumbre, preocupación y enfrentamiento. 
Lo que hacía falta para que muchos falsos patriotas de pacotilla que se han puesto las botas durante la crisis se coloquen ahora la medallita de defensores a ultranza de España, de Cataluña o de lo que se quiera. No hay que darles ese gusto. 
Algunos inútiles y corruptos que ocupan cargos públicos están deseando que el nacionalismo de aquí o de allá se agudice para arroparse con un escudo en forma de bandera y presumir de patriotas.

Creo además que hay otras  prioridades en este instante. 

Hablo de vivienda, de empleo, de transparencia en la gestión, de bancos que no dan créditos después de ser rescatados con dinero de todos. 
Hablo de solidaridad con los que lo están pasando mal, de justicia verdadera, de decencia política y de honestidad.  

Saquemos alguna enseñanza de nuestra historia pasada. No cometamos los mismos errores. Arreglemos primero la casa por dentro, cada uno su habitación, serenamente, que hay mucho que arreglar.  Y luego ya nos ocuparemos de lo demás, incluso de pintar  la fachada con otros colores.
Arcadia o Banania, qué mas da.
Más decencia y menos banderas.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Estar grogui


"Quince hombres en el cofre del muerto.
¡Yo, jojó, y una botella de ron!
El aguardiente y el diablo hicieron el resto.
¡Yo, jojó, y una botella de ron!"


El capitán pirata era un “hombre de empresa”, un "ejecutivo" de los mares, un ser carismático, un experto en “manejo de equipos”, un “gestor de recursos”, un manitas en el arte de motivar a sus… “empleados”.
Por eso tenía que tener sumo cuidado con lo que prohibía y con lo que toleraba.

No se podía permitir el lujo de tener un motín cada dos por tres, ni tampoco el de contar con una tripulación de borrachos impenitentes e inoperantes las veinticuatro horas del día, incapaces de repeler en condiciones un ataque de otros navíos. Había que tener un ten con ten, un equilibrio.

De ahí lo de dosificar el ron.
Cuando este escaseaba o cuando las circunstancias lo exigían, porque había que tener la tripulación a punto, lista para un combate inminente, era cuando ordenaba preparar el "Grog".

Preparación:

Una parte de ron, tres de agua caliente, limón exprimido, azúcar y canela en rama.

Limitar las raciones diarias dependiendo de las circunstancias era el objetivo. Muchos capitanes piratas se acogieron a la receta.

Luego esa fórmula la popularizó posteriormente el almirante inglés Edward Vernon (1684-1757), a quien sus conocidos le apodaban “Old Grog”, por su chaqueta "grogram", confeccionada con seda y lana. Y de ahí le viene el nombre al brebaje, de la chaqueta de Vernon.

Aunque rebajar en grados el ron no era cosa nueva, a partir de este almirante, a todo el que cayera bajo los efectos del Grog, ya podían decir de él que estaba “grogui”.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Un día triste


1 de septiembre de 1870: una fecha maravillosa para unos y fatídica para otros. La Guerra Franco Prusiana ha terminado. Los germanos, antes fragmentados territorialmente, van a ver consolidado su viejo sueño: el surgimiento de Alemania. Para Bismarck, el Canciller de Hierro, y para su Kaiser Guillermo I, es un gran día.
Para Napoleón III, emperador de Francia, es un día amargo. Es el día de la derrota, de la rendición ante los prusianos en la batalla de Sedán. Ello supone la pérdida de Alsacia y Lorena por parte francesa y el quedar apartada como potencia continental. Es el fin también del Segundo Imperio francés. Y el relevo de Francia por una nueva potencia continental.
A partir de ahora toda la historia europea se escribirá con una nueva protagonista: Alemania. 

También es un día triste para la historia posterior. En 1939, ese mismo día, la Alemania Nazi invade Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial.

Más tristezas: se acaban las vacaciones para muchos. Vuelta a la rutina, a los quehaceres diarios, a preparar la vuelta al cole. Los que tienen la suerte de tener un empleo, vuelta al trabajo. Los que no...a seguir buscándolo.

Y no hay tres sin cuatro: el aumento del protagonismo de las redes sociales, en particular de Facebook y de Twitter, ha ido relegando a un segundo plano en los últimos tiempos a buena parte de la actividad bloguera. Muchos amigos han colgado el cartel de cerrado, otros han dejado en suspenso su página hasta nuevo aviso y los más nos hemos mantenido activos a pesar del oleaje. 

No sé qué haremos mañana, pero de momento este blog no va a cerrar. Al menos hoy no.