martes, 30 de junio de 2015

Una purga


30 de junio de 1934. 
En Alemania, al poco de llegar al poder, Adolf Hitler ordena la «purga» de los principales dirigentes de las SA, que tendrá lugar durante la noche de este día y la madrugada siguiente. Es "la Noche de los cuchillos largos". 
Hitler intentaba aglutinar y centralizar en torno a él todo el movimiento nacionalsocialista, sin fisuras que obstaculizaran dicha unidad. Su objetivo era el poder absoluto, el control total del Estado. 
Los miembros de las SA (Secciones de Asalto), por su actitud chulesca y camorrista y sus actuaciones espontáneas y "de por libre" amenazaban dicho objetivo, además era un secreto a voces que las SA pretendían absorber y controlar al ejército alemán. Eran muchos entre las filas nazis quienes, desconfiados y recelosos, despreciaban los métodos y la ambición de Ernst Röhm, líder de las SA. También se comentaban y criticaban sus posibles inclinaciones homosexuales. 
En este estado de cosas, la noche del 30 de junio al 1 de julio, tiene lugar una "purga", al estilo estalinista, una depuración a las bravas: cerca de un centenar de miembros de la citada organización fueron ejecutados sin miramientos. Se trataba de "La noche de los cuchillos largos", también conocida como la "Operación colibrí". Una actuación contundente y decisiva que contaba con la colaboración de Himmler y de Goering. Los autores eran efectivamente miembros de las SS (Secciones de Seguridad), cuerpo de élite, y de la Gestapo, la policía política del régimen. La unidad nazi en torno a Hitler y a las SS quedaba así consolidada definitivamente.

Y hoy, 30 de junio, como todos los veranos, este blog echa el cierre temporal.

¡Hasta la vuelta!

martes, 23 de junio de 2015

Foto de una ciudad ocupada


23 de junio de 1940: Adolf Hitler visita la ciudad ocupada de París.

Las tropas alemanas habían invadido Francia en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. París fue ocupada. El 23 de junio, Hitler se hizo la famosa foto y el 25 tuvo lugar una reunión con los altos mandos franceses quienes, ante la imposibilidad de dominar la situación, solicitaron un armisticio. 
Hitler quiso quitarse la espinita de la derrota alemana en la anterior guerra y seleccionó el lugar de reunión donde precisamente se había firmado el armisticio de los aliados con Alemania, en el mismo vagón de ferrocarril. Hitler además se sentó en el mismo lugar que lo habían hecho los vencedores en la pasada contienda y dispuso que los franceses ocuparan los asientos que antes habían ocupado los alemanes, pero ahora como derrotados. 
La firma del armisticio supuso el fin de la guerra en Francia. Por ese acuerdo, Alemania ocupaba dos tercios de Francia. La parte no ocupada la administraría un gobierno colaboracionista, el gobierno de Vichy, siendo su primer ministro el mariscal Petain. Inmediatamente se organizaría la resistencia francesa, dirigida por el general De Gaulle.

jueves, 18 de junio de 2015

18 de junio de 1940


Inglaterra. En plena ofensiva alemana, el premier británico Winston Churchill realiza su discurso titulado "Finest hour speech". 

"La Batalla de Gran Bretaña está a punto de comenzar. De esta batalla depende la supervivencia de la civilización cristiana. De ella depende nuestra propia vida británica, y la larga continuidad de nuestras instituciones y nuestro Imperio. (…) Hitler sabe que tendrá que acabar con nosotros en esta isla o perder la guerra. Si somos capaces de enfrentarnos a él, toda Europa podrá ser libre y la vida del mundo puede avanzar hacia las tierras altas, iluminadas por el sol. Pero si no, entonces todo el mundo, incluyendo los Estados Unidos, incluyendo todo lo que hemos conocido y atendido, se hundirá en el abismo de una nueva Edad Oscura. "

Parece que hasta ese momento tan dramático, el líder británico no se percató del peligro tan grande que suponía la amenaza del fascismo en Europa. Minimizando hasta entonces  -cuando no elogiando- el ascenso de Mussolini en Italia o no tomando partido abiertamente por la legalidad republicana española ante el avance de las tropas nacionales y el inicio de la dictadura del general Franco. 

El historiador inglés Richard Wigg en su libro sobre Churchill y Franco (1) afirmaba que el líder británico no sólo no se opuso sino que simpatizaba con el régimen de Franco, algo realmente inexplicable. En su búsqueda del máximo beneficio para Gran Bretaña dio alas a un régimen dictatorial basado en la represión y en la falta de libertades.

(1) Richard Wigg, "Churchill y Franco: la política británica de apaciguamiento y la supervivencia del régimen ." Madrid, Ed. Debate, 2005.

jueves, 11 de junio de 2015

La Guerra de Troya

La bella Helena

El 11 de junio de 1184 a. de C, según los cálculos de Eratóstenes, sería la fecha de finalización de la Guerra de Troya y su saqueo y destrucción por parte de los aqueos. 
Una guerra bien antigua. 
Y los motivos, los de siempre, económicos y estratégicos, dominar una zona de paso vital para el comercio y las comunicaciones, aunque la leyenda disfrazara las causas con algo menos prosaico y más romántico como era el amor desgraciado entre dos jóvenes de lugares alejados, la bella Helena, la espartana casada con Menelao, y el caprichoso Paris, hijo de Príamo, rey de Troya. 
Fue la diosa Afrodita la que empezó a liar el asunto ya que había prometido al príncipe troyano el amor de la mujer más bella del mundo, un premio por haber fallado a su favor en el concurso donde debía elegir a la diosa más agraciada, entre tres. Y las otras dos, las no elegidas, fueron Hera y Atenea, con lo que se granjeó la enemistad de estas. Algo que le costará muy caro a Paris. 
Cuando Paris viajó a Esparta, a pesar de la hospitalidad recibida por Menelao, sedujo y secuestró a Helena. Los amantes huyeron juntos a Troya. 
Y después vino el asedio de la ciudad por parte de los aqueos, unidos ante el agravio que el niñato había originado. 
Ardió Troya. 
De ello se encargó convenientemente Atenea quien, resentida por el rechazo del hijo de Príamo, se posicionó a favor de los aqueos. Fue ella la que mandó a las serpientes para que acabasen con Laocoonte y sus hijos porque el sacerdote de Apolo iba a dar el chivatazo con lo del caballo que, más que un presente a los dioses era un regalo envenenado, con la barriga repleta de aqueos dispuestos a abrir a sus compatriotas aquella noche fatídica las puertas de la ciudad.

viernes, 5 de junio de 2015

Breda


5 de junio de 1625: durante la guerra de Flandes, tras un largo asedio que costó miles de muertos y de mutilados por ambas partes, la ciudad de Breda (Holanda) se rinde finalmente a las tercios españoles al mando del general Ambrosio Espínola.
El episodio se inscribe dentro de la Guerra de los Ochenta Años.
Los Países Bajos quieren independizarse de España, apoyados por Inglaterra que pretende convertirse en la primera potencia europea y desplazar a España.  
Pero para eso faltaban todavía más de dos décadas. 
Era la época de Felipe IV.
Y en ese contexto, los españoles logran una gran victoria.
Velázquez lo pintó por encargo, pero él no estuvo allí.
En todo caso quiso hacer un retrato amable, una escena cordial, llena de caballerosidad, de generosidad. Spínola y Nassau. Vencedor y vencido. Una rendición llena de resignación, pero también de concordia y grandeza. Gestos nobles y apacibles. Justino de Nassau entrega las llaves de la ciudad y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por Spínola, quien pone la mano encima del hombro de su contrincante impidiendo la humillación del derrotado.
La obra del pintor sevillano es fiel a la interpretación que del acontecimiento hizo Pedro Calderón de la Barca, en su pieza "El sitio de Breda", donde Spínola, al recibir las llaves, dice a Nassau:

"Justino, yo las recibo, 
y conozco que valiente 
sois;que el valor del vencido 
hace famoso al que vence."

lunes, 1 de junio de 2015

El libro de Arantza


Arantza Guinea, amiga de esta casa y autora de dos blogs, Cajón de sastre  y Flotando en los versos,   acaba de publicar “Deshojando amapolas”, un libro de poesía fresco, romántico, rebosante de material sensible y palpitante, lleno de experiencias, de encuentros y desencuentros, de amor y desamor. 

“Pobre gaviota sin alas, 
volando sobre un mar sin agua, 
penando la sal de su herida 
sobre la cubierta de un barco fantasma.” 

Frente a la adversidad amorosa crece el desamparo, del que conviene protegerse… 
Como una incansable Aracne ante el tapiz, Arantza va tejiendo su fortaleza, creando un mundo a base de imágenes y metáforas… 

“ Punto a punto, imaginas un mundo, 
sin mota de sombra, creando la luz, construyendo el refugio que a ti te proteja.” 

Y para refugiarse de la pena, del desamor o de la ausencia, qué mejor amparo que la palabra… 

“ Remanso donde descansa mi alma, 
agua que limpia mi vida (…) 
castillo donde me asilo(…) 
atalaya (…) 
fortaleza (…)" 

Entre la realidad y el deseo, entre la destrucción y el amor, con ese potencial formidable de soñar despiertos, imagina la autora hacerse con el premio final redentor que espera a la vuelta de la esquina… 

“Bordearé tu piel con el mimo de la seda en mi mano. 
Peregrinaré por tu sonrisa, haciendo un largo camino. 
(...)
Encontraré tu boca como el colofón del peregrino.” 

Solo me queda ya desear a este libro y a su autora una muy larga andadura. 
¡Mucha suerte con él, Arantza!