Se
dice: el mundo está en decadencia, Europa sufre una grave crisis económica y
financiera.
¿Es
lo mismo crisis que decadencia?
¿Son
dos caras de una misma moneda?
Sobre
el concepto “decadencia” no falta quien señala su carácter equívoco, ya que no
siempre ha significado lo mismo. Aparte de las connotaciones de tipo económico
o de fin de ciclo, puede llevarnos a interpretaciones de tipo cultural o moral.
La decadencia como “cierta complacencia
por todo lo refinado que albergaron las
culturas antiguas” (1), o la decadencia como fin del protagonismo o de la
hegemonía histórica o también el fin de una era.
En
términos sociológicos hablaríamos de un “colapso societal o societario”.
Para
Spengler (2) todas las culturas de
la historia pasan por cuatro etapas, un ciclo vital semejante al de los seres
vivos: juventud, crecimiento, florecimiento o madurez y decadencia. Según este
autor, la civilización occidental estaría ahora en su etapa final. La única
objeción a esta teoría, además de su esquematismo, es que se escribió durante
el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. Y ya casi ha pasado un siglo desde
entonces.
Decadencia
para algunos tiene connotaciones morales, aludiendo a ciertos comportamientos,
como por ejemplo el paganismo, el alejamiento de los cánones religiosos. Un
concepto subjetivo que equipara pecado o pérdida de valores, considerados los
apropiados, con el término “decadencia”. Desde esta perspectiva religiosa
integrista, las civilizaciones entran en decadencia cuando se “abandonan” en
mano de los placeres mundanos y se alejan de la ortodoxia y del rigor
cristiano. Muy apropiada esta consideración para la crisis del Bajo Imperio
Romano. Gibbon (3) arremete contra los cristianos de aquel tiempo porque en sus
ataques al paganismo no hacen otra cosa que intentar echar por tierra todos los
avances humanistas que Roma había conseguido reunir en los últimos siglos.
Negando la primacía de los valores ciudadanos a favor de los valores del alma y
del mundo ultraterrenal, se aislaron en su mundo autista y, en el peor de los
casos, combatieron cuando pudieron –a partir del siglo IV- ferozmente los
brotes paganos, con la misma contundencia o aún mayor con la que fueron ellos en
su día perseguidos. Y al arremeter contra los valores mundanos abrieron la
puerta moralmente a los invasores bárbaros.
El
cristianismo, según él, fue culpable de
la pérdida de valores cívicos romanos:
“El clero predicó con éxito doctrinas que ensalzaban la paciencia y la
pusilanimidad; las antiguas virtudes activas de la sociedad fueron
desalentadas; los últimos restos del espíritu militar fueron enterrados en los
claustros: una gran proporción de los caudales públicos y privados se
consagraron a las engañosas demandas de caridad y devoción.” (Cap. 39)
Carlo
Mario Cipolla (4) dice que no tienen por qué ir a la par crisis económica y
decadencia política. Pone como ejemplo el caso español del Imperio de los
Austrias en el siglo XVII. Señala que España frenó su crisis en las últimas
décadas de la centuria; sin embargo la decadencia del imperio continuó hasta
derrumbarse del todo en el siglo XIX.
Según
este autor, se podría hablar de una
teoría general aplicable a los distintos tipos de decadencia económica.
De
este modo podría hablarse de
-
Gastos enormes
de defensa
para el mantenimiento del status territorial. En épocas de crecimiento
económico, los grupos religiosos fanáticos pueden detraer importantes
cantidades de esta partida para destinarlo a su culto, a sus monumentos, a sus
templos. Y como señalaría Gibbon, ello iría a largo plazo en detrimento de los
gastos destinados a defensa.
Política
creciente de impuestos. La presión fiscal siempre en aumento debido a esos
gastos. De ello sabían bastante los pecheros castellanos, agobiados por esa
política impositiva. Lo que se traduce en una
Reducción del
consumo.
La demanda de productos podría mantenerse por debajo de la producción de bienes
dada la reducción del poder adquisitivo de los consumidores.
Resistencia al
cambio.
Desconfianza hacia lo que viene de fuera. Las instituciones existentes
refuerzan esa oposición a todo lo que proviene del exterior. Ello explica por
ejemplo por qué España, donde la Iglesia tenía un gran poder, perdió el tren de la modernidad europea.
Obstáculos
culturales y psicológicos. Efectos
perniciosos de una larga etapa de bienestar prolongado. Los que construyeron
con su esfuerzo la etapa de bienestar van desapareciendo y dejando paso a las
nuevas generaciones, habituadas a vivir permanentemente una situación de
bonanza que consideran merecida y “natural”. Puede que no estén preparados psicológicamente
para mantener lo que otros construyeron.
Según
los partidarios de la teoría del colapso, los derrumbes son inevitables,
formarían parte de un ciclo, como la vida: las sociedades crecen, se
desarrollan, se hacen más complejas y sucumben víctimas de sus propias
dificultades por seguir creciendo y manteniendo sus estructuras. Es lo más
parecido a una metástasis: el crecimiento continuo es lo que lleva al colapso.
Lo ideal en los imperios y en las sociedades avanzadas actuales sería saber
detenerse a tiempo, conformarse con lo conseguido y defenderlo; pero eso no
ocurre.
________________
(1)
Crisis del siglo III y el fin del mundo
antiguo, José Fernández Ubiña.
Madrid Akal 1981
(2) La decadencia de occidente, Oswald
Spengler. Espasa Calpe. Madrid, 1966.
(3) Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, Edward Gibbon.Turner.
Madrid, 1984
(4)
La decadencia económica de los imperios,
Carlo M. Cipolla. Madrid, Alianza 1973
Esta entrada es un adelanto en exclusiva para mis lectores de un capítulo de mi libro "Historias que no son cuentos".
Esta entrada es un adelanto en exclusiva para mis lectores de un capítulo de mi libro "Historias que no son cuentos".
Para mí ambos términos están inmersos en la propia vida, no sólo humana sino de la naturaleza. ¿Qué son las estaciones sino que ejemplos anuales de esplendor y decadencia, pero todas ellas partes de un mismo engranaje vital. Así como de la muerte (enterramiento de la semilla) nace la vida, así también de la decadencia y de la crisis las fórmulas imaginativas de un profundo cambio social. Para mí, estamos viviendo un profundo cambio que nos lleva a una nueva etapa histórica y desconocida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno el post, culturizando que no es poco, como suelo decir yo.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues ojala las crisis sean solamente parte de un ciclo, porque eso significa que se solucionarán y todo volverá a comenzar. Lo que pasa que para toda una generación tal vez sea demasiado tarde.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Interesante debate el de si estamos en crisis o en decadencia. O tal vez en ambas cosas. Soy moderadamente optimista y me inclino por la crisis. La teoría de Spengler para mi es correcta respecto a los ciclos, no en la situación que se encuentra Occidente. Solo existe las excepciones de China e Israel (más bien los judíos), que siguen ahí como cultura desde hace milenios. Con Gibbon, estoy de acuerdo en lo de la religión cristiana, pero parece no querer ver que al Imperio casi medio muerto le dio cohesión durante un par de siglos más.
ResponderEliminarEl Sr. Cipolla (cebolla en italiano, para los mal pensados) profundiza mas en el tema y por lo menos pone indicadores o “chivatos de alarma”, para detectar si se está empezando a entrar en decadencia. EL Sr. Cebolla es una persona muy interesante, escribe sobre temas variopintos, como por ejemplo, la estupidez humana. O tal vez sea el mismo tema…
Felicitaciones por el extracto, el libro promete, está muy trabajado.
Un saludo
Francisco: esperemos que esa nueva etapa histórica sea mejor.
ResponderEliminarUn saludo.
Pedro: me alegro que te haya parecido buena la entrada.
ResponderEliminarSaludos.
Madame: esperemos que vaya a mejor y no a peor.
ResponderEliminarUn saludo.
Carlos: me alegra que te haya gustado. Sobre el señor Cipolla no veas cómo nos lo pasábamos a costa de su nombre en la facultad.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, llego desde el blog de nuestro amigo Manuel para desearte todo lo mejor en la publicación de tu recien publicado libro de historia.
ResponderEliminarLas teorías sobre el concepto de crisis o decadencia, o ambas al tiempo son muy interesantes. Aunque la diferencia en estos tiempos nuestros es que parece que esta afectando de manera global, los mercados europeos, chinos o americanos van al unisono en ambos.
Personalmente creo que siempre estamos en crisis y en tiempos revulsos aunque como en la Teoría del Caos y las Catastrofes, de vez en cuando es necesario que todo se desajuste para que los engranajes vuelvan a su sitio.
Supongo que en eones se podría apreciar pero en una simple y particular vida humana se necesitan varias generaciones.
Enhorabuena y espero leer pronto tu obra completa.
Neuriwoman: muchas gracias por tu amable comentario. La verdad es que estos dos temas son un melón interesante que al abrirlo no sabes bien lo que puede dar de sí. En mi opinión, y por lo que compruebo con tus palabras, es un tema que da para mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
No pongo en duda las afirmaciones de estos grandes estudiosos de los procesos históricos, pero me pregunto si para las personas que viven en primera persona estos sucesos no son siempre tiempos de decadencia. España parece vivir en crisis ¿desde siempre?. Desde nuestro humilde punto de vista de seres humanos esclavos de los grandes acontecimientos históricos la decadencia es reina y señora eternamente de nuestra vida. Cuando se es joven porque no salen las cosas como desearíamos y es por ello por lo que nos movilizamos y protestamos, en la madurez porque masticamos la derrota de lo que quisimos ser y no somos, y en la vejez porque añoramos como mejores los tiempos de la juventud. Siempre estamos en crisis.
ResponderEliminarUn saludo
Las tesis de Cipolla son especialmente sugestivas. Y dan mucho que pensar.
ResponderEliminarSaludos.
Da para mucho el tema. Fantástica reflexión, don Cayetano.
ResponderEliminar¡Salud!
Carmen: no te falta razón. En los procesos históricos se habla siempre de los estados, rara vez de la vida cotidiana de los ciudadanos corrientes. En la España gloriosa de los Austrias, la gente de a pie lo pasaba realmente mal, siempre pagando impuestos y sin derechos. Son dos historias distintas. Para los pobres siempre es tiempo de crisis.
ResponderEliminarUn saludo.
Retablo: como todas las teorías tienen su lado aprovechable, la de Cipolla es muy sugerente pero en exceso esquemática.
ResponderEliminarUn saludo.
Dissortat: para mí un honor que haya sido de su agrado, caballero.
ResponderEliminarUn saludo.
Espero con ansías el libro, más ahora que has mostrado un pequeño bocado.
ResponderEliminarImpresionan que son sinónimos, pero como Carolus, creo que es crisis, no solo del estado, sino de el pueblo en general, sobretodo el trabajador como nosotros. La cultura occidental aún se mantendrá aunque verá el resurgir de oriente a la vuelta de unos años.
Saludos Cayetano.
Manuel: el futuro siempre será una incógnita. Espero que te guste el libro. Cuando te llegue me lo dices.
ResponderEliminarUn saludo.
Toda civilización acaba cayendo, hay que dar un paso evolutivo para superar pero este no llegó nunca y puede que no nos llegue en la que vivimos actualmente...no hay dinero para lograrlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Jose Senovilla: las civilizaciones como las personas nacen, crecen y finalmente mueren. Atentos al gigante chino.
ResponderEliminarUn saludo.
:( Me acuerdo de las palabras de Jose Luis Sampedro: O paramos por la razón o pararemos por la catástrofe. Será por la catástrofe, me parece. No creo que estemos ante una crisis de esas de vacas flacas después de las vacas gordas. Creo que estamos ante el fin del sistema que conocemos y... pues no estoy muy segura de lamentarlo...
ResponderEliminarUn abrazo
No ocurre, no; ni creo que suceda el que llegado al culmen del bienestar o desarrollo todo se detenga para evitar la decadencia. Creo que el movimiento está en la naturaleza de las cosas.
ResponderEliminarUn saludo.
Adra: lo malo son los coletazos del final de ciclo. Pero esto es insostenible, con esos buitres de los mercados y las finanzas.
ResponderEliminarUn saludo.
DLT: y la estupidez humana que no se detiene ante nada y no aprende de los errores pasados. Todo se junta.
ResponderEliminarUn saludo.
El mismo debate existe entre los hispanista acerca de la "decadencia" española a partir de 1640.
ResponderEliminar¿Fue decadencia o repliegue? ¿Decadencia dónde? la Monarquía Hispánica era un complejo entramado territorial y, la decadencia, económico-demográfica se puede referir a Castilla, pero en cambio en la periferia peninsular (Cataluña, Aragón...) fue una época de despliegue económico, lo mismo que en los virreinatos americanos...o la gran época barroca y de esplendor cultural de Nápoles...
Un saludo
Carolvs: un tema controvertido. Y de la crisis del XVII son muchos los historiadores que hablan de ello, cada uno con sus matices.
ResponderEliminarUn saludo.
Enhorabuena por el libro. Te deseo lo mejor.
ResponderEliminarTu entrada da para una tertulia. De Gibbon no llegué a leerme entera su obra magna pero sí sus Memorias, en las que tuve ocasión de comprobar que como cualquiera, también se equivocaba. Hace muchos años pero aún recuerdo un pasaje que decía más o menos: “…Inglaterra no debe preocuparse por los acontecimientos de las Trece Colonias, la Independencia no tiene ningún futuro…”
Ana Mª Ferrin: es un tema realmente apasionante que da para mucho debate. Los autores que traigo ya son unos clásicos en la materia, con sus aciertos y sus errores; pero de cada uno se puede aprender alguna cosa.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu enhorabuena.
Una entrada para leer despacio y reflexionar, para saber donde estamos pero ignorando donde estaremos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Valverde de Lucerna: que todo acaba es cierto, lo que no sabemos es cuándo.
ResponderEliminarUn saludo.
Para mi crisis es como una caída libre inesperada y decadencia es una caída menos pronunciada pero en la que no se ve el fin.
ResponderEliminarUn saludo
Javier: ese matiz que apuntas es muy interesante. La crisis significa cambio, la decadencia es algo más profundo y hasta terrible.
ResponderEliminarUn saludo.
Anda y por qué será que me suena tanto. ;) Besos.
ResponderEliminarEmejota: ¿por qué será?
ResponderEliminarUn saludo.