—¿Dónde vas tan deprisa, Carmencita?
—¡Ni falta que te importa!
Era su contestación favorita. Aunque aquello era un desatino lingüístico, gramaticalmente incoherente, desde el punto de vista comunicativo, uniendo a lo verbal lo gestual, constituía una respuesta contundente y acertada.
Y es que ella siempre fue muy respondona y arisca.
Carmencita era de las pequeñas de mi barrio. Sí, una de esas mocosas que cuando yo andaba con la pubertad, ella todavía estaba enredando con muñecas. En aquellos días se levantaba un muro casi infranqueable entre los “enanos” y los “mayores”. Tres o cuatro años de diferencia era mucho tiempo cuando ya algunos teníamos la cara llena de granos y andábamos peleados con el mundo.
Pero el tiempo que todo lo puede obra maravillas y va limando distancias. Y cuando cumples los dieciocho o diecinueve, te vas percatando de que la niña ya no es tan niña, que las sucesivas primaveras han obrado el milagro de convertir la crisálida en mariposa, que hasta parece otra y apunta maneras y empieza a gustarte… En ese momento es cuando intentas una maniobra de aproximación y procuras hacerte el simpático. Y ya no te diriges a ella como a una pequeñaja, sino como a una colega de tu edad. Y tu tono se modula y se adapta a la nueva situación…
—Hola, Carmen. ¡Cuánto tiempo! ¿Dónde vas tan deprisa?
—¡Ni falta que te importa!
Jaaaj, la puñetera vida....en una de sus infinitas variantes!
ResponderEliminarUna mezcla conceptual de un “ Y a ti qué te importa? Y un “Ni falta que te hace saberlo”. Magnifica ocurrencia la de aquella monjita!
ResponderEliminarOído realmente hace muchos años y aprovechado para esta pequeña historia.
EliminarSaludos, Emejota.
Carmen, la de la mala leche. Me recuerda a una vecina que tengo. Ni falta que te importa...
ResponderEliminarSaludos.
Siempre hay alguna Carmen cerca.
EliminarSaludos, Francesc.
Jajajajaja, ha pasado el tiempo y quizá sabe de otras cosas pero el lenguaje lo sigue teniendo abandonado, jajajajaja.
ResponderEliminarSaludos.
Sí, no progresa adecuadamente y necesita mejorar.
EliminarUn saludo, Pitt.
Eso te pasa por preguntar, CAYETANO....Ni falta que te importa.
ResponderEliminarsalut
Me estuvo bien empleado por querer ligar con la vecinita.
EliminarUn saludo, Miquel.
Muy hábil, y es que hay técnicas avanzadas de defensa y técnicas retro que también funcionan.
ResponderEliminarYa te digo. Técnica puntera en su día.
EliminarUn saludo, Fackel.
El tiempo obra maravillas pero Carmencita se perdió alguna clase que otra. Si contesto así a mi abuela, me habría dicho: "esas maneras"
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Era arisca de niña y de mozuela en edad de merecer.
EliminarUn abrazo, Arantza.
¡Vaya con la coletilla de la niña! Espero que con los años se le haya pasado o que haya aprendido a decir mejor la expresión, aunque por eso se la recuerda y distingue. Hasta ha merecido un artículo tuyo.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto. Me llamó mucho la atención esa forma abreviada de mandar a uno a freír espárragos.
EliminarUn saludo, Carlos.
Carmen tiene ahora un atractivo físico que no pasa desapercibido para el mocetón que ha cambiado los granos por la necesidad del rasurado como complemento higiénico, pero Carmen sigue fija a la memoria de Carmencita y responde con idéntico donaire.
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano.
Asíes. Ya es objeto para ligoteo del mozalbete.
EliminarUn abrazo, Paco.
-Carmencita es y será siempre la mísma .Este enamorado, o la toma tal cual, o la deja.
ResponderEliminarA ver, si a la tercera va la vencida y Carmen se fija en él ,en primavera todo puede suceder...
Estos amores de adolescencia cuantos malos ratos se pasa.
Un abrazo feliz abril
Creo que no hubo suerte. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Bertha.
Quizá faltó ese tercer acercamiento que hubiera podido cristalizar en algo.
ResponderEliminarO sí lo hubo. Pero el patito ya convertido en una mezcla de cisne Adonis/Pigmalión, nos ha querido hurtar el desenlace de cómo logró culturizar a Carmencita...
Saludos.
Podría ser que lo intentara una vez más, por aquello de que a la tercera va la vencida. Aunque el asunto no pinta bien.
EliminarUn saludo, Ana.
jajajajajajaajjajajajajajaajajajajajajajaja hay cosas que no cambian nunca.
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
En todo caso empeoran con el paso del tiempo.
EliminarUn abrazo, Irma.
Ya he tenido mi rato de risa Cayetano, la gramática no iba con Carmencita a pesar de no ser ya una niña.
ResponderEliminarAbrazos.
La gramática no iba con la niña, pero tenía carácter la "joía".
EliminarUn abrazo, Conchi.
En estos días escuché algo parecido... no recuerdo cómo iba, pero me reí de la respuesta...
ResponderEliminarSaludos Cayetano. Bueno como siempre
Otra vez apunta la ocurrencia. Nunca sabes si la vas a utilizar en alguna historia que cuentes.
EliminarUn saludo, Manuel. Muchas gracias.
la gramatica no va conmigo aunque es muy muy importante
ResponderEliminarun abrazo
A veces para entenderse la gente puede ser mediante barbaridades como la expresión de la niña: incorrecta pero contundente.
EliminarUn abrazo, Mucha.
Descriptiva la situación de antes y después. Con la misma evasiva. Con el mismo lenguaje.
ResponderEliminarDivertido.
Salud, Cayetano.
Anna Babra
La niña que no cambia con los años, al menos en sus expresiones.
EliminarUn saludo, Anna.
Lo leí el otro día y pensé en comentarte, pero se ve que fui interrumpida y ahí quedó, sólo en la intención.
ResponderEliminarClaro, ya es tarde para tu personaje. Hubiera ganado puntos de haberle prestado atención antes jaja.
Besos
Nunca es tarde. Los personajes pueden esperar. No se van sin permiso del autor. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Aparte de la contestación y el posterior cambio en el punto de vista, lo que me ha recordado es en general cómo en el patio, durante el recreo, simplemente dos o tres años, eran suficientes en esas edades para considerar "mayorote" a cualquiera que fuera un par de cursos por delante. "Mayorote", que no está en la Rae, creo, pero quién sabe si podría estarlo, viendo la gran cantidad de nuevas palabras incorporadas en los últimos tiempos.
ResponderEliminarun saludo.
Enanos llamábamos nosotros a los que sacábamos dos o tres años. Lo que hace creerse uno mayor.
EliminarUn saludo, DLT.