Así lo soltó, sin
rodeos, sin tapujos. Mirándole fijamente, sin pestañear.
No era un reproche,
tampoco un cumplido.
Tantos años
hacía ya que se conocían. Tantos secretos compartidos…
Resultaba
curioso, pero siempre que se encontraban frente a frente, se observaban unos
instantes en silencio, como estudiándose, como indagando en las pupilas,
buscando complicidades antiguas, tal vez una respuesta a una pregunta nunca
dicha…
Había pasado el
tiempo. Ahora tenían más canas, las facciones más marcadas, más arrugas… pero
había algo en las expresiones, en las miradas, que seguían siendo las de
siempre. Los jóvenes que siempre fueron, con ese aire ligeramente tristón y
ausente.
Y luego estaba el tema de las aficiones, de los
gustos musicales, literarios… Esa forma peculiar de entender el mundo…tan
semejante.
Hasta el gusto
para decorar la casa, la elección de los muebles, las paredes forradas con
estanterías repletas de libros…
—¡Vaya cara que tienes!
Hasta te han salido patas de gallo. Se ve que los años no pasan en balde.
Lo decía sin apartar
los ojos de su mirada. De frente. Como debe ser.
Muchas veces no
necesitaban ni hablar para saber qué pensaban el uno del otro.
Y ahora estaban ahí,
frente a frente. Un rato largo contemplándose.
Luego, con un gesto
simétrico y sincronizado, ladearon la cabeza y dejaron de mirarse; se pusieron
al unísono el abrigo, idéntico en forma y color; cogieron de la mesita del
recibidor sus respectivos manojos de llaves, también idénticos; abrieron a la
vez la puerta que daba a la calle, la misma puerta y la misma calle, y
salieron, dejando atrás el espejo de cuerpo entero de la entrada del
apartamento donde Manuel se había entretenido mirándose un rato.
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Texto publicado hoy en La Charca Literaria
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Texto publicado hoy en La Charca Literaria
Eso mismo pensé yo al mirarme al espejo después de salir del hospital, y ver la barba de cinco dias totalmente encanecida.
ResponderEliminarAfortunadamente, a la izquierda del espejo, estaban mi hoja de afeitar y la espuma.
La "aparición", la pesadilla solo duró cinco minutos, ¡¡ pero joder, que miedo !!.
Después del afeitado, emergió la imagen del mismo carcamal de costumbre, que para celebrar la vuelta a la normalidad, se roció con un poco de esa colonia carísima que le suele regalar la señora estupenda por navidades.
Volví a mirarme de soslayo, afortunadamente aquél viejo infernal había desaparecido. ¡¡ Uff !!.
Me alegro mucho de que ya andes por casa, aunque hayas estado sometido a la tortura de tener que mirarte al espejo con esa barba de unos días.
EliminarTe haces mayor el día en que te miras al espejo y dices... ¡Mi padre!
Un abrazo, Rodericus.
Muy ingenioso. Claro que antes de llegar al final me dí cuenta que no se podía tratar sino del reflejo de la propia imagen. Ja, lo estabas "cantando", desde el principio..... es lo que tiene verse reflejad@ de ese modo todos los días. ¡Yo le saco la lengua a modo de burla!
ResponderEliminarHaces bien en sacarle la lengua. Eso desahoga mucho. Jejeje.
EliminarSaludos, Emejota.
Eso me pasa últimamente, sobre todo los lunes. Por ahora, me llevo bien con el amigo de enfrente. No me queda otra, estoy seguro que me acompañará hasta el final.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo también. Además, me veo menos feo que en las fotos o en los retratos que me hacen los amigos.
EliminarUn saludo, Carlos.
Llevo tiempo sin saludarme, sin pararme un minuto a observar ese amigo que tengo frente al espejo. Falta hace de vez en cuando, señor mío. Gracias por recordarlo :)
ResponderEliminarUn abrazo!
Yo ya ni me hablo. Jejejeje.
EliminarUn abrazo, Félix.
Pues el espejo es el único que convierte monólogos en diálogos.
ResponderEliminarAsí es. Un diálogo entre los dos lados del espejo. ¿Cuál es el más auténtico? Eso ya va en gustos.
ResponderEliminarSaludos, Miquel.
Yo cada vez lo llevo peor. Difícil reconocer a la extraña que vive en el espejo de mi dormitorio :) ;)
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Yo prefiero no mirarme mucho. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Arantza, gracias por pasar y comentar.
Jajajaja como te dije por FB, menos mal que estos dos se llevan bien :-)
ResponderEliminarBesos
Sí, menos mal. La cosa podría ir peor.
EliminarGracias por dejar tu comentario.
Un abrazo, Myriam.
Yo le digo al hombre del espejo, que me haga ser mejor en mi profesión y como persona (que no significa ser el mejor) y me contesta que así será...y no veas los consejos queme da el del frente...
ResponderEliminarSaludos
Ten cuidado, que un exceso de confianza con el tipo del espejo nunca sabes dónde te puede llevar.
EliminarUn saludo, Manuel. Gracias por estar ahí.
Ay, Cayetano. El tiempo nos convierte en otros. Y encima no suelen gustarnos las últimas versiones. A mí también me pasa un poco lo mismo con Windows.
ResponderEliminarBisous
Pues mira, nunca había caído en ello; pero ahora que lo dices, me quedo con la versión XP.
EliminarUn placer verte por aquí.
Un abrazo, Montserrat.
Esos diálogos, si continúan después de ponerse el abrigo juntos y salir a la vez de la casa, dan escalofríos.
ResponderEliminarAunque al principio me recordaron a cierta conocida que siempre se dirige de esa manera a quienes va encontrando. Que les da el día, vamos. Saludos.
En mi caso, al menos, terminaron nada más dejar la casa detrás. Puede continuar algo si te paras en alguna tienda de ropa delante de algún espejo, pero poco importante y duradero.
EliminarGracias por tu aportación al tema.
Un saludo, Ana.
Muy bueno, Cayetano. No esperaba ese final.
ResponderEliminarUn saludo.
De eso se trata, de dar un quiebro al final que pille por sorpresa al lector. Muchas gracias.
EliminarUn saludo.
El peor crítico de uno mismo es precisamente uno mismo. Cada vez que nos miramos al espejo vemos al otro, ése que nos mira desdeñoso por encima del hombro, ése que nos critica y al que criticamos. Somos uno y par al mismo tiempo.
ResponderEliminarUn saludo
La imagen que tenemos de nosotros mismos a través del espejo es diferente de la real, contraria a la que ven los demás. Nuestra oreja izquierda es la derecha. Y así con todo. Da que pensar.
EliminarUn saludo, Carmen.
Yo nunca le dejo hablar, lo miro unas veces con mejor, otras con peor cara, que nunca le permito abrir la boca, más que para cepillarse los dientes.
ResponderEliminarSaludos.
Haces bien. Ante todo disciplina.
EliminarUn saludo, DLT.
El amigo que nunca miente ;)
ResponderEliminarUn saludín.
Porque si le mientes, te pilla seguro. Jejeje.
EliminarUn saludo, Xurxo.