El “donoso escrutinio” pudo ser así hoy (con permiso de Cervantes):
(Entrada programada)
- Muy a nuestro pesar -dijo el licenciado-, parece que don Alonso perdió el juicio por leer insensateces y sería hacerle un favor mandar a la hoguera a tanto libro nefasto. ¿Qué tenemos ahí?
- “El lazarillo de Tormes”- contestó el barbero.
- Perdonémosle la vida, que aunque irrespetuoso y mordaz tiene cosas provechosas. ¿Y ese volumen tan gordo?
- “Las memorias de un ex regidor”.
- Según aprecio por la imagen del sujeto en cuestión, mucho papel me parece para tan corto mandato. Señora, abrid esa ventana y echadlo al corral. ¿Y ese otro?
- "Abluciones y ocasiones: memorias de una moza bravía sin oficio ni beneficio."
- Realmente espeluznante. Ya escribe cualquiera; aunque dudo que esta moza sepa coger el lápiz. Porquería para analfabetos. Que el fuego sea su destino. ¿Qué más?
- “Cincuenta sombras del buey”.
- Lo conozco. Basura de la peor calaña. Pues vaya también por el mismo camino, que no veo en su lectura otro provecho que el beneficio del que lo escribió. A la pira con él.
Y así el ama, con ayuda del cura y el barbero, con mucho contento y regocijo, fue enviando al corral ventana abajo, uno tras otro, todos los libros infames que habían trastornado el juicio de su querido señor don Alonso Quijano.
Si, aunque suene mal, hay libros que mejor estarían dando calor.
ResponderEliminarSalud y buena literatura.
Al estilo del detective Pepe Carvalho.
EliminarUn saludo, El Tejón
¿qué sabrían sus mercedes los "entendidos" de la época diferenciar un buen libro del que no lo es? Su moralidad y limitaciones les hacían tachar de insensatos o pecaminosos libros que bien merecían vivir. No hay libros malos, excepto los de la Belén Esteban y compañia...
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
En el fondo era una manera de hacer critica literaria por parte de Cervantes, un escritor muy travieso.
EliminarUn saludo, bachiller Felix.
Y perdona los acentos.
Libros malo, como haberlos los hay, pero hasta los malos se merecen que les dediquemos una mirada por si algo de lo escrito en ellos se puede salvar. Para saber lo que es bueno hay que conocer lo malo, de otro modo poco criterio se puede tener.
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Buen juicio el tuyo, lleno de sensatez; aunque tampoco te veo leyendo las "memorias" de La B. Esteban para buscar algo aprovechable.
EliminarUn saludo, Ámbar.
A propósito, Cayetano, déjame reproducir un poema de nuestro amigo "recóndito" grandísimo poeta José Florencio Martínez de su libro "Piras de libros":
ResponderEliminarAhora el río del tiempo dobla el siglo
diecisiete y descansa en una venta
destartalada y yerta de La Mancha.
Un cura y un barbero “talibanes”,
ayudados del ama y la sobrina
de un hidalgo ingenioso pero orate,
tras “donoso escrutinio” echan al fuego
sus libros y sus sueños de aventuras:
Amadises de Gaula y Esplandianes,
Olivantes de Laura y Florismartes
de Hircania, Palmerines de Inglaterra…,
espejos todos ellos de andantes caballeros.
Y luego le muraron y tapiaron
el aposento de los libros.
“De allí a dos días se levantó don Quijote,
y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros”.
Mas fue el sabio Frestón, encantador
de aposentos, el causante del hechizo...
(Todavía se dice por Castilla
que un hombre con un libro es un ser raro).
Un saludo
Francesc Cornadó
Ocurrente poema el de J. Florencio. Tal vez lo de Cervantes fue una simple travesura.
EliminarSaludos, Francesc.
Ingenioso como siempre.
ResponderEliminarLo que no se puede aprender de primera mano se hace a través de los libros, luego entra en juego la circunstancia vía "entendederas y experiencia" para que estos definan tanto a autores como a "usuarios". Me parece ...conforme a propia circunstancia. Estaría por ver lo de "propia".
Una simple travesura.
EliminarSaludos, Emejota.
No me imagino lo que harían, si ahora entraran el cura y el barbero en algunas librerías. Saludos
ResponderEliminarIgual tenían comisión de alguna editorial.
EliminarSaludos, Antorelo.
Estoy de acuerdo con que muchos de esos libros formen parte de la hoguera de las vanidades de algunos escritores,si vivieran en el mundo cervantino pocos se salvarían de la quema.
ResponderEliminarUna entrada muy propia de estos días tan quijotescos.
Besos Cayetano.
Puri
Una simple travesura del amigo Cervantes.
EliminarSaludos.
Deja muy pocos en pie. Qué horror, eso de que decidan por nosotros qué debemos leer o qué nos conviene. Esperemos que no regresen las hogueras.
ResponderEliminarEspero que esté teniendo usted unas estupendas vacaciones.
Bisous
Una simple metáfora y una travesura. Dios y el diablo nos libren de los pirómanos.
EliminarSaludos, madame.
Qué difícil saber qué novelas de caballerías vuelven locos a los paisanos. Más bien diría que es el fútbol, y las películas de ciencia ficción y fantasía, y las modas absurdas, y los ideales políticos sinsentido, y las redes sociales sin control, y la prensa rosa, y los reality show... Cuánto hubieran tenido que trabajar los censores quijotescos, y esto citando lo que mal nos viene en exceso...
ResponderEliminarUn saludo
Eso que comentas tan acertadamente no vuelve loca a la gente, sino tonta que es peor.
EliminarSaludos, Carmen.
Me ha encantado las cincuenta sombras del buey. Le pega el sol por muchos lados, de ahí tantas sombras.
ResponderEliminarUn saludo.
Le pega el sol y el buey se calienta sobremanera.
EliminarSaludos, Carlos.
Algunos quisieran que vuelvan tiempo de oscurantismo, para censurar lo que se puede leer y lo que no...Todavía se puede incluso.
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Hoy tenemos una censura pasiva. Se publican estupideces y se condena a buenos autores a ser unos desconocidos. Todo es mercado.
EliminarUn saludo, Manuel.
Cuánto sufriría don Quijote en estos días.
ResponderEliminarSaludos.
Hoy no leería.
EliminarSe volvería loco de tanta basura televisiva.
Saludos, Ángel
Pues pienso que hoy prepararían una hoguera enorme, aunque debo reconocer que mis primeras lecturas se considerarían infames, pero poco a poco me llevaron a libros y lecturas de más enjundia. Así que no sé qué pensar.
ResponderEliminarUn saludo.
Tómalo como una simple travesura de don Miguel.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.
Ingeniosa (y traviesa) anécdota, Cayetano. Pero me temo que yo tengo demasiada aversión a las hogueras con libros como combustible... Por más que para mi gusto muchos lo merezcan, siempre pienso que los que yo salvaría, otros quemarían. Y mejor no empezar.
ResponderEliminarSaludos, amigo
Y yo tampoco quemaría nada. Los usaría como ladrillos.
EliminarUn saludo, Xibelius.
Ya que la nómina de libros no aparece al completo, espero que entre los salvos esté "Desde el laberinto".
ResponderEliminarUn abrazo.
Jejeje. Gracias por lo que me toca.
EliminarUn abrazo, Paco.
Lástima que el licenciado decidiera tirar un libro como “Cincuenta sombras del buey”. Sólo por leerlo con un ligero retoque en el título, nuestro querido Don Alonso podía haber cambiado su destino.
ResponderEliminarSaludos.
No le gustaría el ganado bovino.
EliminarUn saludo, Ana.
De lo que se han librado muchos autores y cuantos que poseen talento esos; ni el título es conocido.
ResponderEliminarSomos un pais extremista para todo :o todo, o sin nada.
Sabiendo lo mucho que ama esos montoncitos llenos de letras, le deseo un Feliz día del Libro Cayetano.
Un abrazo.
Muchas gracias, Bertha.
EliminarEn efecto: muchos se salvarán de la quema o de una crítica demoledora porque jamás serán conocidos.
Un abrazo.
Libros malos siempre los hay, y no dejará de haberlos, pero querarlos, salvo literariamente, como aquí, no. Se empieza quemando libros y se acaba quemando otras cosas.
ResponderEliminarUn saludo.
Entendido en su contexto histórico y sabiendo de la retranca del señor Cervantes, digamos que era una peculiar forma de hacer crítica literaria. Yo no deseo la quema de ningún libro, ni siquiera del Mein Kampf. El libro más atroz siempre puede valer para calzar una mesa que cojea.
EliminarUn saludo, DLT.
Que horror. Me parece una aberración.
ResponderEliminarTodos los libros son necesarios aunque sea para criticarlos de mala manera.
Besos
Como dije antes, un mal libro puede servir para calzar una mesa que cojea, por ejemplo.
EliminarUn abrazo.