Mussolini y Clara Petacci
27 de abril de 1945: partisanos italianos capturan a Benito Mussolini.
A esas alturas de la historia bien podríamos decir que era un hombre acabado.
Su declive empezó un par de años antes cuando el rey Víctor Manuel III le destituyó.
El rey no se opuso cuando el Duce liquidó el régimen parlamentario e instauró el sistema fascista, tampoco se opuso cuando se alió con los nazis ni cuando constituyó el Pacto de Acero que daría lugar a la Segunda Guerra Mundial, pero no estaba dispuesto a que Italia siguiera haciendo el ridículo en la guerra, derrota tras derrota, con estrepitosos fracasos en Libia, Grecia y África. Tampoco estaba dispuesto a consentir que el líder fascista italiano se hubiera convertido en un títere en manos de Hitler.
En todo caso, los antifascistas no le perdonarán al rey su connivencia pasada con el régimen totalitario y cuando el dominio nazi en Europa pase a mejor vida, instaurarán la República, pero esa es otra historia que hoy no toca.
Mussolini era un tipo violento y machista. Eso sí, tenía a su favor, al contrario que otros correligionarios de ideología, una gran afición por el sexo opuesto. También tenía delirios de grandeza. Sueños imperiales de reconstruir el Imperio Romano, pero para Hitler solo era una marioneta a la que manejaba a su antojo. Y mientras, Italia se desangraba en una guerra que solo beneficiaba al Führer.
Al final, la realidad le puso en su sitio.
Destituido de sus cargos y abandonado por todos, tras intentar una fallida reconstrucción de su poderío con la efímera República de Saló, quiso forzar una reunión en Milán con la resistencia para obtener garantías para él y sus colegas fascistas; pero ya se había decidido su suerte. Lo único que le exigían era su rendición incondicional.
Intentó escabullirse, uniéndose a un convoy de soldados nazis que huían de la quema ante el avance de los aliados. A la caravana se sumó su amante Clara Petacci; pero la comitiva fue detenida por los partisanos italianos, quienes descubrieron en uno de los camiones al Duce tapado con una manta y disfrazado con un uniforme alemán.
La Resistencia logró así capturarlo vivo y, para evitar que fuera liberado, se ordenó su ejecución inmediata.
A Mussolini y a su amante Clara Petacci los colgaron cabeza abajo, como ganado de carnicería, en la plaza Loreto de Milán tras torturarlos y fusilarlos.
En pocas palabras, Cayetano, y emulando a García Márquez, crónica de una muerte anunciada, y bien muerta, añado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fue por la vida haciendo amigos.
EliminarUn abrazo, Paco.
Y con todo lo que fue el infame Mussolini, la imagen de su cadaver, la que encabeza tu entrada, me sigue repeliendo.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
Te repele porque ya no es Mussolini, solo carne tumefacta.
EliminarUn saludo, Xibelius.
Y cuando acudían a buscarlos para fusilarlos, Mussolini aún pensaba que llegaban a liberarlos. Optimista debía de ser bastante.
ResponderEliminarFeliz ecuador de la semana.
Bisous
Sí, este hombre siempre veía la botella medio llena... hasta que se la vaciaron del todo.
EliminarUn saludo y feliz tarde, madame.
Era su proyecto más ambicioso, hacer renacer otro nuevo Imperio Romano, pero ni Italia tenía poder ni otros países lo iban a permitir. Otros tiempos, pero con muchos delirios de grandeza. Este individuo es el que fuera aclamado antes de la guerra por tantos líderes políticos (Usa, Uk, Francia, etc) como un modelo a seguir por sus políticas económicas y su gestión... Eran fuegos de artificio, al final la cabra tira al monte.
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano
De hecho, Churchill -más capitalista que antifascista- alabó su figura.
EliminarUn abrazo, Félix.
Poverello un soñador pero mientras le funcionó no hizo sino favorecer a sus secuaces y después poco pregonó con el ejemplo:mucho fascismo y no le importó pasear a su amante y abandonar su esposa e hijos.Como estaría el pueblo de harto que alguien se fue de la lengua (...) y no pudo pasar desapercibido.No la hagas y no la temas nunca, mejor dicho.
ResponderEliminarUn abrazo feliz día.
Sí. Muchas veces no dan ejemplo ni entre los suyos. Y pasa lo que pasa.
EliminarUn abrazo, Bertha. Feliz día también para ti.
Ciertísimo todo lo leído, aunque creo que me quedaré con el titulo de la entrada...ya me entiendes. Salud profe!!
ResponderEliminarAlgunos finales son de lo más predecible.
EliminarUn saludo, Emejota.
En alguna biografía que leí de este caballero, me enteré que en algún momento quiso emigrar a las Américas...Es posible que le hubiese ido mejor...o quien sabe...
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Pudo ser. De hecho, muchos cómplices de Hitler, una vez derrotados los alemanes, se fueron para allá, sobre todo a Argentina, con el apoyo de Franco.
EliminarUn saludo, Manuel.
A fines de los sesenta,trabajé como obrero textil en un fábrica del Gran Buenos Aires.La misma tenía una particularidad,de sus mil y pico largo de miembros de la planta las dos terceras partes eran italianos llegados doppo guerra, algunos tenían simpatías claras por el fascismo
ResponderEliminarUno de ellos,un tipo muy buen compañero y solidario en el trabajo cotidiano,me largo algo sencillo.Mussolini venía bien,hasta que cayo en el error de entrar en una guerra que no era nuestra y transformó a Italia en un campo de batalla.Esa visión simple ,de un hombre simple a su vez y de luces limitadas tiene su parte de verdad.
Posiblemente hubieran dejado tranquilos los italianos a Mussolini si no se hubiera metido en la guerra con su aliado Hitler. La derrota no se la perdonaron.
EliminarUn saludo, Nando.
Parecida muerte a la de Gadafi. Algunos tiranos y demás h.d.p. se van de rositas muriendo en la cama y otros acaban así. Cuestión de suerte, no era su día.
ResponderEliminarUn saludo.
Estuvo a punto de irse de rositas cuando un comando de paracaidistas de la Wehrmacht alemana lo liberó de su confinamiento en aquella especie de hotel- cárcel de los Apeninos. Solo que, como se aburría en Berlín con su amo Hitler, decidió regresar a Italia y esa fue su perdición.
EliminarUn saludo, Carlos.
Mussolini era un megalomaníaco y un gran demagogo cuyo objetivo era mantener bajo la autoridad del estado a todas las organizaciones sociales, un estado centrado en su persona. Aquellos que se oponían a su control no eran sus opositores, eran los enemigos de Italia. Tenía una gran oratoria y sus discursos estaban destinados a unir a los descontentos y.......el discurso y el personaje siguen existiendo, mismos perros pero con distintos collares.
ResponderEliminarBesos Cayetano
Un producto del periodo de entreguerras, de la crisis económica y de la victoria "pírrica" tras la Primera Guerra, donde Italia perdió más que ganó.
EliminarUn abrazo, Ambar.
El que siembra vientos recoge tempestades, dice el saber popular, y a Musolini la derrota en la Segunda Guerra Mundial, tras la caída de Hitler, no le esperaba otra cosa. Quizá hubiera debido saber morir como esos héroes míticos, de la Roma Imperial, a los que tanto adoraba: suicidándose.
ResponderEliminarUn saludo
Era un optimista compulsivo que pensaba que era invencible.
EliminarY acabó como acabó. Por cierto que esa imagen boca abajo en Milán les puso los pelos de punta a más de un correligionario suyo. Morir humillado de esa manera sería lo último para un dictador.
Un saludo, Carmen.
Mala manera de morir, aunque tampoco reunió méritos para hacerlo de manera más digna.
ResponderEliminarUn saludo.
El que siembra vientos... recoge tempestades. Demasiados enemigos.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.
recuerdo que en el colegio mi profesora de historia nos contó con lujo de detalles esta ejecución me lo has recordado como si fuera ayer! que feos tiempos !! tuvo lo que merecía!
ResponderEliminarJugó con fuego y se quemó.
EliminarUn saludo, Gary Rivera.
Cayetano interesante esta entrada, yo algo sabía la respecto, pero desconocía que se camuflara entre los soldados nazis,lo bueno es que al final tuvo su castigo,para algunos desgraciadamente llegó tarde.
ResponderEliminarUn saludo
Puri
Un castigo horrible en cuanto a las formas, a la escenografía, pero buscado y hasta merecido por su nefasta actuación, su fanatismo y su intransigencia.
EliminarUn abrazo, Puri.
Y añadir a alguno de esos rasgos de su carácter el de no tener amigos. Un hijo suyo, con sorna, llegó a decir que su padre impuso el saludo romano para no estrechar la mano a nadie.
ResponderEliminarUn saludo.
Era bastante insoportable.
EliminarOtros recurren al abrazo -comedido, medido, ritual- para lo mismo: no estrechar tu mano o evitar el beso.
Un saludo, DLT, romano o no.
Sabes que igual que ocurrió con Hitler, hay distintas teorías respecto de esta muerte del Duce. Una de ellas afirma que, según unos testimonios incompletos y contradictorios de un par de protagonistas, hubo una falsificación de los hechos reales por parte del Partido Comunista, que cubría la responsabilidad de la muerte del Duce, para desviar la atención pública de los verdugos reales, y que en realidad Mussolini se habría suicidado previo al hecho que narras, valiéndose de una cápsula de cianuro de potasio oculta en una prótesis removible, teoría para nada sorprendente si tenemos en cuenta que el Duce ya había intentado matarse en el verano de 1943, durante su encarcelamiento en el Campo Imperatore en el Gran Sasso. En fin, el misterio continúa...aunque esa foto sigue siendo impresionante! Saludos Cayetano.
ResponderEliminarLa verdad absoluta nunca la conoceremos debido a la falta de transparencia en las informaciones. El caso es que Mussolini jugó fuerte y perdió. No llegó a viejo.
EliminarUn abrazo, Patzy.
Un final lógico y previsible. La violencia autoritaria genera estas cosas... más violencia.
ResponderEliminarSaludos
El que juega con fuego, acaba quemándose. Así es.
EliminarUn saludo, Neogéminis Mónica.
pufff, menudo ejemplar, también este. Todo cerdo tiene su San Martín
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Delirios de grandeza que pagó caro.
EliminarUn abrazo, Arantza.
No hay nada como tener amigos... Un abrazo desde Murcia..
ResponderEliminarEn es caso, "los amigos" le sacaron de paseo para que le diera un poco el aire.
EliminarUn abrazo, Alp.
Megalómano y fantoche...
ResponderEliminary títere de Hitler & sus secuaces.
Al final, se hizo justicia.
Un abrazo, Cayetano
Quien siembra vientos, recoge tempestades.
EliminarUn abrazo, Myriam.