El dos de mayo de 1808 en Madrid
" La carga de los mamelucos"
(Goya)
Aniversario para alegrarse o el inicio de una frustración.
Ese día se conmemora lo que tendría que ser un motivo de alegría para todo un pueblo. La lucha heroica de la gente corriente que daría como fruto la liberación frente a la invasión de las tropas napoleónicas.
Un motivo bueno para la celebración.
El principio del fin de una pesadilla.
Pero la historia nos dio la espalda.
De regalo: un rey absolutista para dos décadas.
Nada de progreso. España perdió el tren de la modernidad.
Con la derrota francesa se abrió para nuestro país una etapa oscura y decadente. En vez de una monarquía parlamentaria, aplaudimos el regreso del rey que nos iba a poner las cadenas, Fernando VII, seguramente el peor rey que ha tenido España jamás, quien restableció el absolutismo, las prerrogativas del clero y de la nobleza, derogando la Constitución liberal de Cádiz y resucitando la Inquisición. España siguió siendo un país analfabeto sumido en el atraso y en la pobreza. ¿De qué nos sirvió liberar el país de invasores? Lo que vino fue todavía peor: veinte años de absolutismo y de atraso social y económico.
La idea que ronda nuestras cabezas es que nos habría ido mejor con "Pepe Plazuelas", un rey moderno, ilustrado, con ideas reformistas... España se habría modernizado.
Dibujo alusivo a "Pepe Botella" o "Rey Pepino"
Pero sería un espejismo.
Porque Viena impuso poco después lo que constituiría el modelo político para la vieja Europa.
Con la derrota de Napoleón en Waterloo, se liquidó la etapa anterior y se restauró en el trono europeo a los monarcas absolutistas. A José Bonaparte lo habrían quitado de en medio, como quitaron a Rafael de Riego Los Cien Mil hijos de San Luis, liquidando la etapa liberal, para reponer en el poder al rey felón.
Así que nos habría dado igual.
Veinte años perdidos.
Veinte años perdidos.
Sin embargo, es curioso constatar que cuando regresó Fernando VII, el felón, pueblo le quitó los caballos de la carroza y tiraba de ellas gritando "viva las caenas". No tuvimos suerte con el rey y la inercia de las fuerzas de la historia iban en nuestra contra, pero el pueblo estaba un poco atontado. En fin, que como citas, perdimos un tren de modernidad que a veces me pregunto si alguna vez lo hemos cogido.
ResponderEliminarUn saludo.
Aquí siempre hemos desconfiado de todo lo que venía de fuera. Así nos ha lucido el pelo.
EliminarUn saludo, Carlos.
Cuando escucho la palabra "pueblo" tiemblo como una hoja y me dan repelucos, claro que con el concepto de aldea global me esta ocurriendo parecido.
ResponderEliminarSeguro que tengo un problema de apreciación. Asumido y digerido a duras penas.
Las connotaciones de nuestra lengua siempre tan subjetivas.Lo de pueblo se puede entender como población, aunque también como pueblerino. Si pones nación la lías más todavía. Unamuno decía "¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje!
EliminarUn saludo, Emejota.
Ahí está, monsieur: aunque Napoleón hubiera ganado la guerra en España, su hermano no hubiera durado mucho en el trono, y al final tanto hubiera dado. Parecía que el país estaba sentenciado.
ResponderEliminarPero, eso sí, se armó un dos de mayo!
Feliz tarde
Bisous
El Congreso de Viena impuso sus normas: lentejas para todos.
EliminarUn saludo, madame.
El salvajismo salió a la calle armado con garrotes y navajas a luchar contra la modernidad. La Ilustración no pudo entrar en España. La Restauración borbónica liquidó toda posibilidad de progreso.
ResponderEliminarSufrimos las consecuencias.
Salud
Francesc Cornadó
En todo caso, fue una de las pocas veces en que los naturales de la piel de toro no la emprendimos a golpes entre nosotros sino contra los invasores franceses. Nos dio lo mismo. Derrotado Napoleón, se nos habría impuesto al felón porque era lo que interesaba entonces en Europa.
EliminarUn saludo, Francesc.
Cosas que pasan Cayetano. En América, los movimientos independentistas comenzaron justamente por la invasión napoleónica. En principio para apoyar el regreso del Rey Felón, pero luego para convertirse en independientes.
ResponderEliminarSaludos
Las invasiones de las tropas napoleónicas justificaban la lucha por la libertad y la independencia de los territorios invadidos. Hubo contagio independentista en América, a la par que se aprovechaba el vacío de poder puesto que los reyes de España tuvieron que salir de aquí para que no peligraran sus personas.
EliminarUn saludo, Manuel.
En Cataluña tenemos un dicho : si el tamborilero de El Bruc se hubiese tocado los coj... en vez del tambor, mejor nos habrían ido las cosas.
ResponderEliminarClaro, aunque después vino el congreso de Viena.
Un abrazo.
Muy bien traído aquí lo del tamborilero. Y lo de Viena, pues le vino Dios a ver al felón.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Los españoles somos asi de ingenuos. Ningún españolito esperaba que Fernando VII le pusiera la bota en el cuello dispuesto a todo para hacer prevalecer sus privilegios. Somos proclives a dejarnos convencer por los discursos, por la palabrería y pocas veces analizamos lo suficiente al personaje como para darnos cuenta de su verdadera intencionalidad. Debe ser cosa de la genética.
ResponderEliminarUn abrazo Cayetano.
Incultura política, ingenuidad... vete a saber. Nunca aprendemos.
EliminarUn abrazo, Ambar.
Viene muy bien recoradar la historia y los años perdidos
ResponderEliminarpara saber que hora no se deben perder, sino todo lo contrario: aprovechar bien aprovechados.
Un abrazo, Cayetano
Bien bien recordarlo, aunque dudo mucho que no volvamos a equivocarnos. Somos así de brutos.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Quién iba a pensar que aquel rey iba a ser lo que resultó.
ResponderEliminarEl 2 de mayo el pueblo hizo lo que se tenía que hacer con Napoleón, las soluciones de un país tienen que venir de dentro, jamás de fuera.
Igual que unos años después fueron sus propios paisanos quienes se lo quitaron de encima. Y menos mal, porque su megalomanía imperial fue desastrosa para Francia y llevaba camino de envolvernos a todos.
La época de los Iluminados parece que se acabó, Cayetano, A Dios Gracias, aunque más vale estar alerta.
Nunca hay que bajar la guardia, porque en cualquier momento aparece algún listillo y vuelve a liarnos.
EliminarUn saludo, Ana María.
Veinte, cuarenta,.....y....... Ya llevamos unos cuantos perdidos y siempre perdiendo el tren que nos lleve a la igualdad con el resto de países europeos. Me pregunto si es que nos han echado algún mal de ojo o es que nacemos cenizos?
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Sí, la verdad es que desde entonces, por una u otra razón, no hemos levantado cabeza.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Los que acertaron fueron los que se levantaron a favor de su patria y por otro lado aquellos que obedecieron a esa rata asquerosa (Fernando VII)y los que pensaron que el cobarde y miserable Jose I podría ser una solución para este país. Asi revienten.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano¡
Y de las pocas veces que no hemos resuelto el problema atizándonos entre nosotros.
EliminarUn abrazo, Félix.
"El salvajismo salió a la calle armado con garrotes y navajas a luchar contra la modernidad. La Ilustración no pudo entrar en España." Dice Francesc, no sin razón.
ResponderEliminarAunque tampoco hay que olvidar las tropelías de la soldadesca napoleónica. los ejercitos invasores, vistos de cerca, son siempre abominables.
Saludos, Cayetano
Se hicieron muchas barbaridades, sobre todo por parte de los que tenían el poder de las armas, que, al fin y al cabo, eran los invasores. Otra cosa es que saliéramos perdiendo con el amigo que nos tocó en suerte después. Conviene separar los dos niveles: el sentimental y patriótico, por un lado, y el de la oportunidad perdida.
EliminarUn saludo, Xibelius.
Nuestro país, siempre por detrás de la mayoría de países europeos, puede que nunca haya habido una voluntad férrea de avanzar, a veces me pregunto ¿somos un país aborregado plegandonos a todo?. Buena entrada Cayetano.
ResponderEliminarUn abrazo.
El alto grado de analfabetismo que había y el tradicionalismo tan arraigado ayudan a explicar muchas cosas.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Veinte años perdidos, muchas vidas y sangre en el camino, pero quedaron para la Historia nombres escritos en letras de oro como Daoiz y Velarde, como El Empecinado, como Castaños y Palafox, como los valientes madrileños del Dos de Mayo o los maños del Sitio de Zaragoza. Napoléon fue derrotado en España y en Rusia, y lo pagaron los de siempre, mientras los otros, también los de siempre, se frotaban las manos volviendo a imponer el Antiguo Régimen y la Inquisición, apretando a los que habían dado su sangre para que se coronara Fernandito, El Indeseado. Nuestro siglo XIX es así, plagado de injusticias, al igual que el XX y que el XXI... de momento.
ResponderEliminarMuy cierto. A unos la historia los recordará siempre como gente valiente y sacrificada, y a otros por sus desmanes y bellaquerías.
EliminarUn saludo, Carmen.
Qué de Fernando VII poco bueno se podía esperar, pronto lo tuvieron claro algunos. Y otra vez, desde fuera, se dilucidaron los destinos de España acabando con el trienio liberal.
ResponderEliminarSiempre desde fuera.
Un saludo.
Tutelar a España y manejarla siempre ha sido el sueño de las naciones rivales. Ayer y hoy.
EliminarUn saludo, DLT.
Creo que de haber tenido oportunidad José Bonaparte, España hubiere tenido algo más y es que la junta de Cadiz tampoco compenetro en el pueblo llano, ese mismo que se hace ignorante y muy titiritiado por desgracia, jamás comprendió lo que era la libertad.
ResponderEliminarAhora la generación actual sigue pagando ese horror histórico.
Saludos amigo Cayetano
Demasiado tradicional, analfabeto y desconfiado este pueblo nuestro de aquellos tiempos como para haber estado a la altura de los acontecimientos.
EliminarUn saludo, Philippe.
Siempre adoré este cuadro de Goya y, lo confieso, no conocía mucho respecto de a qué hecho específico de la historia hacía referencia. Hoy aprendí sobre el tema. Saludos, Cayetano!
ResponderEliminarLos dos cuadros de Goya más conocidos sobre aquellos terribles días fueron el 2 y el 3 de mayo de 1808. Magníficos además de terribles.
EliminarUn saludo, Patzy.