Imagen de Alexei Bednij
"De niños acostumbrábamos a perseguir las sombras. Y
a pisarlas. Las de los demás o las nuestras propias. Era un juego divertido. La
cuestión consistía en iniciar una carrera y saltar sobre ellas para que,
desprevenidas, no pudieran zafarse de
nuestros pies. Pisar las sombras… todo un entretenimiento. Ninguna se quejaba. La sombra propia era
mucho más escurridiza y esquiva que las de los amigos o las de los transeúntes que pasaban por la
calle, y para atraparla, por mucho que
corriéramos, no pasábamos nunca más allá de la altura de sus pies, que coincidían
precisamente con los nuestros. Había ciertas horas mágicas en las que por obra
de un sol declinante en la tarde o gracias
a la luz de las farolas, las
sombras se alargaban y resultaban tentadoras, ¿cómo no ir tras ellas?"
Fragmento de "Mujer sin sombra", perteneciente a
Nunca se me hubiera ocurrido, es un texto muy curioso. Laberíntico.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano
Imagínate a la edad de esos niños, jugando, y encontrarte de pronto con una mujer sin sombra.
EliminarSaludos, Carlos.
¡Qué recuerdos, Cayetano! Eran juegos creativos y muy divertidos que aportaban a quienes jugaban mucho más que los electrónicos actuales donde todo viene hecho. En aquella infancia había que inventar los juguetes y a fe que existen cuando se le pone ganas.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hacía falta dinero ni maquinitas para divertirse. El propio cuerpo y la imaginación bastaban.
EliminarUn abrazo, Paco.
Es algo que cuando era niña solía hacer y era divertido, aún ahora me asombro cuando veo mi sombra definida tras los rayos del sol y continúa siendo divertido. Era una forma sana de divertirse.
ResponderEliminarUn abrazo Cayetano.
Puri
Además, la sombra no se suele quejar por este juego.
EliminarUn abrazo, Puri.
Ahora juego con mi nieto, no perdemos al niño que llevamos dentro..
ResponderEliminarEl pisa mi sombra y se parte de risa. Cuatro años tiene. Cuando piso yo la suya me dice; amama, no me haces daño y toca explicar, en fin, todo es un aprendizaje, más divertido, jugando.
Besos, Cayetano
Los nietos ayudan a sacar ese niño que anda escondido bajo la piel. Otra cosa es tener la energía necesaria para ser capaces de aguantar los retos que te puedan plantear.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Pobres sombras, que nunca conseguían escapar. Un buen tema para formar parte de ese laberinto suyo.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Sobre todo porque los peques se van a encontrar con la mujer sin sombra. Y eso debía imponer mucho.
EliminarFeliz tarde, igualmente, madame.
Las sombras...las queremos pisar, pero algunos, las mantienen, para evitar sus propias verdades...Y los que no tienen sombras...impresionan...
ResponderEliminarSaludos
Así es, Manuel. Un tema que da para mucho. Luego está el "tener mala sombra", que también se las trae.
EliminarUn saludo.
Las sombras, ese misterio de nosotros mismos.
ResponderEliminarUn saludo.
Que nos persiguen allá donde vayamos.
EliminarSaludos, DLT.
Peter Pan perdió su sombra en la habitación de Wendy y de sus hermanos... Y enseguida volvió a buscarla, no fuera a ser que sin ella se acabase su Nuncajamás. Un tema muy atractivo y lleno de posibilidades.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
Niños buscando sombras como juego. Y de pronto aparece una mujer toda de negro y que, sin embargo, no proyecta sombra alguna sobre el suelo. Una especie de "agujero negro". Yo también jugué en este relato. Con la metáfora, sobre todo.
EliminarUn saludo, Xibelius.
No recuerdo haber jugado a eso, pero me ha encantado la imagen que nos ofreces. La mujer sin sombra seguro que se la guardó en el bolso!!
ResponderEliminarUna metáfora de algo que el lector debe elaborar a través de su propia imaginación. Para mí significaba una cosa que no tenía por qué coincidir con las apreciaciones ajenas.
EliminarSaludos, Emejota.
La venta al diablo del alma, o de la sombra, fue un cuento que leí siendo niña y del que incluso me asustaba ver el libro, por eso no lo recuerdo un juego alegre como tú, que has sabido imaginar otra historia con un halo poético.
ResponderEliminarHay lecturas que te marcan ya desde temprana edad. A mí me pasaba con esos dibujos en blanco y negro, tenebrosos y llenos de sombras por las paredes, que ilustraban a las mil maravillas la Canción de Navidad de Dickens. Aquellas colecciones que eran mitad relato, mitad cómic.
EliminarUn saludo, Ana María.
La mejor forma de aceptar nuestra sombra y de integrarla en nosotros es justamente, jugando con ella.
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano
Muy buena idea, Myriam: cuestión de integración, para eso es nuestra.
EliminarUn abrazo.
Nunca jugué a pisar sombras y mis amigas tampoco. Es posible que me parecieran el lado oscuro de nosotros mismos y me diera un cierto respeto pisarlas, quién sabe.
ResponderEliminarUn abrazo
El lado más oscuro lo trae en este cuento precisamente la que le da el título: la mujer sin sombra, a pesar de ir de luto. Una especie de "agujero negro" que todo lo absorbe.
EliminarUn abrazo, Ambar.
Es mejor comprobar y jugar con las sombras que saber que se carece de ella, pues esto significaría...¿carecer de alma? O quizá de que el sol no funciona como debiera y siempre se mantiene en lo alto del cielo, o que ya no tiene tanta fuerza y luce a medias, como una bombilla medio fundida.
ResponderEliminarUn saludo
Carecer de ella es malo. Y que vaya a su aire, en plan anárquico, ya ni te cuento.
EliminarUn saludo, Carmen.
Tiempos de antaño en los que no hacian falta tecnología ni otros menesteres para gozar de la infancia. Algo tan simple como jugar a escapar de tu sombra se tornaba divertido, y que no decir si teniamos a mano una peonza o canica. No hacía falta más...
ResponderEliminarRespecto a encontrarse con una mujer sin sombra, ufff, los pelos como escarpias, nuestra sombra es como el alma, nuestro espíritu, nunca nos abandona, a no ser que...(lo dejo a la imaginación del lector) ;)
Saludos, Cayetano¡
De un loco como Manuel Collazo se pude esperar cualquier cosa; aunque una mujer sin sombra en la España gris de los años 60 podría ser una metáfora de algo. O no. Vaya usted a saber.
EliminarUn abrazo, Félix.
El juego de las sombras. Una creación parecida a los cronopios de Cortázar.
ResponderEliminarMuy bueno!!!
Teníamos la intención de solicitar: "Desde el laberinto".
ResponderEliminarPero ... hace como dos meses tuve que hacer un operativo inusual para que dos libros comprados en el exterior llegaran a mis manos.
Primero dos horas en Afip para conseguir el número fiscal.
Al día siguiente cuatro horas en la Aduana , en medio de una multitud , de cola en cola ,para que me entregaran los libros.( ¿Kafkiano????).
" Historias que no son cuentos" llegó a la puerta de mi casa....Y no pasó tanto tiempo.
No entiendo lo que ocurre.Creí que estaba todo " liberado"....
Veremos si estos trámites se regularizan.Supongo que si.
"Desde el laberinto" no se vende en librerías. Es tan solo un encargo de impresión y yo soy el que se encarga de enviarlo a quien me lo pide. Los pedidos hechos desde fuera de Europa son costosos y, por lo que cuentas, complicados. No descarto en un futuro hacer una segunda edición para que lo distribuya en papel Amazon y también en formato epub. De momento, lo más económico y práctico es tener algún contacto de alguien que ande por España y tenga previsto viajar a tu país. Vamos, algo complicadillo y, por lo que dices, una odisea.
EliminarUn abrazo.