Tenía dos hermanos y él
era el mediano.
Frente a los que siempre
ven la botella medio llena, él siempre la veía medio vacía.
Su naturaleza humana era
del género pesimista; aunque siempre negaba esa condición e
insistía en que era tan solo un optimista bien informado.
¡Ah, la información!
¡Cuánto daño hacían a veces los bien llamados "medios"
de comunicación! Porque eran medios: nunca contaban una verdad
entera, tampoco mentían del todo, solo a medias.
Y él, para su familia y
sus conocidos, era tan solo un hombre corriente, mediocre, ni bueno
ni malo, ni grande ni pequeño, ni amigo ni enemigo.
Su madre llegó a decir
de él cuando era un niño y hacía alguna trastada:
—Este hijo mío es
medio tonto.
O también:
—Siempre andas
estorbando. Anda, quítate de en medio.
Tenía la costumbre de ir
al cine o al teatro e irse en el descanso.
Cuando entraba en algún
bar siempre se dejaba la mitad de la consumición.
Si le invitaban a comer,
pecaba de ser algo grosero, porque siempre se iba al servicio en
mitad de la comida.
Si quedaba con los amigos
siempre iban con los gastos a medias.
Solía mediar en las
disputas entre los demás.
Si hacía el amor con
alguna mujer, solucionaba lo suyo justo en la mitad del tiempo
necesario y daba el acto por concluido.
Cuando hizo la mili, como
no era ni alto ni bajo, sino más bien de estatura media, ocupaba un
lugar intermedio en la formación y pasó bastante desapercibido.
Físicamente ni asustaba
ni atraía. Podría definirse como semifeo o cuasiguapo. De pelo no
andaba muy bien: era medio calvo.
En política no votaba ni
a la derecha ni a la izquierda. Él decía que era moderado y de
centro.
—Pero serás de
centroderecha o de centroiquierda —le decía un amigo.
—No, no —insistía él
—. Yo soy de centro.
Creo que era el único
ciudadano de España que solo era de centro.
Cuando, harta de él, su
mujer se divorció —seguramente por la afición de su marido a
concluir en mitad de recorrido—, dividieron a medias el dinero que
había en el banco. La casa no la pudieron partir, pero la vendieron
y se repartieron el dinero a partes iguales.
Cuando le pilló aquel
coche en medio de la calle y le llevaron al hospital, le entraron por
la puerta central de urgencias, lo bajaron al quirófano para
operarle y el ascensor se estropeó en medio del descenso. Cuando
quisieron intervenirle, vieron que no había re-medio para lo suyo y
falleció.
Dicen que se quedó a
mitad de camino entre el cielo y el infierno.
Nadie lo reclamó.
_________
Texto publicado originariamente en lacharcaliteraria.com
Muy bueno y real como la vida misma.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias.
EliminarUn saludo.
La mediocridad tiene esas cosas, Cayetano. Lo sé por experiencia. ¡Ay qué cruz, Cayetano!
ResponderEliminarEn mi caso es semiautobiográfico. O sea, la mitad de la mitad.
EliminarUn abrazo, Paco.
Pues no debería de haber sido así ¡
ResponderEliminarLa mitad, para Belbecú; la otra, para el Señor ¡
salut
Pues ahora que lo dices... Jejejeje.
EliminarUn saludo, Miquel.
La verdad está en el punto medio. Se contempla el ombligo que está en el punto medio y toma el camino de en medio que, según Teognis de Megara, es el camino correcto. Observa el hombre de Vitrubio y ve que en el punto medio está el centro del círculo que circunscribe al hombre. Uno se lo cree y también se muere.
ResponderEliminarMagnífico texto, creo que está en el punto medio, o sea equilibrado.
Francesc Cornadó
Salud
Ya decía yo que Leonardo era un lince en esto de las medidas.
EliminarUn saludo, Francesc.
Un hombre gris, mediocre y aburrido, lo que a veces tiene sus ventajas. A Aristóteles le gustaba la "dorada medianía", pero creo que se refería a otras cosas, no lo que soportaba la mujer de este flojo (me recuerda a un presidente con barbas).
ResponderEliminarA los dioses no les gustan los tibios y siempre les reservan destinos acorde a sus capacidades.
Un saludo.
Si, gris y aburrido. No es de fiar.
ResponderEliminarUn saludo, Carlos.
No sé por qué me ha recordado esto a la fauna política actual en España...todo lo dejan a medias.. incluso sin empezar...
ResponderEliminarSaludos Cayetano. Muy bueno
La fauna, la flora y el mundo mineral, incluyendo los alcornoques y los adoquines.
EliminarMuchas gracias, Manuel.
Un saludo.
Ja, ja, ja...Muy bueno. La mediocridad nunca ayuda, te quedas en a medio camino y en tierra de nadie. Un abrazo. Volvemos a nuestro mundo.
ResponderEliminarY nadie te quiere por ser mediocre. Ni Dios ni Satanás.
EliminarUn saludo.
Siento darle un disgusto de remuerte, porque ya anda muerto, al prota de esta entrada, pero su autor ha convertido las letras que le dedica en un ejercicio de ingenio superior.
ResponderEliminarComentario escrito desde la longeva perspectiva de cierto reconocimiento de inferioridad enraizado en unas lejanas expectativas ajenas en exceso narcisistas.
Era tan mediocre que ni siquiera sabemos su nombre.
EliminarMuchas gracias, Emejota, por tu comentario.
Un saludo.
Por cierto, me ha encantado la sabiduría de Francesc pero el punto medio por muy perfecto que sea se antoja aburrido para tanto imperfecto que aún aspire a experimentar la intensidad vital internamente por muy mediocres que parezcan externamente!
ResponderEliminarEl amigo Francesc, además de poeta y arquitecto, es un hombre sabio que busca el equilibrio del mundo en las cosas sencillas y a partir de los moldes grecolatinos. El personaje sin nombre del cuento es más mediocre que equilibrado y no añade a su vida una pizca de sal, la cual es imprescindible -como sabe el amigo Cornadó- para aderezar buenos pescados y suculentas ensaladas.
EliminarSaludos.
Me gusta el estilo irónico que utilizas, Cayetano. Según leía pensaba si sería un hombre demediado. Te recomiendo leer, si no lo has hecho alguna vez<, "El vizconde demediado", de Italo Calvino. Es una novela parte de una trilogía que no tiene pérdida. Saludos enteros.
ResponderEliminarEsa obra que citas la tengo pendiente. Estoy acabando de leer "El barón rampante" que forma parte de la famosa trilogía de Italo Calvino.
EliminarUn saludo, Fackel.
No me extraña que su madre dijera que parecía "medio tonto" creo que se quedaba corta Cayetano.
ResponderEliminarAbrazos.
Era medio medio. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Conchi.
El camino del medio tiene muy mala prensa, pero creo que tiene también sus cosas buenas Cayetano...
ResponderEliminarUn saludín ;)
Es el mejor lugar para pasar desapercibido.
EliminarUn saludo, Xurxo.
Qué decepción. (Y que rabia)
ResponderEliminarAhora va a resultar que ni la "Aurea mediocritas" de Horacio era lo ideal y ni Maimónides ni Confucio tenían razón. A ver si mi ideal epicúreo no estaba tan equivocado y tenía que haberme dejado deslizar más por el hedonismo. ¡Ay!
Nunca sabremos cuál es la mejor posición. A veces, por destacar en algo, suscitas envidias y te complican la vida. Mejor, como Fray Luis, pasar por la vida relajado, sin sobresaltos, ni envidioso ni envidiado.
EliminarUn saludo.
Anodinamente en el Justo medio,
ResponderEliminar¿verdad?
y
¡Qué triste quedar entre Esto y Aquello!,
vagando en la nada y oquedad
Besos
Pues sí. El medio es buena posición desde el punto de vista de la geometría, pero no se debe ser mediocre ni amar a medias.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Pertenecer al "montón" trae esas consecuencias, ahora bien, eso no es ni bueno ni malo.
ResponderEliminarSAludos.
En efecto. No necesariamente es malo. A veces es bueno porque no te haces notar y te dejan tranquilo.
EliminarUn saludo.
Con esos antecedentes, es comprensible que fuese atropellado a mediana edad, quizás distraído cruzaba la calle pensando que su lugar en el tiempo hubiera estado en la Edad Media.
ResponderEliminarDivertido texto.
Saludos, Cayetano.
Distraído como Gaudí que, cuando le pilló el tranvía, tenía alguna obra a medio hacer.
EliminarUn saludo, DLT.
Muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Alexander. Un saludo.
EliminarMuy aristotélico. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Muchas gracias, Rocío. Me pasaré por tu blog.
EliminarSaludos.