A Mel Brooks, in memoriam.
Y a los Monty Python por inspirarme los diálogos.
—Oye, Séfora. Me voy un rato al monte, a ver si consigo algo de leña menuda para hacer la comida. Tú vete desplumando la gallina, que en un horita estoy aquí, a tiempo para encender el fuego.
—Vale, Moisés; pero no te entretengas demasiado, que en tu familia sois muy despistados. Acuérdate de cuando tu madre, en un descuido, metió la canastilla donde dormías en las aguas del Nilo y te llevó la corriente. Y mira la que se lio después con el faraón.
—Nada, tranqui. En un rato estoy de vuelta.
Y dicho esto, Moisés emprendió la ascensión del monte Sinaí en busca de ramitas secas con que encender la lumbre de aquella mañana.
Iba ensimismado, hablando consigo mismo, contándose chistes de elamitas y cananeos, cuando acertó a ver una luz potentísima como de fuego que salía de entre unas zarzas:
—No me digas que hasta aquí han subido los filisteos para hacer una barbacoa. ¿Serán capullos estos domingueros? ¡Capaces son de meter fuego al monte!
Entonces una voz poderosa se dejó oír en el aire:
—Escúchame, Moisés. No soy un dominguero.
—¿Ah, no?¿Pues quién eres entonces? ¿Por qué te escondes?
—Yo soy... ¡EL QUE SOY!
—Sí, hombre. Para acertijos estoy yo. O sales de entre las zarzas o te endiño una pedrada.
—Mira que eres bruto, hombre de poca fe. Soy yo, tu señor. ¡Arrodíllate! ¡Quiero que seas testigo de la revelación que voy a hacerte!
—Arrodillarme no, que padezco de artrosis; pero tengo buen oído. Te escucho de pie.
—Voy a entregarte las normas religiosas por las que a partir de hoy os debéis regir los humanos allá abajo. Y te las voy a dar escritas en piedra. Y no se hable más. ¡Hágase mi voluntad! ¡Tacháááán!
Y entonces un rayo, que salió no sé de dónde, trazó con fuego celestial su tosca caligrafía sobre un par de planchas de granito que, a la sazón, andaban apoyadas cuidadosamente sobre la pared de la montaña.
—Estas son, Moisés, las tablas de la ley y te hago custodio de ellas. Ahora cógelas y vete. Encárgate de leérselas a tu gente. Y que la paz sea contigo y con tu familia.
—A ver, a ver... Un momento de calma. Vayamos poco a poco. Primero habrá que ver qué pone.
—Pues qué va a poner: los Doce Mandamientos.
—¿Por qué doce precisamente?
—Porque es un número molón, redondo: doce meses del año, doce constelaciones, doce apóstoles...
—¿Y esos quiénes son?
—¿Los apóstoles? Ay, perdona. No me había dado cuenta de que hablaba con un simple mortal. Eso es para más adelante. Ahora no toca.
—A ver —dijo Moisés tomando una de las tablas—. Aquí dice... "No te inclinarás ante ninguna imagen, ni la honrarás; porque yo soy Yahveh, tu Dios." O sea que no tendremos en nuestros templos imágenes ni estatuas de ningún dios, ni ninguna figura ya sea humana o divina. ¿Me equivoco?
—Esto es para que esos becerros de ahí abajo dejen de adorar a otros becerros y solo se fijen en mí, que soy el original y no la copia. Aunque bueno, podríamos suprimirlo. No sea que entremos en el templo y solo estén las paredes y las velas. Un poco de decoración tampoco vendría mal. Venga, dejémoslo todo en once.
—Claro, hombre, tampoco conviene pasarse... Once está mejor. ¿Y esto otro? : "No dirás falso testimonio contra tu prójimo."
—Muy importante. La mentira es uno de los peores pecados ante los ojos de Dios. O sea, de mí.
—Ah, vale. Que no debemos mentir, ni engañar, ni exagerar... Tampoco los sacerdotes, ¿no? No sé yo si al final te harán demasiado caso, porque los hay que mienten como bellacos; pero reconozco que la mentira es mala cosa y habrá que intentar eliminarla. Pero esto de... "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Yahveh tu Dios; ninguna obra harás." O sea que el día que te dediquemos nadie hará nada, ningún oficio, tampoco médicos ni mercaderes... Todo cerrado. Todos en casa. Mi mujer no barrerá el suelo, ni cocinará para mí, ni tendremos trato carnal, ni ...
—Bueno, bueno... No te pases. Tampoco hay que exagerar. Quizá me emocioné un poco. No había caído yo en esas minucias. Lo podemos dejar en un "Santificarás las fiestas" y que cada uno se apañe como quiera.
—Me parece mejor así. ¿Y esto de aquí?: "Respetarás en igualdad al hombre y a la mujer, pues ambos son criaturas de Dios." ¿Tú sabes la que podemos liar ahí abajo, con esos zopencos acostumbrados a golpear a sus mujeres si no obedecen y hasta lapidarlas si les son infieles ?
—Pues no me había fijado en ello, oye. Bien mirado tienes razón. Mejor no tocar ese tema en profundidad. Ese también lo suprimimos como mandamiento. ¡Y basta, ya no hay más rebajas! ¡Diez mandamientos como diez soles!
—Creo que así está mejor, Yahvé. Diez siempre quedan mejor que doce. Dónde va a parar. Cuanto menos bulto, más claridad. ¿Mandas alguna cosa más? Séfora me espera para guisar la gallina.
—Moisés, no te pases con las confianzas. Y ahora ya te puedes ir; aunque, espera que te lo vuelvo a imprimir todo. No vas a llevarte eso que te dí con tachaduras, qué pensarían de ti... y de mí.
Y entonces, un rayo salió no sé de dónde y volvió a grabar en dos tablas de piedra, convenientemente colocadas en la ladera del monte, los Diez Mandamientos que Moisés llevó a su pueblo, no sin antes despedirse de la voz aquella y recoger el capazo con las ramas secas y un par de piñas para encender la lumbre de su casa, porque, a estas horas, su mujer tendría ya pelada y preparada la gallina en la cazuela. Y como era sábado sabadete... pues a lo mejor hasta había suertecilla y todo.
—Claro, hombre, tampoco conviene pasarse... Once está mejor. ¿Y esto otro? : "No dirás falso testimonio contra tu prójimo."
—Muy importante. La mentira es uno de los peores pecados ante los ojos de Dios. O sea, de mí.
—Ah, vale. Que no debemos mentir, ni engañar, ni exagerar... Tampoco los sacerdotes, ¿no? No sé yo si al final te harán demasiado caso, porque los hay que mienten como bellacos; pero reconozco que la mentira es mala cosa y habrá que intentar eliminarla. Pero esto de... "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Yahveh tu Dios; ninguna obra harás." O sea que el día que te dediquemos nadie hará nada, ningún oficio, tampoco médicos ni mercaderes... Todo cerrado. Todos en casa. Mi mujer no barrerá el suelo, ni cocinará para mí, ni tendremos trato carnal, ni ...
—Bueno, bueno... No te pases. Tampoco hay que exagerar. Quizá me emocioné un poco. No había caído yo en esas minucias. Lo podemos dejar en un "Santificarás las fiestas" y que cada uno se apañe como quiera.
—Me parece mejor así. ¿Y esto de aquí?: "Respetarás en igualdad al hombre y a la mujer, pues ambos son criaturas de Dios." ¿Tú sabes la que podemos liar ahí abajo, con esos zopencos acostumbrados a golpear a sus mujeres si no obedecen y hasta lapidarlas si les son infieles ?
—Pues no me había fijado en ello, oye. Bien mirado tienes razón. Mejor no tocar ese tema en profundidad. Ese también lo suprimimos como mandamiento. ¡Y basta, ya no hay más rebajas! ¡Diez mandamientos como diez soles!
—Creo que así está mejor, Yahvé. Diez siempre quedan mejor que doce. Dónde va a parar. Cuanto menos bulto, más claridad. ¿Mandas alguna cosa más? Séfora me espera para guisar la gallina.
—Moisés, no te pases con las confianzas. Y ahora ya te puedes ir; aunque, espera que te lo vuelvo a imprimir todo. No vas a llevarte eso que te dí con tachaduras, qué pensarían de ti... y de mí.
Y entonces, un rayo salió no sé de dónde y volvió a grabar en dos tablas de piedra, convenientemente colocadas en la ladera del monte, los Diez Mandamientos que Moisés llevó a su pueblo, no sin antes despedirse de la voz aquella y recoger el capazo con las ramas secas y un par de piñas para encender la lumbre de su casa, porque, a estas horas, su mujer tendría ya pelada y preparada la gallina en la cazuela. Y como era sábado sabadete... pues a lo mejor hasta había suertecilla y todo.
Igual que al día de hoy, muchas leyes para no respetar ni una¡¡¡
ResponderEliminarDiez no son muchas. Cuanto menos bulto, más claridad. Jejeje.
EliminarSaludos, Miquel.
Sin dudas esto lo has leído en una Torah apócrifa, pues es notorio cómo Moisés se pilló un rebote con su pueblo, todos ellos duros de cerviz, y rompió en presencia de todos las tablas de la ley. No son pocas las modificaciones desde entonces: el sabbat se convirtió en semana inglesa y la calumnia se ha institucionalizado y hasta parece para algunos ley natural. ¡Ay, Cayetano, cómo andamos!
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso de hacer intermediario y tener que dar la cara delante de los humanos siempre suele ser una tarea desagradable. Lidiar con la gente es duro.
EliminarUn abrazo, Paco.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho estos 12 mandamientos... Ya tenía fijación con el número, que se le escapó lo de los apóstoles...
Pero aun siendo 12, nada de nada, se interpretan como quieren.
Saludos
Y menos mal que son pocos.
EliminarUn saludo, Manuel.
Queda demostrado pues que el uso de substancias alucinógenas es tan antiguo como la humanidad. Menudas hierbas debían crecer en las laderas del Sinaí.
ResponderEliminarExtracto de la conversación de Moisés con la tribu tras su descenso del monte :
- He visto a Dios y me ha dicho...
- ¡¡ Mentiroso !!, Dios soy yo y no te dicho nada !!.
Sí, jejeje. El tomillo cananeo da un subidón tremendo cuando se fuma seco.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Yo creo que sería mejor que hubieran doce, es un número "apañao", es divisible por dos, por tres, por cuatro, por seis, además tampoco importa que hay más mandamientos, más leyes, más reglamentos, más normas, más recomendaciones, que más da, no se cumplen y ya está. Quienes tendrían que controlarlo están tan pringados que no se atreven ni a levantar el dedo.
ResponderEliminarAbrazos
Francesc Cornadó
El doce es un buen número, muy de los astrólogos y echadores de cartas; pero donde esté el diez... un número sobresaliente, de esos que algunas veces -pocas- me pusieron en la escuela.
EliminarUn abrazo, Francesc.
Moisés sabía lo difícil que era lidiar ese toro con su pueblo. Muy original tu relato. Saludos
ResponderEliminarGracias, Antorelo. Ando revisando algunos pasajes bíblicos, muy jugosos para inventar segundas partes apócrifas.
EliminarUn saludo.
Muy Montipaitiano y muy gracioso.
ResponderEliminarUn saludín :)
Gracias, Xurxo.
EliminarUn saludo.
Gracias por el cachondeito! Me acabas de recordar que debería contar el cuentecito real de Lilith. No lo que dice la wiki sometida. Lilith es la que fue elaborada del mismo barro que el varón y que se largó aburrida como una mona. .Entonces. a aquel poderoso creador no le quedó más remedio que fabricar a Eva de la Costilla para que fuera dócil y no se le largara, así quedarían ambos géneros sometidos y bien atados ! Jaaajjj. Jaaajjj
ResponderEliminarUn Génesis alternativo más divertido el que protagoniza tu Lilith.
EliminarSaludos, Emejota.
Una versión revisionista, jaj, a cargo del humor, que es una herramienta filosófica simpar, no me extraña que tengas en mente a los de Bryan. Ay del código moral de los israelitas, que luego lo trasladaron los cristianos hasta sus súbditos, entre los que nos encontramos nosotros, qué farisaico es. Menos mal que le das la vuelta. Me lo he pasado bien, sigue en esa línea. Un abrazo.
ResponderEliminarLas viejas historias dan para muchp cuando las revisas, las actualizas y les metes un poco de humor. Gracias, Fackel.
EliminarUn abrazo.
Y a mi que me gusta el once... cachis!
ResponderEliminarDe todas maneras, me da a mi que ni doce ni diez, ni... creo que la gente en general, se pasa los mandamientos por el becerro de oro.
Besos, Cayetano
Y mira que son pocos. Y ni siquiera los cumplen sus seguidores.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Un Moisés cercano y divertido, despojado de toda suerte de divinidad y sin los "cuernos" de fuego. No me imagino yo a este Moisés con la cara del esculpido por Miguel Ángel, no.
ResponderEliminarUn saludo
No, este es más corrientillo y con menos "terribilitá".
EliminarUn saludo, Carmen.
Hay quien dice que eran 20 mandamientos y que al bajar del monte Miosés tropezó y rompió 10. Se calló el incidente y así andamos, con las leyes incompletas... aunque tras leer tu historia, tampoco es mala idea.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano
Sí, el de los 20 era en la película de Mel Brooks. Demasiados mandamientos cuando no se cumple casi ninguno.
EliminarUn saludo.
Muy divertida la conversación entre ambos, ¡Eres Genial Cayetano!.
ResponderEliminarAbrazos.
Una conversación un tanto peculiar la que mantuvieron estos dos pesos pesados de la Torah imaginaria.
EliminarUn saludo.
Esto sí que es una libre interpretación bíblica. Bueno, y por qué no?¿?¿
ResponderEliminarSAludos.
Todo puede reinterpretarse. Somos libres y algo gamberros. Jejeje.
EliminarUn saludo, Manuela.
Mira por donde algo que yo me había preguntado a veces, el porqué de que fueran precisamente Diez Mandamientos y no más ni menos, tenía su explicación. Con Moisés como abogado defensor del cliente tirando para aquí, y Yo Soy el que Soy, barriendo para casa y cortando por allá, quedó una Ley de lo más apañada. Saludos y buena verbena.
ResponderEliminarLo que se dice una negociación entre sindicatos y la patronal.
EliminarUn saludo, Ana.
¡jajajajajajajajajajajajajajajaja!
ResponderEliminarGeniaaaaaal!!!!!!!!!!!!!
Besos y feliz descanso estival,
aquí te extrañaremos =Hacía dos años que venían planeándolo en detalle. Para tal fin los tres compañeros habían fundado la empresa y eran muy solicitados por su pericia profesional. No había vidrio que se les resistiera y siempre lo dejaban reluciente. Especialmente versados eran en el uso óptimo de la escalera y el secador. Siempre con alegría y buen humor, canción va, canción viene.
Por eso, Don Gervasio, jefe de mantenimiento de la propiedad "Los Girasoles", también contrató sin dudarlo siquiera a la empresa "Limpiafix Rapidix", la novedosa, efectiva y rápida empresa de limpiavidrios de la que todos no decían más que maravillas.
Y pasó que en la noche de San Juan, mientras todo el vecindario bailaba, alegre y despreocupado, en torno a las fogatas en la playa, o en la plaza, los tres expertos tan bien mentados limpiaron las casas a fondo. No quedó caja fuerte sin abrir ni vaciar. Ni obra de arte en pared alguna. Ni alhajas en alhajeros, sin olvidar tampoco las computadoras, televisores y equipos de música.
Y allá van muy campantes en un flamante camión de mudanza por la carretera 51 rumbo Norte a la próxima ciudad que gentilmente los acoja.
Feliz descanso estival, te extrañaremos... (y andamos achicharrados de frío...)
Hay que ver a veces que películas se monta uno todo solito. Esta tarde pensaba, Cayetano hace días que no me deja comentarios ni publica nada en su blog.
ResponderEliminarHe mirado en el de Miquel y tampoco hay comentarios, entonces he buscado el enlace de tu blog y no estaba, se habia borrado. Ya me he liado, me he dicho a mi mismo o sea a mi, a este hombre le ha pasado algo. Pero, veo que no, he vuelto a insertar la direcció a mi lista de blogs, y ya he visto que estabas de vacaciones, pues nada...
Buenas vacaciones!!!!
Y esa pausa acaba pronto?
ResponderEliminarMadre mía que lejos habràs ido.
Salud, Cayetano. Y recuerda estamos a finales, de agosto, quiero decir.
Anna Babra
No sé lo que tardaré en reincorporarme al mundo bloguero con normalidad. La desidia me invade, unida a los efectos colaterales de la situación que vivimos, problemas médicos y alguna cosilla más del ámbito personal. De momento, con alguna actividad vía La Charca Literaria o vía Facebook me voy contentando. Todo es cuestión de tiempo y de ganas.
EliminarUn saludo, Anna.