¿Hay algo más bonito que las celebraciones familiares?
Un cuento "entrañable" para estas fiestas, publicado en
"La Charca Literaria".
El follón estaba
servido porque las relaciones entre los invitados no eran nada buenas. El
asunto venía de lejos: un dinero que se pidió prestado y jamás se devolvió.
También, algo de fútbol y de preferencias políticas.
El lío pudo ser menor
de no ocurrírseles a todos venir disfrazados. Los tres hermanos, de Reyes
Magos; Tomás, de Papá Noel.
Algo de culpa la tuvo
también la ingesta etílica a la que eran muy aficionados los cuatro y de la que
dieron buena cuenta a lo largo de esa tarde, cada uno por su lado, de manera
que cuando llegaron a la casa ya venían algo cocidos.
El caso es que fueron
llegando. Primero los hermanos, después el primo.
Creo que ninguno se
encontraba cómodo aquella noche con la compañía prevista.
Y el niño, aunque
crédulo hasta las trancas, estaba no obstante algo desconcertado porque no comprendía
que pudieran estar juntos el mismo día los Reyes y Papá Noel. Miraba atónito a
sus majestades, luego al del gorro rojo, alternativamente, según hablaran unos
u otro.
Lo normal de la reunión
fueron los malos modales en la mesa: gente alterada hablando con la boca llena,
gesticulando y bebiendo sin parar.
El volumen de
conversación fue subiendo paulatinamente. Hubo miradas asesinas recíprocas por
parte de los invitados y palabras subidas de tono.
Luego voces y más
voces.
También un inoportuno empujón.
El árbol navideño derribado en el suelo, con un estrépito de bolas rotas.
Y el niño contemplando
estupefacto cómo el rey Baltasar estampaba un pastel de cabracho en toda la
jeta a Papá Noel, cómo Papá Noel se liaba acto seguido a puñetazos con Baltasar
mientras Melchor tiraba al primero figuritas de mazapán y polvorones, con
inusitada violencia y, por cierto, con malísima puntería. Entre tanto, un
Gaspar tambaleante, ajeno a todo en una esquina, se amorraba como un poseso a
la botella de whisky escocés.
A todo esto, los padres
de la criatura no salían de su asombro y no sabían qué hacer para detener la
trifulca y para que Gaspar no acabara con todo el licor disponible de la casa.
A partir de aquel día, Pedrito
dejó de creer definitivamente en la familia, en Papá Noel, en los Reyes Magos, en
el espíritu fraterno de la Navidad… Y se acordó de la madre que los parió a
todos.
Me encanta este espíritu etílico navideño, es muy entrañable, muy humano, tal vez demasiado humano como decía el filósofo. Por lo menos, y a modo de consuelo, no salió ninguna escopeta a pasear...
ResponderEliminarUn saludo y felices fiestas, Cayetano.
No he querido ser tan cruel. Había un niño delante. Jejeje.
EliminarFelices fiestas, Carlos.
Me ha parecido una buena revisión a mi experiencia en celebraciones familiares. Tan solo falta la abuela llorando en un rincón y diciendo que ya no estará en la del año que viene, exactamente igual que el año anterior.
ResponderEliminarLa secuela de tantos años de sufrir cuñados garrulos : solo nos reunimos cuatro gatos a la hora del café para jugar una timba de bingo.
Un abrazo, y felíz nochebuena.
Una travesura mía sobre una celebración que, en algunas ocasiones, es más aparente y fingida que real y sentida.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Póbrecita criatura. Resulta un dolor que ocurran esas cosas, claro que a falta de sensibilidad.....trifulca servida. Así somos. Responsables, como siempre, los padres que son los que verdaderamente creían en los milagros al invitar sin organizar a su querida familia, lo cual es estupendo, pero con orden y concierto. ¡¡Ahora tenemos a unos padres aún crédulos y una criatura descreída, una verdadera sinrazón.!!
ResponderEliminarUn niño que despierta a la realidad antes que sus propios padres. Esa es la paradoja.
EliminarUn saludo, Emejota.
Empiezas con una pregunta lacrimógena y acabas contándonos un cuento desmitificador y , por desgracia, realista. El espíritu navideño radica precisamente en ilusionarse pensando que "este año seguro que será diferente". El espíritu navideño está en los pre, no en los durante ni en los post.
ResponderEliminarEstando como estamos en los pre, acabas de tirarme un cubo de agua fría. Toda una travesura si señor.
Que pases una feliz navidad. Besos
Ese es el truco: invitar a los amigos a vivir una historia de Navidad, de esas empalagosas y políticamente correctas, con buenas intenciones y demás, y encontrarte con la travesura.
EliminarUn abrazo y felices fiestas, Ambar.
Normal¡ Se armó el Belén, y es que no podía ser de otra manera. En otras familias no llegan a las manos, pero no será por ganas, jaja.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y ¡¡FELIZ NAVIDAD¡¡ querido Cayetano :)
Una travesura y una exageración de un tema que está ahí candente.
EliminarUn abrazo y también felices fiestas para ti.
He pasado por aquí para desearte unas Felices Pascuas y un Próspero Año Nuevo.
ResponderEliminarSaludos.
Se te agradece, Antonio, y se te echa de menos, también a tu blog.
EliminarMuchas felicidades y un fuerte abrazo.
El cuento Cayetano tiene mucho de real, esos encuentros no siempre salen como deberían algunos son mezclas explosivas sobre todo si van acompañados de alcohol y política además de fútbol. El pobre Pedrito será desde ahora un niño incrédulo, visto lo visto.
ResponderEliminarSaludos
Puri
Has dado en el clavo. Aunque parece un cuento de ficción, esconde debajo mucha porquería y falsedad en este tipo de encuentros.
EliminarUn saludo, Puri.
Espero que los cuatro cuñados no se equivoquen de dirección y les dé por aparecer en la mesa de la nueva casa del profesor. Al que deseo unas fiestas llenas de armonía con los suyos.
ResponderEliminarAsí como un 2017 de lo más venturoso. Un abrazo.
No hay problema. Tengo mirilla en la puerta.
EliminarFelices fiestas igualmente, Ana.
Un abrazo.
Me ha gustado Cayetano...Muy literario y sabes que cuando eso ocurre, hay algo de verdad.
ResponderEliminarFelicidades Cayetano
Medio en broma, medio en serio.
EliminarMuchas felicidades, Manuel.
Se suele decir que, en Navidad es cuando hay más peleas familiares y puede que sea verdad.
ResponderEliminarBesos Cayetano.
Sí. Esto es una exageración de algo bastante frecuente.
EliminarTe mandé un mensaje a tu facebook.
Un abrazo.
Jejeje así pueden terminar alguna reuniones familiares y ni te digo si en vez de para Navidad se reúnen para l lectura de un testamento :-)
ResponderEliminarUn abrazo festivo
Algunas de esas reuniones terminan como el rosario de la aurora. Hay puñaladas silenciosas.
EliminarUn abrazo, Myriam.