El
último regalo que te dejó Alexei no fueron ni flores ni bombones, ni siquiera
una frase educada, ni un gesto amable, ni un billete de cien euros, ni el pasaporte que te había quitado para que
no pudieras salir del país; el último regalo fue una paliza que se saldó con
algunas magulladuras, el labio partido y un diente roto por haber intentado
escaparte para ir con el cuento a la policía.
Habías
llegado hasta allí engañada, como tantas otras compatriotas tuyas. Te habían
prometido trabajo en España. En la hostelería. Y lo que encontraste fue el
infierno. Secuestrada, maltratada, vejada, amenazada, obligada a ejercer la
prostitución en aquellos pisos inmundos, en aquellos tugurios sucios y
deprimentes, en esos sórdidos bares de carretera de mala muerte, de los que te
cambiaban de vez en cuando no fuera que algún cliente encaprichado se enamorara
de ti e intentara sacarte de allí. Por eso os sustituían por otras cada cierto
tiempo. Y eran implacables con las que intentaban escapar o irse de la lengua
con la policía. Lo normal, si no se obedecía, eran las palizas, las quemaduras
con el cigarro, los cortes con navaja… Aquella gentuza mafiosa no tenía
escrúpulos. Solo les interesaba el dinero. Y tú eras un objeto, una simple
mercancía, no una persona.
La
situación en tu país era mala. La caída del comunismo agrandó el abismo entre
los ciudadanos. La mayoría perdió poder adquisitivo, mientras que una nueva
clase de aprovechados dedicados a los negocios vio la ocasión propicia para
forrarse. De las cenizas del socialismo soviético renació un ave fénix
oportunista que se fue apoderando de los recursos naturales del país…
A partir
de 1991 varios millones de rusos perdieron su trabajo y hubo un cambio salvaje
en la estructura de la propiedad, privatizándose una multitud de empresas. Fue
el inicio de un cambio terrible. La miseria creció de forma alarmante entre tus
paisanos. Muchos no tenían ni para comer. Por eso, como muchos compatriotas
tuyos, decidiste dar el paso e irte a buscar fortuna a Europa. Te prometieron
esto y lo otro. Tú te lo creíste porque necesitabas creer en algo. Y te
engañaron.
Una
trama mafiosa compuesta por rusos y españoles tenía todo preparado. El falso
contrato, el viaje, la casa donde ibas a residir… Al llegar a España cambiabais
de propietario. Los mafiosos de aquí compraban a los que os habían secuestrado la deuda contraída por vosotras y vuestra
explotación cambiaba de manos. Los gastos originados por la compra de los
billetes y de los visados, incrementados ahora por los derivados del
alojamiento y la manutención, pasaban entonces a ser gestionados por otros
nuevos amos. A través de la Embajada francesa en Moscú se habían expedido
vuestros visados Schengen en 2003. El viaje se hacía primero en autobús hasta
Varsovia. Una vez que se entraba en el espacio comunitario, el traslado era en
avión hasta la ciudad de destino: Madrid, Barcelona o Málaga. El encargado de
gestionarlo todo era un hombre al que no llegaste a conocer, propietario de
varias agencias de viajes en tu país.
Continúa...
Fragmento de un capítulo de "En la frontera". Un pdf de descarga gratuita.
Una triste historia que se esconde más cerca de nosotros de lo que creemos. A veces nos la cuentan por el telediario o en el periódico, en las novelas y en las crónicas de sucesos, para hacernos salir de la plácida realidad en la que vivimos. Y a veces, la mayoría, ni nos inmutamos, porque, al fin y al cabo, le pasa a otras...
ResponderEliminarUn saludo
Muy cierto. Miramos para otro lado cuando el problema es de los demás. Debe ser la condición humana.
EliminarUn saludo, Carmen.
Estremecedor Cayetano. Cuando recuerdo que ocurren cosas así tiemblo ante la mala fortuna de las victimas y me entran pensamientos iracundos y vengativos hacia los verdugos y toda la estructura sociomental donde surja.
ResponderEliminarSí, resultan realmente indignantes. Pero ocurren estas cosas.
EliminarUn saludo, Emejota.
Intenso relato Cayetano. Siempre pierden (perdemos) los mismos. Hablan de "todo lo bueno" que vendrá después de los "correctivos" y ya ves...
ResponderEliminarSaludos
Un mundo hecho para los ladrones, los sinvergüenzas y la gente sin escrúpulos.
EliminarSaludos, Manuel.
El triste reflejo de una realidad más que palpable. En busca de algo mejor se sumerjieron en un mundo comandado por personas ruínes. Y los que buscan los servicios no alcanzan el grado de culpabilidad de las mafias (unos por ignorancia, otros por mirar hacia otro lado) pero sería conveniente que pensaran que no siempre París vale una misa...
ResponderEliminarUn saludo¡
Y que si no hubiera consumidores, el negocio se iría al garete.
EliminarUn saludo, Félix.
Un problema con el que parece difícil acabar. Está extendido, y prolifera. Detienen a unos y surgen otros a escasos metros.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Muy complicado y diverso este mundo.
EliminarFeliz tarde - noche, igualmente.
Un abrazo.
Un historia que se repite demasiado a menudo desde que el mundo es mundo. Y que parece que en el Siglo XXI no va a acabar tampoco.
ResponderEliminarUn saludo
La esclavitud, una lacra que se sigue arrastrando desde milenios.
EliminarSaludos, Carlos.
Problemas y situaciones que nos indignan y con los que convivimos cada día en esta sociedad cada vez más degradada. Hemos ido perdiendo poco a poco y casi sin darnos cuenta esos valores que hacían de nosotros seres racionales en los que el sentido de la dignidad y del respeto importaban más que los bienes materiales.
ResponderEliminarEl cómo solucionarlo es un tema de debate.
Un abrazo Cayetano
Complicado asunto, pero muy necesario ese debate en profundidad que propones.
EliminarUn abrazo, Ambar.
Es la triste verdad que esconden esas luces de neón que brillan al lado de la carretera.
ResponderEliminarTramas mafiosas, políticos locales que miran hacia otro lado, clientes que no se preguntan que demonios hace una mujer joven y bonita vendiendo su cuerpo al primer baboso que ponga unos billetes encima del mostrador....
Y lo triste es que siempre existirán países exportadores de mujeres que no nacieron para ser esclavas.
Un toque de reflexión en nuestra civilizada Europa.
Un abrazo.
Siempre será un tema complicado que necesita de una reflexión profunda y amplia.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Duro relato de una realidad que se ceba en las mujeres.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es. Y se ceba más en los colectivos más débiles y, de por sí, ya maltratados.
EliminarUn abrazo, Valverde de Lucerna.
Mientras haya clientes para estos "servicios" no se va acabar este tráfico. Y, por desgracia, creo que siempre habrá clientes en algún lugar del mundo.
ResponderEliminarSaludos.
Por desgracia se trata del oficio más viejo del mundo. Otra cosa es considerar los tipos diferentes de prostitución y su grado de voluntariedad. En este caso, hablamos de trata de mujeres a las que se engaña y esclaviza.
EliminarUn saludo, Xibelius.
El mundo es un medio hostil. Cada vez creo con mayor certeza que Hobbes tenía razón.
ResponderEliminarNo le faltaba razón a Hobbes. Lo malo es que hoy los lobos son siempre los mismos y las víctimas también.
EliminarUn saludo, Ángel.
Y de la existencia de esos lobos que los son para sus congéneres, la necesidad de regular y castigar los abusos, sea sobre estas pobres mujeres, inmigrantes hacinados en barcazas en medio del mar, etc... Difícil asunto que la sociedad no ha logrado resolver aún. En tu primera respuesta quizá se halle la causa: la condición humana; la solución, aún no se ha encontrado, por lo que se ve.
ResponderEliminarUn saludo.
Parece como si la injusticia, los abusos o la crueldad fueran una lacra que arrastrara la humanidad desde siempre.
EliminarUn saludo, DLT.
La situación de estas mujeres es complicada y este tráfico desaparecería si no hubiese clientes dispuestos a pagar por el servicio que ellas les ofrecen a la fuerza obligadas por la mafias.
ResponderEliminarLo que no entiendo es si la ley sabe de la existencia de todo este trafico porque no actúan en consecuencia y cae sobre ellas con todo su peso.
Esperemos por la continuación para saber el desenlace.
Saludos Cayetano.
Puri
El miedo y su situación irregular hacen que muchas de estas mujeres no se atrevan a denunciar a sus explotadores.
EliminarUn saludo, Puri.
Una realidad, dura y fría como el clima del Este, en la que las personas se convierten una vez más en una mercancía con la que negociar y a la que marcar...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Dura realidad, en efecto, como esa que describes con cuatro o cinco pinceladas en forma de duras palabras cuando hablas de esas ciudades de asfalto hirviente y soledad.
EliminarDichosos los ojos. Siempre bienvenido a esta tu casa.
Un abrazo, Borja.
Tu relato no puede ser más verídico, es también un homenaje a esta gente tan sufrida.
ResponderEliminarQué pueblo tan maltratado, el ruso. De siervos del zar, cuando creían que les llegaba la libertad, apareció Stalin, y de ahí, empezando a organizar una democracia, brotaron las mafias. Ya les toca tener justicia. Continúo.
Muy maltratado, es cierto: zarismo, primera guerra mundial, revolución, guerra civil, segunda guerra, estalinismo... Y de postre, las mafias. Pocos pueblos aguantarían tanto.
EliminarSaludos, Ana.
Sobre la Trata (de blancas, como lo llamábamos antes) y las mafias, ya te comenté en la segunda parte de esta historia.
ResponderEliminarAquí quiero señalar algo sobre el advenimiento de las mafias y la caída del Comunismo. Si hubiera sido un buen sistema, no hubiera caído ¿o si? las mafias ya operaban antes dentro del la estructura del Partido, aunque luego se desbocaran. El sistema se corrompió por dentro, de ahí el derrumbe, aunque hubiera presión externa, como suele haber. Así lo veo yo.
Otro abrazo
Aunque hubiera sido medianamente bueno -que no lo fue-, también habría caído. El mundo se globalizaba en torno a los mercados y la URSS quedaba fuera de juego.
EliminarEn efecto, hubo presión externa, pero también podredumbre interna.
Burocracia y corrupción siempre vinieron unidas, formaban un todo inamovible dentro del sistema. Lo único que se acrecentó el número de actividades mafiosas con la caída del comunismo por el vacío que quedó en las estructuras y en las actividades del país. Muchos con el derrumbe vieron la oportunidad de enriquecerse con actividades no del todo legales.
Un abrazo, Myriam.