jueves, 11 de diciembre de 2025

Espejos

 


El escritor está sentado frente a su mesa, como cada mañana, con una taza de café y una hoja inmaculadamente blanca en el centro. No es una blancura cualquiera: es el tipo de vacío que pesa, que zumba como un silencio tenso, que provoca un sudor frío, mientras alguien se empeña en llenarlo con palabras.

La mira inmóvil, como si esperara que la hoja hiciera el primer movimiento. Nada. Ni un susurro. Ni una sílaba furtiva.

Piensa, como otras veces, en escribir una historia. No una historia cualquiera. Esta vez sería una historia sobre un escritor, como él, que está sentado frente a una hoja en blanco. Le parece buena idea, incluso ingeniosa: un escritor que mira un folio sin saber qué escribir, y que entonces decide escribir sobre un escritor que, a su vez, no sabe qué escribir.

En su mente, lo percibe con claridad. El segundo escritor —el del cuento dentro del cuento— también estaría en su escritorio, quizás con otra taza de café, y también enfrentado al silencio blanco del papel. Y este segundo escritor, en su desesperación, tendría la vaga, pero firme, intención de contar la historia de un hombre —un tercero, ya— que, como ellos dos, se sienta frente a un folio en blanco, deseando profundamente escribir algo.

¿Llegaría a escribir algo este tercer hombre?
Ahí estaba la esencia, pensó el escritor. Tres hombres —o quizás uno solo, reflejado infinitamente— atrapados en la misma escena, en la misma lucha silenciosa con la blancura del papel. Una cadena de vacíos que se miran unos a otros, esperando que alguno dé el primer paso. Un eco que rebota desde la realidad hasta la ficción, y luego de regreso.

¿Qué pasaría si el escritor rompiera el último folio en mil pedazos como cuando se hace trizas un espejo?


Suspira.

La hoja sigue en blanco. Ni una palabra escrita.
Solo blancura.
Lo demás, silencio.

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Nota aclaratoria: esto fue lo que se me ocurrió escribir un día que no se me ocurría nada.


3 comentarios:

  1. Pues se te ocurrió algo muy curioso ¡
    Salut

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  2. Ahora son pocos los escritores que utilizan el método de la hoja o el folio, pero ocurre lo mismo ante la pantalla de un portátil, la situación puede ser similar, hay que estar inspirado y relajado para que fluyan la ideas.
    Saludos.

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