Al
principio pensaste que te morías, que no ibas a ser capaz de aguantarlo. Luego
te tragaste las lágrimas y haciendo de tripas corazón intentaste sobreponerte y
no caer en la desesperación. Debías mantener la cabeza fría y pensar en una
manera de salir de allí. Te lo propusiste como un objetivo para no perder la
calma. Sólo de esa manera era posible conservar la cordura en aquella situación
tan injusta y demencial. Te habían secuestrado y tu meta a partir de ahora era
buscar una salida a ese problema.
Pero el
tiempo pasaba y no atisbabas ningún
resquicio para acabar con todo aquello. Estabas asqueada de todo, de la
vida, de tu mala suerte, de los clientes babosos, esa turba de borrachos
malolientes y sudorosos que se decidían al final a ir donde se les ofreciera
carne fresca y joven, parapetados en la osadía que proporciona el dinero y el
ir atiborrados de alcohol hasta las cejas, con esas solicitudes de servicios
sexuales especiales que hacían que se te revolviera el estómago sólo de pensar
en lo que te tocaba hacer. Y, ay de ti, si el cliente se quejaba del servicio.
Había que aguantar la falta de aseo, la mala educación, los insultos, las
humillaciones… Si el cliente no quedaba conforme te imponían una multa, con lo que tu deuda se
iba incrementando, haciendo cada vez más difícil que pudieras amortizarla.
Luego estaba la droga. Ellos intentaban por todos los medios que os
engancharais a la cocaína para que vuestra dependencia hacia esos matones fuera
cada vez mayor y teneros así más controladas, manejables y obedientes.
Cuando
ya estabas al borde de la desesperación y no atisbabas por ningún lado la
salida de ese oscuro túnel, se obró el milagro: la denuncia de un cliente y el
inicio de la investigación policial.
Casi no
podías creer que la pesadilla estuviera llegando a su término.
Todo fue
muy rápido. Entraron a saco en el local y les pillaron con un montón de dinero
y con droga. Los empapelaron a base de bien.
Libre al
fin tras la detención de toda la cúpula que operaba en España, y por haberte
atrevido en el juicio a declarar en contra de los que te explotaron, no
terminas de creer que vuelves a ser una persona libre tras obtener la
residencia temporal por circunstancias excepcionales, gracias a tu colaboración
para desmantelar esa red mafiosa, aunque lo más seguro es que acabes por
regresar a tu país por lo menos para ver a los tuyos y contarles tu odisea. Y luego, a seguir buscando de
nuevo una salida digna que te aleje de la miseria, procurar mejorar tu suerte,
aunque sea lejos de casa, en otras fronteras.
Fragmento de un capítulo de "En la frontera". Un pdf de descarga gratuita.
Hubo de enfrentarlos (miedos y realidades, los primeros no se excluyen de los segundos), para superarlos...De lo contrario, se mantendría en la misma frontera, esperando que alguien la cruce por ella
ResponderEliminarExtraordinario relato.
Saludos Cayetano
Así es. Sin esperanza y lucha no se puede mejorar la suerte.
EliminarUn saludo, Manuel.
Al menos esta vez la historia termina bien. Son muchas las que encuentran un final distinto. Aunque eb realidad lo de Katia solo es final de un capítulo, pero habrá de seguir enfrentándose a otros que tampoco serán fáciles.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana.
Bisous
La realidad es muchas veces peor. Como bien dices, no siempre las historias de este tipo acaban bien.
EliminarBuena semana igualmente, madame.
La historia de tu relato acaba bien pero imagino que por una que finaliza hay cien que empiezan. Esperanzas que se truncan y un cruel sometimiento a muchas vejaciones para el enriquecimiento de unos pocos.
ResponderEliminarUn abrazo Cayetano
En efecto, Ambar, la mayoría de estas historias suelen acabar mal. Es la triste realidad.
EliminarUn abrazo.
Esta vez, la historia acaba bien. Hay niños y niñas, jóvenes y adultos que aun están esperando este final feliz. Curioso animal, el homo sapiens sapiens (cuando pienso en cosas como las que narras, nunca acabo de entender lo de dos veces sapiens).
ResponderEliminarSaludos
Sí, es para pensárselo un rato que siendo tan "sapiens" hayamos evolucionado en esto tan poco.
EliminarUn saludo, Carlos.
Buena conclusión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Había que acabar la historia dando un poquito de esperanza. La realidad es todavía peor.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Se me parte el corazón cada vez que tomo conciencia de aquellos sectores de la sociedad que resultan tan dolorosos. Se me ocurre una solución radical que pondría patas arriba la sociedad que hemos creado: acabar con la demanda.....¿imposible? ..... podría ser ..... aún falta demasiado.
ResponderEliminarCreo que es muy difícil erradicar un problema que viene arrastrándose desde que el homo sapiens se organizó en sociedad; pero limitarlo o controlarlo (prostitución sin mafias ni secuestros) entraría en los límites de lo posible. Un tema para debate.
EliminarSaludos, Emejota.
Me duele esta historia, sé que sucede con frecuencia, cada poco en las noticias se producen detenciones de este tipo y siempre pienso en todas esas chicas engañadas y esclavizadas cuando intentaban abrirse camino en un mundo mejor.
ResponderEliminarUn saludo.
Si, es dolorosa la historia, porque al hecho triste de tener que emigrar e ir a un país distinto al tuyo, se une la explotación sexual y la esclavitud. Muy fuerte.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.
Hago mío el comentario de Diana de Meridoor: a menudo la historia tiene otro final, incluso cuando parece que todo se haya solucionado bien. La vuelta a su país de origen no es facil tampoco.
ResponderEliminarUn gran relato. De los que te ponen los pelos de punta. De los necesarios.
Saludos, Cayetano.
Muchas gracias, Xibelius.
EliminarUn saludo,
Lo malo es que para algunas chicas la pesadilla no se acaba nunca. Esa entrada espectacular de la policía salvadora no se produce y tampoco la irrupción redentora de un príncipe azul que las salve de la condena de la prostitución. Un mundo sórdido muy cercano a nuestro paraíso odiado.
ResponderEliminarUn saludo
Es lo que tiene la magia del relato, que puedes dar un final feliz a situaciones que, por desgracia, no lo suelen tener.
EliminarUn saludo, Carmen.
Se parece tanto a la realidad esta historia, que ojalá fuera ficticia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mejor que sea real porque acaba bien.
EliminarUn abrazo, DLT.
Buen final el de esta mujer, cosa que otras no tienen.
ResponderEliminarEste tipo de tráfico de mujeres desaparecería si no hubiese consumidores de sus servicios sexuales. Terminar con los clientes es la única solución.
Saludos Cayetano.
Puri
Siempre habrá gente dispuesta a consumir aunque el consumo sea ilegal. Sería más efectivo acabar con las mafias que promueven este consumo.
EliminarUn saludo, Puri.
En esas circunstancias, no todos terminan bien como ella. Una de nuestras peores lacras sociales son las mafias y por supuesto, la trata (en todo el mundo).
ResponderEliminarYa de regreso d emi viajes, retomo los blogs amigos y el mio. Mil gracias, Cayetano por tus comentarios en las entradas que había dejado programadas.
¿Ya estás completamente instalado en la casa nueva?
Un gran abrazo
Decidí un final feliz, ante tanta amargura.
EliminarY sí, totalmente instalado, aunque siempre hay cosillas.
Un abrazo, Myriam.
Tienes arte para narrar... un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Xurxo. Tú sí que tienes arte para dibujar.
EliminarUn abrazo.