Es cosa conocida que los Borbones siempre sintieron debilidad por el sexo: María Luisa de Parma, Fernando VII, su hija Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII, tuvieron cada uno respectivamente una buena colección de amantes. Y como consecuencia de ello, una considerable descendencia de hijos bastardos.
Ahora bien –y aquí viene lo curioso del caso-, mientras las “actividades” de infidelidad de las reinas dieron como fruto una legión de bastardos “dentro” de palacio, a expensas de los cornudos o consentidores maridos, las de los reyes tuvieron su fruto “fuera” de palacio, con lo que sus descendientes quedaban en clara desventaja. De esta forma, se dio curiosamente una larga lista de “reyes que no tuvieron que serlo y, sin embargo, lo fueron” (*), como por ejemplo Alfonso XII. Y por el contrario, hijos ilegítimos de los reyes varones que “pudieron ser herederos de la corona y no lo fueron”, como por ejemplo Leandro de Borbón, hijo bastardo de Alfonso XIII y la actriz Carmen Ruiz Moragas.
En otras ocasiones, hablamos largo y tendido de las promiscuidades de Isabel II y de las aficiones eróticas de Alfonso XIII.
Hoy nos quedamos, brevemente, con María Luisa de Parma, la mujer de Carlos IV, quien en una confesión al fraile Juan de Almaraz, llegó a revelar que ninguno de los hijos habidos durante su matrimonio fueron engendrados con su esposo.
Si fuera cierta esa revelación, toda la descendencia posterior tendría el calificativo de ilegítima y la saga borbónica se habría detenido en aquel preciso momento, por lo que todos los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos habidos a continuación, desde Fernando VII hasta Felipe VI, tendrían que ser considerados como “no legítimos”, al llevar sangre plebeya mezclada en sus genes reales. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, tras los escarceos amorosos de María Luisa, las aficiones sexuales de sus herederos siguieron por los mismos derroteros, por lo que la ilegitimidad de los nuevos descendientes se iba acrecentando generación tras generación. Isabel II, por ejemplo, obligada a contraer matrimonio con su primo Francisco de Asís, más aficionado a los bordados e incluso a los hombres que su propia esposa, tuvo una larga lista de hijos habidos fuera de sus relaciones conyugales, por otra parte prácticamente inexistentes.
Lo cierto es que María Luisa, la que traemos hoy aquí, la bisabuela de Alfonso XII, era bastante fogosa. Y su amante predilecto, Godoy, el Príncipe de la Paz, también conocido por el Choricero. El hombre fuerte, el valido de Carlos IV, el que manejaba los hilos de la política de la nación. Deseado por la reina y necesitado por el rey. Un hombre de estado, poderoso e inteligente, maquinador y claro objeto sexual por parte de la reina.
María Luisa tenía un carácter fuerte y dominante. Era fría, astuta y manipuladora. Seguramente una de las reinas españolas menos apreciadas por su pueblo.
Goya sacó de ella, en su célebre retrato familiar, algunos de sus rasgos peculiares para que el espectador tuviera una información más fidedigna de su persona.
Obsérvese en el cuadro un detalle: el protagonismo de su brazo, desnudo y omnipresente, ocupando el centro de la composición, que dota al retrato de cierta zafiedad u ordinariez, revelando claramente quién detenta la autoridad familiar y quién dispone en la corte.
Godoy, por su parte, tuvo una carrera fulgurante. Pasó en poco tiempo de ser guardia de corps a asesor particular de la reina. Más tarde llegó a ser Primer Ministro con el beneplácito del rey quien, por otra parte, no tenía ninguna vocación política y delegaba un sinfín de funciones en el “príncipe de la paz”.
Con la entrada del ejército francés en España, tras el “Tratado de Fontainebleau”, la popularidad del valido cayó en picado y el levantamiento popular en el Motín de Aranjuez forzó su caída.
Pero, volvamos a las relaciones tórridas y pasionales que, tiempo atrás, protagonizaron la reina y su amante.
Eran archiconocidas por sus súbditos.
Sobre Godoy y María Luisa de Parma, una coplilla popular se hacía eco de las habladurías que circulaban por la villa y corte:
Mi puesto de Almirante
me lo dio Luisa Tonante,
Ajipedobes la doy
Considerad donde estoy.
(...)
Tengo con ella un enredo,
soy yo más que Mazarredo.
(...)
Y siendo yo el que gobierna,
todo va por la entrepierna.
(Aclaraciones:
Tonante: que truena.
Mazarredo: un gran personaje de la Armada Española.
Me parece muy acertada tu reflexión sobre que la descendencia ilegítima de las reinas quedaba dentro de palacio y, por ende, de la sucesión, mientras que la de los reyes resultaba relegada y fuera de juego (al menos en parte). Lo de Mª Luisa era por demás. Imagino a sus cortesanos murmurando a todas horas sobre los cuernos de Carlos IV, solo preocupado por sus relojes y la sesión de caza del día. Goya, testigo diario de esa corte tan bien retratada por Galdós en su Episodio Nacional dedicado a ello, bien nos lo mostró en el retrato de la familia real. Sólo hay que constatar que los dos últimos hijos de la pareja, supuestos, y que no se parecían en nada al rey, son colocados de manera estratégica a ambos lados de la reina. ¿Se puede ser más osado? Goya lo era.
ResponderEliminarUn saludo
Goya se la jugó con ese retrato. Pero colo, vaya si coló. Un lince.
EliminarUn saludo, Carmen.
Eso me recuerda a cuando el pánfilo de Carlos IV le dijo a su padre que los príncipes tenían mucha suerte, porque sus esposas no podían engañarlos, ya que no tenían en su entorno otro personaje de tan alto rango. A lo que su padre respondió: “Qué tonto eres, hijo mío”. Pero bueno, de todos modos me parece mucho afirmar que ninguna de las criaturas fuera suya, teniendo en cuenta que a diferencia de Francisco de Asís, él sí cumplía, y que la reina estuvo permanentemente embarazada. De haber tenido amantes desde el primer día, ni ella podría saber quién era el padre. Pero no se crea usted que es este un problema Borbón, no. En Inglaterra también iban a llevarse algún que otro susto. Y no me estoy refiriendo a que Guillermo el Conquistador también fuera bastardo, que lo era.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Es lo que tienen las monarquías, que aparecen bastardos hasta debajo de la alfombra. Bueno,menos con Carlos III, que era bastante comedido en esas cosas.
EliminarUn saludo, madame.
Ese cuadro de Goya siempre me ha fascinado: pintar de forma tan sincera, tirando a cruel, el alma de toda esa gente (familia real) en teoría tan poderosa y que Goya se hubiera saltado la censura, dice mucho del genio del pintor y muy poco de los retratados. Cualquier otro retrato de familias reales suaviza mucho sus defectos. Este, no. Miedo da pensar que esté suavizado...
ResponderEliminarUn saludo.
En efecto, no es el retrato amable de la familia real que pudo hacer un Velázquez en sus Meninas. Parece más una venganza. Goya se las traía.
EliminarUn saludo, Carlos.
No se muy bien que demonios tiene el poder que despierta la libido. . o es que tienen mucho tiempo libre ?.
ResponderEliminarFuera de las monarquías tenemos dos ejemplos ilustres entre presidentes y primeros ministros : François Hollande y sus líos de madrugada con moto y croissants, y ese viejo verde de Berlusconi, que decía aquello de "dejad que las niñas vengan a mí".
Un abrazo.
Debe ser eso que dices: el poder despierta las apetencias de poseerlo todo, riquezas, mujeres, buenos palacios...
EliminarY eso de tener tiempo libre también debe calentar mucho la cabeza.
Un abrazo, Rodericus.
Y digo yo: ¿Seguirá esa debilidad por el xeso nuestro Felipe ?
ResponderEliminarEl ADN de los borbones debe estar muy deteriorado.
Un saludo.
Creo que se andará con cuidado de no protagonizar ningún escándalo. Se juega el puesto de trabajo. Y el casarse con una "plebeya" hará mejorar la salud genética de la descendencia.
EliminarUn saludo, El tejón.
Ese cuadro de Goya me gusta...No sabía totalmente sobre las connotaciones del cuadro...Todo un instagram de la época :D
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Aguda crítica sobre la familia real la que realizó Goya con su peculiar maestría.
EliminarUn saludo, Manuel.
Jaja! Un artículo narrado desde tu humor, cargado de frases hilarantes como:
ResponderEliminar"bastardos “dentro” de palacio, a expensas de los cornudos", "Francisco de Asís, más aficionado a los bordados e incluso a los hombres que su propia esposa", "el Príncipe de la Paz, también conocido por el Choricero", y el cierre con la coplilla que me hizo reír un buen rato. Me gustó esta manera de aprender historia contigo! Saludos, Cayetano!
Si te he hecho sonreír un rato, ya es bastante premio para mí el haberlo escrito.
EliminarDeformación profesional la mía: intentar que los alumnos se sientan atraídos por la historia a través de anécdotas o frases que pudieran resultar atractivas y motivadoras.
Un abrazo, Patzy.
Un "descontrol" de linaje y acertadisima reflexión sobre el retrato que plasmó Goya. Más que rumores palaciegos eran verdades como templos la tendencia a la promiscuidad de los borbones. Mucho tiempo libre y maridos distraídos y viceversa.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
Y oportunistas con pocos remilgos y ganas de trepar, haciendo cualquier cosa con tal de ser imprescindibles, como el señor Godoy.
EliminarUn saludo, Félix.
No parece casual lo del brazo de la reina. María Luisa no sería hermosa, pero se sentía muy orgullosa de sus brazos, que procuraba mostrar a menudo.
ResponderEliminarUn saludo.
Un brazo tipo butifarra. Para Goya, lo más significativo del cuadro. En todo caso, mejor el brazo que la dentadura, que la tenía toda picada.
EliminarUn saludo, DLT.
En efecto, pero se la arregló. Los Saelices era una familia de Medina de Rioseco especializada, con éxito, en fabricar dentaduras postizas. Tanto le gustaron a Josefina. la emperatriz, también mellada, los dientes que lucia María Luisa en Bayona, que quiso encargar para sí una dentadura igual. Desgraciadamente las tropas francesas en su avance arrasaron Medina de Rioseco y en la masacre murieron todos los Saelices,
EliminarEl gozo de Josefina en un pozo.
Un abrazo Cayetano.
O sea que la amiga Josefina se quedó con las ganas de lucir dientes nuevos.
EliminarCreo que aquí hay tema curioso para rato para odontólogos y protésicos dentales. A saber cómo encajarían la dentadura, materiales usados, etc. Ahora que, por una bella sonrisa, estamos dispuestos a cualquier cosa.
Un abrazo, DLT.
Me parece a mí que en todas las Cortes se "toreaba"
ResponderEliminarLa de pases, capotazos y cuernos que han desfilado
Besos
Está claro. Como se dice coloquialmente: en todas partes cuecen habas.
EliminarLa diferencia estriba en que mientras en Inglaterra la reina Victoria hacía de las suyas, paralelamente lograba convertir a su país en una gran potencia, con lo que hasta los menos monárquicos estaban orgullosos de lo suyo. Pero aquí, fíjate qué panorama con Carlos IV o Isabel II. Uno medio tonto y la otra una ninfómana. Y el país a pique.
Un saludo.
Debajo de las alfombras de palacio se esconden mucha cosas, y esta de los plebeyos fruto de los amoríos de reinas y reyes siempre se supo, lo malo es que como tu dices si los bastardos eran de ellas, éstos vivían en palacio, mientras los del rey andaban deambulando por las calles a sabiendas de su majestad.
ResponderEliminarNunca se me ocurrió pensar que en esa pintura de goya el hecho de mostrar en primer término el brazo de la reina pudiera darse ese significado, y ahora que tu lo nombras lo veo de otra manera.
La entrada está muy bien narrada y de amena lectura. Gracias Cayetano por compartir esa historia.
Besos
Puri
Gracias, Dulcinea del Atlántico.
EliminarSiempre aprendemos todos de todos. Es lo bonito de la actividad bloguera.
En cuanto al cuadro... Se ve que el autor no sentía ninguna simpatía por la familia real y menos por María Luisa.
Un abrazo.
Hola Cayetano, a través del blog de Carmen he pasado al tuyo y me encantan tus publicaciones, así que, si no te importa me quedo en el y te invito si te apetece a pasar por el mío.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Conchi, por tus amables palabras. Pasaré por tu blog.
EliminarUn abrazo.
Estuve leyendo una última biografía de Godoy y he puesto en cuarentena mucho de lo sabido hasta ahora de la Reina y el valido. A ver si tengo tiempo y amplío el tema. Otra cosa. Qué maestro Goya en el arte de resaltar símbolos en sus cuadros. A Godoy lo bordó.
ResponderEliminarSaludos
Siempre descubrimos algo nuevo, algún matiz, del personaje que estudiamos. Esto de la historia no se acaba nunca.
EliminarGoya era un experto en hacer retratos psicológicos de sus retratados. El problema es que a veces se le notaban demasiado sus antipatías.
Un saludo, Ana Mª
Filosóficamente hablando, que es lo que mejor se me da, en el espacio de la doble moral parece que el poderío se expresa mejor a través de la sexualidad a falta de otras condiciones de carácter. Reflejo de primitivismo constitucional....a mi modo de ver.
ResponderEliminarSí, es una manera primitiva, básica, de dar rienda al sometimiento de los demás.
EliminarUn saludo.