Avelino Garrido se comía los mocos cuando era un crío. Más tarde comenzó con la manía de morderse las uñas. Un vicio tonto. Después siguió con las cutículas y los padrastros, luego con la piel dura adyacente a cada lado de la uña. Los dedos se le pusieron como porras.
Un día se percató de que estaba mordiéndose los labios. Se hallaba en el cine viendo una película de suspense. Había unos malos muy malos, de esos con sombrero y vestidos con traje negro, metidos todos dentro de un sedán también negro. Y perseguían a una joven rubia, muy guapa por cierto, que corría despavorida por la calle. Era de noche y no había un alma. Solo se oía el chirriar de los neumáticos en los adoquines y el taconeo frenético de la moza que huía a la desesperada. La persecución de la chica por aquellos mafiosos le producía desazón. Tanta que, cuando se quiso dar cuenta, se había hecho sangre al arrancar jirones de piel reseca de los labios con la ayuda de su dentadura.
Una noche, tras ducharse, comenzó a cortarse las uñas de los pies y no pudo reprimir sus impulsos. Dejó la tijera a un lado y comenzó a mordérselas con sus propios dientes. Al tirar en exceso de una de ellas, la del dedo gordo del pie izquierdo, como estaba muy dura, se rajó por donde no debía, arrancándose la mitad y dejando al aire la la pulpa blanquecina de debajo. Se hizo sangre. No quedó ahí la cosa, pues del esfuerzo que hizo se partió también uno de los incisivos, tragándose sin pretenderlo un fragmento del mismo.
Un día fue a un restaurante con su amigo Juan.
Su amigo pidió un chuletón de buey, poco hecho. Y él un plato de pasta con queso rallado. Mientras el amigo daba buena cuenta de la carne y con el cuchillo dejaba aflorar un interior rojizo y sanguinolento, le dijo:
-No sé cómo podéis comeros la carne medio cruda. Yo, últimamente me estoy volviendo casi vegano: pasta, arroz y ensaladas, sobre todo.
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Texto publicado originariamente en La Charca Literaria
Me da que pensar si los veganos lo son por esa causa. Es una idea original y que les pienso contar a algunos de ellos, que por pesados y adoctrinadores, se merecen.
ResponderEliminarUn saludo.
Seguro que se comen las uñas y los mocos.
EliminarUn saludo, Carlos.
Y carne de tu propia carne, Avelino, no seas mentiroso que ya son muchos tus méritos para que trates de engrosar en curriculum.
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano.
De vegetariano, poquito. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Paco.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarLe pasa a los caníbales... Se comen otro tipo de carne...
Muy bueno
Este se comía hasta la propia.
EliminarUn saludo, Manuel.
Pensé que se comería su propio coche. Hay muchos que critican lo contrario de lo que hacen.
ResponderEliminarSaludos.
Todo es ponerse.
EliminarUn saludo, Francesc.
Jajajajaja...tienes cada una!!!!
ResponderEliminarUn abrazo
El caso es enredar. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Miguel.
Es una cuestión de amor propio. Hay indivíduos que están tan enamorados de sí mismos que se quieren tanto que se comen.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Sí, debe ser amor propio. Además la carne de uno es más de fiar que la que venden procesada.
EliminarUn saludo, Francesc.
Un trastorno convulsivo este ya casi se detroza con sus tics.
ResponderEliminarY tne razón , cómo se puede comer la carne casi cruda:(
Cayetano casi lo dejas sin pieles...
Un abrazo feliz semana
Conozco a más de uno que hace cosas similares.
EliminarUn abrazo, Bertha. Feliz semana igualmente.
Jaajjj, qué mejor fuente de proteínas que la propia. Una pena que quienes bajen de peso encima lo hagan pagando y padeciendo. Un poquito de hambree natural y voila! Deberíanse guardar esos límites de más en la despensa para días peores!!!!
ResponderEliminarGracias por el irónico humor! Chico, que el mundo anda”mu arrastrao “ y a una no le gusta mancharse!
El humor es de las pocas cosas que nos van quedando.
EliminarGracias a ti, Emejota.
Un saludo.
Jajajajajajajajajaja no me extraña que haya cambiado sus hábitos alimentarios.
ResponderEliminarBesines utópicos.-
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEstaba empachado de tanta guarrería propia.
ResponderEliminarUn abrazo, Irma.
Me voy a dormir con grandes risas Cayetano, tu relato no es para menos. Gracias por traerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mejor reír que llorar.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Muy logrado el contraste, sí señor. En realidad, lo que consumía de sí mismo eran subproductos.
ResponderEliminarNo tiraba nada de sí mismo al contenedor de residuos.
EliminarUn saludo.
Quién puede decir que la carne de uno mismo no es la más rica de todas...
ResponderEliminarUn saludo
Ya te digo. Ñam ñam. Jejeje.
EliminarUn saludo, Carmen.
Jajajajajajaja!!!!! Lo tiene claro el pobre, como siga asi...
ResponderEliminarUn saludo
Fina
Sí, entre verdura y la porquería que come anda listo.
EliminarSaludos, Fina.
Mis primeras palabras van para el modelo que nos has traído en la foto. Qué profesional.
ResponderEliminarNo se puede expresar mejor un clímax como el suyo. Si después de ese episodio sigue vivo, seguro que a estas horas estará viviendo un banquete con los test de antígenos. (Que después se comerá, seguro)
Un saludo.
El de la foto, un centímetro más y hay trepanación.
ResponderEliminarUn saludo, Ana.
El prefería carne de confianza y por eso se comía a si mismo.
ResponderEliminarQue cosas le pasan alguna gente je je je.
Muy entretenido tu relato
Un saludo
Puri
Exceso de amor propio, tal vez.
EliminarUn saludo, Puri.
Nunca me hubiera imaginado ese final. Por cierto, el personaje de la foto parece Pete Towshend, el guitarrista de los Who. Un saludo.
ResponderEliminarhttps://s.yimg.com/ny/api/res/1.2/DWjQBe_BWcEqdcLmvE7E1g--~A/YXBwaWQ9aGlnaGxhbmRlcjtzbT0xO3c9ODAw/http://media.zenfs.com/en-US/homerun/consequence_of_sound_458/d20b919900c199412aa18d94b9399949
Sí, es verdad. Se parece un montón. También al cantante y guitarrista de King Buffalo.
EliminarUn saludo.