Fuente: Bankia Gestor Multicanal
Los seres enormes, los
gigantes -monstruosos o no- dotados de fuerza prodigiosa, siempre nos
han acompañado: en la infancia, en la juventud y en la
madurez. Entes de ficción, consecuencia de muchas lecturas y películas, producto también de nuestras fobias, de
nuestros miedos y de nuestras peores pesadillas.
¿Quién no se acuerda
del ogro de los cuentos infantiles, de los Titanes, de los
Lestrigones, del cíclope Polifemo, personajes literarios, presentes en aquellas
películas de finales de los 50 y de los 60, aquellos peplum donde
mezclaban historia antigua con mitología? No olvidemos tampoco a Gog
y Magog, de los textos hebreos; a Gilgamesh y Enkidu de la mitología
sumeria; a Putana, la demonia gigante de la India; a los Patagones.
¿Quién no recuerda los
gigantes, que no molinos, a los que se enfrentaba nuestro ingenioso
hidalgo de la mano de Cervantes? ¿Quién no se estremeció, aunque
solo fuera un poco, con seres de pesadilla como el Kraken, King Kong
o Godzilla o con las máquinas infernales, también gigantes
articulados, de La Guerra de los Mundos? Terroríficos también, el
monstruo Rangor de La Guerra de las Galaxias, el escurridizo Alien de
la famosa saga, el tiburón enorme de otra saga no menos popular, los dinosaurios de
Parque Jurásico, los cangrejos tremendos de La isla misteriosa, el
pulpo gigante de Veinte mil leguas de viaje submarino, tan
presentes siempre en nuestras películas juveniles, en nuestras
novelas de aventuras y en nuestros cómics de ciencia ficción.
Gustavo Doré
Seres devastadores,
insaciables, devoradores de carne humana; criaturas de pesadilla, anunciadoras del apocalipsis, egoístas y
primitivas, que se llevan por delante todo lo que se les cruza en
su camino.
Y nunca falta un
héroe de tamaño corriente, muy valiente y astuto, que sabe
enfrentarse a estos descomunales destructores. Siempre hay un Ulises
que deje tuerto (y ciego) a Polifemo, un David que mate de una
pedrada con su honda a Goliath, un caballero valiente que se enfrente
al dragón o al ogro, un capitán Ahab que
acabe con Moby Dick (y de paso -por efecto colateral- con él mismo en su
locura destructora), un don Quijote que arremeta contra los molinos
(perdón, quise decir gigantes) en fiera y descomunal batalla, no
sin antes encomendarse de todo corazón a su señora la sin par doña Dulcinea del Toboso.
Los "gigantes" que hoy nos quitan el sueño amenazan con destruirlo todo. No sé si habrá algún héroe que sea capaz de enfrentarse a ellos y salir victorioso de la empresa. O tendremos que resignarnos, sin más, a ser devorados.
Los "gigantes" que hoy nos quitan el sueño amenazan con destruirlo todo. No sé si habrá algún héroe que sea capaz de enfrentarse a ellos y salir victorioso de la empresa. O tendremos que resignarnos, sin más, a ser devorados.
Los gigantes de la literatura y la mitología daban mucho miedo pero andaban cortos de cerebro. Los que hoy nos desvelan son más listos que el hambre...
ResponderEliminarSaludos!
Y no tan grandes. Jeje je.
EliminarUn saludo, Félix.
El problema, Cayetano, es que esos monstruos de hoy no se reconocen por la apariencia, pues visten Armani o Pedro del Hierro, usan fragancias costosisimas y zapatos de tafilete, y calcetines de hilo. Hoy no comunican el pánico por la apariencia, sino por sus silenciosas y maquinales obras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y como van con corbata la gente se confía.
EliminarUn abrazo, Paco.
Dada la inclinación de la naturaleza humana biológica a lo largo de la historia que nos han contado/escrito, más bien me inclino al pesimismo.
ResponderEliminarLo mejor quizás sea ser absolutamente necio y no enterarse de nada, total va a dar lo mismo, pues a salvaguardar la subjetividad hasta que esta se esfume sin enterarse.
Definitivamente ya no soy la alegría de la huerta de antaño. Será el proceso natural del envejecimiento?
Hablando de héroes, el pequeño David siempre me agradó y así habría llamado a cualquiera de mis hijos si el machismo intrínseco de la época, que no me convenía contravenir por cuestiones de mera protección y supervivencia de los míos, no me lo hubiera impedido.
Imagina cómo me río de pena cuando escucho a los jovencitos, a mis nietos, p.e. , quejarse!...Y lo peor de todo es que es mi responsabilidad por haber sido tan protectora con mis descendientes como lo fui con mis ascendientes, aquellos sacrificados seres a quienes debía la vida. Y ahora a los perretes, toma ya! Acaso se trate de un hábito circunstancial ejemplarizante adquirido desde la infancia? Bueno, ahora a estupidificarse toca, jajj y el pelo blanco ayuda! Esa es la mejor parte, jaajjj.!!!
Pertenecemos a una generación en exceso protectora. Los que vienen solo protegen a sus nenes (casi siempre insoportables) y a sus mascotas. A los padres no.
EliminarUn saludo, Emejota.
Tras el anterior rollazo no me cabe la menor duda que ese ogro siempre viaja con nosotros y se revuelve si no lo reconocemos.
ResponderEliminarSí. Va con nuestra naturaleza.
EliminarAquí me apunto al comentario de don FRANCISCO ESPADA.
ResponderEliminarEstá bien sintetizado. Poco más a decir
Salut
Pues te vale la respuesta que le di entonces.
EliminarUn abrazo. Miquel.
Amigo Cayetano, los gigantes de antes tenían cara de bobo o carecían de un ojo, vestían mal y no sabemos como olían, probablemente olían a carne de hiena descompuesta, pero actualmente, como dice nuestro amigo Francisco Espada, hoy los gigantes se camuflan con prendas de diseño.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Cambian las modas y la vestimenta. Los totalitarios de hoy tampoco llevan uniforme paramilitar. Se adaptan camaleónicamente a los nuevos tiempos.
EliminarUn saludo, Francesc.
Los gigantes esos tarde o temprano nos devoraran,siempre lo hacen
ResponderEliminarSaludos
De momento se están comiendo nuestras ilusiones, el clima y nuestro futuro.
EliminarUn saludo, Jose.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarCreo que no les reconocemos hoy en día. Quizás seamos los ogros para otros, aunque tendremos los propios...
Sin embargo, como refiere Emejota, va en nuestra naturaleza...
Saludos
Hoy tienden a camuflarse para pasar desapercibidos; pero hay que estar alerta para que no nos devoren.
EliminarUn saludo, Manuel.
¿No era Goya el que decía "el sueño de la razón produce monstruos"?
ResponderEliminarBesos gigantes
Ni más ni menos.
EliminarUn abrazo, Myriam
Creo que lo que más nos impacta de las imágenes de gigantes -el gigante ya es algo monstruoso desde el punto de vista humano- es que encarna aquello que nos supera en esta vida. Una idea, una actividad, o varias, muchas personas, nuestras mismas propuestas personales no alcanzadas...sobredimensionamos aquello a lo que no llegamos y las traducimos en algo monstruoso, temeroso la mayor parte de las veces, y a la vez supone un contenido desconocido. No llegamos a saber el por qué de las dimensiones con que nos toca pencar en la vida cotidiana. El gigante es un tema recurrente de la literatura, del cine, naturalmente, supongo que de los videojuegos, no sé, y da mucho juego. ¿Tendemos a ver siempre el fenómeno del gigante, de lo gigante, con temor y reverencia o acaso también con bondad y simpatía? Supongo que habrá de todo. Acaso el mayor gigante, acosador, sin duda, es la muerte, que se nos antoja insuperable y altiva, y a la que reprimimos una y otra vez en nuestra mente y fantaseamos con los gigantes de andar por casa, ¿no? Sí, estás en lo cierto, un gigante pide en la tradición de la narración una contrapartida: el héroe, y bien haces en bajar de la metáfora y preguntarte por los tiempos presentes. Yo no sabría responderte. El problema es que los actuales gigantes tienen los pies de barro pero aprovecharán su poder temporal para cometer fechorías (ya las están cometiendo) Y ¿habrá héroes?, te preguntas. Yo no sé si quiero héroes que luego se convierten a su vez en gigantes. Salvo que las sociedades encuentren otros mecanismos y decidan ser heroicas y asumir la apuesta. Pero tengo todas las dudas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el tema y tu modo de desarrollarlo. Gracis por ello. Un abrazo.
Gracias a ti, Fackel. El héroe es necesario, pero debe ser colectivo. Solo las sociedades en su conjunto pueden hacer frente a estos gigantes de hoy que se amparan tras las siniestras sombras de un mundo globalizado. Otra cosa es el método para llevarlo a efecto. Un tema complejo.
EliminarSaludos.
Los gigantes visten de Prada !los de hoy! Yo pienso que son más temibles y sin ningún héroe que nos libre de ellos. Un tema muy interesante Cayetano.
ResponderEliminarAbrazos.
Hoy adoptan técnicas camaleónicas de camuflaje para pasar desapercibidos.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Leyendo tu texto se me ocurre, que si te fijas, junto al gigante malvado casi siempre aparece un individuo "normal" que lo vence.
ResponderEliminarAnte Goliath, David. Ante Polifemo, Ulises.
Y ante el todopoderoso presidente de Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem, azote de los budistas de su país, el humilde bonzo Thích al que vimos quemarse en Saigón ante la embajada de Camboya y que dio principio al fin del dictador.
Saludos.
Otros gigantes tuvieron más suerte y se murieron en sus camas tan ricamente, pero a veces suena la flauta y les dan su merecido en vida.
EliminarUn saludo, Ana.
Ningún gigante (ni enano) se puede defender del ataque de un enjambre de avispas ni de una marabunta de hormigas. Lo que tiene forma puede ser definido y lo que puede ser definido puede ser vencido: un gigante está muy bien definido.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano
Siempre tienen un punto débil por el que puede empezar el ataque. Cuestión de estrategia, que diría el amigo Carlos.
EliminarUn saludo.
El temor principal es que, al crecer, no volvamos uno de esos gigantes de los cuentos...
ResponderEliminarAl menos lo fue para mí, y no pude evitarlo.
Saludos,
J.
Sí, es un rollo. Todo el día comiendo niños, con lo que hartan. Un saludo, J.
EliminarEstando de acuerdo con casi todo lo dicho; a mí hay gigantes que me gustan mucho: suelen salir con los cabezudos, y bailan y hacen las delicias de mayores y pequeños.
ResponderEliminarSaludos.
Esos son los de pega, como el tren de la bruja. Aquí el único chungo que recuerdo de cuando era niño o adolescente era al yonqui que repartía escobazos.
EliminarUn saludo, DLT.
los gigantes de los cuentos son buenos al lado de los que pululan por este siglo XXI. Aquellos eran feos y siempre mal vestidos,daban miedo solo verlos, con esconderse bastaba
ResponderEliminarLos de hoy salen en la tele y todos le rinden pleitesía.
Muy bien expuesta toda la narración. Te felicito
Un saludo Cayetano
Puri
En efecto: a aquellos se les veía venir. Estos andan camuflados entre la gente corriente.
EliminarUn saludo, Puri.
Ya han comenzado a devorarnos, no sé si el héroe de turno llegará a tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hay que dejar tuerto a Polifemo antes de que nos coma por la pata.
EliminarSaludos.