Lo
normal al acostarte es un sueño tranquilo o, en el peor de los
casos, la pesadilla de libro, el asunto descabellado, la rareza
onírica sin pies ni cabeza, la tontería absurda, fruto casi siempre
de una mala digestión, donde los jugos gástricos dominan la escena
e imponen su ley mientras duermes. El abuso de queso curado o de
caracoles picantes en la cena, regada con un buen vino de la tierra,
tinto en este caso, pueden tener la culpa. También un día agitado,
el exceso de estrés… Sobre esto hay muchas opiniones.
Lo
malo es cuando en el sueño no hay nada, solo la oscuridad como
protagonista. Una especie de sueño para invidentes.
Eso
le pasó a Serafín, el pescadero.
Todo
el día limpiando boquerones, eviscerando salmonetes, quitando
escamas, cortando pescadillas en rodajas…
Y
esa noche, la oscuridad tan solo.
Cerrar
los ojos y hundirse en un sopor profundo. Y enseguida, la sensación
de flotar en una masa fría y pesada. Sentirse una especie de ameba
ingrávida en medio de la nada: una oscuridad silenciosa, sin
esquinas, sin límites. Una oscuridad densa. Un vacío perfecto. Como
si el tiempo se hubiera detenido y la vida se quedara congelada en un
instante preciso de duración indeterminada e imposible de medir. Y
en esa aparente quietud, flotar o casi levitar.
Y
es que Serafín, sin saberlo, se había convertido durante la noche
no en un escarabajo, como el personaje de Kafka; no en un ajolote,
como en el cuento de Cortázar; sino en un horrendo animal de la
fauna marina, en un extraño pez de los fondos abisales.
Feo
con ganas.
Eso
es una pesadilla; y lo demás, tonterías.
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Trabajo publicado originariamente en La Charca Literaria
Tuvo suerte entonces. La cosa se hubiera vuelto compleja si hubiera trabajado de reparador de neumáticos.
ResponderEliminarNo me lo imagino toda la noche soñando en dar vueltas sin remisión.
Un abrazo
Sí. Hay trabajos peores. No me quiero imaginar con qué se soñará un mamporrero de caballos.
EliminarUn abrazo, Miquel.
Menuda faena, habida cuenta que también contabilizamos nuestros estados oníricos dentro del cómputo de nuestra vida. Verídico el refrán .......cena como un pobre, (a lo que añado más bien tirando a temprano) y ..... disminuirán las pesadillas.
ResponderEliminarCaray con el abisal, al menos será más difícil de pescar!
Cenas frugales y paseadas.
EliminarUn saludo, Emejota.
En las profundidades abisales todo es oscuridad.
ResponderEliminarAbrazos
Siempre me pregunté por qué son tan feos los peces abisales si no los ve nadie. ¿A quién querrán asustar?
EliminarUn abrazo, Francesc,
Menos mal que era pescadero...No quiero ni imaginar si fuese político, en qué se convertiría...
ResponderEliminarSaludos Cayetano. Casi nunca recuerdo los sueños...
Sí, jejeje. En un platelminto.
EliminarUn saludo, Manuel.
Pues si, ¡¡vaya pesadilla!! No me gustaría tenerla. Lo de feo es lo de menos porque ni te vas a ver en el espejo ni nadie te va a ver. Pero lo demás que describes, es bastante terrorífico.
ResponderEliminarSeguramente será por los caracoles picantes, en mi caso, desde que tuve una indigestión por su culpa, no los puedo ni ver.
Un saludo, Cayetano
Yo tampoco. Tuve un cólico tremendo y los aborrecí. Aunque hay políticos más indigestos y también de pesadilla.
EliminarUn saludo, Carlos.
No lo veo tan malo,como esta dentro del agua no sabes lo que eres asi que lo mismo puedes ser un sireno...
ResponderEliminarEso es sacar algo positivo de una pesadilla. O de una "pescadilla".
EliminarSaludos, Jose.
Interesante y kafkiana versión (y visión) Cuánto me gustan las desfiguraciones parakafkianas. Uno sueña lo que es y lo que no es. Si hay alguna clase de trascendencia en la vida humana es la subconsciente, la onírica, la que te permite ir y volver. Y salir optimista en unos casos o apesadumbrado en otros, dependiendo del contraste entre estado de salud de tu cuerpo y el sueño.
ResponderEliminarLo del sueño del mamporrero me ha divertido; anda que no podrían hacerse arriesgadas simulaciones de sueños de oficios y personajes...
Buen jueves, Cayetano, que el consciente sea tan divertido como los sueños y fantasías.
Gracias, Fackel. Que no nos falte nunca un poco de humor.
EliminarSaludos.
Ajjjj pobre Serafín, con ese hermoso nombre de ángel y caer
ResponderEliminaren ese pozo tan oscuro y sentirse bacalao o lo que es peo, mojarrita. Muy bueno tu relato, me gusta como nos vas llevando a esas profundidades abismales.
Besotes
Del cielo a los abismos.
EliminarLas pesadillas son infiernos muy peculiares.
Un abrazo.
Pobre Serafín, vaya noche. Porque al imaginarse desde fuera del agua, seguro que a la feúra del pez le acompañaba cierta hediondez.
ResponderEliminarSaludos.
La pituitaria ya la tendría habituada al pestazo cotidiano.
EliminarUn saludo, Ana.
Esto es llevarse el trabajo a casa, pobre Serafín. Y a mí que me gusta limpiar pescado, llámeme raro...
ResponderEliminarUn abrazo
Yo una vez atasqué el fregadero con las escamas. Ya quedé "escamado". Mejor que lo limpie Serafín.
EliminarUn abrazo.
Ya lo había comentado, pero quiero añadir que en cada una de tus entrada hay un rastro del Cayetano lector y eso me gusta mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Paco. Para escribir hay que procurar leer mucho. Se intenta.
EliminarUn abrazo.
Las pesadillas se viven como si fuesen realidad, con la misma intensidad. Qué miedo pasaría Serafín.
ResponderEliminarA veces son más reales que la propia realidad y producen sudores y escalofríos.
EliminarUn saludo, Manuela.
Hay algunos que no se desprende de su trabajo ni a la hora de dormir, que bárbaro , eso se llama llevar el trabajo en la sangre.
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Puri
Deformación profesional. Serafín, con esto del pescado, creo que está un poco "escamado".
EliminarUn saludo, Puri.
Y pensar que hay quienes nunca disfrutan de una buena pesadilla.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Unos no disfrutan de una buena pesadilla, otros nunca disfrutaron de una buena "pescadilla". Creo que Serafín no se privó de ninguna de las dos cosas. Y se llevó el trabajo a casa.
EliminarUn saludo, J.
Tanto trabajar con el pescado para finalmente convertirse en pesadilla. Suele pasar. Nos llevamos nuestro trabajo a nuestros sueños pero convertido en pesadilla.
ResponderEliminarUn saludo.
Convertirse en pesadilla, que no en pescadilla.
EliminarSaludos, Valverde de Lucerna.
Tal vez al alma humana le pase lo mismo cuando vive o habita en la oscuridad.
ResponderEliminarBesos.
Tal vez. Ya lo comprobaremos.
EliminarUn abrazo, Amapola Azzul.