Puerto de Sevilla en la época de Cervantes.
Obra de Alonso Sánchez Coello.
Una nueva andadura comienza...
El Arenal hoy es un barrio céntrico muy turístico de la Sevilla actual que, entre puente y puente, con su Torre del Oro y su Real Maestranza, mira el discurrir del río con el barrio de Triana como horizonte, allá en la otra orilla.
En aquellos días era eso: un “arenal”, un arrabal que surgió a extramuros de la ciudad; pero también era zona portuaria, punto de llegada de las naves procedentes del Nuevo Mundo a través del Guadalquivir.
En épocas de bonanza, cuando las remesas de metal y los productos llegaban a raudales, allí concurrían toneleros, carreteros, cesteros, calafates, carpinteros de ribera, emplomadores… una fauna laboriosa y variopinta. Muchos eran los que tenían trabajo a la sombra de las embarcaciones que atracaban muy cerca en el muelle. Mercaderes, marineros y soldados que se echaban a la mar también necesitaban del servicio de sastres para el vestir y de burdeles y busconas -capulinas, izas, rabizas, cantoneras- para el natural desahogo propio –o "impropio"- de gentes que van a pasar muchos días en alta mar sin otra compañía que las olas. Mancebías, tabernas, bodegones, tugurios y casas de juego no faltaban por aquel lugar.
Luego también había otros, vendedores ambulantes que aprovechaban la concurrencia y el gentío para intentar colocar sus mercaderías, bribones de toda condición, charlatanes y sacamuelas. Había revendedores que ofertaban vino, leche y miel a granel, expertos en adulterar lo que ofrecían para sacar un beneficio. Y también había tunantes, quienes del descuido ajeno hacían fortuna cambiando las monedas de bolsa y de dueño. Y mendigos, falsos tullidos, rufianes, pícaros, aventureros, desheredados de la fortuna, buscavidas, valentones y timadores.
El caso es que la zona aquella del Arenal bullía como enjambre en sus buenos tiempos por la actividad, el trajín y las gentes diversas que acudían allí como moscas al pastel para obtener algún beneficio del tipo que fuera...
Pero mejor que yo, dejemos a un protagonista de su tiempo llamado Andresillo Hurtado que sea él quien nos cuente cosas de su vida y de aquellos días…
"Sepa vuesa merced que nací muy cerca del Arenal, en la muy noble ciudad de Sevilla, puerta de las Américas, cuna de tanto hombre eminente y lugar de visitantes ilustres; si bien he de decir que mi alcurnia no fue tan noble como alcanza a familia modesta que tuvo que ingeniárselas para sobrevivir entre remesa y remesa del oro y la plata y las preciadas mercaderías que procedían de las Indias, pues no todos los días amanecía con la noticia de que arribaba barco y entonces el trabajo escaseaba y había que comer y vestir.
Hubo años de prosperidad y otros no tan buenos. El oficio de mi padre era el de sastre. Y si había trabajo, cortaba trajes. Y si no, rapaba bolsas. Lo suyo era cortar. Y haciendo honor a su apellido se daba buena maña, que nunca nos faltó en casa un mendrugo que llevarnos a la boca.
Pero un día se torció la fortuna para el autor de mis días, que una mañana vinieron a prenderle los alguaciles y dieron con sus huesos en la cárcel y allí enfermó de unas fiebres y consumió en poco tiempo lo que le quedaba de vida.
Yo, señor, en el fondo no soy malo. Si acaso algo inquieto y despierto como corresponde a muchacho avisado que se crió sin padre, que no tuvo otra escuela que la calle, que padeció el maltrato de sus amos a quienes sirvió y cuidó, recibiendo a cambio golpes e ingratitud, como si fuera culpa mía el que la vida les hubiera deparado escasa fortuna, que ni un perro se merece trato semejante.
De entre todos los amos a los que serví, los peores no fueron precisamente los más menesterosos, mendigos y pedigüeños, sino curas y frailes, gentes devotas, hombres de fe que pregonaban una cosa y hacían justamente la contraria, avarientos que predicaban la caridad en nombre del Altísimo pero que ellos no la practicaron nunca conmigo, antes al contrario, matábanme de hambre sin remordimiento alguno, que parece que no tratara con buenos cristianos.
Yo, señor, en el fondo no soy malo. Si acaso algo inquieto y despierto como corresponde a muchacho avisado que se crió sin padre, que no tuvo otra escuela que la calle, que padeció el maltrato de sus amos a quienes sirvió y cuidó, recibiendo a cambio golpes e ingratitud, como si fuera culpa mía el que la vida les hubiera deparado escasa fortuna, que ni un perro se merece trato semejante.
De entre todos los amos a los que serví, los peores no fueron precisamente los más menesterosos, mendigos y pedigüeños, sino curas y frailes, gentes devotas, hombres de fe que pregonaban una cosa y hacían justamente la contraria, avarientos que predicaban la caridad en nombre del Altísimo pero que ellos no la practicaron nunca conmigo, antes al contrario, matábanme de hambre sin remordimiento alguno, que parece que no tratara con buenos cristianos.
Yo,
señor, he de confesar que si alguna vez pequé no fue por vicio ni por hacer
daño al prójimo, sino por necesidad. Y si hurté no fue por quebrantar hacienda
ni mandamiento alguno, sino por comer, que el hambre no entiende de modales ni
de buenas obras. Que aunque no hacía ascos a un banquete y ya me hubiera gustado comer como fraile
convidado, me conformaba tan sólo con acallar el ruido de mis tripas. Si anduve
metido en alguna pendencia no fue por el
juego o por algún lío de faldas, sino por defender un mendrugo de pan que llevarme
a la boca y nunca por procurar hacer mal a nadie, que nunca has de desear a los
demás lo que para ti no has de querer."
_________________
Primera parte de "Andresillo Hurtado", texto del autor de este blog al modo picaresco, inspirado en pícaros de renombre como "Rinconete y Cortadillo", "Guzmán de Alfarache", "Lazarillo de Tormes" y "El Buscón don Pablos". Este capítulo forma parte de "En la frontera", un proyecto diseñado a base de relatos de ficción con fondo histórico o real que irán apareciendo de vez en cuando en este blog.
"En la frontera" es un proyecto registrado en Safe Creative (Registro de Propiedad Intelectual)
"En la frontera" es un proyecto registrado en Safe Creative (Registro de Propiedad Intelectual)
Enhorabuena, Cayetano, cuando empecé a leerlo creía que era de Cervantes, el estilo es muy del Siglo de Oro. Solo me había chocado lo de los trajes y cortar bolsas, como ha sido costumbre hace poco por Valencia...
ResponderEliminarUn saludo, esperaremos con impaciencia el siguiente capítulo.
Lo más difíciles documentarse para dar un poco con la forma de hablar. Luego pasa como cuando aprendes un idioma nuevo, que te va saliendo solo porque piensas en ese idioma.
EliminarComo has podido comprobar, lo de la bolsa y los trajes no son nada nuevo en España.
Un saludo, Carlos.
¡Cáspita! ¡Una novela picaresca! Fantástica idea, Cayetano. Y a lo que se ve, cimentada en buenos mimbres. Ánimo y a por ello.
ResponderEliminarSaludos
Un relato en dos capítulos. Para quitarme el gusanillo de la novela picaresca.
EliminarUn saludo, Xibelius.
Un proyecto del que seguro estoy vamos a disfrutar y mucho.
ResponderEliminarBuenos días,Cayetano.
Eso espero.El proyecto está acabado. Iré sacando algunos capítulos. Y luego, ya veremos.
EliminarUn saludo, El tejón.
Muy bueno
ResponderEliminarMe alegra que te guste. Muy a propósito esto de lapicaresca para el momento en que vivimos; aunque ahora, los vivales no se conforman con robar para comer, sino para pagar el yate.
EliminarUn saludo, José Manuel.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarLa metrópolis colonial, no podía ser menos. Imagino cuando llegaba el barco de indias, cuanta actividad iniciaba, (lícita o no) y cuantos "hurtado", cuya suerte estaba unida a la de la ciudad, intentaban sobrevivir.
Saludos
Se vivía a golpe de llegada de barco. El arenal era un hervidero entonces. Y había de todo: gente laboriosa y golfos de todo tipo y condición. Muchos de estos golfos intentaron probar fortuna cogiendo el barco de vuelta.
EliminarSaludos, Manuel.
Bravo!magnífica adecuación lingüística y literaria. Se te da de fábula, ya lo comprobé en su día a través de un "duelete" con determinada escritora murciana La picaresca siempre resulta altamente atrayente. Me quedo en esta frontera.
ResponderEliminarPor cierto uno de mis libros de cabecera, de siempre, picaresca alemana: "Las aventuras de Simplicísimus" de Grimmelshausen.
Gran obra la de Simplicíssimus, muy divertida. En su día hicieron una serie.
EliminarY cierto es que la picaresca atrae mucho. Echar ingenio al hambre nos llama poderosamente la atención.
Un saludo, Emejota.
Me he quedado prendado del rapaz, tanto que agora mesmo le metería en mi casa para librarle, si ello fuere posible, de esa mala vida que sin duda habrá de llevar el zagalillo.
ResponderEliminarSáquele vuesa merced partido, porque sin duda podrá.
Saludos.
No te preocupes demasiado por él, Dissortat. Tiene recursos. Para mí los quisiera yo.
EliminarUn saludo.
Buenas noticias son las que nos trae vuesa merced. Brindo por la continuación, segura de que no ha de defraudar.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Bisous
Muy amable, madame.
EliminarEsperemos que guste la selección.
Feliz domingo igualmente.
Jolines.... Me ha encantado
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Pues me alegra mucho saberlo.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Qué buena prosa la suya, don Cayetano. Bien se ve que conoce usted los siglos XVI y XVII.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Ángel. Cuestión de leer mucho sobre esa época y mentalizarse con el lenguaje, para que vaya saliendo poco a poco.
EliminarUn saludo.
Un lenguaje y una descripción del lugar y de sus moradores habituales magnífica. Me ha gustado mucho Cayetano.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra mucho que te haya gustado. Ese era mi propósito.
EliminarUn abrazo, Ambar.
Hay franjas de la Historia que provocan y sugieren tantas cosas...
ResponderEliminarLa que nombras, con todo su trasiego de Alatristes y Rinconetes, debió ser un banquete, Cayetano
Ponerme en la piel de algún personaje de la época y hacer el esfuerzo de pensar como pensaría él, siempre fue algo que me fascinó. Todo un reto. Y un pasatiempo maravilloso.
EliminarSaludos, Ana Mª
Te felicito Cayetano, un buen artículo, tan expresivo como vigente.
ResponderEliminar"De entre todos los amos a los que serví, los peores no fueron precisamente los más menesterosos, mendigos y pedigüeños, sino curas y frailes, gentes devotas, hombres de fe que pregonaban una cosa y hacían justamente la contraria"
Hoy continúan con sus discursos de moralina y patriotismo aquellos que roban, estafan y se erigen como servidores del bien común y una inmensidad de pillos y arribistas se acercan al poder y trafican en este cafarnaún donde se van recortando los derechos sociales y las libertades, donde la discrepancia, como entonces, te puede llevar a la cárcel.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Vamos, que hemos cambiado bien poco. Por un lado, los que pregonan una cosa y hacen la contraria, falsos creyentes, falsos patriotas. Y por el otro, la gente común que paga sus impuestos y sobrevive como puede. La novela picaresca ha sido ampliamente superada en contenido delictivo por las historias de todos esos golfos que roban, no para comer, sino para mantener su yate y sus mansiones.
EliminarUn abrazo, Francesc.
Admiro esa fascinación tuya, como dices, por ponerte en la piel del personaje, y la capacidad de poder pensar como él, fruto sin duda, de tantas lecturas y de lo bien documentado que estás siempre, cosa que a mí me encanta percibir.
ResponderEliminarY muchas gracias por el link para descargar esa edición del libro de los muertos, ayer mismo empecé a leerlo.
¡Gracias!
Abrazos para ti.
Como cuando aprendes un idioma. Es necesario esforzarte para pensar como la gente de ese país. Igual pasa cuando intentas imitar la forma de hablar de un personaje de otro tiempo, ponerte en su piel. Al final, las palabras casi salen solas.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado el enlace sobre "El libro de los muertos".
Un abrazo.
Un pícaro de aquella España del Siglo de Oro que tantas penurias vio pasar a sus gentes humildes, obligadas a robar para comer, molidos a palos y maltratados por aquellos que decían hablar en nombre de Dios pero que no lo habían sino de su propia codicia.
ResponderEliminarGran entrada.
Muchas gracias, Carolvs.
EliminarMe alegra que te guste.
Un saludo.
Leyendo esta estrada, Cayetano, es fácil asomarse a Guadalquivir hoy y transportarse a otros tiempos. A mí no me ha costado nada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esa era mi pretensión: viajar del presente al pasado. Me alegra saber que el viaje no ha sido en balde.
EliminarUn abrazo, DLT.
Ay Dios¡ que gozada de lectura. Y es que me ha recordado vd. a los grandes de nuestra literatura y me ha transportado siglos atrás. Mi enhorabuena¡¡
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, amigo Félix.
EliminarMe alegra saber que la lectura fue de tu agrado.
Un abrazo.
Cayetano muy bien plasmada el escenario, esa época que muestras con todo detalle es propicia para todo tipo de aventuras,y seguro que tu pícaro fue partícipe de mas de una.
ResponderEliminarUna entrada muy ilustrativa.
Un abrazo.
Puri
La aventura más grande para Andresillo era intentar comer. Una España donde no se ponía el sol, pero llena de gente menesterosa.
EliminarUn abrazo, Puri.
Antes de llegar al final de la lectura de las andanzas de ese rapazuelo educado en la calle se me vino al magín al Lazarillo de Tormes y sus aventuras en Salamanca, más la ciudad a la que se hacía referencia no era la ciudad charra sino la puerta de las Américas. Pensé que era un hermano gemelo del otro, quizá de otra época menos pretérita... pero hete aquí que se debe a la imaginación del autor de este blog, picaruelo como pocos en esto de encandilarnos con sus historias.
ResponderEliminarUn saludo
Así es, ilustre dama bejarana, Andres Hurtado es un golfillo sevillano -coétaneo de Lázaro o quizás de don Pablos-, amigo de pedir y experto en otras artes menos confesables. La segunda parte de sus andanzas y desventuras tendremos ocasión de tratar en unos días.
EliminarUn saludo.
Enhorabuena, Cayetano, por este nuevo proyecto!!! Y si, bien que me iba acordando de Rinconete y Cortadillo a medida que te iba leyendo.
ResponderEliminarMe encanta Sevilla y que ganas de volver!
Un abrazo
Gracias, Myriam. Lo del pícaro era un reto que tenía que afrontar y disfruté mucho con ello.
EliminarUn abrazo.
¡Revisó, Cayetano! ¡Qué bien escribes! Sigue por este camino, será una suerte seguir las andanzas del pícaro Andresillo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Valverde de Lucerna.
EliminarLa verdad es que me lo pasé muy bien haciendo este capítulo sobre la picaresca sevillana.
Un abrazo.