14 de enero de 1506: en Grecia, se descubre la famosa escultura del periodo helenístico "Laocoonte y sus hijos".
Una obra de gran barroquismo y movimiento. Con esa angustia reflejada en las expresiones y en la disposición de los elementos del grupo escultórico. La agitación desesperada que precede a la muerte.
Y todo por el despecho de una diosa, Atenea, que fue relegada a un segundo plano, pues Paris, el hijo de Príamo, rey de Troya, había elegido a Afrodita como la diosa más bella. Afrodita le recompensará proporcionáandole el amor de la joven más hermosa del mundo. Y esta no será otra que la bella Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta.
El conflicto estará servido. Arderá Troya.
Será la venganza de una diosa despechada.
Cuando los aqueos simulan abandonar el sitio de Troya y dejan el caballo de madera repleto de soldados -una argucia del astuto Ulises-, los troyanos creen que es una ofrenda a los dioses que los griegos dejaron en la playa para que aquellos les fueran propicios y deciden meterlo dentro de la ciudad.
Laocoonte, sacerdote de Apolo, advierte del posible engaño: “Timeo danaos et dona ferentes” (“Desconfío de los griegos aunque hagan regalos”)
Atenea para hacerlo callar mandó dos enormes serpientes, quienes salieron del mar y estrangularon a Laocoonte y a sus hijos.
Así, nos cuenta Virgilio en La Eneida el terrible episodio:
"Ellas, con marcha firme, se lanzan hacia Laocoonte; primero se enroscan en los tiernos cuerpos de sus dos hijos, y rasgan a dentelladas sus miserables miembros; luego arrebatan al padre que, esgrimiendo un dardo, iba en auxilio de ellos, y lo sujetan con sus enormes anillos: ya ceñidas con dos vueltas alrededor de su cuerpo, y dos veces rodeado al cuello el escamoso lomo, todavía exceden por encima sus cabezas y sus erguidas cervices. Pugna con ambas manos Laocoonte por desatar aquellos nudos, mientras chorrea de sus vendas baba y negro veneno, y al propio tiempo eleva hasta los astros espantables clamores..."
Luego, cuando los aqueos salgan del vientre del caballo, arderá Troya.
_____________"Laocoonte y sus hijos" es un grupo escultórico realizado por Aqesandro, Atenodoro y Polidoro de Rodas, hacia el año 50 (Museo Pío Clementino, Vaticano)
Hoy celebramos el aniversario de un hermoso descubrimiento. Y viene a resultar muy simbólico para estos tiempos en los que sigue ardiendo la pobre Troya. Tal parece que estemos empeñados en incendiarla una y otra vez.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous
Tenemos de todo: "troyas", "ítacas" y "cajas de Pandora" abiertas con todos los males revoloteando por el mundo.
EliminarUn saludo, madame.
Una escultura que por sí sola merece una visita a los Museos Vaticanos, tan bella como trágica es la historia que esconde y que nos narras hoy.
ResponderEliminarUn saludo
Más que de la época helenística parece una obra salida del cincel del señor Bernini o incluso de Miguel Ángel, con esa piedra a la que solo le falta hablar.
EliminarUn saludo, Carolvs.
La historia es como un bucle que se va repitiendo sin cesar.
ResponderEliminarUn abrazo
La banda de Moebius.
EliminarUn saludo, Antorelo.
En este caso un helenismo algo ostentoso, aún así extraordinario. Un ejemplo magnífico de proporción y movimiento.
ResponderEliminarSalud
Y fuente de inspiración posiblemente para artistas posteriores, como el gran Bernini.
EliminarUn saludo, Francesc.
La escultura es una maravilla, tiene un movimiento increíble, la expresión de Laocoonte, a medio camino entre la impotencia y el horror podría ser muy actual...
ResponderEliminarSaludos
El drama hace al arte grandioso.
EliminarUn saludo, Ambar.
Aquel que desvela la triste verdad, sin tapujos ni miedo, puede ser el objetivo del enemigo y aún del propio amigo. Como dice madame Minuet sigue ardiendo Troya y los Laocoontes sufrientes pagan su libertad de expresión con la muerte.
ResponderEliminarPor cierto, se dice que durante un tiempo se creyó una obra de Miguel Ángel, un falso histórico que dio el pego durante siglos. Ojalá supiéramos el nombre de este extraordinario artista.
Un saludo
Parece que fueron tres los que participaron en la obra: Aqesandro, Atenodoro y Polidoro de Rodas. Y no sé si se inspiró Miguel Ángel en ella, pero de Bernini no me extrañaría nada.
EliminarUn saludo, Carmen.
No me lo puedo creer. Aunque la mía iba por otros derroteros, te has adelantado a una entrada que tenía a medias. Menos mal que la obra es tan sensacional que admite muchos enfoques.
ResponderEliminarA ver si me atrevo a colgarla. Un saludo.
No me digas, Ana Mª, que pusiste al "honorable" en "aprietos" tan severos como la serpiente a Laocoonte y compañía.
EliminarA veces pasan estas cosas, pero seguro que le sacas buen partido con tu peculiar lectura del mito.
Un saludo.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarMe ha gustado recordar esta leyenda. La escultura es de esas que te deja "de piedra" cuando la ves en directo. Como dices, solo le falta hablar.
Saludos
Hay que ver lo que algunos son capaces de hacer con una piedra.
EliminarUn saludo, Manuel.
Y "presente griego" ha quedado como regalo envenenado.
ResponderEliminarUn saludo
Y también lo de los virus "troyanos"; aunque pienso que serían más bien "aqueos", que fueron los que se colaron dentro de las murallas.
EliminarUn saludo, Javier.
Muy apropiado el recuerdo. Puede arder Troya y temo el efecto dominó.
ResponderEliminarBesos
En un primer momento no reparé en la carga simbólica o metafórica del mito de Laocoonte. Simplemente quería conmemorar un aniversario. Pero ahora que lo dices... se puede armar la de Troya.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Una escultura impresionante, aunque debo hacerte una salvedad: este "Lacconte y sus hijos" realizado en una sola pieza de mármol, que está en el Vaticano (copia de la original en bronce que debió ser de fines del siglo III aC), apareció, como bien dices, en el siglo XVI pero no fue en Grecia sino en la mismísima Roma, es más, el descubrimiento ocurrió en las excavaciones que se estaban realizando por entonces en el sitio donde habían estado las termas de Tito, justo en el lugar donde la había visto Plinio el Viejo, quien en sus escritos había dejado constancia sobre ella, calificándola como "la primera entre todas las obras de arte". Incluso en el momento de su aparición, el Papa Julio II envió a los dos grandes artistas de su confianza: Sangallo y Miguel Ángel para su reconocimiento, y dicen que este último quedó muy impresionado por el gran dramatismo de la obra. Es una de las memorables piezas de la Historia del arte, y también es una gran historia de la historia. Gran abrazo, Cayetano.
ResponderEliminarGracias por tus matizaciones siempre bienvenidas y oportunas.
ResponderEliminarCada vez que veo el grupo escultórico tengo la misma sensación: estoy ante una obra de arte sumamente moderna, barroca y actual, con esa carga simbólica y esa perfección en su factura.
Un abrazo, Patzy.
Los griegos (y los chinos) siempre fiaron mas sus victorias a las estratagemas que a la propia fuerza bruta. Aunque estas astucias luego las embellecieran con tragedias de alas que se extraen variadas enseñanzas. Me encanta tu entrada porque, en los comentarios, cada cual la interpreta según el color de las gafas que usa. Como un troyano mental.
ResponderEliminarUn saludo
Es lo que tiene el arte que, cuando resulta dramático, presenta muchas lecturas interesantes. Y por aquí siempre hay comentarios apropiados, incluido el tuyo, que va de estrategias.
EliminarUn saludo, Carlos.
Una escultura maravillosa. Por ella no pasa el tiempo. Es una gran obra.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso me parece a mí: que el tiempo de la escultura es muy reciente. Es lo que tienen las grandes obras.
EliminarUn saludo, valverdedelucerna.
Qué bien lo contó Virgilio y qué bien lo esculpieron aquello maestros en el arte de golpear el mármol.
ResponderEliminarUn saludo.
Está muy bien representada la angustia que precede a la muerte. Una gran obra sin duda.
EliminarSaludos. DLT.
Quizás sea la escultura griega que más me haya impresionado de las que he visto.
ResponderEliminarSobre todo me gustó el movimiento que tiene el grupo y, claro está, la perfección de las líneas y el conjunto tan armónico que resulta.
No cansa estar frente a esta escultura largo tiempo embelesado.
Abrazos, Cayetano!!
A mí siempre me ha resultado "moderna" a pesar del tiempo transcurrido.
EliminarUn abrazo, Enrique.
El contexto de la obra lo has relatado de una forma magnífica y la belleza plástica es absolutamente sublime. Una delicia...
ResponderEliminarUn saludo