Cuando se habla de la Reconquista, nos imaginamos un conflicto continuo y encarnizado entre cristianos y musulmanes. Nada más lejos de la realidad. Hubo más períodos de tranquilidad, cooperación y paz que de guerra. Eran frecuentes también las peleas y disputas entre los diversos reinos cristianos. Y en estas peleas entre “hermanos”, nunca mejor dicho, no faltaban las traiciones y las puñaladas traperas por la espalda incluso entre los miembros de una misma familia. Ahí tenemos el caso del rey Sancho II de Castilla asesinado en el “sitio de Zamora” por el noble Vellido Dolfos, con la colaboración de doña Urraca, hermana de Sancho:
¡Rey don Sancho, rey don Sancho!,
no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora
un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos,
hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho
y con esta serán cinco.
Si gran traidor fuera el padre,
mayor traidor es el hijo.
Y posiblemente la connivencia del rey de León, Alfonso VI, también hermano, porque al no contar el asesinado con herederos, pasaron los dos territorios a propiedad del de León. Por cierto, que una cosa es matar a un rey decentemente, como mandan los cánones, en un combate singular y caballeresco y otra muy distinta, asesinarle aprovechando que el hombre estaba en cuclillas haciendo de vientre. No se le mata a uno cuando se está defecando, hombre. Eso es de mala educación y de poco estilo. No obstante, en esto disienten los zamoranos, para los que el noble no fue un traidor sino un héroe. Normal. A nadie le gusta que asedien su ciudad.
¡Rey don Sancho, rey don Sancho!,
no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora
un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos,
hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho
y con esta serán cinco.
Si gran traidor fuera el padre,
mayor traidor es el hijo.
Y posiblemente la connivencia del rey de León, Alfonso VI, también hermano, porque al no contar el asesinado con herederos, pasaron los dos territorios a propiedad del de León. Por cierto, que una cosa es matar a un rey decentemente, como mandan los cánones, en un combate singular y caballeresco y otra muy distinta, asesinarle aprovechando que el hombre estaba en cuclillas haciendo de vientre. No se le mata a uno cuando se está defecando, hombre. Eso es de mala educación y de poco estilo. No obstante, en esto disienten los zamoranos, para los que el noble no fue un traidor sino un héroe. Normal. A nadie le gusta que asedien su ciudad.
El Cid
Y en esto aparece el Cid, con esa chulería y altivez característica de los marines y de los amigos de la sociedad del rifle. No sé por qué, pero en vez de bajito y moreno como correspondería a un español de aquel tiempo, se nos antoja alto, rubio y de ojos azules. Debe ser cosa del cine. Lo anecdótico del caso es que el noble se enfrenta al rey Alfonso al exigirle jurar que nada tuvo que ver en la muerte de su hermano Sancho. El rey accede a ello, pero enojado con Rodrigo lo destierra…
—Vete de mis tierras, Cid, mal caballero probado,
y no vengas más a ellas dende este día en un año.
—Pláceme, dijo el buen Cid, pláceme, dijo, de grado,
por ser la primera cosa que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro.
La Jura de Santa Gadea es un episodio inventado. Nunca ocurrió, a juicio de Javier Peña Pérez, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Burgos (*) El mismo profesor dice que el caballero tenía la pretensión de convertirse en un reyezuelo tras jurar en 1087 no volver a servir a ningún rey. Sus miras eran el reino de Valencia, por lo que conminaba a los dueños de los castillos a que le pagaran a él directamente los impuestos bajo amenazas de quitarles sus propiedades. Con el fin de que los habitantes del lugar se rebelaran contra el auténtico rey taifa de Valencia, se fue haciendo paulatinamente con los campos de cultivo, reduciendo así la cantidad de productos agrícolas que entraban en la ciudad. Sobre el asunto de las hijas también hay mucha ficción. No se llamaban doña Elvira y doña Sol, sino Cristina y María. No hubo “afrenta de Corpes” ni deshonra alguna. Se casaron, y muy bien por cierto, con un conde de Barcelona y un príncipe de Navarra. El Cid también tuvo un hijo varón que murió siendo joven en el campo de batalla. Luego será el pueblo, a través de sus juglares y de la tradición oral, el encargado de ensalzarlo, mitificarlo y casi divinizarlo. (Más tarde también contribuirán a ello desde el imperio del celuloide Samuel Bronston y Charlton Heston). Bueno, tampoco hay que obviar a los valencianos. No debemos olvidar que el Cid mantuvo a raya a los almorávides y conquistó con sus propios guerreros el reino taifa de Valencia, reino que volvió a caer en manos musulmanas a la muerte del caballero.
_______
(*) El Cid: entre el mito y la historia. Javier Peña Pérez (Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el día 10 de Noviembre de 2011)
y El Cid. Historia, leyenda y mito, Javier Peña Pérez. Editorial DOSSOLES S.L. Burgos, 2000.
Buenos días, Cayetano.
ResponderEliminarEste es un buen ejercicio de síntesis, no se pueden tirar mitos patrios con más rapidez y contundencia.
Desconocía que al rey Don Sancho le hubiesen pillado en un mal momento. Si eso le hubiera pasado en el siglo XXI, seguro que le hubieran dado un Premio Darwin.
Hablando de premios, pásate después de las 16:00 por nuestro espacio, que tenemos una sorpresa para ti.
Un saludo.
En realidad fue el rey Sancho quien traicionó a sus hermanos invadiendo el reino de León y sitiando Zamora. Luego los romanceros castellanos dieron la vuelta a la historia, como no podía ser de otra manera, y lo que pasó a la historia fue la versión castellana de los hechos.
ResponderEliminarUn saludo.
Como dijo León Felipe:
ResponderEliminar"Yo no sé muchas cosas, es verdad,/
pero me han dormido con todos los cuentos… / y sé todos los cuentos."
Ya decíamos el otro día que deberían contar la historia los unos y los otros, como no se puede enterar uno de las noticias de una sola cadena de televisión.
Un abrazo.
Anónimo Castellano: eso cuentan, que le pillaron con los "pantalones bajados". Me pasaré después de las cuatro por vuestra página.
ResponderEliminarUn saludo.
Nonsei: para los zamoranos Vellido Dolfos no fue un traidor sino un héroe.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: así es. Mejor tres periódicos que siempre el mismo.
ResponderEliminarUn saludo.
eso de matarlo en el momento de ir de cuerpo..es imperdonable,ya ni las paz de los excusados se respetaba
ResponderEliminarComo siempre, la historia la escriben los vencedores. ¡Cualquiera sabe que pasó! Del 23-F y del 11-M que hemos vivido hay cosas que se nos escapan, ¡como para saber cosas de hace siglos!
ResponderEliminarAdemás, en España nos encanta manosear la historia, véase en la dictadura o con los nazionalismos. De todas formas, parce ser que el tal Cid (Sidi, señor en árabe) tenía un puntito mercenario e iba por libre, a lo suyo, lo que no quita para que fuera un tipo eficaz y resolutivo
Un saludo
¡No hay derecho, hombre! Como la generación de españoles que crecieron viendo la serie "Ruy, el pequeño Cid" lea este post, se van a llevar un chasco gordo.
ResponderEliminarNando: el peor momento para que le maten a uno. No hay derecho.
ResponderEliminarUn saludo.
Carlos: claro, luces y sombras, matices, cosas buenas y malas. Ni leyenda negra ni leyenda blanca. La vida misma.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: no hay problema, luego para compensar que echen un vistazo a la enciclopedia Álvarez y que llenen su espíritu de esencias patrias.
ResponderEliminarUn saludo.
Acabo de terminar "El Cid", de J.L. Corral, y voy dándole fin a tus "Historias que no son cuentos", de las que he aprendido mucho, pero he de confesar que me gusta la figura del Cid que crea el Poema con sus tres cantares, mucho más que la chulesca imagen del romancero, pero si ya me convierten al Cid en un invento...¡qué penica!
ResponderEliminarRosa: históricamente, lo mejor es quedarse uno a mitad de camino entre el héroe y el hombre de carne y hueso, con sus miserias y sus ambiciones. A nivel literario ya es otra dimensión y cada uno se queda con lo que le apetece. Como en el caso de Ulises, un gran personaje de epopeya homérica, un referente literario y cinematográfico en mi infancia; pero seguramente un zorro y taimado sinvergüenza que engañaba a su esposa con cualquier petarda, por muy Circe o Nausica que fuera.
ResponderEliminarUn saludo.
Jejeje matar a un rey decentemente? Caray, aquí se estilaba el asesinato a traición, usualmente los incas preferían agarrar al adversario con el pantalón abajo.
ResponderEliminarCaray me destrozaste el mito que tenia respecto al CID jejeje Hasta ahora no he conocido ningún español de cabello negro al punto que pienso que es un mito! Jajaja
Recuerdo que en mi primer avisita a la ciudad de Zamora, mi padre, al que le encantaba la Historia (debo de llevar algo en los genes), m e llevó a las murallas y me dijo solemnemente: "aquí mataron al rey don Sancho mientras estaba cagando". Y entonces, yo una niña entonces, me dí cuenta de golpe que los reyes no eran como los de los cuentos, con corona en la cabeza, manto de armiño y un poco con el pie en el cielo, sino hombres como nosotros,
ResponderEliminarY del Cid, qué contar. Un mercenario a sueldo era y no más.
Un saludo
Gary Rivera: cada uno es libre de imaginar a sus héroes como le plazca. Y canallas siempre los ha habido a lo largo y ancho de este mundo.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen: tu padre sin quererlo puso su granito de arena para que te atrajera la historia. Con anécdotas también se aprende.
ResponderEliminarUn saludo.
La historia la escriben los vencedores...Por eso la idea de que la reconquista fue siempre guerrera. Incluso en Casarrubios, dicen que fueron puntales en la reconquista...Formas de contar la historia...Y a veces de entenderla
ResponderEliminarSaludos Cayetano.
En Zamora hay mucho mito o leyenda sobre este periodo que comentas, pero hay que comprender que una cosa es la literatura y otra la historia. Leí una biografía sobre Alfonso VI y el historiador consideraba que Alfonso VI fue un rey muy poco guerrero pero muy inteligente que sabía aprovechar los momentos y las desavenencias entre los moros para luego conquistar territorios como fruta madura, este es el caso de la conquista de Toledo. En cuanto al Cid hay más literatura que historia, algunos lo consideraban un mercenario sin importarle si era moro o cristiano y que el rey Alfonso VI no le tenía mucha simpatía porque acostumbraba a ir por libre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Manuel: se ha manipulado mucho este tema por razones de tipo ideológico. Al igual que ocurre hoy en otros lugares de España: intereses por contar la historia de determinada manera para que produzca determinado efecto entre la gente.
ResponderEliminarUn saludo.
Valverde de Lucerna: esa es mi opinión. Una cosa es el hombre y otra la leyenda.
ResponderEliminarUn saludo.
Hay que fastidiarse de lo que se entera uno con solo leer algo serio y sin ninguna implicacion mediatica.
ResponderEliminarPues nada a seguir bajando mitos de sus pedestales
Un saludo
En muchas ocasiones salía más rentable dejar en el poder a un reyezuelo y que pagase sus correspondientes parias a conquistarlo.
ResponderEliminarSaludos
J.M. Gonzalo: en eso estamos desde hace unos años. Bienvenido a esta modesta casa o tinaja.
ResponderEliminarUn saludo.
Javier: esa que dices es la política más sensata, lo que pasa es que hubo algunos caballeros que tenían unas pretensiones o ambiciones más elevadas, como el caso que nos ocupa.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Ah! El Cid. Cabellero campeador para unos, sidi, Mio Cid, para otros, es la gran figura medieval cuya leyenda supera su verdadera historia, convirtiéndolo en esencia de valores.
ResponderEliminarUn abrazo.
DLT: la necesidad de los pueblos de crear leyendas y mitos a partir de una realidad generalmente más anodina y gris.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo de Vellido no tiene perdón. Vale que si uno se siente llamado por la Historia y tiene que apuñalar, apuñale. Pero hombre, aunque seas asesino no pierdas la clase, un poco de estilo, eso no son maneras. Pobre rey Sancho, espero siquiera que le pillase después de.
ResponderEliminarAna Mª Ferrin: eso. Ya que te van a matar, al menos que esperen a que remates "la faena".
ResponderEliminarUn saludo.
Bueno, Cayetano, acabas de tirar por tierra la imagen idealizada que tenía del Cid. De ello se encargaron el Tercer Grado de Álvarez y mis maestros del Colegio San Isidoro. Don Andrés y Don Laureano me contaban sus hazañas como si hubieran estado presentes (no sabes cuanto los echo de menos).
ResponderEliminarTendré que revisar algunos aspectos que tenía asumidos de nuestra historia.
Un abrazo.
Pensando en lo que le has respondido a Rosa...he encontrado otra razón por la que me cuesta digerir algunos cachetazos de la historia...Es que en muchos casos sigo pegada a la literatura y sus personajes. Soy una mujer del arte, y "pa´eso" busco lugares como este espacio tuyo, que me ayuden a encontrar el camino intermedio entre los héroes y los hombres de carne y hueso. Una "penica" para mí también lo del Cid. Saludos, Cayetano.
ResponderEliminarAntonio: la historia que nos contaban era la que les interesaba a los que se beneficiaban de una España sin opiniones libres. Los maestros de entonces, unos pobres emisarios que tampoco se podían permitir el lujo de disentir.
ResponderEliminarUn saludo.
Patzy: dos miradas válidas, pero distintas en su finalidad. La artística/literaria y la histórica. La primera no busca la veracidad sino la emoción estética. La segunda se debe más a investigar lo que realmente ocurrió. Y luego hay opiniones para todos los gustos.
ResponderEliminarUn saludo.
"El ciego sol, la sed y la fatiga.
ResponderEliminarPor la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga."
Qué pena me daba cuando leía ésto ( y teníamos que memorizarlo).Continuar la marcha con sed y con fatiga para que el rey no sembrase de sal el campo trabajado por el padre de la niña de ojos azules me parecía siniestro.
Lo pintaban como un héroe.
Se me hace trizas!!!
Abrazo.
Carmela: a mí me gustaba esa imagen idílica que aprendíamos de niños a través del poema de Manuel Machado. El tiempo y la capacidad crítica nos fueron desmontando el mito poco a poco.
ResponderEliminarUn saludo.