San Miguel de Lillo (Asturias)
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De
“mitológica” habría que calificar esa visión tan especial y manipulada de la
Reconquista española que durante largo tiempo se vino enseñando en las
escuelas, donde se hablaba de una gesta heroica protagonizada por unos
valerosos y nobles guerreros que, habiendo sido acorralados en las montañas del
norte por los invasores musulmanes sedientos de sangre cristiana, supieron
luchar denodadamente hasta concluir la hazaña gloriosa al lograr en 1492 la expulsión de Boabdil el Chico, último rey
nazarí de Granada.
Una
visión con clara intencionalidad político- religiosa, altamente tendenciosa,
que conoce su máximo apogeo en los tiempos del franquismo, cuando se pretendía construir
la ideología oficial del régimen, el nacionalcatolicismo, a partir de
argumentaciones interesadas que lograran fortalecer sus cimientos con una base
sólida. Y qué mejor base que fabricar una epopeya con buenos y malos, donde los
buenos eran de una religión y los malos de la otra.
Eso explica que
muchas historias nacionales se escriban con frecuencia con una buena dosis de
leyenda que contribuya a resaltar la realidad pasada, frecuentemente menos
gloriosa y mucho más sucia y vergonzosa. Se abandona el rigor histórico y se
acude a la exageración y a la visión épica y romántica, disfrazando la verdad y
convirtiendo en historia lo que a veces es fruto de la imaginación, cuando no
de ocultos intereses inconfesables. Así surgen por doquier hazañas y héroes
como Viriato, azote de los romanos, o El Cid, que ganó una batalla después de
muerto, o Don Pelayo y su Batalla de Covadonga, donde la Virgen ayudó
milagrosamente a los cristianos.
La cosa empezó precisamente con la Batalla de Covadonga en el 722.
En realidad, si nos fiamos de la versión musulmana, pudo ser una chapuza.
Según los cristianos, una memorable batalla con ayuda de la Virgen María, una hazaña seguida de victoria, el inicio de la gloriosa reconquista.
Según las crónicas musulmanas fue poco más que una trifulca a pedradas entre un grupo de montañeses y un pequeño destacamento moro que andaba por allí explorando. Los apedreados calificaban esta “gesta heroica” como propia de “asnos salvajes”, a los que no merecía la pena perseguir por las cumbres. “Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?” (*)
Me imagino que no fue ni una gran confrontación militar ni una simple refriega. Ni una cosa ni la otra, posiblemente fuera una batalla modesta que contaba para los del lugar con la ventaja de jugar en casa y conocer bien los entresijos del terreno, los Picos de Europa.
El mito más increíble de todos sin duda es el de Santiago. Según Américo Castro, citado por Díaz Plaja (**), “los españoles se lo inventaron”. Un apóstol guerreando, matando infieles con su espada, al lado del pueblo elegido por Dios, interviniendo milagrosamente en la batalla de Clavijo, con su caballo blanco, inclinando la balanza a favor de los cristianos, resulta difícilmente creíble.
Es tremendo y hasta espeluznante que todo este tinglado turístico- religioso de caminos medievales y peregrinaciones donde la catedral gallega se convierte en la Meca de la Europa cristiana se haya construido sobre una leyenda que además de constituir una tremenda mentira, tiene como base algo tan poco cristiano como las matanzas de gentes de otras culturas y procedencias.
En realidad, si nos fiamos de la versión musulmana, pudo ser una chapuza.
Según los cristianos, una memorable batalla con ayuda de la Virgen María, una hazaña seguida de victoria, el inicio de la gloriosa reconquista.
Según las crónicas musulmanas fue poco más que una trifulca a pedradas entre un grupo de montañeses y un pequeño destacamento moro que andaba por allí explorando. Los apedreados calificaban esta “gesta heroica” como propia de “asnos salvajes”, a los que no merecía la pena perseguir por las cumbres. “Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?” (*)
Me imagino que no fue ni una gran confrontación militar ni una simple refriega. Ni una cosa ni la otra, posiblemente fuera una batalla modesta que contaba para los del lugar con la ventaja de jugar en casa y conocer bien los entresijos del terreno, los Picos de Europa.
El mito más increíble de todos sin duda es el de Santiago. Según Américo Castro, citado por Díaz Plaja (**), “los españoles se lo inventaron”. Un apóstol guerreando, matando infieles con su espada, al lado del pueblo elegido por Dios, interviniendo milagrosamente en la batalla de Clavijo, con su caballo blanco, inclinando la balanza a favor de los cristianos, resulta difícilmente creíble.
Es tremendo y hasta espeluznante que todo este tinglado turístico- religioso de caminos medievales y peregrinaciones donde la catedral gallega se convierte en la Meca de la Europa cristiana se haya construido sobre una leyenda que además de constituir una tremenda mentira, tiene como base algo tan poco cristiano como las matanzas de gentes de otras culturas y procedencias.
(Continúa)
_____________
(*) Al Maqqari. Citado por Francisco Pons Boigues, Los historiadores y geógrafos arábigo españoles (800-1450), Madrid, 1898, p. 418.
(**) Otra historia de España, Fernando Díaz Plaja. Plaza y Janés. Barcelona, 1973.
Fragmento perteneciente a mi libro "Historias que no son cuentos"
Ud sabe Cayetano que mito y mentira comparten algo mas que tres letras...
ResponderEliminarParece ser que el apóstol Santiago no sólo nunca estuvo en Hispania, sino que además, el que está enterrado en Santiago de Compostela podría ser un hereje. De lo que se desprende un hecho aun más milagroso: en Cesar Augusta se apareció la Virgen a alguien que nunca estuvo ahí. Eso sí que es un milagro de pata negra.
ResponderEliminarVer http://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_el_Mayor
Un saludo
Pues si, es lo que ocurre que tratamos de minimizar nuestras perdidas y por eso inventamos estas historias, en la última guerra que tuvimos con Chile los “héroes” que tuvimos han sido exaltados casi al nivel de santos! Pero claro asesinar a otras personas bajo la excusa de la guerra tiene casi el aire de justificación, pero es una salvajada!
ResponderEliminarNando: sólo que el mito tiene o puede tener cierta belleza literaria, epopéyica... Aunque no siempre es así.
ResponderEliminarUn saludo.
Carlos: como decía un conocido mío, "a todos los tontos se les aparece la Virgen." Lo del hereje enterrado estaría bueno que fuera cierto. Ya sería la repanocha.
ResponderEliminarUn saludo.
Gary Rivera: viene a ser un consuelo ante las propias miserias. Es humano. Pero los historiadores tienen que estar ahí, no alimentando más la leyenda.
ResponderEliminarUn saludo.
Hechos tan lejanos que resultan difíciles de explorar por la falta de testimonios contemporáneos y la posterior manipulación religioso-politica iniciada ya en la Edad Moderna bajo los catolicísimos Austrias y que culminaría con el Franquismo. Sin lugar a dudas un grupo de señore godo-latinos, es mexcolanzas entre lso antiguos romanos y las tribus godas que se generaron en la primera Edad Media en Hispania, que no harían sino defender su propio territorio y señoríos de las tropas moras hasta irse poco a poco haciéndose fuertes e ir "re-conquistando" o conquistando territorio en el Sur. Y avanzada la Edad Media y con el visto bueno de la Santa Sede el tema acabría por convertirse en cruzada...pero dista mucho el año 722 del 1492, 700 años de evolución política, intelectual, de intereses y religiosa...nada tenía que ver Fernando el Católico, un rico y triunfador rey renacentista, con don Pelayo, un señorucho godo-romano con escaso poder.
ResponderEliminarUn saludo
Las naciones se empeñan en buscar una epopeya fundacional y en momentos de enegenación patriótica exaltan ciertos acontecimientos históricos, los falsean, los inventan, se los apañan y hacen de ello banderas de una entelequia sin sentido.
ResponderEliminarsalud
Francesc Cornadó
Fue una manera interesada de contarnos la historia. En aquella España casposa dominada por la religión y Santiago, El Cid, Viriato...Después la historia ha mostrado la realidad o,al menos, una historia basada en datos no en leyendas, que nos ayuda a comprender nuestro pasado desde una visión más objetiva.
ResponderEliminarUn saludo.
La Historia es objetiva en tanto en cuanto sigue el camino de la Ciencia. Cuando se aleja para servir a una ideología pasa a ser mito, leyenda o, en el peor de los casos, propaganda.
ResponderEliminarSaludos.
No nos deja muy bien a los españoles eso de que nuestro santo patrón sea Santiago Matamoros, un personaje mitológico que no rebosaba santidad, precisamente.
ResponderEliminarEn fin, Santiago y cierra España.
Un saludo.
Que hubo leyendas, mitificaciones y mixtificaciones es obvio y hasta inevitable. Es propio de todas als historias nacionales surgidas a partir del XVI. Sin embargo que el proceso de reconquista existió también es cierto. Y no fue un invento de Franco, a pesar de la enciclopedia Álvarez, sino una realidad histórica (lenta, contradictoria, con parones y avances) demostrada por autores de raíz liberal e incluso republicana como Menéndez Pidal o Sánchez Albornoz.
ResponderEliminarUna interesante entrada como todas las suyas, que abre muchas preguntas y polémicas interesantisimas. Saludos, don Cayetano.
Cuando me lo contaron profesores reconocidos allá en mis estudios de carrera no podía creerlo. ¿Cómo demonios nos habían contado en el colegio semejantes patrañas? Lo que más me impresionó fue la historia del apóstol Santiago y la estrategia de legitimismo del inicipiente reino asturiano. Ver para creer. Y lo malo es que seguimos oyendo el mismo disco rayado.
ResponderEliminarUn saludo
Esta vez aunque llevas mucha razón no puedo estar muy de acuerdo ya que las mejores leyendas surgen de las crueles verdades que se transmitieron de boca en boca, por ello que por ejemplo del Cid mucho se ha contado y bastante está imaginado, pero hubo un gran hombre y dejó una huella que poco se puede achacar a la forma de enseñar la cultura de aquel régimen o de cualquier otro, por ello los historiadores y arqueólogos cada vez se vuelcan más no sólo en descubrir, también entender como pensaban y actuaban en aquellos tiempos y lo que para nosotros es un milagro absurdo, para ellos era un hecho inexplicable que simplemente se atrevían a denominar milagro.
ResponderEliminarUn abrazo y espero tu versión deesa Reconquista en la que pasamos del arrianismo Godo al Cristianismo feudal con poder en tierras y destreza política que nos dejó el país que hoy conocemos.
Retablo: todo es opinable y revisable. No hay verdades absolutas. Tan cierto como que durante la etapa franquista sólo había una versión de la historia, la que quisieron contarnos los vencedores.
ResponderEliminarUn saludo.
Carolvs: así es. Y pretender contarnos la historia a base de buenos y malos absolutos es un tremendo disparate.
ResponderEliminarMuy buena aportación la tuya.
Un saludo.
Francesc: la manipulación es fácil sobre todo en tiempos de crisis. Se busca un "malo" que haga de chivo expiatorio y se le echa la culpa de todo lo que pase. Si el pueblo es inculto, la cosa es más fácil.
ResponderEliminarUn saludo.
Valverde de Lucerna: la historia tiene luces y sombras. Todo es opinable. Nos gusten o no ciertas versiones. Cuando se convierte en oficial es cuando da miedo.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: así es. La historia de manos de cierta gente se puede convertir en propaganda.
ResponderEliminarUn saludo.
Nonsei: y el tinglado del camino de Santiago. Un origen terrible.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen: es que a muchos de hoy les sigue gustando la historia que se nos contaba en tiempos de Franco. Una pena. Así cómo vamos a avanzar.
ResponderEliminarUn saludo.
Jose Senovilla: lo que se transmite de boca en boca no tiene necesariamente validez científica.
ResponderEliminarY como comenté más arriba "la historia tiene luces y sombras. Todo es opinable. Nos gusten o no ciertas versiones. Cuando se convierte en oficial es cuando da miedo".
Un saludo.
La historia debieran contarla los vencedores y los vencidos; luego el lector saca la media aritmética y llega a tener una visión clara de la realidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Buenos días, Cayetano.
ResponderEliminarCiertamente es propio de todo régimen ilegítimo inventarse un pasado glorioso para justificar la legitimidad que no tienen ni pueden tener.
No hace falta que nos quedemos con Franco, fíjate en los inicios de la dinastía Tudor, de procedencia galesa y sin legitimidad ninguna. Hicieron propaganda a través de las historias del Rey Arturo (que ya tiene huevos la cosa).
Un abrazo fuerte.
Francisco: muy atinada esa observación. De seguirla, seguro que nos equivocaríamos menos.
ResponderEliminarUn saludo.
Anónimo castellano: así es. No es algo privativo de España. En todas partes hay "fechorías" parecidas.
ResponderEliminarUn saludo.
Te confieso que, esto de "disfrazar la verdad y modificar la historia" que tu dices, me preocupa mucho más cuando sucede todo en el presente, cuando se pinta una realidad mágica y uno, que está viendo otra cosa, no puede creer como hay quienes "se la creen". En fin, debo estar muy sugestionada! Abrazo, Cayetano.
ResponderEliminarPatzy: sí, porque si pertenece al pasado... pasado está.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues yo lei no hace mucho que la famosa batalla de Covadonga no fue en Asturias,ojo que yo soy Asturiano,que fue en Burgos por la zona de Briviesca concretamente.Asi que la historia esta escrita con intereses propangandisticos igual que hacen nuestros convecinos catalanes...La historia se repite antes Franco ahora el Mas..
ResponderEliminarSaludos
J.M.Gonzalo: hay muchas inexactitudes y exageraciones; pero en este caso, las crónicas musulmanas si recogen que hubo algo en la zona de los Picos de Europa. No una gran batalla, desde luego.
ResponderEliminarUn saludo.
Los mitos son recurrentes .Pululan por todos lados.Tienes razón cambian la veracidad de la historia.
ResponderEliminarLo de Pelayo no se lo cree ni un peque de cinco años.
Pero qué lindos son los Picos , el paisaje de Covadonga y San Miguel del Lillo!!!
Abrazos.
Carmela: esos paisajes son espectaculares como los mitos sobre la Reconquista.
ResponderEliminarSaludos.