Eso le dije a Marisole aquella tarde ante el televisor, mientras veíamos al unísono un nuevo programa del "Sálvame".
La verdad es que, de un tiempo a esta parte, mi novia le había cogido afición a aquello de la estética. Primero fue la dentadura completa, para sustituir las cuatro piezas pochas que le quedaban, y de paso se implantó cuatro incisivos adicionales porque todo el mundo le decía que cantaba muy bien con su vocecita aguda imitando a Fredy Mercuri: "Mamaaaa, just killed a man".
Luego vino el tabique de platino que sustituyó al perforado por su adicción inconfesable a la farlopa.
A continuación, el trasplante de hígado por su cirrosis hepática originada por el abuso de alcohol mezclado con ansiolíticos.
Tras su aparatoso accidente de moto, llegaron los hierros en cadera y fémur derecho y la pierna izquierda postiza.
Como fue perdiendo pelo, se agenció también una peluca que disimulara su alopecia.
Debo reconocer que al principio no hubo más remedio. No había elección. No era solo por estética, sino por necesidad dadas las circunstancias.
Pero luego fue por vicio que cogiera gusto al quirófano.
Primero se puso un par de tetas de la talla noventa y cinco.
A los seis meses llegaron los morros de bótox muy adecuados para cantar "Only you" a lo solista afroamericana.
Más tarde vino la silicona a sus glúteos para aparentar más culo.
No contenta con su transformación paulatina, que corría inversamente proporcional a nuestro saldo en el banco, se empeñó en que yo entrara en el juego aquel. Me pidió que me pusiera el cipote de titanio, recubierto de rugosa piel de serpiente pitón. Y sabe Dios que lo hice por satisfacerla, claro está.
Luego, tras mi caída por las escaleras, como consecuencia de aquella cogorza que pillamos, y dadas mis múltiples fracturas, me convenció para que reemplazara mis ya quebrados huesos por otros flexibles hechos de tuberías de pvc.
Después llegaron las prótesis para aumentar el grosor de mis brazos y hombros que quedaron recauchutados simulando un mayor volumen muscular.
Ella, por su parte, se sometió al cabo de un tiempo a darle la vuelta a su cara como el que se la da a un guante o a un calcetín. Parecía otra. Salvo una oreja que quedó descolocada y los ojos mal alineados, creo que estaba hasta más guapa.
Por mi cumpleaños me tuve que operar de hemorroides. De paso mi novia me regaló un agrandamiento de ojete para realizar con ella fantasías anales y, ya que estábamos, aprovechar para teñírmelo de blanco, que molaba mucho.
Por su santo le regalé algo que le hizo mucha ilusión: quitarse la papada y las bolsas bajo los ojos y con todo ello hacerse un monedero...
Así que para el día de los enamorados tuve el detalle de regalarle el implante definitivo: la prótesis mental. Era una intervención muy sencilla: anestesia local, escoplo y martillo, un par de golpes para levantarle la tapa y reemplazarle parte de su masa gris, a todas luces inservible, por bolas de poliestireno expandido.
El caso era rellenar el hueco.
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Texto publicado originariamente en lacharcaliteraria.com
Qué bueno y qué grande sós. Me encanta esta literatura satírica, autosatírica, siempre es saludable identificarse uno con el mundo, el demonio y la carne. Haréis el amor el 14 como dos robots cuasi perfectos. Preocupante la prótesis mental, eso puede descabalarlo todo. Pero me asombro. Si es lo primero que se ponen los telespectadores en cuanto se cuelgan de la televisión. Unos, prótesis rosas, de argumentos chorras sobre gentes chorras. Otros, prótesis malsanas sobre noticias de políticos malsanos, innobles, destructivos y birrias. Otros, para seguir sin tener ideas claras sobre el virus de moda y sus efectos multiplicadores. Etcétera. Preocupante esa prótesis, pero el texto que nos brindas es muy sabroso. Sigue.
ResponderEliminarGracias, Fackel. Tan solo hay que exagerar un poco lo que vemos a nuestro alrededor y ponerle dos gotas de humor.
EliminarUn saludo.
-A ver, si con este relleno ya deja de implantarse.El tampoco es flojo, tal para cual el amor todo lo puede :)
ResponderEliminarUna charca de lo más divertida hace falta muchas más que nos saquen una sonrisa.
Feliz día Cayetano
Me alegra mucho esa sonrisa tuya. Es lo que más se necesita en estos momentos.
EliminarUn saludo, Bertha. Feliz día.
Que mala leche, seguro que quedaba algo de masa gris en la mente del pendejo de la novia?.
ResponderEliminarSALUDOS
Posiblemente dentro del cráneo solo había recortes de la prensa rosa como relleno.
EliminarUn saludo, Francesc.
La silicona, los implantes de titanio, los tubos de PVC, el botox, etc. todo esto no tiene sentimientos. De todas maneras parece que están en ello, un grupo de científicos muy bien pagados están investigando cómo dotar de sentimentalismo todos estos implantes y adiciones. Ya están hablando de una sensibilidad aumentada y de una idiotez de enésima generación.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
No te extrañe. La estupidez humana no tiene límites.
EliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo, Francesc.
Seguramente esa sería la prótesis más necesaria y menos costosa.
ResponderEliminarMe ha divertido mucho la entrada.
Saludos.
Cierto. Hasta un cirujano inexperto podría hacerla. Solo es cuestión de rellenar el hueco de un coco vacío.
EliminarUn saludo, El tejón.
Pues es lo que se lleva, que le vamos a hacer. Lo del el cipote de titanio, recubierto de rugosa piel de serpiente pitón, también llegará.
ResponderEliminarPero creo que te has olvidado de tatuajes y piercings que van a juego con todo lo anterior, salvo si lo tenías preparado para otro post.
Esta sociedad da para momentos cada vez mas divertidos.
Un saludo, Cayetano.
Pues sí. Yo ya ando en lista de espera para cuando los vayan a implantar. Solo es cuestión de esperar un poco.
EliminarLos tatuajes y piercings ya tuvieron su día, hace mucho: http://latinajadediogenes.blogspot.com/2010/11/primitivos-de-hoy-en-dia.html
Un saludo, Carlos.
No recordaba este post. Interesante colección.
EliminarJajajajajaja, muy bueno, buenísimo, hacía tiempo que no leía algo tan divertido en un blog. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra saber que mi travesura por el mundo de la implantología te ha gustado.
EliminarUn saludo.
Hola Cayetano a ver si con ese último implante de masa gris la protagonista se centra y queda contenta.
ResponderEliminarQue bárbaro no tiene nada suyo , todo es postizo je je je .
Un saludo
Puri
Nada suyo ni siquiera esa parte del cerebro.
EliminarTremendo.
Un saludo, Puri.
Confiesa, Cayetano, tú has hecho un máster en prótesis; de otro modo no puede ser que manejes el léxico con tanta maestría. Como te comenté en La Charca, tu error es no haber empezado por el final. ¡Enhorabuena, tío!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Algo de eso hay: me acaban de poner un implante dental.
EliminarLo de empezar por el final me habría ahorrado el cuento. Así que no sé. Como idea es buena, pero...
Un abrazo, Paco.
Todo muy en su punto, si,....¡pero no nos has dicho la dirección del mecánico¡...Mándala rápido .
ResponderEliminarUn abrazo
Te la mando luego por privado, para que sea confidencial. Es muy bueno: te quita el pellejo que te sobra y te hace con ello unos calcetines para el frío.
EliminarUn abrazo, Miquel.
Cómo me he reído con tu relato, Cayetano!! Jajaaa!!! Buenísimo!!!
ResponderEliminarGracias, Laura. De eso se trataba: de reírnos de esa moda tonta de estar todo el día en la clínica estética, por llamarla así.
EliminarUn abrazo.
Qué buenooooo! El final simplemente apoteósico! Una crítica genial de la sociedad necia y consumista.
ResponderEliminarLa moda estúpida de no aceptarse uno a sí mismo, convirtiéndose uno en otra persona, en clave de humor descacharrante.
EliminarGracias, Emejota. Un saludo.
Haber empezado por ahí. Jesús! toda la pasta que se habrían ahorrado. Aunque no tuvieran monedero de piel auténtica para guardarla.
ResponderEliminarBesos, Cayetano.
Déjales que se gasten el dinero, que la economóa necesita tontos consumistas.
EliminarAbrazo, Arantza.
Si empìezo por el final me ahorro el cuento. Jejeje.
ResponderEliminarUn abrazo, Arantza.
Tenían que haber empezado por ahí... por cambiar la materia gris.
ResponderEliminarEn todo caso Cayetano, como siempre es un relato extraordinario y muy ocurrente. No esperaba menos por aquí
Saludos
El final era inevitable: cambio de cerebro.
EliminarGracias, Manuel. Un saludo.
Pues parece una ficción, pero, a veces, deja de serlo. Basta con implantarse una antena en el cráneo, para escuchar los colores, y otras cosas... que al parecer no se pueden percibir en sus dimensiones más desconocidas para algunos de nosotros.
ResponderEliminarUn saludo.
Con lo que se tomó Marisole en vida no necesitaba antenas para escuchar los colores ni ver buitres leonados en la cabecera de su cama. Le pegó a todo. Así andaba de escasa en materia gris.
EliminarUn saludo, DLT.
Ese implante final que comentas tenía que ser de serie ya, porque con tanta bobalización ya empieza a ser necesario, imagino que sea la siguiente vacuna. Cuidaros mucho "los dos".
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
Sí, creo que el implante lo colocan en cadena. Hay lista de espera.
EliminarUn abrazo, Irma.
jajajajajajajaja, ¡de terror!
ResponderEliminarExcelente tu relato lleno de humor negro.
Mil gracias, querido amigo, por tus felcitaciones por mi cumple y por haberte sumado al festejo. Besos y abrazos x2.
Sí, la moda de operarse por capricho se puede convertir en una historia de terror.
EliminarGracias a ti por tu comentario.
Un abrazo, Myriam.
Bueno si nos dices el que lo hace posible, me dará por satisfecha, aunque el botox y el mental no me apetecen.
ResponderEliminarSalud, Cayetano. Ironía al 200 por cien.Y me quedo corta.
Salud.
Anna Babra
Gracias, Anna.
EliminarHunor negro y exageración a partir de unas historias en parte reales.
Un saludo.
Dos Frankestein de la era moderna, en su punto entre realidad y personajes de cómic. Lo malo es que esto de hacerse cirujías estéticas en algunos casos raya la enfermedad mental más allá de las modas o del poder económico.
ResponderEliminarUn saludo
Eso es. Monstruos hechos de retales. Al final, muchos de los que pasan por el cirujano por el tema estético tienen la misma cara: monstruos clónicos.
EliminarUn saludo, Carmen.
Qué malo es el vicio. Sobre todo ese que para seguir con él, te convierte en un adicto al corta y pega.
ResponderEliminarPero hay que ser positivo porque eres un privilegiado. No todo el mundo tiene al lado un/una churry que pueda cantarte al oído el Onlyyú con toda propiedad.
Sin contar la envidia de tus amigos. Y de sus mujeres.
No entraré en detalles, pero lo del titanio y la pitón, es de un "savoir faire" exquisito. No se puede tener más clase.
Ante eso, querido Cayetano, ¡qué importa el saldo bancario!
Di que sí. Pa dos días que vive uno, total...
EliminarUn saludo, Ana.
¡Eres tremendo Cayetano! Ya he tenido un buen rato de risas, creo que el último implante no solo lo necesita ella, él ya va camino de ello.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Conchi. Me alegro que te hayas reído con el texto.
EliminarUn abrazo.