Horacio Pereira, el inventor de títulos para novelas (*), murió sin herederos. De eso no hay ninguna duda. Lo sabe hasta el Tato. Lo que ya no sabe todo el mundo es que, perdidos en una carpeta de su desván, dejó una buena colección de ellos. De herederos no, de nuevos títulos.
Tampoco es cosa conocida que Nicomedes Piernavieja, un editor de medio pelo, más aficionado a empinar el codo que a buscar nuevos talentos, había comprado la vieja casa de Horacio y tras apoderarse de su nutrida biblioteca y de beberse los restos de todas las botellas que encontró en el mueble bar y bajo el fregadero, también se apropió del negocio del antiguo propietario cuando, hojeando unas cuantas revistas viejas llenas de polvo, la mayoría de ellas de señoras en bolas, halló por casualidad la susodicha carpeta.
Allí, maravillado por su reciente hallazgo, junto a los ya conocidos títulos que se detallaron en su día, como La honradez de Marisa la pitonisa o El balcón de los geranios de Katmandú, se topó con otros más recientes:
Todos los sitios que visité (Memorias de un urólogo),
Cartas crueles: cuando la lascivia es arte (**),
El diácono sobón y sus acólitos impávidos,
La candidez de Beni Toboba Licón,
Bill Gates tiene un chip para ti,
El confesor caradura y las beatas maduras.
También halló el inicio de lo que podía ser una buena novela erótica. Todo el mundo sabe que lo más difícil es el arranque. Solo había que seguir tirando del hilo tras su comienzo esplendoroso:
Elena estaba harta de no comerse un colín y decidió cambiar de aspecto radicalmente.
En la clínica aquella le metieron en los morros medio kilo de silicona y se le puso boca de lechona lactante.
Luego le quitaron las bolsas de debajo de los ojos, parte de la papada y unas verrugas del dorso de la mano. Se lo metieron todo en un táper para que se lo llevara a casa.
Enseguida encontró novio. Se llamaba Cipriano.
Aquella tarde en el cine los labios de Elena se le ofrecían a Cipriano como una fruta madura. Cuando este la besó notó, además del olor a ajo, una potente erección no buscada y cómo todo el vello de su piel se erizaba en consonancia con su miembro enhiesto.
La epidermis de ella era suave como la de un melocotón y olía a esa mezcla de sudor rancio y deseo que emanan las mujeres enamoradas cuando son jóvenes y se lavan poco.
__________
(Continuará, tal vez)
(*) Véase el enlace a La Charca Literaria: https://lacharcaliteraria.com/horacio-pereira-vendedor-de-titulos/
(**) Véase el enlace a La Charca Literaria: https://lacharcaliteraria.com/cartas-crueles/ Este título se lo robó Horacio a Perico Baranda tras una noche que estuvieron los dos de farra por Barcelona.
joooooooooooooooooo
ResponderEliminar¡ podrías esmerarte un poco más y escribirla toda ¡
ya te pareces al gobierno...¡tooo lo dejas por la mitad ¡
¿Dónde un libro de reclamaciones?
Protestoooooooooooooooooooo
Sí, jejeje. Ya continuaré la historia otro día, si es que me atrevo. El libro de reclamaciones lo tiene Pere.
EliminarUn saludo.
Ojo con el descubrimiento guarrete! Creo que algunos de esos nombres ya ni figuran en el Diccionario de nombres de la Fundación de la Lengua :)
ResponderEliminarUn saludo!
Son antiguallas, nombres de tienda de antigüedades.
EliminarUn saludo, Félix.
¡Vaya par de personajes, Horacio y Nicomedes! Hay gente así en al vida real y aun mas raros. Me gusta cómo lo cuentas, es un estilo muy particular.
ResponderEliminarUn saludo.
Los hay peores. Estos son en el fondo unos santos.
EliminarUn saludo, Carlos.
Cuánto me gustan estas ficciones que se enfocan por lo aparentemente marginal y secundario, pero que son tan reales como la vida misma. De todos modos me has hecho pensar: unos buenos títulos pueden contener el libro entero. Otra cosa es que suplan el contenido o que atraigan para leer o que susciten rechazo de lo novelado. Me pone de buen humor lo que escribes, y eso en estas mañanas de otoño un tanto frías y lacias, es un estímulo. Sigue por esa senda, que veo que tienes mina de ideas y ocurrencias.
ResponderEliminarPor cierto, si yo te contase que el médico que me atendió al nacer se apellidaba Piernavieja ¿te lo creerías? Créetelo. ¿Ves qué cerca anda la realidad de la ficción?
Te felicito.
A ver si el médico ese tuyo era familiar del tunante este. El mundo es un pañuelo.
EliminarMe gusta que esta ocurrencia mía te haya alegrado la mañana.
Gracias por tu felicitación.
Un saludo.
Esto es mucho más que un hallazgo, Cayetano. Si Nicomedes Piernavieja había comprado la vivienda, o tenía un soplo o el viento de cara para darse con el tesoro. ¡Quién diera con una hallazgo así, con un filón de títulos para no tener más que añadir letra menuda!
ResponderEliminarEsperaré a que continue, o no. Un abrazo.
Vete a saber si la saga continúa. A ver si me inspiro.
EliminarUn abrazo, Paco.
Mira tu el Horacio...
ResponderEliminarA lo mejor estaba falto de... ya las revistas lo delataban...
Saludos Cayetano. Excelente como siempre
Sí, era un poco rijosillo el hombre.
EliminarGracias por tu amable calificación.
Un saludo, Manuel.
Como no continúe me voy a quedar a medias... Muy buen comienzo. Un saludo.
ResponderEliminarSi no continúa te puedes imaginar lo que sigue. Todo es echarle creatividad al asunto.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.
Tanto Horacio como Nicomedes tuvieron la oportunidad de abrir una oficina de "Patentes y marcas". Podían haber patentado y registrado aquellos títulos y encabezamientos.
ResponderEliminarSalud
Pues sí. A Horacio se le pasó ese detalle. De Nicomedes podemos esperar cualquier cosa. Todo depende de lo que se haya bebido.
EliminarUn saludo, Francesc.
Menuda imaginación la del tipillo y qué buenos nombres le plantas a tus personajes. Respecto a sus aficiones secretas, es de esperar que al menos le hayan aprovechado. Mientras no molestara y anduviera limpito .... que aparejar hambres diversas e imaginación puede resultar de lo más dañino. Solo puedo desearle que al menos el hombre disfrutara de sus títulos y demás visitas anales.... digo anuales, al urólogo.
ResponderEliminarEl verdadero problema es la doble moral social que margina a los pobres horacios y que ellos asumen tan ridículamente.
Dos personalidades muy recurrentes: el "genio" poco dado a airear su potencial creativo y el aprovechado de turno que vive del talento ajeno. Aquí, dos simples caricaturas.
EliminarUn saludo, Emejota.
Esto promete y mucho...
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
Promete, sí. Sobre todo para el espabilao de Nicomedes.
EliminarUn abrazo.
Me da pena que mataras a mi querido Horacio Pereira.
ResponderEliminarMe acuerdo muy bien de sus excelentes títulos y de haber usado tres de ellos, desde luego con tu permiso.
Besos y mi más sentido pésame.
Una pena lo de su fallecimiento; pero tiene sucesor: Nicomedes Piernavieja, un sujeto con pocos escrúpulos.
EliminarUn abrazo, Myriam.
QUE RARO! se me ha pasado este artículo. Es que se ha borrado la URL en los blogs, ya me pasó con otro. Ya lo he arreglado.
ResponderEliminarMe alegro que lo hayas podido arreglar.
EliminarUn saludo.
Espero que continue y que me prestes algún título que no esté en uso.
ResponderEliminarOcurrente,sí señor.
Salud, Cayetano.
Anna Babra
La historia está en manos de Nicomedes no en las mías. A saber lo que hará.
EliminarMuchas gracias, Anna. Me alegra que el texto te parezca ocurrente.
Un saludo.
Habrá que animar a Nicomedes Piernavieja a que prosiga en su empeño de esa novela erótica. Una amante con boca de lechona lactante y un adonis de nombre Cipriano, del que ya el cuplé de Olga Ramos avisaba de sus intenciones, promete. Buena semana.
ResponderEliminarSe lo diré de tu parte, Ana. A ver si se anima a continuar la historia, que ahora se lleva mucho el erotismo.
EliminarUn saludo y buena semana también para ti.
Que continúe, que continúe, que el inicio promete y mucho. Quedamos a la espera.
ResponderEliminarSaludos
Ya veremos. A ver si se le ocurre algo a Nicomedes.
EliminarUn saludo, Carmen.
Me gusta esta charca uff tiene mucha chispa y como bien dice Carmen esperando la continuación...
ResponderEliminarFeliz puente Carmelo abrazos
Gracias, Bertha.
EliminarFeliz puente igualmente.
Será interesante la continuación. Feliz semana.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí, me supongo que alguien continuará la historia. Antes debe comprar los derechos del inicio de la historia y Nicomedes es un poco avaricioso. Veremos qué pasa.
EliminarUn abrazo, Conchi.