Leocadio era su auténtico
nombre, según la inscripción en el registro civil tras su nacimiento. Para los amigos y conocidos era simplemente Leo, un tipo
peculiar:
—Tú pregunta, pregunta, que soy
una enciclopedia.
Lo decía y se quedaba tan pancho.
Cualquiera que no lo conociera pensaría de él que era un pedante; pero no, nada
más lejos. Simplemente no le gustaba demostrar su desconocimiento de casi todo
y reconocer que no sabía apenas nada. Estudios creo que, como mucho, tenía los
primarios, porque su padre lo secuestró muy tempranamente y, por razones de
necesidad familiar, se lo llevó a los doce años consigo para que le echara una
mano en la finca con las vacas. Trabajo duro el que había en aquella España
rural de principios de los años cincuenta. Su padre, Eulalio, pensaba que eran
muchas las bocas que había que alimentar en la familia, que hacían falta más
manos en el establo y que el colegio era un lujo que no se podían permitir. Por
eso, un buen día se presentó en la escuela, entró en el aula donde estaba Leo,
se quitó la gorra respetuosamente y, sin dar siquiera los buenos días al
maestro, más por timidez que por mala educación, se dirigió visualmente a su
hijo y, sin mediar palabra, ladeó la cabeza hacia la puerta, a la vez que hacía
un movimiento con el pulgar de la mano derecha señalándola, de tal forma que el niño interpretó
correctamente aquel gesto como un "venga, recoge y vámonos". Todos
enmudecieron, los alumnos y también el
maestro, quien se quedó haciendo cábalas mentales sobre quién sería el
siguiente en desertar de las filas escolares. Y, desde ese día, Leo cambió los
libros por la faena con las vacas. Pronto se especializó en repartir el forraje
a los animales, darles de beber, limpiar el establo y ordeñar las ubres en esos
cubos de zinc. Y la escuela, lo aprendido en sus años de niñez, fue quedando
lejos, en el recuerdo, como algo propio de la infancia. Y Leo creció y se hizo
un hombre. Y después, cuando los padres se fueron haciendo mayores, heredó el establo
y las vacas. Y de vez en cuando iba a la taberna del pueblo a tomar un chato de
vino o a echar una partida con los amigos. Y siempre que salía un tema, él
invariablemente decía:
—Tú pregunta, pregunta, que soy
una enciclopedia.
Daba igual de lo que hablaran:
del tiempo, de la cosecha, de política (esto siempre en voz baja) o de lo que fuera. Y como todos le
conocían de sobra, nunca se extrañaron de la atrevida salida de tono del amigo
de partida. Ya estaban acostumbrados. Y es que Leo era un buen tipo. Muy
bocazas y fanfarrón, pero buen tipo en el fondo.
—Dicen que van a mandar un cohete
a la Luna —decía Matías mientras ponía la ficha del tres doble tras dar un
golpecito con ella en la mesa.
—Sí, lo he oído en el parte por
la radio. Cosa de los americanos —replicaba Leo.
—Y, digo yo, que si andan
pinchando las nubes con tantos cohetes, que a lo mejor joroban el tiempo y
luego ni llueve ni na —intervenía Paco—. ¿Tú qué dices, Matías?
—No sé. Pregúntale a Leo.
—Tú pregunta, pregunta, que soy
una enciclopedia —contestaba el aludido sin levantar la vista de la mesa en la
que jugaban al dominó. Pero nunca
respondía nada. Tampoco nadie esperaba una respuesta. Por eso seguían con la
partida como si nada.
Pobre Leo, seguro que hubiers querido seguir estudiando. Hay mucho de frustración, creo yo, en ese "pregunta pregunta....."
ResponderEliminarBesos
Sí. No parecer un ignorante. Una asignatura pendiente: la escuela que perdieron.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Ahora que estamos en campaña electoral, creo que la coletilla del bueno de Leo se oye demasiado, salvo que en vez de guardar silencio como respuesta, prometen el oro y el moro. Me quedo con Leo y sus vacas.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano.
El disputado voto del señor Leo.
EliminarUn saludo, Carlos.
Quién sabe...el hombre a lo mejor si conocía la respuesta, pero no quería decir nada...no le fuesen a malinterpretar...
ResponderEliminarSaludos Cayetano. Bueno como siempre
Tenía la sabiduría de las gentes sencillas.
EliminarUn saludo, Manuel.
No conviene confundír el culo con las temporas Una cosa es la sabiduría verdadera, que no admite complejos sin análisis y que se produce en cualquier circunstancia, puesto que es cuestión de naturaleza e instinto del individuo y otra es la acumulación de datos más bien menos conectados que más, adquiridos a través de la buena memoria y de la fortuna de la sociedad donde haya nacido.
ResponderEliminarConozco muchos Leos dignos de respeto que saben cuando cerrar la boca. Insisto, la sabiduría es cuestión de naturaleza e instinto.
El Leo que mencionas, a través de sus palabras de hombre joven, algo de complejo debía tener el pobrecito nacido en una sociedad cuyos valores resultan tan superficiales.
Lo ideal sería disponer de oportunidades, sabiduría y capacidad de retención.
Complejo. Esa es la palabra. Y algo de resentimiento.
EliminarSaludos, Emejota.
Recuerda que la mejor respuesta es la que no se da.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí. Sin duda.
EliminarUn abrazo, Miquel.
Está claro que le hubiese gustado estudiar, saber más, y es un tema no resuelto en su vida pero asumido. Es un ejemplo de las muchas vidas de aquella época que trabajaban en lugar de estudiar, sin embargo esto no significa que fuesen infelices. Estudiar no da la felicidad, la vida sencilla la mayoría de las veces si.
ResponderEliminarSAludos.
Evidentemente. Pero secuestrar a un niño que está en la escuela, hoy sería de juzgado de guardia. Otros tiempos, otras necesidades, otra visión de las cosas.
EliminarSaludos, Manuela.
La Álvarez se usaba en mi escuela y de ella había que memorizar una lección cada día. Era un ambiente rural y muchos niños dejaban la escuela demasiado temprano para dedicarse a las faenas agrícolas. Yo tuve la suerte se salir a los 10 para hacer el bachillerato; pero no pocos de aquellos muy poco ilustrados con la "Álvarez" han sido expertos en el café y otro incluso en los negocios. En suma, Cayetano, que tus personajes son sacados de la realidad por la experiencia o por la pericia de tu intuición.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y por lo que escucho a los demás. Esta historia tiene un fundamento real.
EliminarUn abrazo, Paco.
Ocurre a menudo, muchos dicen "tu pregunta", pero luego a la hora de dar una respuesta se quedan mirando el juego. ¿No será que, en el fondo, quieren decir "tu pregunta" que no conseguirás nada? y luego todo pasa como si fuera una partida de dominó si que nadie dé respuestas.
ResponderEliminarSaludos
Francesc Cornadó
Ganas de no complicarse la vida.
ResponderEliminarLo del dominó relaja mucho, entretiene y hace que los parroquianos no piensen demasiado en cosas malas como el sexo o la política.
Un abrazo, Francesc.
Pues yo creo que hubiera llegado a Notario, por no decir más. Se atisbaba en Leo el anhelo de aprender y crecer, era une espíritu curiososo, a buen seguro, aunque la vida lo llevó por otros derroteros. Muchos "Leocadios" se han quedadao en el camino...
ResponderEliminarSaludos!
Muchos, en efecto. Algunos vuelven a la escuela después de jubilados. Yo tuve algunos en la Escuela de Adultos.
EliminarUn saludo, Félix.
Como a tu protagonista, hay algo que acompaña a quienes no tuvieron ocasión de formarse en grados superiores, pero que a lo largo de la vida supieron informarse y tener una opinión lúcida de las cosas: La discreción. Por lo que quizá ese "Tú pregunta" de Leo, iba enriquecido de cierta retranca. Saludos.
ResponderEliminarVete a saber. Tú creas un personaje y luego adquiere su propia personalidad y se busca la vida. Suele pasar.
EliminarUn saludo, Ana.
Mis hermanos tuvieron este libro, si no me equivoco hay uno por algún lado de mi casa.
ResponderEliminarSi.La famosa Enciclopedia Álvarez. Todo un clásico escolar.
EliminarSaludos.
Siempre es útil tener la respuesta adecuada para la pregunta no formulada.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Y siempre la misma.
EliminarUn saludo.
Ese libro forma parte de una generación donde se aprendía de todo un poco y tu protagonista cogió la parte del todo como si fuera un mantra y aunque en realidad era poco lo que sabía.
ResponderEliminarSaludos Cayetano.
Puri
Muy poco. La escuela pasó poco por él.
EliminarUn saludo, Puri.
Pues tiene cierta gracia la entrada, pues aunque hay muchos como Leo, que no responden; hay más de los que hablan sin saber lo que dicen.
ResponderEliminarSaludos.
Aunque pueda parecer mentira, el texto está basado parcialmente en un caso real, muy cercano.
EliminarUn saludo, DLT.
Se quedó con las ganas de saber.
ResponderEliminarY en el fondo hay algo de resentimiento y de envidia hacia los que sí pudieron estudiar.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.