-Esta no es la forma adecuada de terminar- pensó para sí-. No me gusta este desenlace.
Y acto seguido hizo un gurruño con el folio que tenía delante y, como venía siendo habitual desde hacía varios meses, lo tiró por delante de su mesa donde trabajaba y, como pasaba en el 90% de las veces, la bola de papel caía irremediablemente fuera de la caja que estaba preparada en el suelo para tal fin. La caja se mostraba casi llena, pero alrededor de ella siempre había una buena colección de lanzamientos fallidos en forma de papeles arrugados, ensayos desechados, abortos de ideas malogradas, toda una colección de proyectiles fuera de la diana.
Llevaba trabajando en su nuevo
proyecto algo más de un año. Y lo que pensaba que era tarea fácil –solo faltaba
concluir todo con una especie de epílogo, el colofón, el broche final-, se
estaba convirtiendo en un reto casi imposible que amenazaba con mandarlo todo
al garete.
Le gustaba trabajar a la vieja
usanza. Nada de ordenador. Tan solo papeles y bolígrafo. Casi siempre folios a
medio usar, comunicados del banco, recibos, propaganda del buzón… impresos solo
por un lado. Así se sentía más cómodo. Le provocaba un cierto rechazo el
inmaculado folio cuando estaba virgen por las dos caras. Tal vez una manía sin
fundamento o un producto de su propia inseguridad: cierto temor a defraudar al
papel impoluto que se ofrecía ante sus ojos. Había también una pequeña excusa
de tema ecológico: la necesidad de reciclar. Cuando se escribe algo que no merece la pena
sobre papel ya usado, no hay remordimientos al tirarlo. Al diablo con el papel.
No se pierde gran cosa.
Caja real de gurruños
-No, no
es la forma adecuada. Terminar así, de una manera tan fría… A no ser que…
De
pronto, un destello relampagueó en su mente. Como una sacudida eléctrica, una
idea ocurrente parecía abrirse paso entre las tinieblas de su cerebro y, removiendo
las telarañas que amenazaban con imponerse a sus neuronas, salió a la luz un
pensamiento, como un torrente en forma de palabras a través de sus labios…
-¡Carajo, ya lo tengo! Mira que estaba dormido para no darme cuenta. Es más fácil de lo que pensaba.
-¡Carajo, ya lo tengo! Mira que estaba dormido para no darme cuenta. Es más fácil de lo que pensaba.
Y por fin se obró el milagro.
Fragmento
de un capítulo de En la frontera ( un pdf de descarga gratuita)
Nota:
Hace poco, un seguidor de este blog me sugirió la idea de hacer una especie de "En la frontera II", con colaboraciones voluntarias de otras personas, siguiendo un poco la línea original: relatos protagonizados por personajes históricos donde aparezca algún tipo de frontera, física o psicológica, adecuados en su extensión para ser publicados como entradas independientes en este blog. Por supuesto que me parece una idea estupenda y animo a ello a todo el que quiera enviarme su colaboración. Solo tiene que ponerse en contacto conmigo a través de mi correo electrónico. Así que ánimo.
Esto me ha pasado a mi en alguna ocasión, ahora con los procesadores de textos hay menos gurruños esparcidos por el suelo...
ResponderEliminarSaludos
Se ha perdido el toque romántico de escribir como los antiguos. Como el chasquido de los viejos vinilos cuando poníamos música en el tocata.
EliminarUn saludo, Félix.
Así pasa que uno a veces está atascado, hasta que surje la idea.
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano
Y el desatascador no lo venden en las tiendas. Es cosa de musas y de magia.
EliminarUn abrazo, Myriam.
He de reconocer que he empezado la lectura del libro precisamente por este capítulo: ¡La curiosidad pudo conmigo! Me ha parecido una gran idea este "a modo de epílogo", mezclando voces de distintas épocas pero de sensibilidades paralelas - y espero no caer en la revelación de secretos con estas palabras, jaja
ResponderEliminarMe siento muy identificado con "mi" personaje, por cierto.
Un saludo, Cayetano
Has hecho muy bien. De hecho, era una posibilidad al organizarse todo en plan puzle. Solo que el postre era el plato principal.
EliminarLo del personaje me lo pensé mucho. Imaginé que estaba a tu medida.
Un saludo, Xibelius.
Hola Cayetano, yo antes también escribía como tu protagonista, pero al final claudiqué y me pase al ordenador. Esa monte de papeles arrugados se convirtió en una vacía papelera que me observa desde su rincón.
ResponderEliminarEl conseguir un final para un texto es una lucha denodada que muchas veces acaba con la paciencia del escritor,pero cuando surge la luz es maravilloso.
Un saludo Cayetano.
Puri
Mi personaje es un nostálgico de la escritura a mano. Hoy no creo que nadie arrincone el ordenador para estos menesteres. Es muy útil.
EliminarUn saludo, Puri.
Bueno, si la tecla "borrado" de mi teclado pudiese hablar. . . .
ResponderEliminarLo malo del caso es que cuando me llega a mi la "iluminación" suelo estar en cualquier lugar menos en mi despacho. Por suerte existen las libretas de notas, y en el pero de los casos, la grabadora de voz del móvil.
Para la sugerencia, tengo el personaje, tengo el momento, y las consecuencias. Si el proyecto cuaja, avísame y en unos días tendré listo el capítulo.
Un abrazo.
Cuaje o no cuaje, siempre admitiré colaboraciones de los amigos que quieran participar. Así que, piénsatelo y si te apetece... aquí estamos.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
El atasco se suele remediar a base de darse cabezazos contra el muro hasta que aparece lo que buscamos. Romper fronteras a cabezazos, insistiendo e insistiendo. Al final, se hace la luz ... o un traumatismo craneal.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano
PD. Me parece una buen idea lo que mencionas sobre colaboraciones, a ver si saco algo de tiempo, del que no voy muy bien servido.
Ser tenaz tiene su recompensa; aunque nos llenemos de chichones.
EliminarY siempre serán bienvenidas las aportaciones de los amigos.
Un saludo, Carlos.
Un gran historiador giennense, quizás el mejor, escribía en sobres usados y papeles a medio usar, como usted ha mencionado en su entrada. Era hombre generoso, quizás la razón que usted dice, era la misma que originaba en él este hábito.
ResponderEliminarUn saludo, amigo don Cayetano.
Un hábito saludable. Derrochar innecesariamente es malo para el bolsillo. Así se puede disponer de dinero para otras cosas.
EliminarUn saludo, Ángel.
Ese momento del final, cuando se encuentra La Frase o La Palabra Justa, es glorioso. En este caso el autor no sólo ha conseguido la especie con el aroma preciso para sazonar el libro. También, gurruño tras gurruño, se ha vengado de los bancos y demás entes, aprovechándose aunque sólo sea una nanopartícula, de lo que ellos todos llevan haciéndonos a nosotros todos desde siempre. Por eso y por las buenas horas que nos augura su lectura de la que daremos fe, envío desde aquí al autor mi corona virtual de laurel.
ResponderEliminarDon Cayetano, queda usted nombrado Caballero de la Muy Noble y Muy Leal Orden Del Amanece Que No Es Poco.
Vale
Muchas gracias por el nombramiento. Reservaré un lugar de mi nueva casa (si es que por fin me mudo) para semejante título. El laurel lo pongo yo, que conservo un bote para los guisos, que no solo de palabra vive el hombre (y la mujer), sino también de suculentos platos bien sazonados.
EliminarUn abrazo, Ana Mª.
Cuantas veces me ha ocurrido...Está tarde por cierto...Pero ya lo logré.
ResponderEliminarVas el jueves a la presentación?? Hablamos entonces.
Saludos Cayetano.
El jueves nos veremos por allí para oír y saludar a nuestra amiga presentadora. Seguramente acerquemos el coche hasta cercanías que, desde Atocha, la librería en cuestión nos queda cerca.
EliminarNos vemos.
Un saludo, Manuel.
Es cierto que existe una barrera a la hora de empezar a escribir en un nuevo folio en blanco, yo aprovecho todos los márgenes y ángulos del papel antes de pasar a otro, aunque soy igual de desorganizado frente a la pantalla.
ResponderEliminarEs interesante lo que propones -tengo 'En la frontera' descargado y pendiente de lectura, aunque tengo un atraso a este respecto-. No me prodigo mucho en prosa, la verdad, pero si escribiera algo que crea que merece la pena, te lo mandaría. En cambio, es un tema que en poesía sí trato, como por ejemplo en el poema que he publicado hoy. Si te interesan poemas, entonces sí que algo más podría aportar.
Un saludo, Cayetano.
Ya ne contarás qué te parece cuando lo leas.
EliminarDe momento, el tema fronterizo, aunque da para mucho, lo limitaremos a la prosa con personajes reales de la historia o del mundo de la cultura. Ya veremos qué derroteros puede tomar esto, si es que toma alguno.
Un saludo, Pedro.
Pues le hará gracia, y hasta a mí me hace sonreír, pero yo me he visto en el pasado escribiendo cosas sobre papeles de esos. Y también soy más de hacer bolas con lo inservible que de rasgarlos en varios pedazos.
ResponderEliminarUn saludo.
Te creo. De hecho esa caja llena de gurruños es -era- real, aunque solo una pequeña parte proviene de intentos fallidos. Jejeje.
EliminarSaludos, DLT.
No suelo escribir casi nada, ya que no estoy dotada para ello, pero cuando lo hago en cualquier papel me vale, desde el reveso de un factura a una servilleta de papel si me coge en una cafetería. Tu idea me parece genial Cayetano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo de escribir, como montar en bici, todo es cuestión de práctica.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Me lo he descargado para leerlo con tranquilidad. Promete.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero que te guste.
EliminarUn abrazo.
Yo gurruños no pero apilo todo papel inservible de manera que forma un manuscrito que bien se podría parecer a un testamento. Antes hacía bolitas pero llegó un momento que mi mesa parecía tener sarampión y el lanzamiento a la caja no se me da bien además, luego hay que doblar el espinazo y recoger todos los intentos no encestados.
ResponderEliminarYa tengo descargado el PDF
Besos, Cayetano
Una obra para compartir. Un orgullo que la lean mis amigos.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Una buena iniciativa voy a leerlo y en cuanto a las pelotitas o gurruños que me gusta más, parece el nombre de un dulce, estoy totalmente de acuerdo que los mejores remedios o finales siempre suelen ser de sopetón.
ResponderEliminarUn abrazo Carmelo feliz otoño
Para mí que la obra se lea es realmente gratificante. Ya me contarás si te gusta.
EliminarUn abrazo, Bertha.
Yo he tenido que rendirme al ordenador, pero también hice mis buenos gurruños no hace tanto.
ResponderEliminarVaya, habrá que pensar en esa propuesta suya!
Buenas noches.
Bisous
Todos acabamos rindiéndonos al ordenador. Es cómodo y permite almacenar cosas y ahorrar papeles y "gurruños".
EliminarLa frontera queda abierta para los que quieran participar. Yo, por mi parte, dentro de nueve días cerraré el chiringuito un tiempo. He de ocuparme del cambio de casa. ¡Uf!
Un abrazo y buen domingo, madame.