Con la decadencia del fervor religioso en las últimas décadas entre gente joven y de mediana edad, muchos ciudadanos han optado por buscar su confesor lejos de las iglesias.
Y han preferido un interlocutor laico. Por eso han florecido como setas los adivinos, los echadores de cartas y, sobre todo, los psicólogos, los psicoanalistas, los psicoterapeutas.
Con el cambio a una sociedad impregnada de laicismo, ninguna persona aspira ya a una estupenda vida ultraterrena, sino simple y llanamente a que su vida “terrena” sea más llevadera y, al menos, si no encuentra aquí el paraíso, que no se acabe convirtiendo su existencia en un infierno.
Esta mañana Manuel ha salido de casa. La calle amaneció cubierta por una espesa capa de nieve. Falta muy poco para la Navidad y el barrio parece una postal -típica y tópica- que podría servir de decorado para estas entrañables fiestas.
El destino de Manuel es la consulta de Ariadna González, afamada especialista que regenta un prestigioso gabinete de psiquiatría y psicoterapia. (*)
Manuel tiene cita concertada, como viene siendo habitual desde hace un mes, todos los miércoles de 12:30 a 1.
Lo que desconoce Manuel, nuestro paciente, es que, mientras él está tumbado en el diván y cuenta sus cosas, ella se entretiene ese día en hacer la lista de la compra:
Pan, azúcar, leche desnatada…
Anota en su libreta. Hace que escucha, pero está ausente. Su semblante, sin embargo, permanece atento y serio como requiere el relato del paciente. De vez en cuando asiente con la cabeza…
Y el del diván sigue con su patética historia:
- Siento que nada tiene sentido. Creo que tiré mi vida a la basura…
…Bolsas de basura, bote de detergente, suavizante para la lavadora…
La doctora Ariadna desconecta a ratos de las “confesiones” de este maníaco obsesivo compulsivo con tendencia depresiva. Su caso es evidente. Requiere medicación adecuada y que crea que el especialista le escucha…
- Llevo una vida perra, arrastrada… Soy un inútil. Si por mí fuera estaría todo el día tumbado, sin hacer nada…
…Un saco de comida para el perro, ver edredones de oferta…
- Soy incapaz de mantener una relación. Mi vida sexual es un asco…
… Ver regalo de Juan por su cumpleaños, recoger fotos aniversario de boda…
- Desde la adolescencia no levanto cabeza. Yo pensaba que lo mío era pasajero, cosas de la edad del pavo...
... Casi mejor pescado al horno que pavo para la cena de Nochebuena, menos indigesto...
- Desde la adolescencia no levanto cabeza. Yo pensaba que lo mío era pasajero, cosas de la edad del pavo...
... Casi mejor pescado al horno que pavo para la cena de Nochebuena, menos indigesto...
Disimuladamente, la doctora gira un poco su muñeca izquierda para ver la hora. La consulta está tocando a su fin. Llegará con tiempo suficiente al supermercado antes de volver a casa.
Aunque está segura de que se le olvida algo importante en la lista. No lo logra recordar. Era algo primordial, pero no de comida ¿Qué sería?
El paciente concluye:
- Doctora: voy de culo. Tengo una vida de mierda.
La doctora sonríe para sus adentros. Acaba de recordar y apunta...
La doctora sonríe para sus adentros. Acaba de recordar y apunta...
... Papel higiénico.
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(*) Personajes importantes de “Desde el laberinto”, traídos aquí con motivo de las fiestas.
Este cuento no pertenece al libro. Tan solo es una travesura ocasional.
Este cuento no pertenece al libro. Tan solo es una travesura ocasional.
No es la primera vez que un paciente me recuerda lo que debo comprar en el supermercado :D
ResponderEliminarFelicidades Cayetano. Mucha salud (el décimo que más toca...creo) en está navidad
Como buen profesional haces bien en desearnos salud. Así no atiborramos el servicio de urgencias con cólicos y demás.
EliminarUn abrazo y felices días. Y esperemos que tranquilos.
Gracias por el "extra", se agradece porque se queda uno con ganas de más¡
ResponderEliminarUn abrazo
Es lo que tiene ser el "padre" de estos personajes, que a veces se les hace cada jugarreta que pa qué. Jejeje.
EliminarUn abrazo navideño.
Me ha encantado, si bien no me parece una travesura sino más bien una clarividente narración. El final apoteósico.
ResponderEliminarLa defecación resulta imprescindible. Existen dos maneras: tras el proceso del laberinto intestinal a traves del ano y tras el proceso del laberinto cerebral a través de boca y si se aprendió a escribir de manos.
Estudié psicología cuando era una rama de Filosofía pero ahora reconozco que ha resultado un verdadero privilegio no ejercer profesionalmente. Un secreto: No me gustan nada, y dan pena, en general. claro.
Los "pepsicólogos" ni sé; pero de los psiquiatras siempre pensé que estaban peor que sus pacientes. Contagio puro, como nos pasa a algunos de la docencia que somos más traviesos que algunos alumnos.
EliminarUn abrazo, Emejota.
Ja, ja, que no nos falte el humor. Besazos, querido amigo.
ResponderEliminarEl día que nos falte el humor, estaremos perdidos.
EliminarUn abrazo, Isabel.
Me ha encantado, Ariadna y su hilo de pensamiento... dental.
ResponderEliminarUn abrazo
Típico de Ariadna es pensar siempre en ella misma y usar a los demás.
EliminarUn abrazo, Carlos.
Cada cual huye de su rutina cotidiana como puede. El enfermo descargando sus problemas en la psicoanalista; ésta evadiéndose poniendo su mente al servicio de la lista de la compra; el alumno pensando en sus vacaciones; el oficinista admirando el fondo de pantalla adornado con una foto de una playa y palmeras; el trabajador de una tienda hablando con los clientes que entran aunque no compren; el ama de casa poniendo la radio... y así en una lista sin fin.
ResponderEliminarUn saludo
En efecto, un deporte muy humano. Tal vez demasiado, pero comprensible.
EliminarUn saludo, Carmen.
Nadie logra desnudarse completamente delante de un amigo, ni de un hermano ni de la pareja porque normalmente el ser humano tiene miedo a decepcionar. El psicoterapeuta cumple la función de escuchar ( o aparentar que escucha) y el paciente sabe que nunca le va a pasar una factura emocional por lo que ha escuchado. Es cómodo para ambos, uno cobra dinero y el otro vomita penas. Me ha encantado la clave de humor con la que desarrollas el relato.
ResponderEliminarUn abrazo Cayetano
Viene a sustituir, en muchos casos, al confesor al que algunos cuentan sus "pecados": una persona que por su lejanía contigo y por su código ético no va a ir contando por ahí tus cosas.
EliminarUn abrazo, Ambar.
ja,ja,ja.. Felices fiestas. Un abrazo
ResponderEliminarIgualmente, Antorelo.
EliminarFelices fiestas.
Tengo la impresión de que el paciente ha sido de más utilidad a la doctora que ella a él.
ResponderEliminarFelices fiestas, Cayetano. Que tengas una hermosa celebración.
Bisous
Tienes toda la razón, aunque el beneficio es recíproco, ella sale ganando. Además de recordar sus cosas de la compra,
Eliminarse lleva su sueldo para casa.
Un abrazo y también felices fiestas.
Felices fiestas, Cayetano.
ResponderEliminarUn abrazo grande para ti.
Igualmente, Marga.
EliminarFelices fiestas.
Un abrazo fuerte.
Los cuentos son siempre una hipérbole, pero no dejan de estar asentados en la experiencia humana. Cuando uno ve que un miembro de su familia enferma, de algún modo, uno enferma también; se preocupa, sufre, busca remedios... el médico sólo nos imita en aquello de ponerle remedio y para eso tiene una larga lista de soluciones tipo para cada caso; de igual modo quien dice ayudarte en solucionar los problemas de conciencia: hace como que te oye pacientemente, mientras pasea en su mente sus cálculos con aquello que te va a cobrar. ¡Divertidísimo, Cayetano!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Francisco. Una travesura como corresponde a estos días, en los que uno se vuelve como un niño que espera impaciente la llegada de los Reyes.
EliminarUn abrazo, Paco.
Como relato, muy, muy bueno.
ResponderEliminarPero como todos los buenos relatos, es muy verosímil.
Cierto, hemos dejado desiertos los confesionarios, y necesitamos a "alguien" que nos guíe dentro del marasmo cotidiano.
Nos salia mas barato el viejo mosén de la parroquia. Una docena de "avemarias" contra sesenta euros la hora. Y el resultado, es el mismo.
Un abrazo.
Ya te digo:confesores sin iglesia de una sociedad laica, alguien a quien contar tus cuitas. Tres padrenuestros y seis avemarías y para casa. Más barato, como bien dices,sin duda.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Ay el probe Manue, que no levanta cabeza desde la adolescencia.
ResponderEliminarPero ahí está la psicóloga que le va a quitar todos sus males, hasta los del bolsillo(para hacer la compra digo).
Un abrazo.
A treinta euros por cada sesión de media hora. Y eso que le hace rebaja por ser un cliente de "largo recorrido". Y el día 31 ha pedido cita el minotauro. Está la cosa que arde.
EliminarUn abrazo, DLT.
Este Manuel debería acudir al confesionario , le saldría más barato y de paso la psicóloga tendría tiempo para hacer la lista de la compra.
ResponderEliminarUna historia que llama a la sonrisa, hace falta reírse un poco jjjj.
Un saludo Cayetano .
Puri
Claro, pero es lo que tiene no ser creyente, que te gastas una pasta en "confesor laico".Bueno,los creyentes se la acaban gastando en bautizos y comuniones, con lo que los gastos quedan equilibrados.
EliminarUn saludo, Puri.