El triunfo de la muerte, Pieter Brueghel el Viejo.
Museo del Prado.
Llamada indistintamente “peste negra” o “peste bubónica”, para diferenciarla de otras calamidades que solían azotar nuestro continente y que normalmente recibían el calificativo genérico de “peste”, nos referimos a la mayor y más devastadora epidemia que afectó a Europa durante el siglo XIV, llegando a aniquilar a una tercera parte de la población del viejo continente, aproximadamente a unos 20 millones de personas.
Generalmente se la suele calificar como la peste de 1348, pues fue en ese año cuando se asentó con toda su virulencia. La principal forma de contagio era a través de las picaduras de las pulgas que portaban las ratas que ya traían la enfermedad.
La epidemia se agravó porque no vino sola. Se dio la confluencia de las denominadas en demografía “las tres parcas”, causantes de hipermortalidad: peste, hambre y guerras. Una época de malas cosechas y baja productividad, con la consiguiente carestía del pan, un alimento básico en la dieta europea, unido al conflicto que enfrentaba básicamente a Inglaterra y Francia: la llamada Guerra de los Cien años. La peste fue la puntilla sobre una población doblemente debilitada.
La epidemia vino de Crimea, de la ciudad de Caffa, a orillas del Mar Negro. El ejército mongol asediaba la ciudad. Al parecer ya llevaban en sus filas la enfermedad. Y parece ser que arrojaban con catapultas sus propios muertos para contagiar a los de dentro del sitio asediado. Tal vez hubo ratas que se colaron dentro y ya llevaban las pulgas infectadas con la bacteria.
Cuando los mercaderes genoveses que andaban por allí tuvieron noticia de la epidemia salieron de estampida con sus barcos y se llevaron la enfermedad a Italia. Y desde allí se difundió por todo el resto del continente.
Y, como siempre que ocurre una desgracia de estas proporciones, había que buscar un culpable, un chivo expiatorio. A los judíos se les culpó de ello, extendiendo el infundio de que habían envenenado los pozos. Hubo persecuciones por este motivo. También hubo quien echó la culpa de todo a los gatos, por lo que alguno se dedicó a cazarlos, con lo que aumentaba el número de ratas y se provocaba el efecto contrario que se quería conseguir.
Danza de la muerte
La fugacidad de la vida: un tema recurrente en la literatura. Las obras más famosas de la llamada Baja Edad Media llevan el sello de su impacto.
Así nos encontramos con “las danzas de la muerte”, un género artístico escrito en verso en forma de diálogo y susceptible de ser representado. La muerte llama a importantes personajes de la sociedad y les recuerda cuál va a ser su destino final:
“Yo soy la Muerte, que a todas las criaturas
que hay en el mundo destroza y arrasa…
A la danza mortal venid los nacidos
todos del mundo, de cualquier estado.
Los que no quisieren, con fuerza impelidos
haréles venir muy pronto al llamado”
También nos encontramos con “Las coplas por la muerte de su padre”, de Jorge Manrique.
Nadie se libra de su abrazo letal. Todos acabamos en el mismo lugar, nobles y plebeyos, ricos y pobres. La vida es breve y hay que prepararse para el momento crucial. Por ello conviene andar por esta vida sin errar.
"Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos."
El Arcipreste de Hita, en "El libro de buen amor", increpa a la muerte que se llevó para siempre a su personaje Trotaconventos:
"¡Ay muerte! ¡Muerta seas, muerte, ë malandante!
Matásteme mi vieja, matasses a mí ante!
Enemiga del mundo, que non as semejante;
de tu memoria amarga non es qui no se espante."
Juan de Mena, poeta castellano del siglo XV, en un poema titulado "Razonamiento con la muerte", también hace mención a ese momento en que la vida es arrebatada junto a la grandeza y a la gloria:
"So la tierra dura yazen
para siempre sepultados,
desnudos todos, robados,
caídos son en pobreza,
no les vale la riqueza
ni tesoros mal ganados."
Algo posterior, pero llena de esa sensibilidad, es archiconocida la obra pictórica de Pieter Brueghel el Viejo, "El Triunfo de la muerte" (ilustración del principio), con ese escenario apocalíptico donde un ejército de esqueletos, al más puro estilo de las películas de "muertos vivientes", acaba con la vida sobre la faz de la Tierra no respetando ni edad ni posición social.
Debió ser una época terrible. Me estremece solo pensarlo. Cuando la muerte acude así, en epidemia, causa terror. Estupenda entrada, querido amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Isabel.
EliminarPretendía con esta entrada aunar historia con literatura, algo que siempre me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Se dice incluso que el porcentaje de muertos fue muy superior a ese inquientante ,terrible ,tercio de los europeos de entonces
ResponderEliminarEn algunas zomas más y en otras menos. En España, el lugar más castigado fue la Corona de Aragón, por su proximidad al Mediterráneo, zona de contagio. El interior, de peor accesibilidad, la padeció menos.
EliminarUn saludo.
También Alessandro Manzoni en su novela "Los Novios" hace una magnífica descripción de una epidemia de peste. Saludos
ResponderEliminarY Camus tiene otra. Parece que es un tema que suscita el interés no solo de los autores del medievo.
EliminarUn saludo, Antorelo.
Siglo negro, marcado por la Muerte y la inspiración artística que a veces se recrea en lo que la mayoría consideran abominable. Las condiciones higiénicas y los escasos conocimientos médicos no hacían presagiar otra cosa que la expansión de la enfermedad con una duración inusitada. Aun con todo la epidemia no desaparecería, con coletazos recurrentes a lo largo de la Historia.
ResponderEliminarUn saludo
De ahí que el tema de la muerte sea tan recurrente. La vida era dura y, sobre todo, breve.
EliminarUn saludo, Carmen.
La peste también hizo de las suyas en la antigua Grecia (el fin del poder de Atenas con Pericles), China y Roma en alguna ocasión. Tal vez la peste hasta haya cambiado la historia. Circula desde hace poco la teoría de que a causa de la mortandad que ocasionó la peste, años más tarde renació con más fuerza la economía, sentándose las bases de lo que sería el Renacimiento. La novela “Inferno”, de Dan Brown, tiene una teoría parecida, la que después de un incendio, el bosque renace con más fuerza. ¿Tendremos algo parecido en este siglo?
ResponderEliminarSaludos
Suele pasar. Entre los amantes de la historia cíclica, tras una época de crisis suele sobrevenir otra de expansión. El problema es que a veces las épocas depresivas duran demasiado. Y ésta no sabemos si alcanzaremos a ver su final.
EliminarUn saludo, Carlos.
Duros momentos. La muerte no acostumbra a ser bien recibida y menos si viene en forma de epidemia. Solo produce terror.
ResponderEliminarBesos
Y sobre todo porque la esperanza de vida en aquellos tiempos no pasaba de promedio de los 40 o 45 años.
EliminarUn abrazo, Arantza.
al pensar en esa epoca , solo puedo pensar en lo importante de la limpieza , aqui tambien tuvimos una plaga que llego juntos con los primeros europeos, la tercera parte del incanato murio por enfermedades no conocidas por estos lares. :(
ResponderEliminarLa higiene es muy importante. Si hubiera habido jabón posiblemente se hubieran evitado muchas enfermedades.
EliminarUn saludo, Cary Rivera.
Murieron 20 millones de personas y lo leemos pasando casi desapercibido, sin embargo es una barbaridad. No me extraña la preocupación por la muerte, cuando era algo cotidiano y cualquier achuchó sin importancia se podía complicar y mandarte al otro barrio casi sin poder decir adiós.
ResponderEliminarUna entrada muy poética, aunque sea sobre la muerte o la fugacidad de la vida.
Un saludo.
Llegaban a viejo pocos. Muchas madres veían cómo la mitad de sus hijos o más no llegaban a edad adulta. La muerte era una obsesión.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.
Fue una de las peores epidemias que ha sufrido Europa y constituyó una catástrofe demográfica. El arte y la literatura no podían ser ajenos a éstos hechos.
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Así es. Las manifestaciones literarias y artísticas suelen ser un reflejo de su tiempo.
EliminarUn saludo, Ambar.
Las condiciones de insalubridad de la época ayudaron -y de que manera- al efecto devastador de la peste. Cuentan las crónicas que familias enteras vieron como tapiaban sus casas sin posibilidad de salir y aterradas por una muerte segura. Naturalmente, el arte y la literatura no fueron ajenos a estos acontecimientos. La Parca sacó su guadaña y masacró Europa...
ResponderEliminarUn saludo
Tremendo. En una sociedad tan influida por la religión como era la medieval, más de uno pensaría que aquello era el apocalipsis. Y casi lo fue.
EliminarUn saludo, Félix.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarSegún algunas fuentes, fueron 25 millones los muertos (según Europa tenía entonces 75 millones). Todo fue influenciado por la peste. Las madonas sonrientes fueron reemplazadas por las dolorosas y cuadros como el que muestras al inicio.
No solo era la higiene, escasa en aquellos años, sino también la influencia religiosa que entonces tenía la medicina y las enfermedades...
Hoy no tenemos peste, tenemos políticos en campaña... :D
Saludos
Cada época tiene sus males endémicos y epidémicos.
EliminarUn saludo, Manuel.
Una gran aportación, Cayetano, donde acudes a fuentes históricas, literarias y pictóricas. Si no estoy confundido, en la base de todo el mal, la escasa higiene. Como de costumbre, ha sido un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Paco. Mis entradas preferidas siempre son las que relacionan la historia con la literatura e, incluso, el arte. Son mi debilidad.
EliminarUn abrazo
Y cuando controlamos la peste llegaron otras epidemias que combatir. Por mucho que avance la ciencia, ante una nueva amenaza de estas siempre acabamos con la sensación de que aún estamos en pañales, tan vulnerables somos.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous
El único consuelo es el aumento en la esperanza de vida. Pasar de 45 o 50 años era todo un privilegio en aquellos tiempos.
EliminarUn abrazo y feliz día.
No cabe duda de las secuelas que tuvo la epiemia en todos los aspectos de la vida medieval. Desde el religioso, el artístico y hasta el económico. La perdida de población en toda Europa tuvo sus consecuencias en una profunda depresión en la economía que tardó décadas en recuperarse.
ResponderEliminarEn Verges, un pueblo de la comarca gerundense del Empordá, se celebra una danza nocturna por las calles en semana santa, la "Dança de la Mort" ( la danza de la muerte ) que proviene de aquella oscura época. Desde entonces, se celebra puntualmente cada año
Un abrazo.
Las tradiciones, hoy festivas, a veces arrancan de hechos terribles como el que citamos. Mejor festejar este asunto e incorporarlo a la celebración popular que vivir atemorizado en un rincón esperando que llegue el momento definitivo.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Cuanta información Cayetano, que bien , además de historia también nos brindas un cuadro precioso que refleja esa situación que nos narras con todo detalle sobre la peste negra y sus consecuencias.
ResponderEliminarDa gusto leer tu blog, siempre se aprende algo y eso está muy bien.
Un abrazo y gracias por compartir .
Puri
Relacionar historia con literatura y arte siempre me gustó. No sé por qué en los planes de estudio se tienen que estudiar las materias por separado, cuando todo ello es fruto de su tiempo.
EliminarUn abrazo, Puri.
Tengo la impresión que entonces la muerte se tenía como algo más cercano, natural. La vida era más corta y sobre todo se moría siempre en casa. Hoy se evita hablar de eso, mucha gente muere en hospitales o residencias... No sé, es una percepción que tengo, no sé si equivocada.
ResponderEliminarUn saludo.
No es una percepción equivocada. Pienso lo mismo. La vida era corta. Se creía en una vida ultraterrena sin ningún género de dudas. La muerte estaba presente siempre. Muchas madres veían morir buena parte de su descendencia. Era otra mentalidad.
EliminarUn saludo, DLT.
Un texto para releerlo, Cayetano. Has dado un giro derivando desde la muerte, a las Artes, llegando hasta la esencia del hombre. De cómo se ha rebelado contra lo impuesto desde los orígenes, y de ahí su resistencia ante los gurús. O su aquiescencia.
ResponderEliminarComo nos enseñan dos contemporáneos de las epidemias, Bruegüel en La Muerte, y El Bosco en El Jardín, dos obras de construcción similar que se enfrentan al Destino a través de una visión distinta de la vida.
Muy bueno ese paralelismo que estableces entre esas dos grandes obras de estos dos magníficos pintores. El Bosco tira más por Boccaccio que por Dante en ese convivir con la muerte.
EliminarUn saludo, Ana.
Una publicación muy interesante como las que nos tienes acostumbrados...Historia, anécdotas, arte y literatura...qué más pedir! Abrazo, Cayetano.
ResponderEliminarMuchas gracias. Esa mezcla me encanta. De vez en cuando me atrevo con ella.
EliminarUn abrazo, Patzy.