De esta forma, mientras me iba formando académicamente —no me refiero solo a mi vida universitaria, sino que efectivamente mi bachillerato superior lo preparé en una academia y luego me examinaba por libre— y en mi expresión escrita abundaban exclamaciones como córcholis y caramba, y era meticuloso y educadísimo en lo referente a mis análisis de conductas ajenas y en las opiniones sobre los demás, como cuando hice en mi cuaderno una semblanza de esa persona rarita, compañera de clase que no participaba de los juegos varoniles en el recreo junto a los demás, con calificativos como "Fulano es una persona especial, de aficiones poco frecuentes, algo introvertido; no le gusta el bullicio, ni los juegos violentos; prefiere entretenerse con el ajedrez e ir a conciertos de música clásica los domingos. Seguro que será un genio cuando sea mayor: los grandes genios de la humanidad siempre fueron gente poco corriente", etc., en mis comentarios verbales mi expresión daba un giro de 180 grados y decía, en este caso concreto, a los compañeros más revoltosos de clase que "el gordo gafón era un tontolaba, un gilipollas y un mimao, y que había que darle dos hostias a ver si espabilaba."
Cara y cruz en una misma persona. Casi diría que dos personalidades que afloraban según las circunstancias y la situación. Algo así como una especie de Doctor Jekyll que se transformaba prodigiosamente en Mr. Hyde según pintara la cosa. Y es que vivir en el extrarradio marcaba mucho. Apuntaba antes que el comportamiento de uno y la forma de expresarse en cada momento tenían mucho de adaptabilidad al medio e instinto de superviviencia. Si querías sobrevivir en un ambiente hostil y que no te comieran los demás, tenías que ser un poco malote, deslenguado y bronco:
—¡Amos, no me jodas! ¡Eso no mola, tío! ¿De qué vas tú, panoli? ¡Achanta el pico o te meto, Aniceto! ¡A que te pego dos leches!
Luego, subía a casa, y me ponía a hacer los deberes, traduciendo La Guerra de las Galias, de Julio César (Omnes hi differunt inter se lingua, institutis, legibus. Flumen Garunna dividit Gallos ab Aquitanis) o analizando una estrofa de Bécquer, distinguiendo perfectamente entre una metáfora y un hipérbaton: Volverán del amor en tus oídos/ las palabras ardientes a sonar.
No dejaba de ser todo ello una pura contradicción si lo miramos bien. Aunque era un aprendizaje válido para enfrentarte al mundo. Pero, claro, pasados los años, te das cuenta de que aquel bagaje sigue contigo. Y que, cuando te cabreas, puede salirte el monstruo que llevas dentro, como cuando vas en el coche y alguien te hace una jugarreta o un listillo se te quiere colar en la fila del supermercado o del cine:
—¡A ver, el listo ese! ¡Sí, tú, mendrugo, que se está rifando una leche y llevas todas las papeletas! ¡Como vaya a por ti, chaval, no vas a tener calle suficiente para correr!
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Texto publicado originariamente en lacharcaliteraria.com
Consideramos la vida como una lucha entre opuestos. En Oriente creen que mas bien es un continuo devenir entre una cosa y la otra, el famoso Yin y Yang en eterno movimiento. A todos nos pasa algo parecido, según el ambiente donde te muevas, adoptas diferentes máscaras o comportamientos: adaptarse o morir.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano.
Exacto. Allá donde fueres, haz lo que vieres.
EliminarSaludos, Carolus.
Todos llevamos un policía dentro, y eso no es bueno. Un día puede venir en contra nuestra.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues sí. Tarde o temprano puede ocurrir.
EliminarUn saludo, Miquel.
Dos caras de la misma moneda. Hasta la luna las tiene.
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Solo que en la Luna una de ellas aparece siempre oculta.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Él no es así, pero no tuvo más remedio que subir de Urgel hacia los Carabancheles y adentrarse en Orcasitas. Primero había pensado en Lavapiés, pero está tomado por personal de otro acento. Enhorabuena, Cayetano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Aunque parezca mentira, hay un cincuenta por ciento de verdad en todo ello.
EliminarUn abrazo Paco.
Todos somos más o menos asín, la capa de civilización es muy fina, y a la más mínima nos sale el tío borde que llevamos dentro.
ResponderEliminarTambién los ángeles hacen caca.
EliminarUn saludo, Francesc.
No puedo negar que de alguna manera también me veo retratado en el texto, sobre todo en lo que uno fue en una época pasada menos mesurada y más emocional, por no decir virulenta, y me he dado cuenta que he preferido siempre una cierta dosis de doble personalidad natural pero sincera a la doblez que mostraban muchos individuos del entorno que iban (y van) de enteros, ortodoxos y legales pero que te pegaban la puñalada en cuanto intuían que eso les beneficiaba. Ya ves hasta qué clase de pensamientos puede provocar tu irónico texto, el cual agradezco. Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre es preferible un tipo bruto que un hipócrita. Con el tiempo se aprende a distinguirlos.
EliminarUn abrazo, Fackel.
Pues está muy bien, no como esos leguleyos que no saben hablar en "normal". Saber cómo comportarse en cada ocasión es señal de una gran cultura ;)
ResponderEliminarSaludillos.
Adaptabilidad al medio.
EliminarSaludos, Xurxo.
Pronto aprendí lo de allá donde fueres haz lo que vieres y que clavo que sobresalía martillazo que se ganaba!
ResponderEliminarNo sabes lo bien que te comprendo.
Jaajjj, reconozco que con el paso del tiempo disfruto mucho dejando aflorar el pensamiento verbal otrora oculto y reprimido por motivos que bien conoces. además apenas si cruzo palabra con alguien durante semanas! Y no tendría motivo para exasperarme., Eso sí, a nivel social “tan educadita”! (dominadita por los consejos maternos y paternos que me querían proteger). Por cierto yo viví en Chamberi y no me perdía ni una. puñetera verbena del Carmen. Jaaaajjj
Chamberí, el barrio chulapo y castizo que cuenta con una estación de metro fantasma.
EliminarSaludos, Emejota.
El lenguaje "malote" y barriobajero es cambiante, cada época utiliza unos tópicos y unas muletillas que duran muy poco. Debajo queda el lenguaje más cuidado que, aunque cambiante también, es mucho más estable. Esto vendría a ser como los espantosos grafitis que ensucian las paredes más estables. Los grafiteros se empeñan en hacer sus pintadas pero las piedras permanecen.
ResponderEliminarSalud
F. Cornadó
Cierto. Ya nadie dice eso de "esto no mola".
EliminarUn saludo, Francesc.
Me he sentido reflejado en este relato Cayetano. Pero he de decir, que creo no tener ya esa lucha interna... No sé si será por diablo o por viejo, pero suelto lo que pienso sin mas... Ya va siendo hora que lo hiciera...
ResponderEliminarSaludos. Excelente como siempre
Claro, ya va teniendo uno una edad como para aguantarse y no decir lo que se piensa. Salvo que haya cuñados o la suegra. Jejeje.
EliminarUn saludo, Manuel.
De nombre QUEVEDO. En su día no fue fantasma y bien que la utilicé, al ladito de la de Iglesias, por eso la cerrarian. No tendría cuenta y pocas personas la utilizábamos, correspondía a la línea 3, mientras que Iglesias, a unos 100m. pertenecía a la línea 1! Ufff ahora cuando pateo el lugar voy comprobando el cambio paulatino de comercios. Unos pocos, muy pocos, aún mantienen el tipo!
ResponderEliminarCreo que la suprimieron porque estaba muy cerca de otra y su trazado era curvo, mas complicado para máquinas y personas.
EliminarUn saludo, Emejota.
Manda huebos. Esa doble forma de expresarse, según las circunstancias, se ha visto, o mejor oído más de una vez cuando alguna vez han quedado abiertos los micrófonos.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy cierto. ¡Ah, los políticos! Esos si que saben de fechorías.
EliminarUn saludo, DLT. ¿Hace una sidrina?
Creo que no es malo saber manejarse en la calle, lo importante es no dejarse arrastrar.
ResponderEliminarCayetano, me siento muy identificado con el texto, con la salvedad de que fui un estudiante mediocre y al final me puse a trabajar.
Un saludo.
De inteligentes es saber adaptarte al medio, sin meterte en follones gordos.
EliminarUn saludo, Ángel.
Tu vida de estudiante y callejera no tiene desperdicio Cayetano y aquí nos tienes leyendo con afición todo lo que escribes y encima riendo abiertamente. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, hay una parte bastante importante de exageración. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Todavía me zumba el oído del tortazo que por soltar un taco me dio un cura en mis dos años de internado salesiano.
ResponderEliminarTardé mucho en desprenderme del "caramba, carambita, carambola" que según "ellos" era lo correcto.
Saludos.
Sí, tenían la mano muy larga.
EliminarUn saludo, El tejón.
-Ese doble rasero es muy normal en las circunstancias que indicas o contigo o contra ti y más cuando son pandillas.
ResponderEliminarLo importante es salvar el pellejo como mejor se sepa, vivir entre algodones no quiere decir que se salve tener un lenguaje soez o barrio bajero.-Como diría mi abuela la de Tortosa; las palabras se las lleva el viento, lo bueno son las obras.
Pero me ha encantado esta forma de destapar esa doble moral la sinceridad suma siempre...
Un abrazo feliz inicio de otoño aunque por estos lares es una tragedia con el volcán.
Feliz otoño. A ver si se soluciona pronto lo del volcán. Demasiadas tragedias.
EliminarUn abrazo, Bertha.
Soberbio relato con ese humor del que sueles hacer gala.
ResponderEliminarLo he disfrutado muchísimo, peor más allá de las bromas, ninguno de nosotros esta tan culto, impoluto y casto, todos teneos nuestras sombras y algunas, bastante oscuritas. A veces también las sacamos a pasear. Reconocerlas, aceptarlas y baila con ellas ayuda a nuestra sanidad mental.
Besos y abrazos
Aunque el texto es un poco exagerado, encierra una parte de verdad: la supervivencia se cobra un precio si decides salir a la calle.
EliminarUn abrazo.