Cuando
era joven, casi un niño, tenía un tesoro en mi habitación: la estantería
repleta de libros. Siempre oliendo a esa combinación de olvido,
polvo, madera y papeles encerrados entre tapas satinadas.
Y
en ella, cada tarde, algún ejemplar me esperaba para desvelarme sus secretos.
La
lectura es un ritual, no exento de misterio, donde los lectores se aproximan a una realidad llena de paisajes, personajes y situaciones que, aparentemente, se les brindan en exclusiva. Todo un mundo inexistente para los no iniciados, para quien contempla el libro desde fuera y no se atreve a acercarse y sumergirse entre sus páginas.
Porque
todo estaba allí: Guillermo Brown y sus incondicionales proscritos, Sitting
Bull y las infinitas praderas, Ulises y la diosa Circe, los
solitarios del océano, el escarabajo de oro y los misterios de la calle La
Morgue, el Gun Club de Baltimore, los jinetes indios cabalgando a pelo sus monturas, las oscuras golondrinas de
Bécquer, el avaro Scrooge, el plano del tesoro y un barco lleno de piratas…
Cuando
cogía, por ejemplo, El árbol del ahorcado, y echaba un vistazo a su interior, durante un breve segundo mi cerebro registraba una ensoñación, un espejismo: el movimiento
vertiginoso de un remolino de arena típico de los desiertos….
Por
eso, cuando cerraba de golpe el libro, un espeso muro de silencio y polvo se levantaba en medio de
la habitación, y quedaba allí, en el aire, flotando unos instantes, como un ritual de seguridad que impedía el acceso a los intrusos.
Regalar un libro siempre es una buena opción.
"Desde el laberinto"
Historias de ocurrencias, locuras y sueños.
Para más información y reservas:
geaberca@gmail.com
UNO editorial:
http://www.unoeditorial.com/portfolio/desde-el-laberinto/
Transportarte a otras vidas, a otros lugares, abrir tu mente a otros pensamientos y enriquecerte con ellos. Todo eso te proporcionan los libros, sin duda uno de los mejores regalos.
ResponderEliminarUn abrazo Cayetano
Además tiene la ventaja de poder compartirse y, salvo que se rompa, ser leído por infinidad de personas.
EliminarUn abrazo, Ambar.
Los libros nos hacen mucho bien. Son un refugio maravilloso, y en especial si son tan buena lectura como ese laberinto que recomiendo a quien aún no haya probado a adentrarse. Esta es una buena ocasión.
ResponderEliminarFeliz lunes.
Bisous
Gracias, madame.
EliminarUn abrazo y feliz lunes, igualmente.
Una verdadera declaración de amor, que comparto al 100%
ResponderEliminarY afortunadamente, en mi caso es un amor duradero, tan intenso como el primer día.
Abrazos, Cayetano
La lectura no defrauda, porque si un libro desde el principio no te gusta, pues se deja y en paz.
EliminarUn abrazo y gracias, Xibelius.
Tienes toda la razón, Cayetano. Esas estanterías, ese aroma, el misterio atrayente que hay en los libros seduce más allá de lo que somos capaces de controlar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un placer que va más allá de la lectura.
EliminarUn abrazo, Paco.
Todos los del Guillermo me leí...el rebelde, el proscrito y no se cuantas cosas más...genial ¡
ResponderEliminarsalut
Aún conservo 18, algunos medio rotos. Los acabo de contar.
EliminarUn abrazo, Miquel.
También disfruté de estos momentos en bibliotecas publicas o en donde el destino quiso que viviera. Como dijo el replicante: "todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia". Ahora se llevan las pantallitas sin olor ni solera ni misterios, solo youtubers: un nuevo mundo nos espera.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano
Un nuevo mundo, en efecto; sin duda más banal y prosaico. La cultura no interesa al mercado, si acaso los best seller.
EliminarUn saludo, Carlos.
Un libro es un universo que también tiene la ventaja de que cada uno de nosotros puede imaginar libremente. No hay dos versiones subjetivas iguales y nos regala un viaje maravilloso. Y sí, además se pueden compartir, aunque cada vez lo hago menos, no suelen volver.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano!
Lo de compartir... No sé cuántas veces compré La Regenta.
EliminarUn saludo, Félix.
La echo en falta, se fue y no volvió... a ver si me la prestas, hombre! :)
EliminarSe lo preguntaré al Regente.
EliminarSuscribo todo lo que has dicho tú, y lo que aparece en los comentarios.
ResponderEliminarCasualmente esta mañana, he estado reflexionando el porqué entre la gente de mi generación ( 50-60 ) es tan poco popular la lectura habitual de libros. He retrocedido a mi infancia, a mis primeros años escolares, y he recordado el castigo clásico de aquella época a los díscolos : mandarte al pasillo a leer.
Una buena parte de mi generación asociaba la lectura a los castigos escolares, he ahí la clave.
No me hacia ninguna gracia que me castigasen, pero para mi leer, no suponia ningún castigo. Todo lo contrario, era la puerta de evasión de una realidad triste y desagradable.
Desde entonces, los libros me han acompañado siempre, en todo momento y en todo lugar.
Un abrazo.
A mí si me hubieran castigado a leer... pero no, preferían darme collejas y ponerme de rodillas en el estrado.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
La pena que me da cuando ya no caben en las estanterías y acaban en la buhardilla en cajas de cartón condenados al ostracismo...y lo que reniega mi santa cuando de vez en cuando me da por desempolvarlos,jejeje.
ResponderEliminarUn saludo.
A mí me pasa algo similar. Últimamente tiro mucho de libro de biblioteca municipal.
EliminarUn saludo, El tejón.
Eso, todo un ritual de seguridad. Muy bien expresado. Para mi además, una evasión.
ResponderEliminarY si dejas el libro abierto mucho rato, se te escapan los personajes. Tengo un minirrelato sobre eso que sacaré pronto.
EliminarUn saludo, Emejota.
Yo todavía tengo una habitación para ellos.
ResponderEliminarMe paso horas entre ellos, de tipo técnico y de simplemente por ganas de leer...No pierdo ese hábito.
Mis hijos lo siguen, con menos intensidad que yo.
Saludos Cayetano
Los hijos suelen imitar a sus padres. Intuyo que a tu hija le gusta más leer que a su hermano. En todo caso, con tanta maquinita, hoy resulta complicado que los chicos se aficionen a la lectura.
EliminarUn saludo, Manuel.
Si, mi hija lee más que el otro...la ha dado por un ebook...
EliminarSaludos
Un libro siempre fue y es el mejor compañero para caminar por este camino.
ResponderEliminarNo contemplo una vida sin libros, que pena la gente que no lee.
Besos, Cayetano
Una pena. Lo malo es que se acostumbran a no leer y cada vez resulta más complicado que cojan un libro.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Como sabes, he dedicado mi vida a la construcción naval.
ResponderEliminarSin embargo, para viajar lejos no existe mejor nave que un libro.
Salud(os)
Muy cierto, Antonio. Muy cierto.
EliminarUn saludo.
Mi padre me enseñó que aquellos volúmenes que lucían en las estanterías no sólo servían para sacarlos sobre la alfombra y construir torres, como hacía a mis cuatro años, sino también para vivir otras vidas, viajar en el tiempo y aprender. A los sesis años aprendí a leer y a los diez ya leía novelas históricas. Entonces decidí que de mayor quería ser historiadora. Precoz, ya lo creo.
ResponderEliminarUn saludo
Magnífico uso de los libros: construir torres. Nunca mejor dicho. La imaginación construye batallas y castillos, típicos de las novelas históricas. Ya lo tenías claro desde pequeña.
EliminarUn saludo, Carmen.
Veo el polvillo que convertía la luz de las ventanas en haces lechosos después de abrir y cerrar los libros.
ResponderEliminarCasi puedo ver cómo los personajes corrían a ocultarse entre las páginas, esperando pacientes a que de nuevo los sacáramos a vivir sus vidas. Saludos.
Como en la rima de Bécquer: el polvo sobre el arpa y la inspiración dormida hasta que llega el "maestro de ceremonias" y empieza la función.
EliminarUn saludo, Ana.
Pues sí, Cayetano, hablemos de libros; y sobre todo leamoslos.
ResponderEliminarSaludos.
Si no, no tiene gracia. Primero leer, después opinar.
EliminarUn saludo, DLT.
¡Qué relato más hermoso! Los libros nos llenan y transportan, enseñan y divierten. Mi biblioteca es grande también y va conmigo a donde me mude. Mi hija ha enseñado a mis nietas a leer y ellas no veras como aprecian la lectura. No tienen TV en su casa, Y computadora o móviles sólo los padres.
ResponderEliminarTambién recomiendo la lectura "Desde el Laberinto" a quienes no lo hayan leído todavía.
Un abrazo
Gracias, Myriam.
EliminarDe hecho esta entrada tiene una doble finalidad: mostrar las excelencias de la costumbre lectora y animar a los que todavía no leyeron mi libro a que lo conozcan.
Un abrazo.
La lectura tiene la virtud de hacer que nunca nos sintamos solos.
ResponderEliminarSaludos
Siempre acompañado, aunque a solas.
EliminarUn saludo, Pilar.
La lectura es mundo maravilloso, los libros son tesoros y en cada uno nos encontramos a nosotros mismos. Nos abstraen, nos enriquecen en todos los sentidos, nos transportan a otros mundos. Viajamos en el tiempo y en el espacio. Siempre tengo en libro para leer, es mi adicción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y tanto que es una adicción. Crea mono cuando terminas un libro y no tienes un buen repuesto al que acudir.
EliminarUn abrazo, Valverde de Lucerna.
Los libros son la mejor compañía, siempre están ahí para hacernos pasar ratos entretenidos y felices. Desde la mas tierna infancia hasta la vejez son nuestra mejor compañía.
ResponderEliminarUn saludo Cayetano
Puri
Muy cierto. Si me quitan la lectura se me va media vida.
EliminarUn saludo, Puri.
Por tarde que me vaya a dormir aunque sean las dos de la mañana, mi cita con la lectura no falta nunca Cayetano.
ResponderEliminarAbrazos.
Una sana costumbre. Solo tiene un peligro: que te atrape demasiado la lectura y se te vaya el sueño.
EliminarUn abrazo, Conchi.
Ahora se regalan ebooks, lo físico carece de lugar en el siglo XXI; y ya que estamos hacemos las casas cada vez más pequeñas para que entren menos cosas...
ResponderEliminarSuerte,
J.
Y si a todo eso le añadimos que la cultura y la lectura son cosas que se valoran poco en nuestra sociedad, pues tenemos el panorama que tenemos.
EliminarUn saludo, José A. García.