Segunda guerra púnica entre Roma y Cartago por el control del Mediterráneo.
Hispania se convierte en un lugar esencial para ambos. Los cartagineses se extendieron por la península ibérica en busca de recursos. Amílcar Barca conquistó el sur y el levante, pero fue asesinado por un indígena, un rebelde oretano, durante un asedio (La Oretania ocupaba un territorio bastante montañoso entre Jaén, Ciudad Real y Albacete).
A Amílcar le sucedió su hijo Aníbal.
La península ibérica suministraba importante mano de obra a los cartagineses en su lucha contra Roma. Muchos iberos participaban como mercenarios a sueldo engrosando así de manera importante las filas cartaginesas. Decenas de miles de combatientes valientes y bien adiestrados. Los iberos con sus falcatas, sus jabalinas y sus hondas; los celtíberos con sus “soliferrum” (especie de pilum local) y sus largas lanzas de madera y cabeza de hierro con lana enrollada que empapaban de brea y encendían y lanzaban sobre el enemigo; los honderos baleares, muy afamados, que arrojaban proyectiles de piedra o plomo como si se tratara de pequeñas catapultas. Algunos de esos proyectiles llegaban a pesar hasta medio kilogramo.
"Los celtíberos suministran para la lucha no solo excelentes jinetes, sino también infantes, que destacan por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras cuya lana recuerda al fieltro, en cuanto a las armas, algunos de ellos llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas, y otros, grandes escudos redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras, llevan también espadas de doble filo forjadas con excelente acero, y puñales de una cuarta de largo para el combate cuerpo a cuerpo."
Silio Itálico, Púnicas.
Pero además de contar con los bravos iberos, los cartagineses guardaban un as en la manga, un arma terrible: los elefantes.
En la historia militar antigua, los elefantes eran un “arma de destrucción masiva” de primera categoría. Se sabe que ya se empleaban estos animales en los combates en India y China hace más de tres mil años. Luego, el uso militar de los elefantes pasó al Imperio persa, donde se utilizaron en diversas campañas. En el 331 a. de C. Alejandro Magno quedó impresionado ante el despliegue de elefantes que el rey persa Darío III usó en la batalla de Gaugamela. Tan impresionado quedó que, aunque el macedonio ganó el combate, decidió usar estos animales en posteriores batallas. Más tarde, en Europa, los elefantes se emplearon con éxito contra los romanos por Pirro en la batalla de Heraclea, en 280 a. C., y en la Segunda Guerra Púnica por el general cartaginés Aníbal, militar que popularizó e inmortalizó el uso bélico de estos animales. Por nuestra península desfiló con su ejército el amigo Aníbal camino de los Pirineos y de los Alpes para pillar por sorpresa a los romanos. En el fragor de la batalla, los paquidermos, más asustados que valientes, se ponían histéricos ante la agresión de los enemigos y la emprendían a pisotones sin miramiento alguno, despachurrando a diestro y siniestro.
Una máquina letal de guerra.
Los antiguos tanques, la división acorazada de los cartagineses.
Y así , con ayuda de unos y/o de otros, las tropas de Aníbal infligieron a los romanos importantes derrotas en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas.
Luego la historia se encargó de recordarnos que los romanos fueron los vencedores finales en esta guerra.
______________
Nota informativa: Emilio ha tenido a bien acoger en su Archivo de la Frontera un comentario mío a una pícara canción que fue prohibida en su día por la Inquisición.
Hispania se convierte en un lugar esencial para ambos. Los cartagineses se extendieron por la península ibérica en busca de recursos. Amílcar Barca conquistó el sur y el levante, pero fue asesinado por un indígena, un rebelde oretano, durante un asedio (La Oretania ocupaba un territorio bastante montañoso entre Jaén, Ciudad Real y Albacete).
A Amílcar le sucedió su hijo Aníbal.
La península ibérica suministraba importante mano de obra a los cartagineses en su lucha contra Roma. Muchos iberos participaban como mercenarios a sueldo engrosando así de manera importante las filas cartaginesas. Decenas de miles de combatientes valientes y bien adiestrados. Los iberos con sus falcatas, sus jabalinas y sus hondas; los celtíberos con sus “soliferrum” (especie de pilum local) y sus largas lanzas de madera y cabeza de hierro con lana enrollada que empapaban de brea y encendían y lanzaban sobre el enemigo; los honderos baleares, muy afamados, que arrojaban proyectiles de piedra o plomo como si se tratara de pequeñas catapultas. Algunos de esos proyectiles llegaban a pesar hasta medio kilogramo.
"Los celtíberos suministran para la lucha no solo excelentes jinetes, sino también infantes, que destacan por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras cuya lana recuerda al fieltro, en cuanto a las armas, algunos de ellos llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas, y otros, grandes escudos redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras, llevan también espadas de doble filo forjadas con excelente acero, y puñales de una cuarta de largo para el combate cuerpo a cuerpo."
Silio Itálico, Púnicas.
Pero además de contar con los bravos iberos, los cartagineses guardaban un as en la manga, un arma terrible: los elefantes.
En la historia militar antigua, los elefantes eran un “arma de destrucción masiva” de primera categoría. Se sabe que ya se empleaban estos animales en los combates en India y China hace más de tres mil años. Luego, el uso militar de los elefantes pasó al Imperio persa, donde se utilizaron en diversas campañas. En el 331 a. de C. Alejandro Magno quedó impresionado ante el despliegue de elefantes que el rey persa Darío III usó en la batalla de Gaugamela. Tan impresionado quedó que, aunque el macedonio ganó el combate, decidió usar estos animales en posteriores batallas. Más tarde, en Europa, los elefantes se emplearon con éxito contra los romanos por Pirro en la batalla de Heraclea, en 280 a. C., y en la Segunda Guerra Púnica por el general cartaginés Aníbal, militar que popularizó e inmortalizó el uso bélico de estos animales. Por nuestra península desfiló con su ejército el amigo Aníbal camino de los Pirineos y de los Alpes para pillar por sorpresa a los romanos. En el fragor de la batalla, los paquidermos, más asustados que valientes, se ponían histéricos ante la agresión de los enemigos y la emprendían a pisotones sin miramiento alguno, despachurrando a diestro y siniestro.
Una máquina letal de guerra.
Los antiguos tanques, la división acorazada de los cartagineses.
Y así , con ayuda de unos y/o de otros, las tropas de Aníbal infligieron a los romanos importantes derrotas en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas.
Luego la historia se encargó de recordarnos que los romanos fueron los vencedores finales en esta guerra.
______________
Nota informativa: Emilio ha tenido a bien acoger en su Archivo de la Frontera un comentario mío a una pícara canción que fue prohibida en su día por la Inquisición.
Buenos días, Cayetano:
ResponderEliminarNo es complicado hacerse a la idea del espectáculo que debía de formarse con una buena división de paquidermos en batallas donde la mayoría iban a pie.
Me preguntó cómo se entrenaba a un elefante para la lucha de una guerra. También supongo que un elefante muerto en batalla era un botín muy goloso, más de uno se hubiera dado con un canto en los dientes con tal de quedarse los colmillos.
Una entrada muy interesante y didáctica.
Saludos.
Ahh que nombres tannnn familiares, todos ellos .... y los elefantes lo más. ¿verdad? Te los imaginas cruzando Europa. Bss.
ResponderEliminarLo malo era cuando despachurraban a las fuerzas propias. No recuerdo que general romano lanzó una piara de cerdos ardiendo contra los elefantes enemigos, que debido a su pánico destrozaron sus propias filas. Las legiones solo entraron para rematar.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
La verdad, don Cayetano, es que la sola presencia de esos grandes animales espantaría a los infantes. Un elefante enfurecido debe dar mucho miedo.
ResponderEliminar¡Salud!
Por lo que sé, los elefantes murieron prácticamente todos en el paso de las nevados Alpes y en todo caso no tuvieron importancia en las victorias de Aníbal, debidas a su genio táctico
ResponderEliminarCreo que estos elefantes eran africanos, más grandes que los asiáticos, pero menos dócil que los últimos. Sería terrible morir aplastado por un animal de estos, y además.
ResponderEliminarSaludos Cayetano. Muy bueno
Cayetano, tu entrada de hoy es muy interesante.
ResponderEliminarComo eres un experto, con todo este material, puedes escribir una novela basada en hechos reales.
¡Adelante!
Un abrazo.
Aterrador cuerpo. Si los cuerpos de caballería ya eran temible en toda batalla, imagina la "elefantería", aunque mucho menos dócil y manejable.
ResponderEliminarUn saludo.
Y luego, querido Cayetano, llegó Virgilio con su "Eneida", IV, 622 - 629, y nos dio el "quid" de la cuestión de ese encarnizado enfrentamiento con la maldición de una Dido despechada tras ser abandonada por Eneas; "a posteriori" fue muy fácil hacer el vaticinio:
ResponderEliminar"Luego vosotros, tirios, perseguid con odio a su estirpe
y a la raza que venga, y dedicad este presente
a mis cenizas. No haya ni amor ni pactos entre los pueblos.
Y que surja algún vengador de mis huesos
que persiga a hierro y fuego a los colonos dardanios
ahora o más tarde, cuando se presenten las fuerzas.
Costas enfrentadas a sus costas, olas contra sus aguas
imploro, armas contra sus armas: peleen ellos mismos y sus nietos."
Mil bicos.
Anónimo Castellano: yo creo que funcionaba sobre todo a nivel psicológico. Se trataba de confundir y aterrorizar al adversario.
ResponderEliminarUn saludo.
Emejota: no sé si estarían seguros hoy aquí. Tenemos a un experto cazador de paquidermos.
ResponderEliminarUn saludo.
Carlos Martín: eran cerdas untadas con brea. Los elefantes se pusieron histéricos. Eso cuenta Plinio El Viejo, hablando del sitio de Megara. Los megarenses usaron esa táctica contra los macedonios.
ResponderEliminarUn saludo.
Dissortat: esa era la idea, aterrorizar al enemigo. Un arma psicológica.
ResponderEliminarUn saludo.
Domennec: en efecto, muchos elefantes murieron, pero quedaron algunos. Y más que la efectividad real del uso de esos animales es el factor psicológico el que cuenta para aterrorizar al enemigo.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: no debe ser nada agradable que te pise el pie un bicho de varias toneladas.
ResponderEliminarUn saludo.
Rosario: por ahí va la cosa. Noticias muy pronto.
ResponderEliminarUn saludo.
DLT: lo más importante era el factor sorpresa y creo que Anibal lo consiguió con el uso de estos animales.
ResponderEliminarUn saludo.
Profedegriego: la literatura se encarga de enaltecer y ennoblecer hechos terribles que ocurrieron en el pasado. Es una de sus funciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha resultado novedoso lo de los elefantes como armas de destrucción masivas. Conocía lo del paso de los Pirineos y los Alpes, pero no que los propios animales intervinieran contra los enemigos de una forma complementaria al transporte. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Francisco: más que su efectividad en el combate, que alguna tenía, se usaba como arma psicológica para aterrorizar al adversario.
ResponderEliminarUn saludo.
Aún en tu momento de disfrutar del retiro, nos sigues enseñando! Un artículo muy interesante. Saludos, Cayetano.
ResponderEliminarNunca tuve claro de dónde sacaron los cartagineses sus elefantes. Los africanos no son domesticables, por lo que yo sé, y los asiáticos les quedaban muy lejos. ¿Sería alguna raza extinta de elefantes norteafricanos?
ResponderEliminarSupongo que los elefantes eran un arma de doble filo, porque en estado de pánico sería fácil que arremetieran contra las propias filas. De todas formas tenía que ser terrorífico asistir a una estampida en el campo de batalla.
ResponderEliminarUn saludo.
Sin duda, como dices, los tanques del momento. Aunque Aníbal tuvo la mala vista de pasar de largo ante Roma cuando tuvo ocasión, buscando aliados en el sur de Italia, y permitiendo a los romanos reorganizarse para plantarle cara...
ResponderEliminarUn abrazo.
No me gustaría encontrarme frente a una manada de elefantes asustados.¿Quien se atreve a esperar y verlos venir?
ResponderEliminarUn besote
Me imagino a los romanos matando a los elefantes y después diciendo: "Lo sentimos, nos hemos equivocado. No volverá a ocurrir".
ResponderEliminarSaludos.
Increíble la "elefantería" como dice DLT debía ser capaz de aplastar legiones enteras a su paso, y a muchos los mataría de puro miedo :D
ResponderEliminarSaludos
Patzy: lo único que ya no tengo la presión de las clases y puedo abrir el blog a más cosas, además de a la historia, a la que no abandono de ninguna manera.
ResponderEliminarUn saludo.
Nonsei: nunca me planteé de dónde los sacarían. Evidentemente tenían que ser forzosamente africanos, por la vecindad. De todas formas, algo locos debían estar estos cartagineses para meterse en esa faena. ¿Te imaginas las toneladas de forraje necesarias cada día?
ResponderEliminarUn saludo.
Kassiopea: creo que buscaban ese efecto sorpresa para asustar a los enemigos.
ResponderEliminarUn saludo.
Negrevernis: pudo tomar Roma. Ahí creo que se equivocó.
ResponderEliminarUn saludo.
Detalles: esa era la finalidad de los elefantes, que los enemigos salieran corriendo despavoridos.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: el que lo dijo fue el pretor Juancarlus Borbonicus, aquel que dijo también "Me llena de orgullo y satisfacción quedarme en Hispania."
ResponderEliminarSalutem pluriman.
Alma de Adra: creo que los enemigos no daban abasto con el papel higiénico (o sea, las piedras del lugar).
ResponderEliminarUn saludo.
Espléndidamente definidos los elefantes como la división acorazada de aquellos tiempos. Con Aníbal se demuestra que lo importante no es ganar batallas sino la Un saludo desde mi mejana guerra.
ResponderEliminarFelipe: el factor sorpresa es muy importante en estos casos.
ResponderEliminarUn saludo.
Además de los elefantes los sorprendió al atacarlos por el norte y porque era un gran estratega en las batallas, sabía encontrar el punto débil, aunque al final fuera derrotado y la historia la escriben los vencedores y se encontró con otro contrincante igual de inteligente: Publio Cornelio Escipión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los elefantes debían producir primero espanto a quienes los veían por primera vez y luego terror al comprobar la letalidad de su paso. Los caballos huirían despavoridos al igual que sus jinetes. Sin embargo, de poco sirven las armas de destrucción masiva sin una estrategia, pertrechos y un general que lidere la guerra. Y también es necesario tener un colchón en la lejanía de tipo económico y político que guarde la retaguardia mientras prosigue la lucha. De todo ello eran maestros los romanos.
ResponderEliminarUn saludo
Valverde de Lucerna: el factor sorpresa. No le esperaban por el norte y menos acompañado de elefantes. Y eso que muchos se habían muerto por el camino.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen: el romano era el ejército mejor preparado del mundo y con grandes estrategas. Así que...
ResponderEliminarUn saludo.
Quien tuvo la suerte de tener un profesor de historia que la vivía y la hacía vivir a la clase, el episodio de los elefantes cruzando los pirineos (y los alpes) es de esas lecciones que nunca se olvidan. Pero hombre, los romanos, eso de huir ante el avance de los elefantes… ¿No sabían que ante una fiera lo que has de hacer es quedarte quieto?
ResponderEliminarAna Mª: como diría Astérix, están locos estos romanos.
ResponderEliminarUn saludo.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que el uso de esos animales sería como factor psicológico para aterrorizar al enemigo.
ResponderEliminarEl elefante africano es de muy difícil domesticación. Es poco dócil y mucho más agresivo que su pariente asiático.
Sería muy curioso saber como se comportaban en las batallas y como sus domadores los controlaban. Desconozco si existe documentación sobre este tema.
Un abrazo.
Antonio: según se puede leer en este enlace, los elefantes de Aníbal eran de la subespecie Loxodonta africana cyclotis, elefantes africanos de 2,3 m de altura, algo más bajos que los de sabana, que habitaban en zonas boscosas próximas a la cordillera del Atlas y que habían sido domesticados por los guerreros númidas.
ResponderEliminarhttp://www.muyinteresante.es/historia/preguntas-respuestas/icuantos-elefantes-utilizo-anibal-para-cruzar-los-alpes
Un saludo.
La verdad es que los elefantes eran un arma de doble filo porque, como muy bien dices, al ponerse nerviosos en la batalla a veces mataban a más "amigos" que enemigos. Interesante post. Besazos.
ResponderEliminarEn Zama, los temidos elefantes cartagineses fueron un problema para ellos mismos. Se dice que por la urgencia, Aníbal tubo que utilizar elefantes jóvenes que todavía no estaban perfectamente adiestrados.
ResponderEliminarSaludos
Isabel: imprevisibles estos animalitos. No entendían de "buenos" ni de "malos". Eso sí, el impacto psicológico estaba garantizado.
ResponderEliminarUn saludo.
Javier: o sea que esos elefantes se hicieron algo "zamosos" en esa batalla.
ResponderEliminarUn saludo.