domingo, 30 de diciembre de 2012

Apocalipsis cotidianos

Fotograma de la película 2012


A pesar de todos los agoreros que lo profetizaron, en el año 2000 no se acabó el mundo.
Era un número adecuado, redondo, perfecto, como ocurrió con el año 1000.
No fue ni  la primera ni la última vez que se anunció el fin de los tiempos.
El apocalipsis es fruto del clima milenarista que en muchos momentos de la historia aparece, generalmente en tiempos de crisis. De esa mentalidad tan pesimista hay múltiples ejemplos, sobre todo en la Edad Media.
Siempre han existido vaticinadores que han profetizado el fin del mundo, pero afortunadamente no han dado nunca una en el clavo: Malaquías, Nostradamus, los Testigos de Jehová, líderes de sectas y cantamañanas diversos que han hecho su agosto a costa de la ingenuidad y del miedo de la gente.
El año pasado sobrevivimos sin contratiempos notables al 11 del 11 de 2011. No ocurrió nada a las 11 y 11 minutos de la mañana. Y eso que los más pesimistas pronosticaban que el asteroide 2005YU55 iba a pasar rozando el planeta afectando a su campo gravitatorio, con consecuencias devastadoras para todos.
Hace unas semanas superamos la fecha cabalística del 12 del 12 del 12. No ocurrió gran cosa. Salvo los cataclismos originados por las políticas de Gallardón y Wert en Justicia y Educación.
Ahora acabando está el 2012, el día 21 va quedando atrás y  con él el vaticinio del fin del mundo por parte del calendario maya. Queda un puñado de horas para terminar el año.
Lo que no sé es si con esta crisis que arrastramos, el apocalipsis particular ha empezado ya o no  para todos aquellos que se han visto desahuciados de sus casas por no poder pagar la hipoteca, o para aquellos hogares cuyos miembros están todos en paro, o para aquellos enfermos dependientes a los que les está poniendo las cosas muy difíciles este gobierno...
En todo caso, si acabamos el año sin mayores daños…
¡Feliz 2013!
Y que la crisis y sus efectos, intencionados y no intencionados, terminen de una maldita vez.



martes, 25 de diciembre de 2012

Otra Canción de Navidad


A veces en medio de la guerra ocurre un milagro y las armas dejan de vomitar sangre y muerte y hacen una pausa para que los combatientes se tomen un respiro y declaren un alto el fuego. Es lo que se viene a denominar “Tregua de Navidad”, algo no oficial que se inventó durante la Gran Guerra.
Navidad de 1914. Primera Guerra Mundial. Frente occidental. Alemanes y británicos frente a frente. La batalla más importante de la guerra va a tener lugar. Esa que no recogen los libros de historia. La victoria será para los dos bandos. En medio del infierno de las trincheras, los soldados abandonan sus armas y se dedican a lanzarse mensajes y cánticos de paz y fraternidad. Acaban de inventar la “Tregua de Navidad”. 
Así fue. 
De pronto en medio del invierno dejan de silbar las balas y se oyen desde las trincheras gritos con los que los combatientes de ambos bandos se saludan los unos a los otros, intercambiando felicitaciones y villancicos. Los soldados británicos responden en inglés, también cantando, a los alemanes que entonan el Stille Nacht (Noche de Paz). Aparecen banderas blancas que anuncian un alto el fuego. Luego, los soldados deciden dar el siguiente paso y quedan en verse en “tierra de nadie”, donde intercambian cigarrillos, latas de conserva, chocolate y licores. También aprovechan el momento para recuperar cadáveres de compañeros abatidos de uno y otro bando y proceder a su enterramiento. Hasta se llega a celebrar algún partido de fútbol, amigable pero multitudinario, con una pelota de trapo improvisada. Victoria de tres a dos para los alemanes. Eso dicen.  En algunos sectores del frente, la tregua duró hasta Año Nuevo.


Los mandos no estaban por la labor, pensaban que esas “treguas” reblandecían el coraje que los soldados necesitaban para seguir luchando y fueron prohibidas. La propaganda de guerra había pintado siempre al enemigo como alguien feroz, capaz de cometer las mayores atrocidades. Y esto caminaba justamente en la dirección contraria. Por eso, en las vísperas de las navidades de 1915 se ordenó recrudecer los combates, incrementándose el fuego de artillería. Sin embargo, la semilla ya estaba sembrada y a pesar de la prohibición hubo esos días algunos encuentros amigables entre los combatientes. En ocasiones se simularon acciones de combate disparando los morteros hacia una dirección diferente a la que se encontraba el enemigo, con el fin de no ocasionar bajas.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Canción de Navidad

Ilustración de John Leech
 Primera edición (1843)


De pequeño siempre me fascinó este cuento de Dickens.
No recuerdo bien la editorial cuando lo leí por primera vez, allá por los años 60, pero era un libro de esos ilustrados, mitad novela, mitad "tebeo", con profusión de dibujos en blanco y negro, con esos interiores lóbregos y la luz trémula de las velas proyectando en las paredes sombras misteriosas, lo que daba al relato un aire frío e inquietante, muy acorde con la noche de pesadilla que iba a vivir su principal protagonista.
El caso es que ese libro lo perdí. He buscado en librerías y por internet y como no recuerdo ni la editorial ni el autor de los dibujos, pues no consigo dar con él. Y eso que mi nuera Ana ha buscado por todas partes e incluso me llegó a comprar un ejemplar de la editorial Bruguera de 1958, casi una pieza de coleccionista, cosa que  me encantó sobremanera, pero no era ese el que leí de niño. Sin duda hay otras ediciones, excelentes y posiblemente mejores, como las que llevan ilustraciones de John Leech que aparecen en la edición original, pero no tienen para mí ese encanto de lo vivido en la infancia que la memoria se encarga de guardar en alguna parte. El libro perdido es como un trocito de la niñez extraviado en algún lugar, una pieza del puzzle de mi vida que anda por ahí sola, deambulando como alma en pena, como el difunto Jacob Marley, errante por la eternidad.

El protagonista del cuento era un viejo avaro, Ebenezer Scrooge. Un personaje inolvidable, antipático, mezquino y tacaño hasta consigo mismo. Bien me acuerdo de él.
El cuento apareció en 1843. La época era la Inglaterra victoriana, en plena revolución industrial. Por el relato desfila todo un elenco de personajes de clase modesta. Muchos de ellos apenas disponen de unos cuantos chelines para comprarse algo de abrigo en esa fría Navidad. Gentes humildes que, sin embargo, a su modo, son felices con poco; mientras que el avaro no disfruta con nada, ni siquiera esos días de fiesta: “¿Navidad? ¡Bah, paparruchas!”

El cuento se inicia el día de Nochebuena con Scrooge trabajando en su negocio, tal vez de prestamista usurero, donde explota a su pobre empleado Bob Cratchit al que paga una miseria y al que concede a regañadientes el "privilegio" de no tener que venir a trabajar el día de Navidad. Al avaro le visita su sobrino Fred quien invita a su tío a pasar la noche con él y su familia, proposición que el viejo tacaño rechaza.
Al final, Scrooge se va a su casa donde decide pasar la noche solo tomándose unas gachas antes de acostarse. Allí  recibe la visita del fantasma de su difunto socio, Jacob Marley, quien le dice que va cargado de cadenas, condenado a llevarlas eternamente, por haber sido en vida una mala persona y que la que se está forjando Scrooge es mucho más larga y pesada. Le anuncia que vendrán a verle tres espíritus: del pasado, del presente y del futuro. Entre los tres se encargarán de recordarle su triste niñez, el presente que bulle a su alrededor, lo que la gente piensa de él y lo que el futuro le depara. Así, de la mano de los tres espíritus, el viejo avaro rememorará y revivirá a la fuerza escenas dolorosas de su vida : la infancia solitaria de un niño sin amigos, su juventud  desdichada, con esa novia que lo abandonó por anteponer los negocios a su relación, los comentarios críticos, despectivos y duros de sus conocidos, su ruina, su casa saqueada por los pobres y su propia muerte, con esa imagen final del espectro de las navidades futuras señalando con el índice la fría lápida de su tumba...

Y tras la visita de los tres espíritus -o tras despertar de una horrible pesadilla- se obró el milagro: el señor Scrooge aprendió la lección y cambió de actitud radicalmente. De ser un tacaño insociable se convirtió en una persona amable, llena de vitalidad y optimismo, risueña y generosa.

Una curiosa metamorfosis que, al contrario de lo que le pasó a Gregorio Samsa en la novela de Kafka, se produce en sentido inverso, convirtiendo en hombre a la cucaracha.
Ya nos gustaría que ese cambio tan radical se produjera en algunas personas que conocemos, pero la historia de Dickens no deja de ser un cuento con final feliz, porque las personas rara vez cambian para mejor.
A ver si ahora hay suerte y todos esos políticos que con sus medidas condenan a muchos ciudadanos a unas navidades negras, sin paga extra o sin subsidios ni ayudas, y esos banqueros que se han enriquecido a costa de la ingenuidad de los que han perdido sus ahorros o sus casas, reciben también la visitas de esos espíritus de la Navidad y se produce de nuevo el milagro: la reencarnación en vida, de insectos inmundos en personas con sentimientos.

Feliz Navidad.



miércoles, 19 de diciembre de 2012

El infierno de Verdún



19 de diciembre de 1916
Primera Guerra Mundial. Batalla de Verdún.
Setecientos mil combatientes, alemanes y franceses, fueron las víctimas.
La batalla estaba prácticamente concluida, si bien oficialmente no tuvo lugar su final hasta algo más tarde.
Una batalla típica de “la guerra de posiciones”, con frentes que apenas se movían a lo largo de centenares de kilómetros.
La más larga –diez meses- y una de las más sangrientas, donde se enfrentaron los ejércitos francés y alemán en aquella localidad, al nordeste de Francia.
Más conocida como “el infierno de Verdún”, donde las trincheras invadidas por el barro y las ratas se convirtieron en cementerios; donde los vivos, muertos de miedo, hambre y frío debían compartir su espacio con los propios excrementos y los muertos de verdad.
La batalla formaba parte de esa lógica estúpida, llamada “guerra de desgaste”, cuyo objetivo era causar al enemigo el mayor número de bajas posible para minar su moral. El resultado de esa táctica fue casi un empate técnico  entre los caídos de uno y otro bando.  Es decir, que en el fondo se enviaba a  los propios compatriotas al frente sabiendo que aquello era un matadero.

"¡No pasarán!"

Aunque haya gente que piense en otra guerra y lugar, esa frase se acuñó allí.
Su autor fue el comandante galo Robert Georges Nivelle.
En efecto, no pasaron… pero todos perdieron.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Aniversario

El 16 de diciembre se cumplen años de una fecha memorable.
Tal día como ese tuvo lugar un acontecimiento decisivo que fue fundamental para la independencia de los EEUU de América.
Me refiero al Motín del té en Boston.
En efecto, el 16 de diciembre de 1773 fue el punto de partida de la rebelión de las colonias inglesas en norteamérica contra su metrópoli, que derivó en una guerra por la independencia y en el nacimiento de una nueva nación: los Estados Unidos de América del Norte.
En el siglo XVII se habían establecido en la costa este norteamericana trece colonias con cierta prosperidad económica. Los colonos venían del viejo continente huyendo muchos de las guerras de religión que asolaban Europa, otros lo hacían para huir de su propio pasado, había delincuentes condenados a muerte e indultados si emigraban, y la mayoría, atraídos por las perspectivas de futuro y progreso que ofrecían unas tierras casi vírgenes.
La prosperidad se basaba en el comercio con Europa y con las colonias españolas de América, en la producción de algodón y tabaco y en el empleo de una mano de obra esclava, muy económica y eficiente, procedente de África. Todo ello permitió la aparición de una emprendedora clase burguesa que, con cierta autonomía, administraba y dirigía las colonias.
El origen de la protesta americana hay que buscarlo en las pretensiones de la metrópoli de gravar con nuevos impuestos a sus colonias sin que éstas pudieran enviar sus representantes al Parlamento británico. Es decir, eran considerados como ciudadanos para pagar impuestos, pero no lo eran para participar en la vida política: “Sin representación no hay contribución”, fue una frase acuñada por los colonos.
Por eso, cuando llegaron al puerto de Boston varios cargamentos de té , sobre el que tenían que pagar sus correspondientes impuestos, los colonos americanos, disfrazados de pieles rojas, asaltaron los barcos y tiraron por la borda al mar todos los fardos que contenían el té, en total más de cuarenta toneladas. Como represalia, el gobierno inglés cerró el puerto de Boston. Los colonos por su parte rompieron relaciones con los británicos y se organizaron para la larga guerra que vendría después.
Una década, la que va de 1773 a 1783, separan el Motín del té de la Paz de Versalles, por la que Inglaterra reconoció la independencia de los EEUU. Entre las dos fechas hubo momentos importantes, como el inicio real de la guerra en 1775 bajo la organización de George Washington, la Declaración de Independencia en 1776 y posteriormente las derrotas británicas de Saratoga y Yorktown.

Trece colonias: trece barras de la bandera.

La Independencia de los EEUU es un hecho trascendental en la historia contemporánea por varias razones:
  • Es la primera vez que en la historia reciente una colonia rompe sus lazos con la metrópoli. Es decir es el principio de la descolonización.
  • Es la plasmación de una rebelión popular ciudadana contra la monarquía. En este caso la monarquía inglesa de Jorge III.
  • Es una revolución burguesa, inspirada por los principios ideológicos de la Ilustración y propiciada por la burguesía.
  • Da lugar a la primera Constitución democrática del mundo (1787), donde se reflejan los principios ideológicos del liberalismo político: separación de poderes, soberanía popular, igualdad ante la ley...
  • Su carácter difusor. La revolución americana va a servir de ejemplo para otras revoluciones. La Revolución Francesa y la Independencia de las colonias españolas en Latinoamérica seguirán el camino emprendido por los  norteamericanos.

martes, 11 de diciembre de 2012

Fray Luis de León


11 de diciembre de 1576: en España, Fray Luis de León, tras casi cinco años de encarcelamiento sin juicio, es absuelto por la Inquisición. ¿Celo religioso? ¿Envidia?
¿Cargos contra él?
Haber osado traducir la Biblia a lengua vulgar, especialmente su versión de "El Cantar de los Cantares". Parece que a algunos eclesiásticos no le gustó la iniciativa.
Se cuenta que en la cárcel escribió esta poesía:

ODA XXIII - A LA SALIDA DE LA CÁRCEL

Aquí la envidia y mentira.
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso.





domingo, 9 de diciembre de 2012

Callejero imaginario


Quizás es preferible tener un callejero lleno de espadones, como en la entrada anterior, a vivir en una hipotética ciudad con estos barrios.
El plano original sin rótulos lo saqué de aquí.
Espero que sus dueños me disculpen y no se tomen a mal la utilización que le he dado.
Los posibles defectos en rótulos y retoques de "maquillaje" se deben a mi torpeza en el manejo del "Paint".

martes, 4 de diciembre de 2012

Espadones en el callejero



El siglo XIX español fue una época de inestabilidad política y social con profusión de golpes de estado o cuartelazos que encumbraron a militares en puestos de responsabilidad  de gobierno por obra y gracia de las armas. Multitud de calles de Madrid llevan nombres de esos “espadones” que escribieron algunas páginas de nuestra historia pasada, la mayor parte de ellos son de la época isabelina.

Calles como...

Narváez, perpendicular con
O’Donnell que sale de la calle de Alcalá y se convierte en carretera.
Serrano, desde Alcalá, paralela al Paseo de la Castellana.
Prim, entre Chueca y Banco de España.

Espartero (Príncipe de Vergara), calle enorme, de más de cuatro kilómetros, desde la Plaza del Perú  hasta la calle de Alcalá, perpendicular a
Diego de León.
Manuel Pavía, cerca de la avenida de la Albufera en Vallecas.
Topete, en Alvarado, cerca de Bravo Murillo y próxima a Cuatro Caminos.
Rafael de Riego, de Méndez Álvaro a la calle del Ferrocarril, entre la estación de Atocha y la de Delicias.
Martínez Campos, (Metro Iglesia).

Pues empecemos por esta misma calle.

Paseo del General Martínez Campos.  
Nunca mejor dicho... Ni calle ni avenida: "paseo". Eso fue lo que el general se dio en 1874 desde su pronunciamiento en Sagunto para proclamar como rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II, puesto que el gobierno provisional dirigido por Serrano decidió no enfrentarse al militar.

Francisco Serrano.
El "general bonito", como lo llamaba Isabel II.

Serrano
El que abrió a la reina el camino del amor y otro camino, el del exilio. Equidistante en el plano entre los extremos como Pavía o Topete. El lugar que ocupa Serrano en el plano de Madrid está bien centrado y situado, cerca de todo, tanto de posturas drásticas, hasta el punto de participar en la expulsión de Isabel II, como de posiciones más moderadas, aceptando presidir un gobierno de concentración nacional tras el golpe del general Pavía.

Pavía y Topete
Buena situación. Vallecas y Alvarado. De todos los citados son los más distantes en el callejero y tal vez en posiciones. Uno terminó con el sexenio democrático y el otro colaboró en su inicio. Aunque bien mirado, a Topete habría que haberle puesto en Chueca, cerca de Prim, compañero de fatigas, y no precisamente en el barrio de Tetuán de las Victorias en donde, por el contrario, habría que haber situado en justicia a

O’Donnell, quien casualmente acampó allí con sus tropas, cuando todavía era campo, tras regresar victorioso de África en espera de su entrada triunfal en Madrid. Lo que no llegó a suceder. Con el tiempo, el campamento atrajo a comerciantes y se fue formando un nuevo barrio. A pesar de no estar allí su calle, es una buena idea poner la auténtica enfilando la radial 3 para luego enlazar con la carretera de Valencia, así el trajín de soldados, el ruido de sables y las boñigas de caballo quedan relegados casi al extrarradio, donde menos molesten.
Cuentan  que en una ocasión que marchaba el general para tierras africanas, Isabel II le dijo que si ella fuera hombre se iría con él, a lo que el consorte Francisco de Asís, más conocido popularmente como "Paquita", le dijo aquello de... "Lo mismo digo, O'Donnell. Lo mismo digo."

Rafael de Riego, el que se sublevó en Cabezas de San Juan (Sevilla) contra Fernando VII, y al que obligó a respetar la Constitución de Cádiz, tiene su calle cerca de la estación de Atocha, como si hubiera venido desde tierras andaluzas en tren para la ocasión. Y por si las cosas se dieran mal, no sea que hubierque salir corriendo con las maletas -en caso de que El Felón decidiera pasarse La Pepa por el forro, como así pasó-, era preferible, por si las moscas, andar cerca de los andenes y lo más lejos posible de la plaza de la Cebada.

En el meollo de Madrid, en pleno ensanche, nos encontramos con Narváez, Diego de León y Espartero (Príncipe de Vergara).
Narváez entrecruzándose con O'Donnell, como pasó en la historia real.
También ocupan una posición perpendicular Príncipe de Vergara, o sea el general Espartero, y Diego de León. Dos calles que se cruzan. Es como si uno de los dos cortara la trayectoria del otro. Como si se estorbaran mutuamente. Y así fue. A punto estuvo Diego de León de truncar la carrera del señor Baldomero cuando, en plena regencia de éste, participando en una maniobra desestabilizadora, colaboró en 1841 en una aparatosa intentona golpista, pero le salió mal la jugada. Fue detenido y mandado fusilar. O sea que fue el “Príncipe de Vergara” el que cortó el paso al otro y no al revés, como estaba previsto.


Atentado de Prim

Juan Prim y Prats deberían haberle cambiado la calle, haber puesto su nombre a la calle del Turco -que hoy no se llamaría Marqués de Cubas-, porque fue allí donde sufrió el atentado que le costó la vida (Aunque según las últimas investigaciones, no murió de esas heridas, sino estrangulado en su propia casa unos días después). El general tenía más enemigos que amigos y la autoría del asesinato sigue siendo hoy un misterio sin resolver, aunque hay claras sospechas de que pudo ser alguien, republicano o monárquico, que no quería que Amadeo de Saboya, más conocido por los españoles como "Macarronini I", fuera el rey de España (*). Y Prim era el principal valedor de éste tras el derrocamiento de Isabel II. De todos maneras no gozaba de muchas simpatías entre los borbónicos, por declaraciones del estilo de "Es tal la convicción que tengo de que la dinastía borbónica se ha hecho imposible para España, que no vacilo en decir que no volverá jamás, jamás, jamás." 

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(*) Uno de los implicados en el atentado de Prim pudo ser con casi toda seguridad el Duque de Montpensier, quien tenía pretensiones de ocupar el trono de España y al que Prim había rechazado de plano, entre otras cosas porque había matado a un hombre en un duelo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Tal día como hoy

2 de diciembre.

Curiosa coincidencia. Aunque en distintos años, este día está relacionado con dos ejercicios de intransigencia hacia personas que vivían en el propio país pero que pensaban de forma diferente. Una pertenece al ámbito comunista y la otra al mundo capitalista, presuntamente democrático. 


León Trotsky

2 de diciembre de 1927: en la Unión Soviética, por decisión de Stalin, León Trotski es expulsado del Partido Comunista de la Unión Soviética. A la expulsión del partido seguirá la del país. Más tarde será mandado asesinar por un agente estalinista, un español, Ramón Mercader, que viajará a México para cumplir su objetivo en 1940.


Joseph Mc Carthy

2 de diciembre de 1954: el Senado de los Estados Unidos vota una «moción de censura» para detener las actividades del senador republicano Joseph McCarthy , principal artífice de la denominada caza de brujas, iniciada en plena guerra fría, fruto de la psicosis anticomunista, y que tuvo en su punto de mira a intelectuales y artistas.