sábado, 27 de abril de 2019

Lo prometido es deuda


A punto de agotarse la breve edición en papel de "Ida y vuelta", mi último trabajo -prácticamente solo queda dar cumplimiento a las solicitudes pendientes-,  cuelgo el pdf que se puede descargar de forma gratuita. 
En papel o no, espero que la lectura de los relatos que dan lugar a este libro sea del agrado de todos.



Y este es el enlace al pdf:




jueves, 25 de abril de 2019

Todo un detalle



Me ocurrió este año. En el súper. Era un 13 de febrero, la víspera de san Valentín. 
Delante de mí, en la fila para pagar en caja, había un hombre como de unos cuarenta años, menudo, de carnes secas. Cuando ya le tocaba el turno, se abrió la puerta del local y entró una moza de buen ver, con pantalón ajustado y curvas pronunciadas. Y el hombrito, con la compra del día en la cinta de la caja, se quedó embelesado unos segundos, siguiendo descaradamente, como hipnotizado, el bamboleo de las poderosas caderas de la aparecida... Si hubiera dado un paso en dirección a la señora estupenda de culo ceñido, habría patinado indudablemente en su propia baba. Luego recapacitó, con aires de disimulo, como diciendo "yo soy un inocente varón", recobró la compostura, giró la cabeza hacia donde estaba inicialmente y, antes de pagar, reparó en un cesto lleno de ramos de flores que, a un lado de la caja, ofrecía la posibilidad de llevarse uno de ellos dada la oportunidad de la fecha. El hombre se aproximó allí, cogió uno y lo puso en la cinta transportadora junto a los huevos, los macarrones, la botella de aceite y el brick de leche que iba a pagar. Un gesto de última hora para su mujer en fechas tan señaladas. 
Todo un detalle de un hombre verdaderamente enamorado que siempre se acuerda de estas cosas.

lunes, 15 de abril de 2019

La magia de la lectura


Cuando era muy joven tenía un tesoro en mi habitación: una estantería repleta de libros; siempre oliendo a esa combinación de madera y papeles encerrados entre tapas satinadas. 
Y allí se encontraban Guillermo Brown y sus incondicionales proscritos, Sitting Bull y las infinitas praderas, Ulises y la diosa Circe, los solitarios del océano, el escarabajo de oro y los misterios de la calle La Morgue, la caja de yesca y el viejo conciliasueños, el Gun Club de Baltimore, los jinetes indios cabalgando a pelo sus monturas, las oscuras golondrinas de Bécquer, el avaro Scrooge, el plano del tesoro y un barco lleno de piratas… 
Si cogía, por ejemplo, El árbol del ahorcado, y echaba un vistazo a su interior, durante un breve segundo mi cerebro registraba una ensoñación, un espejismo: el movimiento vertiginoso de un remolino de arena típico de los desiertos…. Por eso, cuando cerraba de golpe el libro, como se cierra una puerta —¡blam!—, un espeso muro de silencio y polvo se levantaba en medio de la habitación, y quedaba allí, en el aire, flotando unos instantes, como un ritual de seguridad que impedía el acceso a los intrusos. 
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Si te gusta leer, te ofrezco la posibilidad de compartir mi último trabajo:

Ida y vuelta. Viajes, retornos y reencuentros.

Puedes pedirme un libro en papel. O esperar a que se agoten las existencias y descargarte el pdf que pondré en su momento.

miércoles, 10 de abril de 2019

Noticia




Ya está aquí. Ya salió:
"Ida y vuelta". El resultado final de un proyecto que se inició hace casi dos años. 
Un libro de relatos que gira en torno al tema de los viajes. Espaciales y temporales; externos e internos; de largo recorrido y escapadas; reales e imaginarios; por la Tierra y por el cosmos;  a otros lugares y al interior de la persona; en barco, en tren o en platillo volante... En plan serio o en clave de humor, que de todo hay.

Se trata de un encargo a una imprenta en régimen de autopublicación. Ya sabéis, como Juan Palomo: maquetación del interior y diseño de la cubierta a cargo del propio autor. Luego se imprimen unas decenas de ejemplares y ya está. Sale relativamente barato. Así que, si alguien encuentra algún error en la maquetación  -que los habrá-, no cabe echarle la culpa a los de la imprenta.

El trabajo en cuestión es una manera de tener reunidos en papel muchos textos que andaban sueltos por ahí, en archivos varios del ordenador. La mayoría son inéditos, aunque algunos ya han sido publicados en mi blog o en sitios donde colaboro habitualmente. 

Aparte de esta breve edición en papel -no quiero, de momento, más aventuras editoriales- sacaré más adelante otra en pdf para que se la descargue gratuitamente el que desee, sobre todo pensando en los amigos de fuera de España, que lo tienen más difícil.

Pues eso: que el que quiera un ejemplar en papel, que me lo diga, que el asunto es limitado y que cuando se agote el libro físico, solo quedará la opción de descargárselo a partir del enlace que suministraré en su momento.

Mi correo electrónico: geaberca@gmail.com



jueves, 4 de abril de 2019

Regalos



—¿Has envuelto el regalo para la señora Lucía?— dijo mi madre en voz baja, mientras mi padre roncaba portentosamente con el sonido del televisor como ruido de fondo.
—Sí, ya lo tengo preparado.

En mi casa era una ceremonia diaria hacer una larga sobremesa tras la comida, sentados todos en el sofá de cuatro plazas, mientras veíamos los anuncios de la tele y mi padre echaba su habitual cabezada con la boca abierta.

—Este canal es un rollo —dijo Margarita—. Voy a cambiarlo. Apenas ponen anuncios.

Margarita era mi hermana, la pequeña de la casa, con la cara salpicada de pecas, cabello pelirrojo recogido en dos trenzas, con ese aspecto de niña traviesa al estilo de Pipi Calzaslargas.
Sí, en mi casa era una costumbre, casi un ritual, ver los anuncios de la tele mientras hacíamos la sobremesa tras la comida y mi padre roncaba como un poseso. Entre pedacito y pedacito de programa, la mayoría de los canales emitían publicidad en dosis masivas. También era una costumbre pelearme con mi hermana aprovechando que el cabeza de familia estaba ausente en brazos de Morfeo:

—No digas tonterías, Margarita —le respondí—. Todavía no han terminado los anuncios de este y tú ya quieres cambiar de canal. Por cierto, ¿cuándo vas a dejar de tomar el sol en la cara con un colador?
—Jajá. Mira el listo, que le han quedado cuatro asignaturas esta evaluación. Y viene dando lecciones.
—Niños, dejad de alborotar, que como se despierte vuestro padre os va a dar para el pelo. Y tú, Margarita, dame el mando que, cuando acaben estos, pondré los de la Cinco.

Creo que ya lo dije. En mi casa había tres deportes favoritos: pelearnos mi hermana y yo, roncar mi padre tras la comida y ver anuncios. ¡Ah! Se me olvidaba. También había otra afición: hacer regalos. Lo nuestro era compulsivo. Veíamos los anuncios de la tele y después desde el móvil hacíamos el pedido de lo que nos gustaba y a qué personas íbamos a regalar lo comprado. Todo cómodamente a través de una aplicación que nos habíamos bajado. Y pudiendo pagar las compras a plazos. El pedido podría tardar en llegar a nuestro domicilio un par de días. Y el mando de la tele siempre acababa en manos de mi madre. Era ella quien, al final, seleccionaba el canal de anuncios que debíamos ver. Era quien mandaba:

Señora, no deje pasar esta oportunidad: compre una docena de bragas Verónica y le regalamos un libro de Saulo Moelho, el escritor de moda.
Para el caballero, este elegante chaquetón estilo "paletó" a lo Fernando VII. Con él se sentirá el rey de la casa.

En ese momento se despertaba mi padre con la lengua estropajosa haciendo extraños ruidos o chasquidos con la boca, como mascando el aire:

—En esta casa no puede uno echar una cabezadita. Os vengo oyendo desde hace rato. Mira que habláis, como cotorras, sin parar.

Un divertido juego para toda la familia... Pensar o ganar. Usted elige. Un entretenimiento que penaliza al que se piense demasiado las respuestas.
Para esa vecina que tanto aprecia, le recomendamos el escuchador doméstico. Un vaso con amplificador incorporado que, puesto en la pared, hará que no se pierda nada de lo que hablan los del piso de al lado. Tenga un bonito detalle.

—Mira, Paco —dijo mi madre —. Eso es lo que le hemos comprado a la señora Lucía y que Luisito  le ha envuelto para bajárselo esta tarde.

Llévese bien con su jefe y regálele una noche de hotel en las Bermudas con todo incluido.

—Yo sí que le regalaba al mío un viaje lejos, pero con billete solo de ida. A ese, ni agua — afirmó Paco convencido.

Niños, no os perdáis el nuevo juego para vuestras maquinitas móviles:
“El cazadelincuentes”.
Una delicia que ya hace furor en los EEUU. Incorpora un rifle con mirada telescópica de alta precisión. ¡Si no puedes detener al delincuente, cázalo!

—¡Mami, yo lo quiero! —dije yo.
—Cuando apruebes lo que te queda. Te recuerdo que te han suspendido Protocolo, Finanzas, Consumo y Gestión empresarial. Nada menos que cuatro de las seis asignaturas importantes que se dan en Secundaria. Solo aprobaste Dibujo Técnico y Tecnología.
—Pues vaya rollo. Al final seguro que lo tendrán todos los de mi clase antes que yo.
—¡Chincha rabiña! —apostilló Margarita divertida.
—Esta niña es tonta —me defendí.
—Venga, callad ya los dos. Ya hablaremos cuando apruebes. Y tú, Margarita, deja en paz a tu hermano. Anda, Luisito, baja el regalo a doña Lucía.
—Vale, mamá.

Al cabo de un rato, regresaba yo tras entregar el regalo a la vecina.

—¿Qué te ha dicho? —preguntó mi madre.
—Me ha dado las gracias y me ha entregado esto para ti. Dice que son unas zapatillas de andar por casa para que no metas ruido con los zapatos de tacón, que el piso parece un puticlub. También me ha dado esto —y le mostré un sobrecito cuadrado transparente que dejaba entrever un preservativo —. Es para papá. Dice que se lo ponga en el pito para no tener más nenes, que con dos en casa ya hay bastante jaleo.


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