sábado, 28 de diciembre de 2013

Vandalismo urbano


Una obra emblemática para los madrileños ha sido víctima del gamberrismo urbano.
El Templo de Debod ha amanecido esta mañana lleno de pintadas y frases de mal gusto.
Según los distintos medios de comunicación que abren hoy sus páginas con esta noticia, el atentado contra este monumento se debe posiblemente a un grupo de jóvenes de ideas xenófobas y racistas, dado el contenido de las pintadas.
Llama la atención el escaso nivel cultural de los autores cuando confunden la civilización egipcia de hace 3000 años con los pobladores actuales del norte de África, al usar frases como "volver  por donde habéis venido" (los insultos y las faltas de ortografía no los incluyo por respeto).
La crisis, con sus secuelas de  desempleo y malestar, no está ayudando precisamente a evitar estos brotes radicales.
Esperemos que los responsables de tamaña atrocidad sean encontrados y puestos pronto a disposición de la justicia.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

El espíritu de la Navidad


Llega la Navidad y la nostalgia se apodera de nosotros.
Y cada año vienen a la mente viejos y recurrentes temas, lo quieras o no.
Por ejemplo, el cuento de Dickens, "Canción de Navidad", con el viejo avaro Scrooge, al que dediqué una entrada las navidades pasadas.
El tema de las injusticias, el de la guerra, el de la soledad...
Y pensamos en los que están lejos, en los que lo pasan mal, en los que sufren frío, hambre o penalidades, en los que se convierten en víctimas de un sistema injusto que emplea una doble vara de medir o en los que padecen los rigores de una guerra que ellos no iniciaron, pero que fueron conducidos a ella como se llevan los corderos al matadero… Es muy ilustrativa aquí la imagen del soldado de tiempos pasados, enterrado en la nieve y en el barro de la trinchera, martirizado por el hambre, el miedo y los piojos, con la cara y las manos amoratadas por el frío…
Pero a veces, en medio de la refriega, sucede un milagro.
Es lo que narro en un capítulo de “Historias que no son cuentos”, recogiendo una entrada antigua mía que en su día tuve el gusto de compartir aquí, en referencia a la Primera Guerra Mundial.
Sí, a veces ocurre un milagro...

... y las armas dejan de vomitar sangre y muerte y hacen una pausa para que los combatientes se tomen un respiro y declaren un alto el fuego. Es lo que se viene a denominar “Tregua de Navidad”, algo no oficial que se inventó durante la Gran Guerra. Navidad de 1914. Primera Guerra Mundial. Frente occidental. Alemanes y británicos frente a frente. La batalla más importante de la guerra va a tener lugar. Esa que no recogen los libros de historia. La victoria será para los dos bandos. En medio del infierno de las trincheras, los soldados abandonan sus armas y se dedican a lanzarse mensajes y cánticos de paz y fraternidad. Acaban de inventar la “Tregua de Navidad”. Así fue. De pronto en medio del invierno dejan de silbar las balas y se oyen desde las trincheras gritos con los que los combatientes de ambos bandos se saludan los unos a los otros, intercambiando felicitaciones y villancicos. Los soldados británicos responden en inglés, también cantando, a los alemanes que entonan el Stille Nacht (Noche de Paz). Aparecen banderas blancas que anuncian un alto el fuego. Luego, los soldados deciden dar el siguiente paso y quedan en verse en “tierra de nadie”, donde intercambian cigarrillos, latas de conserva, chocolate y licores. También aprovechan el momento para recuperar cadáveres de compañeros abatidos de uno y otro bando y proceder a su enterramiento.  

domingo, 15 de diciembre de 2013

Historias apócrifas. Nuevo embajador


Noticia de actualidad política: el hasta hoy Ministro de Exteriores, Israel Matamoros, ha sido nombrado nuevo embajador de España en Marruecos.
Una muestra más del buen saber hacer y del tacto diplomático de nuestro gobierno.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Viajar en un 600



El 27 de junio de 1957 comienza a fabricarse en España

El 600 era el símbolo del inicio del desarrollismo franquista allá en los años 60.
De la España rural, de la alpargata y la boina, se estaba pasando a la España del pluriempleo y del Seat a plazos. Porque entonces todo se pagaba a plazos, la nevera, la lavadora... hasta la tele en blanco y negro, el que pudiera permitirse el lujo de tenerla.
Algunos se iban en aquellos cacharros -llamémosles coches-  de "bacaciones". Así como suena, con falta de ortografía y todo, que en el fondo no es tal.
Y las navidades eran un buen momento para ello.
Irse de “bacaciones” no era marcharse a disfrutar del tiempo libre, sino cargar el maletero de cosas y llenar el coche por dentro y por fuera -techo incluido, léase "baca"- de gente, bolsos, maletas, bolsas, mochilas, cajas y demás, sin olvidarse de la sombrilla de la playa, de la mesa plegable y de la nevera portátil si el viaje era en verano y si éramos tan modernos y afortunados como para tener una.
En el "seiscientos" cabíamos todos y todo, contraviniendo los principios más elementales de la Física.
Y desde que arrancaba el coche daba comienzo la aventura, con una pregunta que rondaba nuestras cabezas... ¿Llegaríamos algún día a nuestro destino?
La aventura podría ser ésta: coche cargado hasta los topes. Origen Madrid. Destino Sevilla, atravesando todo lo atravesable: Aranjuez, Ocaña, Tembleque, Manzanares, Bailén, Despeñaperros, La Carolina, Córdoba, Carmona... Y parábamos en todas partes, en Valdepeñas para hacer un pis, en Andújar para estirar las piernas, en Guarromán para echar gasolina, en Córdoba para visitar a los tíos  y a los primos, en Écija para comprar unas "yemas", en Carmona para comprar el pan... 
Tras unas diez o doce horas de viaje (más doce que diez) llegabas a tu destino, cansado y hecho polvo. El 600 se calentaba, dado que el motor iba detrás, y había que parar de vez en cuando para echarle agua. Aquello era modernidad y lo demás son tonterías. 
El coche de la foto era algo parecido al de mi padre, en color -no tan verde oliva, pero podría darnos una idea- y en matrícula, que también empezaba y terminaba por 4. Mi padre a veces también se dejaba bigote y ponía cara de mala uva cuando salíamos de viaje (y cuando no también). A mi hermano y a mí más nos valía no armar jaleo durante el trayecto no fuera que se escapara algún sopapo. 
Ya digo... toda una aventura aquello.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Cultura y consumismo

No todos los chicos son unos ignorantes y unos consumistas.
Hay algunos que dentro de la cabeza tienen algo diferente al serrín.
Afortunadamente.
Como este chico que sabe tanta geografía y es capaz de rechazar una tablet.
Aunque todo el vídeo merece la pena, el minuto clave es el 4. El presentador no da crédito a lo que ve y oye.

(El vídeo ha sido eliminado por Youtube)

jueves, 5 de diciembre de 2013

Salve, Julio

César según los creadores de Astérix

Julio César era un mujeriego empedernido y muy aficionado a las mujeres casadas a las que seducía sin “cesar”. 
Ello le valió la mofa y el escarnio de sus propios soldados, quienes tras la victoria en la guerra de las Galias, decían: 
“Ciudadanos romanos, esconded bien a vuestras esposas, porque aquí traemos al adúltero calvo.” 
En efecto, Julio César era calvo y ocultaba su calvicie con la corona de laurel que siempre ceñía. 
Era un defecto que le acomplejaba bastante. 
Tanto es así que, según cuenta una leyenda, cuando logró capturar al jefe galo Vercingétorix, quien lucía una espléndida cabellera, se la hizo cortar para hacerse con ella una peluca.
Julio César pasará en consecuencia a la historia, entre otras cosas, por ser el autor de una obra donde reflejaba algunos pormenores de su campaña contra los galos, pura promoción del procónsul en su carrera política, una obra que los alumnos tuvimos que traducir del latín en el antiguo Bachillerato de Letras, La guerra de las Galias, "De Bello Gallico", mucho más sencilla para los estudiantes que los discursos del rebuscado de Cicerón, lo cual siempre era de agradecer.

La Guerra de las Galias acabó en el 51 antes de Cristo, hace aproximadamente 2064 años, casi nada.