19 de diciembre de 1916:
Primera Guerra Mundial. Batalla de Verdún.
Setecientos mil combatientes, alemanes y franceses, fueron las víctimas.
La batalla estaba prácticamente concluida, si bien oficialmente no tuvo lugar su final hasta algo más tarde.
Una batalla típica de “la guerra de posiciones”, con frentes que apenas se movían a lo largo de centenares de kilómetros.
La más larga –diez meses- y una de las más sangrientas, donde se enfrentaron los ejércitos francés y alemán en aquella localidad, al nordeste de Francia.
Más conocida como “el infierno de Verdún”, donde las trincheras invadidas por el barro y las ratas se convirtieron en cementerios; donde los vivos, muertos de miedo, hambre y frío debían compartir su espacio con los propios excrementos y los muertos de verdad.
La batalla formaba parte de esa lógica estúpida, llamada “guerra de desgaste”, cuyo objetivo era causar al enemigo el mayor número de bajas posible para minar su moral. El resultado de esa táctica fue casi un empate técnico entre los caídos de uno y otro bando. Es decir, que en el fondo se enviaba a los propios compatriotas al frente sabiendo que aquello era un matadero.
"¡No pasarán!"
Aunque haya gente que piense en otra guerra y lugar, esa frase se acuñó allí.
Su autor fue el comandante galo Robert Georges Nivelle.
En efecto, no pasaron… pero todos perdieron.
En todas las batallas todos pierden así eran las guerras antes.
ResponderEliminarAhora en todas las batallas los de siempre ganan y son los que manejan el mayor entramado económico y manipulador que gobierna realmente este mundo.
Un abrazo
Senovilla: así es. Ahora ya no hace falta invadir con tropas. Manejan a los países a su antojo desde el poder económico mundial.
ResponderEliminarUn saludo.
¡ Y sirven para algo las guerras?
ResponderEliminarSi todos pierden, si nadie gana, si tantísimos mueren...¡Horror!
Un abrazo.
Rosario: el problema es que todos se meten porque piensan ganar y al final llega el infierno.
ResponderEliminarUn saludo.
En las guerras todos pierden. No hay cosa más absurda que llevar a la muerte a un ser humano por un trozo de tierra o por un pensamiento. Como tenemos poco con vivir cada día....
ResponderEliminarBesos
Arantza: absurdas las guerras, en efecto; pero... ¿aprenderemos alguna vez?
ResponderEliminarUn saludo.
Dice bien Ud infierno,tan bien contado por Erich Marie Remarque en su Sin Novedad en el Frente, filmada dos versiones creo recordar o la otra no tan difundida de Henri Barbusse
ResponderEliminarEl Fuego en la que pinta igualmente los horrores de una guerra particularmente infame.
Nando: aunque la Primera Guerra tiene menos filmografía que la Segunda, por razones evidentes, hay algunas "joyas" sobre aquel conflicto.
ResponderEliminarUn saludo.
Otro si digo
ResponderEliminaren España mientras tanto el gran Machado escribia esta maravilla
En mi rincón moruno, mientras repiquetea
el agua de la siembra bendita en los cristales,
yo pienso en la lejana Europa que pelea,
el fiero norte, envuelto en lluvias otoñales.
Donde combaten galos, ingleses y teutones
allá en la vieja Flandes, y en una tarde fría,
sobre jinetes, carros, infantes y cañones
pondrá la lluvia el velo de su melancolía.
Envolverá la niebla el rojo expolïario
-sordinas gris al férreo claror del campamento-,
las brumas de la Mancha caerán como un sudario
de la flamenca duna sobre el fangal sangriento.
Un César ha ordenado las tropas de Germania
contra el francés avaro y el triste moscovita,
y osó hostigar la rubia pantera de Britania.
Medio planeta en armas contra el teutón milita.
¡Señor! La guerra es mala y bárbara; la guerra,
odiada por las madres, las almas entigrece;
mientras la guerra pasa, ¿quién sembrará la tierra?
¿Quién segará la espiga que junio amarillece?
Albión acecha y caza las quillas en los mares;
Germania arruina templos, moradas y talleres;
la guerra pone un soplo de hielo en los hogares,
y el hambre en los caminos, y el llanto en las mujeres.
Es bárbara la guerra y torpe y regresiva;
¿por qué otra vez a Europa esta sangrienta racha
que siega el alma y esta locura acometiva
¿Por qué otra vez el hombre de sangre se emborracha?
La guerra nos devuelve las podres y las pestes
del Ultramar cristiano; el vértigo de horrores
que trajo Atila a Europa con sus feroces huestes;
las hordas mercenarias, los púnicos rencores;
la guerra nos devuelve los muertos milenarios
de cíclopes, centauros, Heracles y Teseos;
la guerra resucita los sueños cavernarios
del hombre con peludos mammuthes giganteos.
¿Y bien? El mundo en guerra y en paz España sola.
¡Salud, oh buen Quijano! Por si este gesto es tuyo,
yo te saludo. ¡Salve! Salud, paz española,
si no eres paz cobarde, sino desdén y orgullo,
Si eres desdén y orgullo, valor de ti, si bruñes
en esa paz, valiente, la enmohecida espada,
para tenerla limpia, sin tacha, cuando empuñes
el arma de tu vieja panoplia arrinconada;
si pules y acicalas tus hierros para, un día,
vestir de luz y erguida: heme aquí, pues, España,
en alma y cuerpo, toda, para una guerra mía,
heme aquí, pues, vestida para la propia hazaña
decir, para que diga quien oiga: es voz, no es eco;
el buen manchego habla palabras de cordura;
parece que el hidalgo amojamado y seco
entró en razón, y tiene espada a la cintura;
entonces, paz de España, yo te saludo.
Si eres
vergüenza humana de esos rencores cabezudos
con que se matan miles de avaros mercaderes,
sobre la madre tierra que los parió desnudos;
si sabes cómo Europa entera se anegaba
en una paz sin alma, en un afán sin vida,
y que una calentura cruel la aniquilaba,
que es hoy la fiebre de esta pelea fratricida;
si sabes que esos pueblos arrojan sus riquezas
al mar y al fuego -todos- para sentirse hermanos
un día ante el divino altar de la pobreza,
gabachos y tudescos, latinos y britanos,
entonces, paz de España, también yo te saludo,
y a ti, la España fuerte, si, en esta paz bendita,
en tu desdeño esculpes, como sobre un escudo,
dos ojos que avizoran y un ceño que medita.
Infierno verdaderamente el que algunos viven en este barrio a causa de su poco discernimiento. Infierno el que algunos viven en este barrio a causa de un exceso de discernimiento. Infierno al fin y al cabo quizás salpicado de pequeños aliviaderos momentáneos.
ResponderEliminarSiento ser tan negativa. Bsss.
Con frecuencia todos pierden en las guerras, al menos la clase de tropa.
ResponderEliminarUn abrazo
La Gran Guerra fue pensada para ser terminada rápidamente, sin embargo ya sabemos que pasó. En las guerras, como en cualquier lucha o conflicto, se sabe como se empieza, pero no cómo se acaba y a qué precio. Esto se puede aplicar a la vida de cada uno.
ResponderEliminarDe hecho, esta guerra se cerró en falso con un desquiciado Tratado de Versailles que sembró el inicio de la siguiente.
Cada guerra es reflejo de los tiempos en que ocurre. Eran tiempos de revolución industrial, de masas, de producción en cadena... y así fueron las bajas.
Saludos, Cayetano
Nando: vienen al pelo esos versos de Machado, tan rotundos y certeros.
ResponderEliminarEspaña en paz o más bien en guerra latente, que mostrará sus garras poco después, en un país dividido entre Caín y Abel.
Un saludo
Emejota: el infierno en todo caso no hay que buscarlo a mucha profundidad...
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: las guerras siempre las pierden los mismos, la gente corriente.
ResponderEliminarUn saludo.
Carolus: lo malo de todo es que rara vez la humanidad aprende la lección para no volver a cometer los mismos errores. Si al menos sirvieran las guerras de escarmiento para no abrir otras...
ResponderEliminarUn saludo.
En el sitio de Verdún hubo un héroe de cuatro patas... el perro Satán. Consiguió llevar un mensaje a los sitiados después de recibir un disparo en una pata. Además del mensaje también llevó 2 palomas en unas alforjas para que los sitiados les enviasen la posición exacta de las batería alemanas que los estaban bombardeando. Con estos datos consiguieron hacerlas callar y salvar a los franceses.
ResponderEliminarUn abrazo
Javier: los animales menos animales de toda la guerra.
ResponderEliminarMientras tú comentabas en mi blog yo lo hacía en el tuyo casi en el mismo momento.
Un saludo.
Horror y horrores sin fin. Siempre los más débiles han sido carne de cañón: no se inventó esa frase por azar... Un abrazo muy fuerte y felices fiestas.
ResponderEliminarToda guerra es un infierno...Terrible infierno.
ResponderEliminarnadie vence en las guerras. Ni siquiera aquellos que dicen haberla ganado...
Saludos Cayetano.
Verdún fue sobre todo un gigantesco duelo de artillería en el que cientos de miles de hombres de ambos bandos se limitaron a ser carne de cañón, literalmente. Una de las matanzas más absurdas de la historia.
ResponderEliminarun saludo.
Siempre perdemos todos, en todas las guerras o más bien siempre perdemos los mismos :(
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano
Te deseo una Feliz Navidad.
ResponderEliminarRecibe un saludo madrileño
Isabel: así es. La guerra siempre la pierden los más débiles, da igual con quién combatan.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: lo malo es que quienes nos meten en esos infiernos están tranquilos y a salvo en la retaguardia, no entre el barro y las ratas.
ResponderEliminarUn saludo.
Nonsei: si al menos nos quedara el consuelo de que la humanidad hubiera aprendido la lección... Mucho me temo que no.
ResponderEliminarUn saludo.
Alma: da igual la nación. Los perdedores no tienen nacionalidad.
ResponderEliminarUn saludo.
María de los Ángeles: igualmente. Felices fiestas.
ResponderEliminarNo conocía esta historia, pero muy interesante sí.
ResponderEliminarHace 100 años había guerras por terrenos, dinero…
Hoy en día seguimos igual, el hombre corrompido por el "poderoso caballero", y viviendo en una gran mentira.
“Allá muevan feroz guerra, ciegos reyes por un palmo mas de tierra…”
Saludos Cayetano.
Fernando Ruiz ¿Valenzuela?: es la triste condición humana. Parece que no tenemos remedio.
ResponderEliminarUn saludo.
Triste navidad esta de Verdún.
ResponderEliminarFeliz Navidad y próspero Año Nuevo
Eduardo: felices fietas también para ti.
ResponderEliminarSaludos.
En una guerra siempre se pierde. Los cadáveres no son buenos cimientos sobre los que erigir un nuevo orden.
ResponderEliminarFelices fiestas!
Bisous
Madame: así es; pero parece que no aprendemos la lección y seguimos equivocándonos en lo mismo de siempre.
ResponderEliminarUn saludo y felices fiestas.
Los soldados caían como moscas en una ratonera para ambos bandos. Algunos perdían la razón a consecuencia de escuchar los continuos obuses que caían por todos lados de día y noche, con el fin de desmoralizar al enemigo. Para ellos también hubo una celebración navideña: unos cigarros de petaca, agua limpia y poco más sería el regalo de esa "noche de paz".
ResponderEliminarSaludos
Carmen: y si les sobraba un mendrugo de pan, se lo guardaban debajo del casco para que por la noche las ratas no se lo comieran.
ResponderEliminarUn saludo.
Una pena que en otros frentes la frase ¡No pasarán! no tuviese valor y no solo pasaron, arrollaron.
ResponderEliminarSaludos
Dissortat: nunca segundas partes...
ResponderEliminarUn saludo.