28 de enero de 1887: en París se pone la primera "piedra" de la Torre Eiffel.
Los artistas de la época la veían como "un monstruo de hierro", un monumento a la fealdad y al mal gusto con esos 300 metros de altura de chatarra desafiante que se elevaba hacia el cielo.
Sin embargo, el tiempo se encargó de quitar la razón a sus detractores.
De ser un adefesio, pasó a convertirse en el símbolo de París y de la modernidad.
En el año 2007 se convirtió en el monumento más visitado del mundo con cerca de 7 millones de visitas.
Sin duda hoy es el principal atractivo turístico de la ciudad francesa.
El símbolo de Francia.
Algo parecido ocurrió con el Centro Pompidou, ese museo con pinta de fábrica o de mecano gigantesco, lleno de tubos, barras y estructuras metálicas, muy rompedor y estridente en relación con su entorno, también muy denostado en su día y hoy celebrado como una de las mayores ocurrencias del arte contemporáneo de vanguardia.
Se podría plantear el tema sobre cómo cambian los gustos, lo que una vez parece feo, luego se va aceptando.
Tal vez, el miedo a la novedad, a los cambios en los gustos estéticos estén detrás de esos rechazos.
O tal vez la costumbre, el familiarizarse con los nuevos monumentos, nos lleven irremediablemente a convivir en paz con ellos y a aceptarlos como si fueran algo nuestro.
La Torre Eiffel, el Centro Pompidou o -como nos contaba Francisco Espada en su blog- las Setas de Sevilla en el barrio de la Encarnación... son ejemplos de una aceptación que va llegando con el paso del tiempo.
¿Llegaremos a aceptar también algunas rotondas horribles de esas que pueblan nuestros barrios y pueblos?
Rotonda de Torrequebradilla (Jaén)
La verdad es que la Torre Eiffel fue doblemente criticada: primera por problemas técnicos, ya que fue hecha por un ingeniero y los arquitectos de la ciudad decían que se caería, que técnicamente no soportaría esa altura: se equivocaron. Y luego fue muy criticada por problemas estéticos: edificios del hierro que empezaban a imponerse.
ResponderEliminarLo de las setas de Sevilla es otra historia: estéticamente me gusta, me parece un diseño atrevido y moderno; otra cosa es como se ha hecho, lo que ha costado y la manera en que algunos se han enriquecido: deleznable todo.
Un abrazo, Cayetano.
En algunos casos, monsieur, no sé si a esa aceptación deberíamos llamarla más bien resignación. A mí aún me tomará algún tiempo acostumbrarme a algunos!
ResponderEliminarFeliz sabado
Bisous
Gracias, Cayetano por la mención en tu blog. Un sector considerable de la ciudad de Sevilla, durante la construcción del AVE, decía que era un tren que iba a ninguna parte. No hace falta recordar el éxito alcanzado ni las apetencia que ese tren con destino incierto ha despertado en el resto de las ciudades. Somos reacios a no novedoso porque tardamos mucho en intelectualizarlo e integrarlo a nuestro mundo. Gracias de nuevo.
ResponderEliminarTenía este apunte que utilicé una vez de Jon Rivas (creo que es periodista deportivo, en un artículo hablando del Tour):
ResponderEliminar"Cuando se construyó la torre Eiffel, los artistas franceses firmaron un manifiesto que publicó el periódico Le Temps, en el que defendían la belleza de París "hasta ahora intacta". Alejandro Dumas calificó la obra de monstruosa; Paul Verlaine la llamó "esqueleto de hojalata" y León Bloy "farola trágica". Más de cien años después es el símbolo de Francia, como el Tour"
Saludos.
¡Calla, calla y no me hable de la rotondas! jajaja ¡Qué ocurrencias las suyas don Cayetano!
ResponderEliminarSaludos. Muchos saludos.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarQuizás estos monumentos de rotandas se hagan tan fomosos como la Torre... ;D
Uno nunca sabe
Saludos
Paco: siempre hay gente que se guarda algo en el bolsillo. País este de pícaros con traje y corbata.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame: algunas rotondas son realmente espeluznantes.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Francisco: en esta España nuestra siempre hemos sido reacios a los cambios, a las novedades. Acuérdate de la que liaron los madrileños a un ministro de Carlos III, el señor Esquilache, que se le ocurrió cambiar la indumentaria para evitar asaltos callejeros.
ResponderEliminarUn saludo.
Eduardo: y es que los innovadores siempre van por delante de la gente común. L'avant garde.
ResponderEliminarUn saludo.
Dissortat: el nuestro es un país de rotondas. Habrá que acostumbrarse o no mirarlas.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: esperemos que no, sería la señal de que el mal gusto ha triunfado.
ResponderEliminarUn saludo.
Para gustos los colores, creo yo.
ResponderEliminarHay "elementos" que son para echar a correr. Cada ciudad tiene sus bodrios, aparte de sus aciertos, qué duda cabe.
Para mi gusto; el monumento a los poetas es horrible.
Besos y buen fin de semana
Arantza: debe ser un monumento a los "poetas punkis".
EliminarBuen fin de semana.
Menos mal que nos muestras en el blog alguna de estas obras "de arte" colocadas en nuestras grandes rotondas, sobre todo de los ensanches y afueras de las ciudades. Hay una en Valencia, debe de tener 8 o 10 carriles, con varias calles o avenidas de acceso o salida y varias vías de servicio. En hora punta te aseguro Cayetano, que mirar al centro de la rotonda -antes las llamaban glorietas, que me gusta mucho más-, es lo peor que uno puede hacer. Un saludo.
ResponderEliminarDLT: algunas son en realidad obras de "harte".
EliminarUn saludo.
Es verdad que los tiempos cambian, pero en algunas rotondas hay auténticos bodrios, eso sin hablar del coste.
ResponderEliminarUn saludo.
Por el mal gusto imperante, a veces me da la sensación de vivir en un país sumamente hortera y simplón.
EliminarUn saludo.
Los pajarracos de la rotonda de Jaén son mucho peores en directo que en fotografía. Doy fe de ello.
ResponderEliminarSaludos a todos ustedes.
O sea que es usted uno de los damnificados por semejante esperpento.
EliminarAhora les toca el turno de quejarse a los de Murcia, que también alguno anda de vez en cuendo por aquí.
Un saludo.
Tiendo a estar de acuerdo con la apreciación de Paco, aunque el entendido en arte sea él. De todos modos no tengo nada en contra las rotondas mientras no nos coloquen esos adefesios en el centro. Bs.
ResponderEliminarEl problema no son las rotondas, sino los esperpentos que nos suelen colocar en ellas.
EliminarUn saludo.
La historia está llena de estas obras controvertidas que acabaron siendo grandes objetos de admiración. Sin dudas habrá que esperas para saber qué pasa con estas nuevas obras que mencionas, pero ya sabes, el arte es absolutamente subjetivo, vemos lo que queremos ver y la falta de costumbre hace que ciertas obras nos traigan dudas sobre el buen gusto del artista.
ResponderEliminarPor otro lado hay historias muy interesantes sobre la torre, como aquella de que estaba pensada originalmente para España, o la del estafador que logro "venderla" en dos oportunidades como hierro viejo (la cual ha tenido un pequeño espacio en mi blog, por cierto). De cualquier forma no resta más que decir que los gustos cambian y que hoy en día uno no puede imaginarse Paris, o Francia, sin la torre.
Un Saludo.
Uriel
Uriel: los gustos cambian y siempre hay artistas valientes que abren camino a los demás.
ResponderEliminarUn saludo.
Aunque la Torre Eiffe y el Centro Pompidou con el paso del tiempo fueron aceptados, me parece que otras propuestas, como las que tú haces, es muy difícil, por no decir imposible, puedan llegar a aceptarse como "obras de arte".
ResponderEliminarUn abrazo
Así lo creo yo también.
EliminarNo todo lo novedoso es arte de vanguardia.
Un saludo.
Cayetano, buena entrada para el día de la Paz, tenemos que aceptar todo y como gustos los colores.
ResponderEliminarYo pefiero las plazas con fuentes y muchos chorros de agua pero...
¡¡Feliz día de la Paz!!
Un abrazo desde mi Librillo.
para gustos están los colores, y lo que hoy hiere la vista dentro de unos años pueden haberse convertido en obras de arte aunque solo sea por la solera de los años y de la supervivencia
ResponderEliminarUna COSA ES LA TORRE PARISINA, y otra la falta de gusto y delicadeza la de quienes nos maltratan visualmente con esas esculturas horribles, que parece que las han hecho a posta...
ResponderEliminarEspero que la crisis agudice el buen gusto
Salud ¡¡¡¡
Como dice Javier, es difícil que se acepten esos adefesios como obras de arte.
ResponderEliminarPorque una cosa es el arte de vanguardia y otra muy distinta la de esos "artistas" que han proliferado como setas en los últimos tiempos en torno a las rotondas, que como apunta Fº Javier Peralta suponen muchas veces un maltrato visual.
Aunque como dice José Luis, quién nos dice que con el tiempo no nos acostumbraremos a su presencia.
Yo también, Rosario, prefiero las fuentes con su chorro de agua incorporado.
Un saludo a todos.
jajajaja no veo yo esas rotondas como monumentos de la humanidad...la verdad es que el Centro Pompidou está muy bien y ha conseguido mucho rehabilitar la zona en torno, igual que la Torre Eiffel...
ResponderEliminarEl Centro Pompidou está muy bien y también su entorno con ese ambiente de artistas que andan por la calle.
EliminarUn saludo.
Ja, ja, pase de mí el cáliz de las rotondas... Son una auténtica tortura estética y psicológica. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarYo las llamo "rotontas".
EliminarUn abrazo a la escritora.
¿Ha muerto el Arte, como afirman algunos? Porque el Arte ahora mismo no tiene nada que ver con la belleza, así que no es raro encontrarse en la Feria de Arco en Madrid, un montón de mierda en medio de un pasillo, obra cumbre de una artista plástico rompedor cuyo mensaje del mundo materialista está plasmado a través del uso de elementos de reciclado, por ejemplo. También la Casa Milá de Gaudí fue denominada cantera o pedrera y se le hací nido de ratas y aparcamiento para cepelines, siendo considerado un edificio precursos de la arquitectura moderna. ¿Arte? ¿Timo? El tiempo lo dirá... o los críticos de arte que son quienes deciden.
ResponderEliminarSaludos
Esa es la cuestión: saber quién es el encargado de decidir si eso es o no es arte. Y luego está el mercado, que todo lo que toca lo corrompe. Un tema espinoso sin duda.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues siempre bienvenido sea tu regreso.
ResponderEliminarUn saludo.
La primera vez que la ví, o .. lo vi, me impresionó tanto que aún me dura, por más que la indiferencia de verlo casi a diario no mueva más ni un ápice de mi sensibilidad.
ResponderEliminarEs grande, eso sin duda.
Me imagino, comentarista anónimo, que te refieres a la torre y no a esos adefesios que pueblan nuestras rotondas.
EliminarUn saludo.