El lazarillo de Tormes
Luis Santamaría y Pizarro
En un contexto como el actual, donde la corrupción y el llenarse los bolsillos tienen plena actualidad, tal vez no venga nada mal recordar que éste es el país donde se dio con plenitud la novela picaresca. También es el país de personajes como Luis Candelas, José María el Tempranillo, el Lute, el Dioni… aunque éstos, al lado de algunos de los de ahora, son unos meros aprendices.
En la España del Siglo de
Oro alternaban
los delincuentes con pobres de verdad y falsos mendigos y falsos tullidos que fingían mil
enfermedades para vivir de la compasión ajena. Completaban el cortejo doliente
niños huérfanos y abandonados y ancianos sin recursos que vivían también de la
caridad. Gente menesterosa y pedigüeña, rufianes y pícaros de toda condición. A
diferencia de los primeros, que tiraban de cuchillo por el menor motivo, los
segundos se especializaron más en el engaño y el hurto sin violencia,
"rapar bolsas" era el entretenimiento favorito.
Con el
"EL lazarillo de Tormes", publicado en 1554, se abrió en España un
género peculiar y muy representativo tanto de nuestra literatura como de
nuestra historia, la novela picaresca, donde el protagonista, maltratado por la
vida y marginado por la sociedad, no es el héroe sino el antihéroe.
El
pícaro es un personaje singular, determinado por sus circunstancias vitales,
huérfano o abandonado, desarraigado, que debe buscarse la vida a través del
ingenio.
Algunos
de estos pícaros procuraron enmendarse y seguir el camino de la gente de bien,
"arrimarse a los buenos", que diría Lázaro. Muchos emigraron a las
Indias, a probar fortuna e intentar con el cambio mejorar su suerte.
Esos
jóvenes buscavidas que intentaron probar fortuna en otros lugares, dejando un
pasado oscuro que mejor olvidar, procurando que su suerte cambiara no lo
tendrán tan fácil, pues como dice en sus líneas finales Quevedo en el "El
Buscón", una frase que cierra la obra, a modo de sentencia o máxima que da qué pensar:
"Y fueme
peor, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y
costumbres."
Pero una cosa es el pícaro
y otra el sinvergüenza redomado y trajeado de nuestro tiempo. Sería un tremendo error meter a todos en
el mismo saco.
No es lo mismo un pícaro que un
mafioso. No es justo equiparar a un menesteroso, que se busca la vida como
puede, a un delincuente de guante blanco. Al primero le mueve el hambre, la
supervivencia; al segundo, la ambición. Hay gente que no necesita robar para
vivir bien. Todos los días vienen noticias de personas agraciadas por la
fortuna, con sus coches de lujo y sus mansiones, que no carecen de nada
importante, y sin embargo aparecen involucradas en asuntos turbios, en casos de
dudosa legalidad.
Nuestra historia más
reciente está llena de casos de corrupción y degradación de la vida pública.
Hay personajes inmundos que han
florecido como setas a la sombra del poder.
Hijos de la cultura del
pelotazo y del ladrillazo, del todo vale y del dinero fácil.
Niñatos bien casados.
Defraudadores nauseabundos.
Evasores repugnantes.
Políticos indecentes.
Chulos sin complejos y sin
moral.
Macarras engominados…
Por favor, no insultemos a los pícaros.
Tú mismo sabes que has mezclado churras con merinas y cómo unos son unos pillastres y los otros unos sinvergüenzas. Quevedo también diría hoy que "nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres."
ResponderEliminarNecesitamos con urgencia una regeneración de la vida pública: o se marchas o les echamos a escobazos.
Un abrazo.
Pues en España abundan las dos especies: el pícaro, el superviviente nato, ese de Lazarillo o la gran serie de Férnán Gómez, "El pícaro"; pero también el chorizo chupasangre. Esto es lo peor, y cada vez abundan más. Oportuno el post, Cayetano. Abrazos.
ResponderEliminarLa picardía del Lazarillo se trataba de una muestra de inteligencia aplicada a la supervivencia, además todavía no había llegado a adulto. A tenor de lo que escribes de diré que mi libro antiguo favorito corre parejo con el que nos traes a colación, en versión guiri, y se llama: Simplicissimus (1969)de Grimmelshausen.
ResponderEliminarHans Jacob Grimmelshausen experimentó la calamidad de la guerra de los Treinta Años (1618-1648) y participó en ella. Él era un empleado que logró fincas, y también era un posadero. En su novela Simplicissimus (1669) mostró la devastación y el colapso de la civilización en su país, las atrocidades de los lansquenetes, y el sufrimiento de los campesinos. Expresó la protesta del pueblo contra las guerras feudales y la intolerancia religiosa y la injusticia social. Simplicio ("tonto") en su juventud está profundamente preocupado por los males del mundo, intenta corregirlos, y se convierte en un payaso que "entre risas dice la verdad." Después de haber experimentado muchas desgracias, que renuncia al mundo y se instala en una deshabitada isla. La novela, escrita en una forma grotesca y satírica, contiene elementos de utopía social
Bss.
Francisco: mucho me temo que las sanguijuelas no dejen voluntariamente de chupar sangre .
ResponderEliminarUn saludo.
Paco: en el fondo, el pícaro no cae mal porque es una víctima más.
ResponderEliminarY van dos "Pacos" andaluces seguidos.
Un saludo.
Emejota: creo recordar que existe al menos una versión cinematográfica de la novela que citas.
ResponderEliminarUn saludo.
La novela picaresca tenía unos personajes "anticaballerescos" que, generalmente, provenían de familias sumidas en la miseria y vivían, ellos mismos, hundidos irremediablemente en ella. Para el pícaro, vivir fuera de los códigos de las clases sociales más elevadas, era hasta lógico, un escape. Me parece, en cambio, que los "picaritos" que hoy nos rodean, conocen poco de la verdadera pobreza y del hambre, sin embargo, hablan y nos venden su entendimiento y comprensión sobre ella. La novela picaresca termina con moraleja, el pícaro no puede vencer, porque ser ladrón no es bueno; en nuestra actualidad, en cambio, los ladrones no se arrepienten, no funciona el desengaño, y nosotros, todavía, les "seguimos dando tela", parece que no nos dimos cuenta que esto no es ficción. Prefiero la literatura. Abrazo, Cayetano!
ResponderEliminarPatzy; yo también prefiero la literatura, porque en esta historia nuestra real las fechorías casi nunca se pagan.
ResponderEliminarUn saludo.
Antes muchos pícaros también acababan en los Tercios o en la Legión. Como bien dices, el pícaro se puede enmendar, no así los otros personajes abyectos que describes y que en tiempos del Lazarillo pertenecian a la nobleza o a ella se arrimaban.
ResponderEliminarEs lo que tiene pertenecer a un pais de hidalgos venidos a menos, que con tal de no trabajar, aparece al picaresca. Y si le coges gusto, a peores personajes.
Saludos, Cayetano
Vivimos en un país de pícaros, lo sabemos todos. Quizá lo que más asusta sea que aquí el que no roba envidia la suerte del que lo hace.
ResponderEliminarLos pícaros tradicionales, los hijos de padres sin honra que lo proclamaban desde el principio, los supervivientes a duras penas que después de todas sus trapacerías se quedaban más pobres, más humillados cuando más más miserables de lo que estaban; el lazarillo, el buscón, la pícara Justina o Guzmán de Alfarache...comparados con los que sufrimos...eran un dechado de virtudes. Sin duda.
ResponderEliminarUn abrazo
Carolus: poco hemos cambiado desde entonces. Los mismos vicios y defectos.
ResponderEliminarUn saludo.
Primogénito: sobre todo que no falte el SOBRE.
ResponderEliminarBesitos del padre biológico.
Alma: aquellos benditos pícaros parecían de una ONG comparados con éstos del "sobre".
ResponderEliminarUn saludo..
No comparemos, prefiero un país entero de pícaros a un solo chorizo de guante blanco, cuello almidonado y pelo engominado.
ResponderEliminarLa picaresca surge con el afán de supervivencia, debido a múltiples carencias de todo tipo. El chorizo, es el resultado del exceso de poder y confianza, junto a la falta de reparo en la justicia...
Besos
Detalles: no podemos meter en el mismo saco a pícaros y sinvergüenzas. Sería injusto. Y además no cabrían todos.
ResponderEliminarUn saludo.
Los pícaros se buscaban la vida para sobrevivir y no salían de pobres, así malvivían, pero los actuales ladrones de guante blanco, ¿por que se dirá así? Será porque no se ensucían en delitos de poca monta y ellos no se manchan, son los auténticos ladrones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué lástima que se nos intente hacer ver las cosas como no son. Gracias por marcar bien la diferencia, que no es lo mismo el que sobrevive, que el parásito que sólo sabe chupar de los demás.
ResponderEliminarGran post, amigo Cayetano.
Que pases una buena tarde.
Valverde de Lucerna: y lo que es más grave, no les hace falta. Ya tienen bastante para vivir. Por lo tanto, mayor delito.
ResponderEliminarUn saludo.
Anónimo Castellano: eso es, "chupópteros". Los otros son supervivientes de una época mala.
ResponderEliminarUn saludo.
Aquellos pícaros tenían su arte e incluso su gracia, los que nos han tocado ahora ni tienen arte y mucho menos gracia.
ResponderEliminarUn abrazo
Javier Sanz: hubo una serie estupenda de televisión con Fernando Fernán Gómez que se llamaba El pícaro. Nos reíamos mucho con las peripecias que ocurrían. ¿Quién se ríe con los corruptos, los Gurtel, los Eres y los sobres? Creo que no hacen ninguna gracia.
ResponderEliminarMucha suerte en la Feria del libro.
Un saludo.
No sea usted tan pesimista respecto a España, don Cayetano, que la sinvergonzonería, al igual que la estupidez, se da en todos los pagos. Aquí y allá-
ResponderEliminarHoy los pícaros no son los sujetos maltratados por la vida y marginados por la sociedad, es evidente. Los pícaros están en la cima... y los desgraciados somos todos los demás. Besazos.
ResponderEliminarLa picaresca es algo innato a las gentes que pululan por estas tierras, de tal forma que sigue existiendo hoy y perdurará mañana. Los hay de buena voluntad y de mala baba, véase gente corriente que lucha para sobrevivir en este caos con cierta gracia y sinvergüenzas sin escrúpulos a gran escala. Los ladrones y chorizos ahora visten con traje y corbata y no roban cuatro reales para subsistir, sino grandes fortunas e incluso hunden a países enteros con tal de que el suyo se alce con el dominio sobre el continente.
ResponderEliminarUn saludo
Y a cada categoría se le podría poner nombre y apellido. Qué tiempos estos, en que los pícaros viven mejor que los demás y son impunes.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Totalmente de acuerdo, Cayetano.
ResponderEliminarNo confundamos la picaresca con la delincuencia de chaqueta y corbata de nuestros días.
Y una de las cosas que más me saca de quicio es la impunidad con que actúan estos malnacidos. Nada que ver con los pícaros que se la jugaban día a día.
No sigo que me enciendo.
Abrazos!!
Retablo: me gustaría ser optimista, pero como tenemos el patio...
ResponderEliminarUn saludo.
Isabel: se ha producido una inversión en la pirámide "pícaros- pringados".
ResponderEliminarUn saludo.
Carmen: demasiado poder en manos de un buen puñado de sinvergüenzas sin escrúpulos ni moral.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame: pícaros con nombre, apellido, currículum, yate y hasta pedigrí.
ResponderEliminarUn saludo.
Enrique: es que el que hizo la ley, hace la trampa.
ResponderEliminarUn saludo.
Un poco de picardía no viene mal, siempre que se encarrile por el buen sendero. Lo malo es cuando se usa con otros fines...Y es por donde se ha usado últimamente.
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Los chorizos de guante blanco enmascarados como banqueros, inversores, políticos corruptos, roban por ambición, avaricia, intento de dominio y opresión hacia el inferior.... El pícaro se sirve del ingenio y de la audacia para intentar salir de una situación económica y social precarias.Por nuestra cultura e historia parece que somos proclives a la picaresca.
ResponderEliminarHago una humilde y simplista reflexión: cuantos más corruptos, ladrones de guante blanco y alta gama y esto produzca un desequilibrio social cada vez mayor, más aumentaran los picaros y los busca vidas...
Saludos, Cayetano.
Manuel: entonces la picardía se convierte en delito de grueso calibre; pero los que lo cometen no suelen acabar con sus huesos en la cárcel.
ResponderEliminarUn saludo.
David: sin duda. A más miseria y más injusticia, más picaresca. Son directamente proporcionales.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Cayetano. Hablas del Lazarillo, una debilidad personal desde cayó en mis manos cuando yo tenía unos doce años y me abrió los ojos a muchas prácticas que luego he visto en vivo. Recuerdo los pulsos de ingenio entre el aprendiz y el maestro y tienes toda la razón, en su actitud había una gracia que nada tiene que ver con los mangantes que hoy nos asaltan desde los noticiarios. Señor que cruz, salen como setas. Saludos.
ResponderEliminarQuerido Cayetano, los viejos Lázaros, Guzmanes de Alfarache y Buscones eran, comparados con la "fauna" de hoy, unas "hermanitas de la caridad" y, en todo caso, hampones con clase.
ResponderEliminarMil bicos.
Ana Mª: sí, éstos de la gomina y del cochazo no hacen ninguna gracia ni creo que sean nunca motivo literario.
ResponderEliminarUn saludo.
profedegriego: y un motivo literario de primera. Éstos de ahora sólo dan la talla para un telediario.
ResponderEliminarUn saludo.
La astucia que despliegan los " lazarillos" es su herramienta para enfrentar la supervivencia.Son los "nadies" de los que habla Galeano...
ResponderEliminarLos peligrosos e indignos son los adultos mafiosos con poder ... parecen ser el denominador comùn de todas las sociedades.
Tengo que volver a leer "El lazarillo de Tormes"...
Re buena esta entrada...
Un abrazo.
Carmela: en efecto,los "nadies", los de abajo, los desheredados. Los otros son los de siempre, los privilegiados. Sólo que ahora, con la crisis, son portada.
ResponderEliminarUn saludo.
Great note. Super pictures! :)
ResponderEliminarYours.
+ Please visit our blogs. :)
"Everyone needs to dissolve the mean time, not only in words."
Me quedo con la vida de Lázaro de Tormes, aquel que desde su infancia no tuvo más remedio que buscarse la vida como podía tirando de picaresca. Y de paso le metia caña a los clérigos de la época :) Estos ladrones de guante blanco de ahora o los señores feudales de entonces que robaban al pueblo y se van de rositas me producen repugnancia.
ResponderEliminarUn saludo
Yo también. Los ladrones de guante blanco de ahora no necesitan robar para comer.
EliminarUn saludo.