miércoles, 5 de enero de 2011

De hidalgos y fidalgos



Hidalgos
Ya nuestro insigne don Miguel de Cervantes abre su magna obra haciendo mención al término:
"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor..."
El término no es homogéneo y presenta gran diversidad. En teoría, el hidalgo es por definición una persona noble y distinguida, que ocupa la posición más baja entre la nobleza. Al principio, sobre todo en Aragón, aunque algo también en Castilla y León, se les llamaba “infanzones” o “hidalgos infanzones”, un término que luego fue cayendo en desuso.

Alfonso X El Sabio hace mención de ellos en Las Partidas: es "la nobleza que viene a los hombres por su linaje", sólo pudiéndose transmitir entre varones, por lo que las mujeres quedaban excluidas de tal distinción.
Algunos llegaron a la categoría de hidalgos gracias a la Reconquista y fueron recompensados con una serie de privilegios, entre ellos el de “no pechar”, es decir el de no pagar impuestos a la Corona. Otra de las prebendas que podían alcanzar era la de evitar ser ahorcados en caso de ser castigados con la pena de muerte, sustituyendo esa condena típica de gente de baja condición por la de decapitación.
Sin embargo, a pesar de la aparente situación de privilegio, se podía ser hidalgo y a su vez pobre o casi pobre, con pocos bienes. No todos nadaban en la abundancia (Véase por ejemplo el caso de nuestro Alonso Quijano). Mientras algunos vivían de sus tierras y rentas, otros tenían que recurrir a alistarse en el ejército y otros eran “hidalgos de bragueta” que consistía en estar en situación de poder demostrar el haber engendrado siete hijos varones seguidos en legítimo matrimonio, con ello se le extendía el documento de hidalgo, aunque el afortunado que se iba a librar del fisco fuera pobre y totalmente analfabeto. Venía a ser una especie de premio a la natalidad de aquellos tiempos. Y, sobre todo, una manera de asegurarse brazos fuertes que llevasen armas en tanta batalla como se libraba entonces. Lo que explica el elevado número de hidalgos en la España del siglo XVIII (Unos seiscientos mil en un país de poco más de nueve millones de personas). Otra cosa es que a la nobleza de linaje de toda la vida le hiciera o no gracia codearse con esta nueva nobleza “de bragueta”, en muchos casos sin oficio ni beneficio, de ahí la denominación despectiva acuñada especialmente para ellos.
En España se desarrolló durante la Edad Moderna una auténtica obsesión por la hidalguía. Alcanzar ese status era para muchos una gran meta. La novela picaresca nos ofrece con frecuencia la estampa de personajes que eran capaces de dejarse morir de hambre antes que sucumbir a la “villanía” de trabajar con sus manos. Muchos burgueses, enriquecidos con las transacciones mercantiles, soñaban con alcanzar esa posición social de prestigio. Algo que pasaba no sólo en España. En Francia, el gran Molière inmortalizó al personaje presuntuoso en la obra “El burgués gentilhombre.”
A mediados del siglo XVIII entró en decadencia esta categoría social poco acorde con los nuevos tiempos, hasta que llegó a desaparecer del todo al entrar en el siglo XIX.
Fuente de la imagen

Fidalgos, fijosdalgo o hijosdalgo.
En España tradicionalmente el trabajo manual no estaba bien visto. Hablamos de la época medieval y moderna. Había ocupaciones consideradas de baja categoría, como esquilador, tonelero, calderero, carnicero, bodeguero… Muchas personas se enorgullecían de no emplear sus manos en oficios viles para tener que comer. Tal vez la raíz de todo esto sea religiosa. Para los católicos el trabajo era una maldición, un castigo divino por causa del pecado original cometido por nuestros primeros padres. En cambio, en los países protestantes siempre se ha considerado loable cualquier tipo de ocupación, incluidas las manuales. No es de extrañar que el culto al trabajo derivara en la aparición del capitalismo y en el progreso y modernización en esos otros países de Europa durante la Edad Moderna.
En España, los nobles y los “hijosdalgo” consideraban cosa de villanos el trabajar, asuntos de gente de baja estofa, de clase baja. La palabra «hijodalgo» puede provenir de una contracción de “hijo de hidalgo” o de “hijo de algo”, es decir hijo de alguien que ya mereció un título anteriormente, un título menor de nobleza.
En nuestra literatura se habla de estos hijosdalgo o fijosdalgo:

JURA DE SANTA GADEA
En Santa Gadea de Burgos,
do juran los fijosdalgo,
allí le toma la jura
el Cid al rey castellano.
Las juras eran tan fuertes
que a todos ponen espanto;
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo:
-"Villanos mátente Alfonso,
villanos, que non fidalgos;
de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos.

“Fidalgo” es una palabra de discutido origen. Aunque se usa en Castilla, algunos piensan que procede de Galicia o de León, otros opinan que su origen es portugués. En este último caso (Filho de algo) no equivaldría en su significado a nuestra palabra “hidalgo”. Ya hemos visto que en Castilla podía llegar casi cualquiera a la condición de hidalgo; sin embargo, en Portugal, la “fidalguía” era para nobles de alta consideración, algunos nombrados por el rey y viviendo en palacio, “Fidalgos da Casa Real”, “Fidalgo Cavaleiro o Fidalgo Escudeiro da Casa Real” o “Moço da Câmara”, algunos tenían grandes propiedades, jurisdicción sobre ellas y derecho incluso a portar escudo de armas familiar y a dejar este privilegio a sus herederos:
Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supieran hablar francés.
"Arte diabólico es",
dijo torciendo el mostacho,
"que para hablar el gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal
y aquí lo parla un muchacho.
Nicolás Fernández de Moratín.
­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­_______________________________
  • En Salamanca y Ciudad Real existe la "Calle de los Hidalgos". En San Andrés del Rabanedo (León) y en el propio León hay una "Calle de los Fidalgos". En Granada hay una "Torre de los Hidalgos". En Portugal existen varias "Ruas dos Fidalgos", por ejemplo en Sintra y en Oporto.
  • Tengo amigos y conocidos con los apellidos Hidalgo y Fidalgo. A ellos, sean de Castilla, León u otras tierras, dedico esta entrada.
Sitios de interés:
Heráldica
Wikipedia
Kalipedia
Wikilingüe
Apuntes de genealogía



51 comentarios:

  1. Interesantísimo, monsieur, y muy curioso lo del "hidalgo de bragueta". Qué expresivo!

    Feliz dia

    Bisous

    ResponderEliminar
  2. Amigo Cayetano, me permito alguna corección. Los infazones a los que te refieres era como venían llamdos los hijosdalgo/hidalgos en el Reino de Aragón. En Castilla, como bien citas, se les denominaba mayoritariamente hijosdalgo como se puede leer en los diferentes documentos oficiales, lo que fue derivando hacia el actual término hidalgo. Fidalgo también lo he visto escrito aunque, como dices, hay que distinguirlo del fidalgo portugués que era el estrato más alto de la nobleza lusa, equivalente al Grande España.

    Los hijosdalgo/hidalgos/fidalgos castellanos eran el estrato más bajo de la clase nobiliaria, la mayoría (por no decir todos) debían su rango a los méritos de sus predecesores durante la Reconquista. Como también comentas tenían el derecho de "no pechar", además de lucir escudo de armas en su casa solariega, aunque la mayoría (en el siglo XVII) vivían empobrecidos y de las rentas, pues además su clase social no les permitía trabajar. Sin embargo, en una sociedad en la que el honor y la limpieza de sangre eran tesoros tan preciados, el poder ser hidalgo era algo muy pero que muy preciado. Aunque muchos perdían su hidalguía pues no eran capaces de demostrar la genealogía de su familia o sus nobles orígenes...

    Te recomiendo que leas el artículo de mi profesor en la UAM, Antonio Álvarez-Ossorio Alvarino (uno de los máximos especialistas en el reinado de Carlos II y el mundo cortesano de los Austrias) "EL ARTE DE MEDRAR EN LA CORTE: REY, NOBLEZA Y EL CÓDIGO DEL HONOR" en el libro "Familias, poderosos y oligarquías" en el que trata a la perfección el tema de la hidalguía y su situación en el siglo XVII, es decir, en la época del Quijote. Aquí te dejo el enlace a google books donde puedes encontrarlo: http://books.google.es/books?id=gPHYtyQqd-gC&pg=PA39&dq=antonio+alvarez+ossorio+alvari%C3%B1o&hl=es&ei=zEwkTbjlBIm08QOv0uj-Ag&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=8&ved=0CFIQ6AEwBw#v=onepage&q=antonio%20alvarez%20ossorio%20alvari%C3%B1o&f=false

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. En primer lugar, Cayetano, darte las gracias por la dedicatoria, en la parte que me toca.
    Has hecho una buenísima disección del término y del concepto de hidalguía en nuestra historia, desde fines de la Edad Media hasta el XIX, aportando interesantes detalles que desconocía.
    Al final, por el ansia de gloria que todos tenemos, no nos engañemos, más valdría que yo procediese de antepasados portugueses mejor que de castellanos, tendría mucha más categoría. Aunque, en el fondo, la consiración de hidalgo en nuestro país es casi de nobles de 2ª o 3º categoría, no hay más que ver el hidalgo del Lazarillo, que no tenía nada y salía a la calle con migajas de pan en la ropa y con un palillo en los dientes, para que todo el mundo viera que comía o tenía comida, cuando pasaba más hambre que un gusano en un espejo.
    Esto se acaba, en breve, tendremos los niños revoloteando a nuestro alrededor. Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Carolvs: gracias por tus matizaciones tan precisas y tan bien acogidas en esta casa.
    Pasaré a leer el enlace del profesor de la UAM que me citas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Madame: ya ve que estas duras tierras el tema de la bragueta y del "braguetazo" siempre ha tenido sus seguidores. ¡País de pícaros! Jejeje.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Paco: yo creo que todos preferimos venir de un fidalgo portugués a proceder de un humilde hidalgo castellano, con más deudas que nobleza, como el del Lazarillo que mencionas o nuestro insigne e ingenioso Quijote.
    Que los Reyes se porten bien contigo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Carolvs: muy interesante el enlace que me recomendaste. Lástima que sólo venga una parte de la obra del profesor en cuestión. Me ha gustado la referencia que hace cuando se planteaba en aquella sociedad el dilema entre nobleza y riqueza: “la nobleza sin hacienda es como muerta”. Y como algunos hidalgos empobrecidos se vieron obligados, muy a su pesar, a ejercer oficios “viles”. También me ha gustado mucho cuando habla de la picaresca española en cuanto al “baratillo de apellidos”, las argucias de algunos para simular nobleza de sangre con la compraventa de apellidos ilustres, como los Guzmán los Mendoza o los Osorio.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Así nos lució el pelo... demasiada gente sin pagar impuestos y ni dar ni clavo....

    ResponderEliminar
  9. Me ha gustado esta entrada, ya que aquí, en Albacete, he leído en varios libros sobre familias renombradas, y he leído lo de "fidalgos", cosa que me llamó la atención, y hoy me has sacado de dudas.
    Un abrazo¡

    ResponderEliminar
  10. Cayetano: puedes encontrar muchos de sus artículos al 100 % en DIALNET (la red de universidades)...pero si quieres más información o quieres saber algo más sobre el tema escríbeme por correo ;)

    PD: yo conseguí leer por google books el 100 % del artículo no sé si lo habrán modificado

    PD2: aquí tienes el enlace de la página del profesor en la UAM: http://portal.uam.es/portal/page/profesor/epd2_profesores/prof2319

    ResponderEliminar
  11. PD3: lo de los apellidos es muy interesante sí, la lucha por lucir un Guzmán, Sandoval, Pimentel, Toledo,...

    ResponderEliminar
  12. Buen regalito de reyes nos haces con esta entrada tan interesante. Cuando he empezado a leerla he recordado a los crueles yernos del Cid, vaya vd. a saber por qué.
    Lo de hidalgo de bragueta lo desconocía, pero no me extraña, por entonces la mortalidad era alta y hacía falta carne de cañón.
    Cuando el pueblo inculto asuma que solo es carne de cañón puede que se esmere algo más en aprender. Ahora con la cuestión de la crisis, eso de carne de cañón vuelve a resonarme. un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Lo que más me ha gustado es lo de librarse de pagar impuestos. Eso sí que es un privilegio.
    Y lo de morir decapitado en lugar de ahorcado,...pues, vaya, algo menos sí que se debe de sufrir.

    Estupenda entrada. como siempre.
    Un abrazo, Cayetano.

    ResponderEliminar
  14. José Luis: país de pícaros. A ver quién trabaja menos. Así nos luce el pelo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  15. Javier: país el nuestro de gente de alcurnia sin un duro.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  16. Carlvs: gracias de nuevo. Echaré un vistazo a la página de tu profesor.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  17. Emejota: es verdad que la gente de a pie nunca ha sido consciente de ser o pagadores de impuestos para que otros vivan del cuento o, como tú dices, carne de cañón.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  18. Enrique: lo de la horca era una humillación dado que estaba reservada para la gente de más baja condición. Recuerdo que a Riego, el militar aquel que se sublevó contra Fernando VII, lo condenaron a la horca, comno si fuera un vulgar delincuente. Por lo demás, lo de no pagar impuestos era muy tentador.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  19. Toda una lección, Cayetano. Divertido eso del premio a la natalidad. Ser "hidalgo de bragueta" tiene su gracia, y es muy comprensible que la nobleza fuese reticente a codearse con esos hidalgos.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  20. Dissortat: me imagino que hoy también pasa con los famosos de siempre cuando tienen que compartir su espacio con los advenedizos del petardeo y de los programas basura, que algunos/as no saben ni hablar, "¿sabes?" Jejeje.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  21. Después de esta entrada magnífica y de las aclaraciones de Carolus poco tengo yo que añadir. Bueno, ahora que recuerdo tenemos al señor duque de Béjar, todo un noble y grandeza de España metido a asuntos comerciales e industriales, pero claro, no se puede decir que fuese un hidalgo, sino un noble en el amplio sentido del término.

    El resto de hidalgos que habitaban en Béjar pertenecían al grupo de nobleza de toga o vividores de rentas, que de todo había.

    Saludos

    ResponderEliminar
  22. ¡Magnífica entrada, Cayetano! Detrás de estas palabras hay muchas horas de biblioteca. ¡Enhorabuena!

    ResponderEliminar
  23. Carmen: había mucho noble que vivía de las rentas y del cuento, otros pasaban verdadera hambre. De todo como en botica.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  24. Francisco Espada: gracias por pasarte por aquí y por tus amables palabras.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  25. Cayetano (y Carolus) ¡gracias por el regalo de reyes anticipados anticipado!

    Desconocíamos la diferencia entre los hidalgos castellanos y los fidalgos portugueses.

    Saludos, y que los reyes sean buenos con vosotros esta noche.

    ResponderEliminar
  26. Nuestro garito: espero que el regalo o los regalos de esta noche estén acordes con las esperanzas puestas en ellos.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  27. Me sigo riendo del "hidalgo de la bragueta"....

    Interesante entrada Cayetano.

    Sabes que crecí en un país de inmigrantes. Tenía un compañero en el colegio con apellido Fidalgo. Era de origen portugués. No se si por error o por comodidad, refería que era la versión portuguesa de hidalgo. Hasta ahora, lo tome por cierto. Mira que siempre se aprende.

    Saludos

    ResponderEliminar
  28. Muy buen artículo, de lo más interesante, y que sorna de la don Nicolás para criticar al vecino portugués. Un saludo.

    ResponderEliminar
  29. Esta es una entrada muy interesante...
    Yo tenía una compañera en el Instituto que se apellidaba Hidalgo y nuestra querida amiga Rosa Caceres es Hidalgo de Cisneros, ahí es ná...
    De Fidalgo sólo conozco al anterior S.General de Ce,Ce, O,O, como dijó aquel de cuyo nombre no quiero acordarme...
    Buenas noches y buena suerte con los Magos amigo Cayetano, profesor para más señas.
    Besicos.

    ResponderEliminar
  30. Me ha encantado saber lo de "hidalgos de bragueta", que no tenía ni idea. Los cazurros siempre hemos dicho que el término "fidalgo" es nuestro, de León, de hecho es un apellido muy común aquí. Tampoco conocía lo de los fidalgos portugueses. Muy divertido el poemita de Moratín. Un abrazo, Cayetano

    ResponderEliminar
  31. Manuel: eso quisieran algunos hidalgos pobres castellanos, poder equipararse a los fidalgos portugueses.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  32. Desde la terraza: la décima de Moratín es de antología, como cuando uno dice: hay que ver lo bien que hablan el chino los niños de allí, con lo difícil que es, qué listos son. Jejeje.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  33. Cabopá: aquel presentador del telediario era un pelín "impresenteibol". Además del Secretario del sindicato, conozco al menos una persona más con ese apellido. Luego están los "Hidalgos". Hay dos amigos blogueros con ese apellido.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  34. Almalaire: no hay que descartar a León como origen. Durante gran parte de la Reconquista no estaban delimitados los reinos como hoy: podría ser originario del reino Astur-leonés o después del reino de León. Además, Portugal no ha sido independiente siempre. De hecho en León hay varias calles con el término "fidalgo".
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  35. Muy intreresante, pero lo de hidalgo de bragueta es tremendo... solo contaban los varones¡¡¡
    Menos mal que ha pasado el tiempo...
    ¡Feliz día de Reyes!
    Un abrazo desde mi Librillo.

    ResponderEliminar
  36. Rosario: ha pasado el tiempo, pero el pícaro, el que vive del cuento o del sudor ajeno sigue instalado en nuestra sociedad y no parece que corra peligro como especie en extinción. Jejeje.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  37. Pues me has pillado en un renuncio con eso de los hidalgos de bragueta jajaja, no tenía ni idea. Todo lo demás que dices si lo conocía, menos el dato estadístico de los seiscientos mil hidalgos ¡No somos nadie!
    Yo que me apellido Hidalgo de Cisneros estoy al cabo de la calle de todo eso de los linajes, los escudos de armas, los títulos nobiliarios y el puntillo de orgullo. Hoy en día no tiene sentido.
    El hidalgo más pobre de nuestra literatura es el escudero del tratado tercero del Lazarillo, ese sí que estaba tronao el pobre, nunca mejor dicho.
    Yo opino como Crevantes, que pone en boca de don Quijote que cada cual es hijo de sus obras.

    Una pregunta que "me se escurre": ¿se referiría a los constructores de la burbuja inmobiliaria? jajaja, entonces esos sería hijos de los... ladrillos.

    ResponderEliminar
  38. A los "Trece de la Fama" que apoyaron a Francisco Pizarro en la Isla del Gallo el emperador Carlos V les concedió el título de "hidalgos de solar conocido".

    Saludos.

    ResponderEliminar
  39. Creo que en nuestros días no habría siquiera un solo hidalgo de bragueta, je, je... Ya sé, como a todos; pero es que la cosa tiene gracia.
    Interesantísima la amplia información que nos has traído sobre el nombramiento de los hidalgos.
    Un placer volver por estos lares y comenzar el año aprendiendo tanto.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  40. Rosa: como bien dices, el hidalgo más pobre de nuestra literatura, es el que sale en el lazarillo; sin embargo, yo creo que el autor le trata con cierto cariño, no lo vapulea como a los demás. En fin, entre los hidalgos hay de todo. Jejeje.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  41. Arturo: buen dato ese que nos traes desde tierras peruanas sobre Pizarro y los Trece de la Fama.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  42. Mercedes: hidalgos de bragueta hoy no hay, pero sigue habiendo pícaros que pretenden dar un buen "braguetazo" con consorte con dinero para vivir del cuento.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  43. Buena y curiosa disertación sobre los hidalgos, de las que se aprenden cosas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  44. Interesante reseña con amplitud de detalles.
    Los fijosdalgo heredaban su nobleza de los antecesores .
    Desconocía totalmente el origen portugués de " fidalgo".
    Sigo aprendiendo.
    Me encantó el poema de Moratín.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  45. José Eduardo: todos aprendemos de todos. Es lo suyo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  46. Carmela: una parte de esos hidalgos luego pasó a América a probar fortuna.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  47. Algo tradicional en España. Pícaros de ayer y de hoy, algunos con título.
    Un saludo, Alejandro.

    ResponderEliminar
  48. Es un placer releer "La jura de Santa Gadea" o el poema de Moratín, y además tan bien traídos a cuento e insertados en tu entretenida e interesante disertación en la que ( repito con todos) los hidalgos de bragueta, el derecho de no pagar impuestos, y las diferencias notables entre España y Portugal son informaciones que nos hacen tener un mayor conocimiento de esta "clase social".

    Como cola de leon o últimos de los primeros, es normal que los hidalgos españoles hicieran todo lo posible, incluso pasar hambre, para mantener su estatus, casi a caballo con los de más abajo. Los que están en el límite por debajo siempre tienden a exhibir y presumir ante los que pueden y si trabajando manualmente estaba en entredicho su título, mejor ayunar.

    También me ha quedado muy claro que yo soy hidalga ni estoy cerca de serlo: impuestos pago una barbaridad y trabajar... hasta jartarme.

    Interesante, original, documentado, ameno ¿que más se le puede pedir a un post?.
    Un abrazo Á.

    ResponderEliminar
  49. Ángeles: eres muy generosa con tus comentarios. No obstante te diré que siempre me ha encantado enlazar la historia con la literatura y a veces con las propias vivencias personales. Es como acercar lo que está lejano y traerlo más cerca de uno. Una travesura que siempre me ha gustado hacer.
    Y sobre lo de pagar o no pagar impuestos, algunos se las arreglan para "pechar" mucho menos de lo que les corresponde. ¿Serán hidalgos?
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  50. Tienes razón .Esos hidalgos que llegaron a América a hacer fortuna son los que ahora en lenguaje común llaman " indianos".

    ResponderEliminar
  51. Carmela: muchos de esos indianos luego regresaron y se contruyeron unas casas enormes en España que aquí se las denominó "de estilo colonial".
    Un saludo.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.