domingo, 15 de octubre de 2017

Un hombre imprescindible


No hay animales más inmundos que las rastreras y sucias cucarachas…
En la sección de personal, el engominado cuarentón, encorbatado y estirado, obediente y servicial, embadurnado de colonia y after shave de supermercado, esboza una forzada sonrisa ante su jefa y asiente con la cabeza. Comunicará las órdenes a los empleados.
Al despedirse, sólo le ha faltado cuadrarse y hacer una reverencia. Silencioso y servil, avanza cauteloso y desapercibido con su traje oscuro por el pasillo hacia su cubil y allí frente al ordenador preparará el escrito con los ajustes que afectan a los trabajadores de la empresa.
Son lentejas. Y lo que decide la superioridad no se discute.

La mantis de la oficina, Brenda, la Directora de Finanzas, la que te saca el jugo y luego te devora, la que te exige y te da órdenes de forma amable mientras te hace tragar algún sapo, alguna medida que caerá sobre ti o sobre los empleados de menor categoría que tú: esos pulgones que serán aniquilados de forma inmisericorde porque “así lo requiere la planificación de recursos humanos de la empresa, según los objetivos planteados a medio plazo en lo referente a la optimización de beneficios.” Es decir: despido objetivo, más gente en la cola del paro, empleados desechables, de usar y tirar. Al fin y al cabo nadie es imprescindible. Tú tampoco.

La jefa es una hembra de rompe y rasga; fría y calculadora; esbelta, atractiva y seductora; segura siempre de sí misma; de bellos labios rojos, con esa fragancia de perfume caro y esa blusa modelando sus sinuosas formas… Y él, su hombre de confianza en la empresa.
La jefa era la mantis y él, el jefe de recursos humanos, la sabandija rastrera y salida, el hombrecillo gris obediente, sigiloso y siniestro, incapaz de enfrentarse a ella, siempre arrastrándose a sus pies, lamiendo sus zapatos,  esperando la palmadita en la espalda: porque a fin de cuentas él es la persona de confianza, el hombre necesario, “para que la empresa siga a flote, porque esto es un barco donde sus tripulantes tienen un cometido para que no haya un naufragio y que el barco se hunda con todos dentro, etc., etc.”

Y al fin y al cabo qué mejor que una cucaracha para hacer el trabajo sucio.



36 comentarios:

  1. Personajes que, por desgracia, abundan en cualquier jerarquía. Son muy queridos y respetados por todos, logrando así la felicidad para el mismo... y los que le rodean.

    Las mantis necesitan este tipo de bichos, que otro les haga el trabajo sucio.

    Un saludo, Cayetano

    ResponderEliminar
  2. Ese patético tipo de personas ha sido entrenado desde la cuna para acatar como forma de supervivencia aunque luego en sus vidas privadas lo compensan ejerciendo de tirano (algo seguramente también aprendido: la esquizofrenia habitual y oculta). La jefa dominanta por el contrario puede ser una insegura e inútil de narices en su ámbito privado: más de lo mismo.
    No es de extrañar que para compartir existencia resulte más práctico hacerlo con personas de coherencia superior....y aún así...bueno salvo que se trate de una divinidad, luego la humanizamos, la matamos y a seguir dando la misma matraca con otra canción 🎶!
    Huy me largo a caminar antes que me lluevan cantos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, cada uno representa en la vida varios papeles. Hay tiranos que en su casa no son nadie.
      Un saludo, Emejota.

      Eliminar
  3. Un libro que se nos promete interesante.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Los tontos útiles, los cómplices que se escudan en la "obediencia debida", y que cuando vienen mal dadas, señalan con su dedo hacia arriba y se encojen de hombros.

    Una bestia cuyo hábitat abarca todas las actividades humanas, empresas, centros docentes, universidades, partidos políticos, asociaciones culturales, ONG´s, clubes de numismáticos, peñas futbolísticas y comunidades de propietarios.

    El traidor que necesita el sistema a cambio de una mísera calderilla.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto. No hay colectivo profesional que se libre de estos especímenes.
      Un abrazo, Rodericus.

      Eliminar
  5. A este tipo de gente, se les huye, no porque den miedo, sino porque dan asco...
    Y no veas cuantos hay por ahí de ese modo...rastreros, dejando su pestilencia...

    Saludos Cayetano.

    ResponderEliminar
  6. Duro eh!
    Los hay por todos los sitios, dan asco.
    Besos, Cayetano

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como las cucarachas. Proliferan más que las setas.
      Un abrazo, Arantza.

      Eliminar
  7. Hay evidencias de que muchas jefas embadurnan las puntas de sus zapatos con chocolate negro, siempre encuentran algún goloso dispuesto a lamerlas.
    Salud
    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De chocolate negro o algo de similar colorido. Vete a saber.
      Un abrazo, Francesc.

      Eliminar
  8. Siempre existieron y existirán este tipo jefes en la vida lo malo es dar con ellos y ver como aniquilan a los que tienen a su servicio.
    Una evidencia mas asidua de lo que nos podemos imaginar Cayetano.
    Interesante tema.
    Un saludo
    Puri

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es. Incluso aniquilan a los que les hacen la pelota. En el fondo los detestan.
      Un saludo, Puri.

      Eliminar
  9. Hay muchas cucarachas al servicio del poder. Y la deshumanización de las empresas las reafirma en su cargo. Abrazafarolas con escasa o nula empatía.
    Un saludo, Cayetano!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Proliferan mucho cuando los jefes son inseguros en el desempeño de su liderazgo y necesitan aduladores y chivatos.
      Un saludo, Félix.

      Eliminar
  10. Cuando te preguntas cómo es posible que individuos aparentemente normales, cumplidores, padres de familia, llegasen a secundar en nuestro tiempo a Stalin y Hitler, a Pinochet, Pol Pot y demás calaña, siempre aparece la frase "obediencia debida". Supongo que estos tipos empiezan como el personaje que nos muestras, esperando hacer méritos mientras reptan. Sólo hay que darles un poco de mando y ya los tienes en marcha.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto. Las circunstancias concretas sacan todo lo malo que llevamos dentro.
      Un saludo, Ana.

      Eliminar
  11. Abundan mucho, hombres y mujeres siempre dispuestos a cumplir las órdenes sin cuestionarlas, sintiéndose además imprescindibles; hasta que un día le llega despedirse a si mismo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  12. Pues es que esbirros siempre los hubo, una de las especies dispuesta a seguir la voz de su amo y ejecutar sus mandatos; la otra también rastrera como cucarachas o los escarabajos (peloteros) es la de los aduladores.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por lo menos, los escarabajos peloteros trabajan.
      Un saludo, DLT.

      Eliminar
  13. Puaaaaaaaaj! Qué asco momumental me producen las cucarachas!

    Abrazos, desde mis vacaciones en Sudamérica.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Prefiero las cucarachas a las sabandijas que te puedes encontrar en algunos trabajos. Son peores estas.
      Un abrazo, Myriam.

      Eliminar
  14. Conozco un par de casos clavaditos al que nos describes Cayetano, la verdad es que son personas indeseables y muy rastreras.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cualquier comportamiento humano tiene un referente en el mundo de los insectos.
      Un abrazo, Conchi.

      Eliminar
  15. A mí me pasa como a Myriam. No lo de estar de vacaciones en Sudamérica, por desgracia, sino lo de las cucarachas. Las huamanas tanto o más que las otras. El mundo necesita mejores insecticidas.
    En cualquier caso, siempre es un placer reencontrarse en su Laberinto.

    Feliz día

    Bisous

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es ancestral la repugnancia que sentimos hacia cucarachas y hacia ratas; sin embargo, esa fobia no se muestra igual hacia hámsters y hacia grillos. Y mira que se parecen.
      Un abrazo, Montserrat.

      Eliminar
  16. Al margen de que estos personajes son reconocibles en el día a día de más de uno de tus lectores, el relato me recuerda a la novela "La gran ola" de Daniel Ruiz García. Te la recomiendo.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu recomendación. La tendré en cuenta.
      Un saludo, Carmen.

      Eliminar
  17. Las cucarachas, al igual que las ratas, nos rodean. Todos conocemos y sufrimos a alguna de ellas.
    Es un placer regresar y encontrarse con tus escritos.
    Un beso Cayetano

    ResponderEliminar
  18. Menos mal que a cada uno le llega su momento. Incluso a la mantis.
    Saludos, Cayetano

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La mantis tendrá otro "enemigo" natural situado más arriba.
      Un saludo, Xibelius.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.