No
hay animales más inmundos que las rastreras y sucias cucarachas…
En la sección de
personal, el engominado cuarentón, encorbatado y estirado, obediente y
servicial, embadurnado de colonia y after shave de supermercado, esboza una
forzada sonrisa ante su jefa y asiente con la cabeza. Comunicará las órdenes a
los empleados.
Al despedirse,
sólo le ha faltado cuadrarse y hacer una reverencia. Silencioso y servil,
avanza cauteloso y desapercibido con su traje oscuro por el pasillo hacia su
cubil y allí frente al ordenador preparará el escrito con los ajustes que
afectan a los trabajadores de la empresa.
Son lentejas. Y
lo que decide la superioridad no se discute.
La
mantis de la oficina, Brenda, la Directora de Finanzas, la que te saca el jugo
y luego te devora, la que te exige y te da órdenes de forma amable mientras te
hace tragar algún sapo, alguna medida que caerá sobre ti o sobre los empleados
de menor categoría que tú: esos pulgones que serán aniquilados de forma
inmisericorde porque “así lo requiere la planificación de recursos humanos de
la empresa, según los objetivos planteados a medio plazo en lo referente a la
optimización de beneficios.” Es decir: despido objetivo, más gente en la cola
del paro, empleados desechables, de usar y tirar. Al fin y al cabo nadie es
imprescindible. Tú tampoco.
La jefa es una
hembra de rompe y rasga; fría y calculadora; esbelta, atractiva y seductora;
segura siempre de sí misma; de bellos labios rojos, con esa fragancia de
perfume caro y esa blusa modelando sus sinuosas formas… Y él, su hombre de
confianza en la empresa.
La jefa era la
mantis y él, el jefe de recursos humanos, la sabandija rastrera y salida, el
hombrecillo gris obediente, sigiloso y siniestro, incapaz de enfrentarse a
ella, siempre arrastrándose a sus pies, lamiendo sus zapatos, esperando la palmadita en la espalda: porque
a fin de cuentas él es la persona de confianza, el hombre necesario, “para que
la empresa siga a flote, porque esto es un barco donde sus tripulantes tienen
un cometido para que no haya un naufragio y que el barco se hunda con todos
dentro, etc., etc.”
Y al fin y al
cabo qué mejor que una cucaracha para hacer el trabajo sucio.
Personajes que, por desgracia, abundan en cualquier jerarquía. Son muy queridos y respetados por todos, logrando así la felicidad para el mismo... y los que le rodean.
ResponderEliminarLas mantis necesitan este tipo de bichos, que otro les haga el trabajo sucio.
Un saludo, Cayetano
Luego serán devorados también.
EliminarUn saludo, Carlos.
Ese patético tipo de personas ha sido entrenado desde la cuna para acatar como forma de supervivencia aunque luego en sus vidas privadas lo compensan ejerciendo de tirano (algo seguramente también aprendido: la esquizofrenia habitual y oculta). La jefa dominanta por el contrario puede ser una insegura e inútil de narices en su ámbito privado: más de lo mismo.
ResponderEliminarNo es de extrañar que para compartir existencia resulte más práctico hacerlo con personas de coherencia superior....y aún así...bueno salvo que se trate de una divinidad, luego la humanizamos, la matamos y a seguir dando la misma matraca con otra canción 🎶!
Huy me largo a caminar antes que me lluevan cantos!
Sí, cada uno representa en la vida varios papeles. Hay tiranos que en su casa no son nadie.
EliminarUn saludo, Emejota.
Un libro que se nos promete interesante.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Miquel.
EliminarUn abrazo.
Los tontos útiles, los cómplices que se escudan en la "obediencia debida", y que cuando vienen mal dadas, señalan con su dedo hacia arriba y se encojen de hombros.
ResponderEliminarUna bestia cuyo hábitat abarca todas las actividades humanas, empresas, centros docentes, universidades, partidos políticos, asociaciones culturales, ONG´s, clubes de numismáticos, peñas futbolísticas y comunidades de propietarios.
El traidor que necesita el sistema a cambio de una mísera calderilla.
Un abrazo.
Cierto. No hay colectivo profesional que se libre de estos especímenes.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
A este tipo de gente, se les huye, no porque den miedo, sino porque dan asco...
ResponderEliminarY no veas cuantos hay por ahí de ese modo...rastreros, dejando su pestilencia...
Saludos Cayetano.
De ahí lo de cucarachas.
EliminarUn saludo, Manuel.
Duro eh!
ResponderEliminarLos hay por todos los sitios, dan asco.
Besos, Cayetano
Como las cucarachas. Proliferan más que las setas.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Hay evidencias de que muchas jefas embadurnan las puntas de sus zapatos con chocolate negro, siempre encuentran algún goloso dispuesto a lamerlas.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
De chocolate negro o algo de similar colorido. Vete a saber.
EliminarUn abrazo, Francesc.
Siempre existieron y existirán este tipo jefes en la vida lo malo es dar con ellos y ver como aniquilan a los que tienen a su servicio.
ResponderEliminarUna evidencia mas asidua de lo que nos podemos imaginar Cayetano.
Interesante tema.
Un saludo
Puri
Así es. Incluso aniquilan a los que les hacen la pelota. En el fondo los detestan.
EliminarUn saludo, Puri.
Hay muchas cucarachas al servicio del poder. Y la deshumanización de las empresas las reafirma en su cargo. Abrazafarolas con escasa o nula empatía.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano!
Proliferan mucho cuando los jefes son inseguros en el desempeño de su liderazgo y necesitan aduladores y chivatos.
EliminarUn saludo, Félix.
Cuando te preguntas cómo es posible que individuos aparentemente normales, cumplidores, padres de familia, llegasen a secundar en nuestro tiempo a Stalin y Hitler, a Pinochet, Pol Pot y demás calaña, siempre aparece la frase "obediencia debida". Supongo que estos tipos empiezan como el personaje que nos muestras, esperando hacer méritos mientras reptan. Sólo hay que darles un poco de mando y ya los tienes en marcha.
ResponderEliminarCierto. Las circunstancias concretas sacan todo lo malo que llevamos dentro.
EliminarUn saludo, Ana.
Abundan mucho, hombres y mujeres siempre dispuestos a cumplir las órdenes sin cuestionarlas, sintiéndose además imprescindibles; hasta que un día le llega despedirse a si mismo.
ResponderEliminarUn saludo.
A todo cerdo le llega su San Martín.
EliminarUn saludo.
Pues es que esbirros siempre los hubo, una de las especies dispuesta a seguir la voz de su amo y ejecutar sus mandatos; la otra también rastrera como cucarachas o los escarabajos (peloteros) es la de los aduladores.
ResponderEliminarSaludos.
Por lo menos, los escarabajos peloteros trabajan.
EliminarUn saludo, DLT.
Puaaaaaaaaj! Qué asco momumental me producen las cucarachas!
ResponderEliminarAbrazos, desde mis vacaciones en Sudamérica.
Prefiero las cucarachas a las sabandijas que te puedes encontrar en algunos trabajos. Son peores estas.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Conozco un par de casos clavaditos al que nos describes Cayetano, la verdad es que son personas indeseables y muy rastreras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cualquier comportamiento humano tiene un referente en el mundo de los insectos.
EliminarUn abrazo, Conchi.
A mí me pasa como a Myriam. No lo de estar de vacaciones en Sudamérica, por desgracia, sino lo de las cucarachas. Las huamanas tanto o más que las otras. El mundo necesita mejores insecticidas.
ResponderEliminarEn cualquier caso, siempre es un placer reencontrarse en su Laberinto.
Feliz día
Bisous
Es ancestral la repugnancia que sentimos hacia cucarachas y hacia ratas; sin embargo, esa fobia no se muestra igual hacia hámsters y hacia grillos. Y mira que se parecen.
EliminarUn abrazo, Montserrat.
Al margen de que estos personajes son reconocibles en el día a día de más de uno de tus lectores, el relato me recuerda a la novela "La gran ola" de Daniel Ruiz García. Te la recomiendo.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por tu recomendación. La tendré en cuenta.
EliminarUn saludo, Carmen.
Las cucarachas, al igual que las ratas, nos rodean. Todos conocemos y sufrimos a alguna de ellas.
ResponderEliminarEs un placer regresar y encontrarse con tus escritos.
Un beso Cayetano
Muchas gracias, Ambar.
EliminarEl placer es mío.
Un abrazo.
Menos mal que a cada uno le llega su momento. Incluso a la mantis.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
La mantis tendrá otro "enemigo" natural situado más arriba.
EliminarUn saludo, Xibelius.