Apenas se hubo sentado, cuando, de nuevo, la
puerta. Toc toc. Y alguien de la sala que dice “adelante”…
Y como un torbellino, vivaracha y lenguaraz,
irrumpe en la reunión una moza entrada en carnes con pinta de bravía:
-Espero que nadie haya tenido la ocurrencia de
sacarme de mi merecido descanso para hacerme venir aquí simplemente para
limpiar lo que otros ensucien, que hasta ahí podríamos llegar- dice de un tirón
la recién llegada con los brazos arremangados y en jarras- que, aunque mujer,
valgo para otros menesteres, porque entreveo que el andrajoso de las barbas
luengas debe tiznar. Y de los otros… mejor me callo, que hasta veo plumas y
sombreros y pañuelos y perfumes más propios de señoras, y que no quiero faltar al respetable, que no
anda el cuerpo para líos y jaranas.
-Si mi valeroso hidalgo don Quijote anduviera
por aquí- apuntó un sonriente Cervantes-, no dejaría jamás que dama tan sensata
y locuaz fuera tratada como un trapo, que él veía siempre una princesa detrás
de cada mandil, pues tenía la cualidad, al estar loco, de apreciar el alma de
cada cual, que el cuerpo es solo adorno exterior y, por lo que se ve,
perecedero. Así que, Teresa, gentil dama, prima hermana de Aldonza Lorenzo,
pase y acomódese con los demás donde vea un hueco apropiado, que aquí hoy no
hay gente principal ni servidores. Si algo tiene la muerte de bueno, es que a
todos nos iguala.
-Espero que vuesas mercedes no estén tocados
también del ala como el caballero que nombra- añadió Teresa a la par que se
acomodaba en un rincón de la sala-, que, si bien era amable y educado, además
de bueno, también era ciego y tonto, pues veía sombra gentil sobre el labio de
mi prima, donde había bigote; y se embriagaba de su tufo a sobaquina, pensando
que el olor provenía de afeites y caros perfumes.
Aquellas palabras provocaron muchas sonrisas e,
incluso, alguna carcajada entre la concurrencia. Luego sobrevino de nuevo el
silencio, Francesco, el médico de Perusa, toma ahora la palabra. Mientras
habla, en la pantalla se suceden unas imágenes escalofriantes sobre la peste
negra que asoló Europa. Son ilustraciones antiguas, la mayor parte grabados de
la época. Aparecen en ellas cadáveres amontonados a las puertas de sus casas,
médicos sajando bubones, carros llenos de apestados…
-Peores enemigos que la enfermedad fueron la
ignorancia, la superstición y la intolerancia. La Iglesia de mi tiempo hizo
mucho más daño que beneficio, sembrando ese ambiente apocalíptico que no trajo
nada positivo. Muchos de sus altos representantes dieron un mal ejemplo al
resto de la población, no facilitando ni medios económicos ni lugares que
pudieran habilitarse para acoger a los enfermos. La caridad cristiana solo la
ejercieron algunos religiosos de base y algunos galenos. Muchos recibieron como
premio contagiarse de la enfermedad. Yo, afortunadamente, me libré.
(…)
Eisech Sandler, el judío alemán, hizo una
reflexión insistiendo en la idea de la justicia y de la libertad:
- Todo el mundo sabe que sufrimos el horror y la barbarie de un despotismo sin parangón en la historia. Nuestro pueblo fue elegido como chivo expiatorio para que los alemanes canalizaran su odio contra nosotros debido a la crisis que se estaba padeciendo. Una crisis terrible fruto de la anterior guerra… Todo fue hábilmente calculado para desprestigiarnos y situarnos en la diana. Un plan meticulosamente trazado, con uso continuo de la propaganda, lanzando infundios contra nuestro pueblo, día tras día… Y al final ese mensaje repetitivo fue calando entre la población. Y el odio hacia nosotros se generalizó. Nos convertimos en poco tiempo en los culpables de casi todo lo malo que estaba ocurriendo. Y se desató la ira, la violencia…
- Todo el mundo sabe que sufrimos el horror y la barbarie de un despotismo sin parangón en la historia. Nuestro pueblo fue elegido como chivo expiatorio para que los alemanes canalizaran su odio contra nosotros debido a la crisis que se estaba padeciendo. Una crisis terrible fruto de la anterior guerra… Todo fue hábilmente calculado para desprestigiarnos y situarnos en la diana. Un plan meticulosamente trazado, con uso continuo de la propaganda, lanzando infundios contra nuestro pueblo, día tras día… Y al final ese mensaje repetitivo fue calando entre la población. Y el odio hacia nosotros se generalizó. Nos convertimos en poco tiempo en los culpables de casi todo lo malo que estaba ocurriendo. Y se desató la ira, la violencia…
Sus palabras son acompañadas por imágenes del horror:
la noche de los cristales rotos, con el asalto a los domicilios, a los
establecimientos y a las sinagogas de los judíos. Las imágenes son duras. Hay
carreras, palizas, disparos, gente vociferando y humo, fuego, mucho fuego…
-Como pueblo perseguido y masacrado por el
horror nazi, hemos de aprender la lección que la historia nos brinda. Y esta es
que jamás ninguna persona sea acosada, ni tenga que salir de su país por su
religión o por sus ideas. Lo que no quiero para mí no se le deseo a nadie. Sería
un tremendo error que los perseguidos nos convirtiéramos alguna vez en
perseguidores.
Continúa
Fragmentos del largo epílogo de "En la frontera". El texto completo te lo puedes descargar gratis pinchando en el enlace.
No recuerdo si fue Marx el que dijo que la historia siempre se repetía, la primera como drama y la segunda como farsa.
ResponderEliminarLo que si estoy convencido es que mientras no nos pase directamente a nosotros hacemos la vista gorda.
Uno de los problemas que veo es la necesidad que tienen los adalides patrios en convencer a la masa de que el que está enfrente siempre es el malo, el vago, el que nos roba y por el que estamos pasando tal o cual situación.
Siempre pienso en lo que el Neil Amstrong (el primero que pisó la Luna) se le pasó por la cabeza al caminar sólo por allí y al visionar la Tierra , si por aquellas se hubiera encontrado un selenita y le hubiera preguntado de donde era.
Estoy convencido de que le hubiera señalado la Tierra, y al mismo tiempo le hubiera dicho: de allí, soy de allí, sin necesidad de decir que era de EEUU , de Rusia o de Catalunya.
El ser humano todavía no ha adquirido la condición de habitante del Planeta. Para eso hace falta educación, y ya sabes que de eso no vamos muy sobrados.
Salut.
Ya sabes que el nacionalismo, del tipo que sea, se cura viajando, incluso si el viaje es a la Luna.
EliminarUn abrazo, Miquel.
Claro que sería un tremendo error, ya sabemos que aquello de "ojo por ojo" al final todos ciegos. Un fragmento, el de hoy, que nos deja ese recuerdo y, como no, la entrada fulgurante de doña Teresa, brazos en jarra mediante, que eso impone, y mucho.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
Cervantes, como hombre de mundo, era de talante apaciguador.
EliminarUn saludo, Félix.
La nota jocosa de la dama me ha gustado mucho. Pero definitivamente la muerte nos iguala a todos...Nadie escapa. Se demostró en la peste negra, o en el genocidio nazi...Fuimos y somos iguales...incluso después de aquello
ResponderEliminarSaludos Cayetano
Debía ser muy fuerte para una mujer de pueblo y de carácter como Teresa entrar en una reunión y ver el atuendo de Espronceda o del pirata Bart, con eso pañuelos y demás. Jejeje.
EliminarUn saludo, Manuel.
El discurso de la prima de Aldonza es genial y la contestación de Cervantes asegurando que la muerte nos iguala a todos, tiene todo el sentido común que le es propio al maestro de las letras.
ResponderEliminarEstoy disfrutando con estas entradas.
Besos Cayetano
Muchas gracias, Ambar.
EliminarCelebro que te gusten estas entradas.
Un abrazo.
Buen mix de épocas y estilos en armonía. Escalofriante el último párrafo de Sandler, porque ayer vi en la televisión a Maduro totalmente fuera de sí al estilo del Hitler de sus últimos tiempos, cuando ya sabía que el círculo se estrechaba, las deserciones de los propios se sucedían y todo iba cuesta abajo.
ResponderEliminarEl venezolano ya se está mereciendo un análisis, lo que no sé es si histórico o psiquiátrico.
Saludos.
Nunca estuvo en sus cabales; pero ahora que ve que las cosas se le escapan de control, desbarra y vocifera más que nunca. Menudo personaje.
EliminarUn saludo, Ana.
"Lo que no quiero para mí no se le deseo a nadie", bien citas en tu post. Es el primer mandamiento que debería tener la humanidad. Para ver de qué están hechos los líderes, ver también si ellos se lo aplican. Teresa Lorenzo seguro que razonaba así.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, es una cuestión de simple empatía. Intentar ponerte en el lugar de los demás. Lástima que muchos se olvidan de que existen otras personas además del propio yo.
EliminarUn saludo, Carlos.
Por aquí andamos, disfrutando de tus letras, ahora que me ha entrado una concomitante pereza comunicativa, justificable, siempre, pero ya da lo mismo.
ResponderEliminarRespecto al discurso de Teresa, ciertamente, el amor se sabía que era ciego pero ignoraba que también haga perder el sentido del olfato, porque el del gusto seguro que daría afirmativo!
Sí, el caballero tenía la pituitaria algo alterada. Y eso que gastaba de buena nariz.
EliminarUn saludo, Emejota.
Si todos los dirigentes del mudno tuvieran en cuenta estas apreciaciones tan sensatas de hombres y mujeres de otros tiempos estoy segura de que otro gallo nos cantaría. El problema, amigo Cayetano, es que el poder y el dinero ciegan ahora, antes y en el futuro.
ResponderEliminarUn saludo
Cierto. Hemos cambiado menos de lo que podríamos pensar.
EliminarUn saludo, Carmen.
El texto es magnífico. "En la frontera" me gusta mucho.
ResponderEliminarEn efecto, la ignorancia, la superstición y la intolerancia fueron peores que la peste, fueron fomentadas por la iglesia mientras mostraba su cara pía mientras en el púlpito clamaba e imponía el dogma con mano de hierro.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Gracias, Francesc. Había mucha Iglesia pero poca caridad cristiana. Y el movimiento se demuestra andando, no con sermones para los demás.
EliminarUn abrazo.
A mi también me perece buenísimo, genial, el discurso de la prima de Aldonza ¿Y qué decirte de esta reunión? Cada vez se pone mejor.
ResponderEliminarCuánto daño hizo la iglesia, cuanto daño los fanatismos y los totalitarismos. ¡Aprendamos de la Historia!
Un abrazo
Pocos aprenden de los errores del pasado, salvo personas singulares como Cervantes, que tenía mucho mundo y una psicología especial (perdón por el tratamiento coloquial del término) para analizar el comportamiento humano.
EliminarUn abrazo, Myriam.
-Doy consejos para mi no tengo.-Todos estos tiranos y manipuladores de almas con sus odios y sobre todo como bien apuntas; la ignorancia y la superstición es la peor de las plagas.
ResponderEliminarY,como bien se suele decir que en la caridad entra la peste...
Voy a adentrarme en este Laberinto para seguir deleitándome con esas reflexiones.
Feliz día Cayetano.
La ignorancia causa más muertes que el hambre.
EliminarUn saludo, Bertha. Feliz semana.
Me ha encantado la entrada impetuosa de Teresa y en especial su tono. Agradezco que nos facilites estos capítulos tan interesantes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Conchi. Me alegra que te gusten estas entradas.
EliminarUn abrazo.
Me encantó el desparpajo de la prima de Aldonza con los allí presentes, ella les dijo las cosas claras, no hizo distinciones, solo quería saber cuales eran sus intenciones.
ResponderEliminarEl último comentario de Sandler pone los pelos de punta, menudo personaje nos deja la historia.
Estos retazos del libro en La frontera están muy bien escogidos Cayetano.
Un abrazo
Puri
Muchas gracias, Puri.
EliminarComo en tu relato, estos personajes esperan que un día puedan ser felices, solo que aquí el reconocimiento y la gratitud por lo que hicieron o soportaron les llegó después de la muerte.
Un abrazo.
Me ha gustado el personaje de Teresa, su carácter, su forma de hablar y la reflexión de Cervantes sobre la igualdad de las personas y de apreciar el alma de cada uno y no las apariencias. Muy interesante también el resto. Estás haciendo una reconstrucción de la historia.
ResponderEliminarUn saludo.
Cervantes me lo puso fácil, por su peculiar manera de entender y comprender a las personas. Y Teresa... la nota humorística de una mujer analfabeta pero acostumbrada a buscarse la vida, con su filosofía particular sobre las cosas.
EliminarUn saludo, Valverde de Lucerna.