Una insólita reunión atemporal a modo de epílogo, a la que asisten muchos de los personajes
de los que aparecen en "En la frontera".
¿Por qué se han reunido aquí?
Saben
que sido convocados para conocerse. Y saben también que murieron y que están
ahora en este lugar, después de tanto tiempo, porque lo que la historia les
negó, la literatura por fin se lo permite. Y están felices del encuentro, de
conversar, de intercambiar ideas y opiniones. Y descubren que,
independientemente de la época, del credo o de la ideología, tienen muchos
puntos en común.
Hay un
proyector programado y una pantalla al fondo de la sala que va recogiendo
imágenes aleatorias, distintos planos sobre la vida de todos los presentes.
Imágenes en blanco y negro que acaparan las miradas, muchas veces llenas de
asombro, de los que allí se reúnen.
Quinto
Sertorio se acomoda en la larga mesa al lado de Toro Sentado. Al romano le
llama la atención el aspecto del jefe sioux. Le trae recuerdos de cuando estuvo
por África, ese despliegue de colores en sus atavíos y en sus rostros y las
plumas que exhibían los nativos cuando celebraban algún ritual frente a la
hoguera. También el pelo largo le hace evocar a esas gentes que poblaban
tierras en los confines del limes del
norte del imperio. Bárbaros los llamaban.
El
vaquero anónimo -botas altas, jeans, sombrero y camisa de cuadros-, sentado
junto a Víctor Hugo, mira de refilón, de vez en cuando, hacia el fondo a la
derecha, donde se sitúa Toro Sentado. No es una mirada dura ni con una carga de
significado especial. Es la típica expresión que muestra alguien que en una
reunión multitudinaria acaba de reconocer a una persona que le resulta
familiar. Aparentemente parece tímido o reservado y no entabla de momento
conversación con sus compañeros más cercanos.
Francesco,
el médico de Perusa (Perugia) se sitúa entre Bart El Negro y Cervantes.
Cervantes
queda situado frente por frente a Luis de Córdoba y Andresillo Hurtado se
coloca junto a Goya.
-Aquí
las cosas se estaban poniendo muy duras. El futuro muy negro –señalaba un
Andresillo, ya de mediana edad-. Y yo no aprendí nada bueno, porque la sociedad
me arrinconó en la esquina de los perdedores. Me faltó mi padre a temprana
edad. Y de niño lo normal fue el hambre y el maltrato. Ya de mayor me juré que
no iba a consentir volver a pasar por lo que pasé. Así que me decidí y viajé a
las Indias; aunque no con demasiada fortuna. Pero esta vez no por culpa de los
demás, sino por lo que yo arrastraba a mis espaldas.
-No
creas que tuviste que irte del país tú solo. El exilio, por gusto o por fuerza,
es algo que todos hemos conocido- apunta Francisco de Goya respondiendo a
Andresillo. El famoso pintor va vestido con frac abierto de grandes solapas,
camisola con pañuelo al cuello, calzón ceñido hasta la rodilla, medias y
zapatos con hebillas, muy elegante para la ocasión-. Por desgracia, muchos de los que aquí estamos
hemos conocido el sinsabor de la frontera. Unos por necesidad, otros porque
peligraba su vida, algunos por rebeldía y otros por dignidad. Y no faltan
quienes fueron obligados a coger la barca de Caronte…
Las conversaciones
se establecen casi siempre con el compañero que tienen al lado o delante; pero
luego alguien tiene la idea de levantarse y hablar dirigiéndose a todos. Y de
esta manera se produce un breve turno de palabra donde cada uno, puesto en pie,
se dirige a todos los demás.
El
primero en hablar para la concurrencia es Bartholomew Roberts, el pirata galés:
-Aunque
me llamo Bartholomew, todo el mundo me conocía como Bart, Bart el Negro. Tuve
fama entre los piratas de mi tiempo. Incluso parece que inspiré a más de un
poeta. Pero algo que me caracterizó fue que ideé redactar un código de conducta
para mis hombres. No quería pecar de arbitrariedad, así que todo el que estaba
bajo mis órdenes sabía a qué atenerse. La razón por la que me metí en esta,
digamos, profesión fue porque no quise someterme a la disciplina de un mundo
con el que no me sentía identificado y al que no pertenecía. Mi ley era la del
mar. Nunca acepté doblegarme a la autoridad de reyes y gobiernos, como hicieron
algunos de mis compatriotas- decía Bart,
mientras Espronceda asentía sonriente-. Tenía demasiados enemigos. Y la
piratería es una vida dura. Nunca sabes si vas a vivir mañana. Por ello estaba convencido de que mi vida iba
a ser corta; pero preferí morir libre a estar encadenado.
Fragmentos de "En la frontera", un pdf de descarga gratuita.
Ya se va entrando en faena y se van produciendo los primeros contactos, choques de culturas y épocas. Veo que mi homónimo no está mal situado en la mesa ;)
ResponderEliminarUn abrazo!
Lo primero que hice fue un croquis con boceto de la mesa y una veintena de sillas para ver dónde ponía a cada uno y no liarme. Jejeje.
EliminarUn abrazo, Félix.
Esta parece una reunión en uno de los salones del Ministerio del Tiempo. Me gusta que la literatura les permita lo que la historia no y que se den cuenta de que hay más cosas que los unen que aquellas que los separan, a pesar de ser de distintas épocas.
ResponderEliminarUn abrazo, Cayetano
Tanto es así que en la nota aclaratoria al epílogo pongo
EliminarComo se podrá comprobar en este epílogo, para lograr mi objetivo no fue preciso acudir ni a la máquina de Wells, ni a Isaac Asimov, ni a Michel Crichton, ni a Ray Bradbury, ni siquiera al “Ministerio del Tiempo”. Tan solo fue precisa una pequeña licencia literaria. En todo caso, sirvan estas líneas
como rendido tributo a todos los autores y guionistas que han usado la “máquina del tiempo” como recurso imaginativo en sus creaciones.
Un abrazo, Myriam.
Ya empieza la reunión. Como hija de Benedetta intentaré posicionarme cerca, por si alguien necesita alguna cosa de la botica.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, Ambar. Un poco de árnica para curar las heridas de la ingratitud humana.
EliminarUn abrazo.
Interesantes personajes los de la reunión, he de reconocer que vas muy, pero que muy sobrado de imaginación. ¿Y si el mas allá fuera como lo describes? No hay nada que lo impida, pues nada sabemos a ciencia cierta lo que ocurre mas allá de la laguna donde navega la barca que citas.
ResponderEliminarUn saludo
Ojalá fuera así. Soñar es gratis.
EliminarUn saludo, Carlos.
Super ingenioso. Por cierto el mas allá esta por acá, pura proyección, que por algo me metí de lleno en dicho asunto en su día y averigüe ciertas onerosas cuestiones. Quienes solo ponderan las superficies sin considerar los fangosos fondos jamás podrían compartir esa mesa.
ResponderEliminarCierto, Emejota. Y al fin y al cabo, muchos de los que nos precedieron viven eternamente gracias a sus obras.
EliminarUn saludo.
Si la primera reunión me gustó, ni te cuento esta. Eres tan gráfico en la manera de situarlos y como de ir estableciendo las conversaciones, incisos, o lo que pueda encerrar una mirada. En fin, un placer leerte.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano
Gracias, Pilar. Además, si necesitas más información sobre algún personaje, siempre puedes pinchar en el pdf y buscar el capítulo correspondiente donde aparecen con anterioridad.
EliminarUn saludo.
Con AMBAR ¡¡
ResponderEliminarSalut
La sombra de Pedro de Villaseñor, caballero manchego, planea sobre la reunión.
EliminarMucha salud, Miquel.
Imagino a Toro Sentado un tanto incomodo en una habitación cerrada, de muros sólidos... Aunque supongo que el interés por sus contertulios bien le haría ser paciente.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano.
Sentado doblemente en esta ocasión, estará atento a lo que diga el hombre blanco. No sería la primera vez que lo engañan.
EliminarUn saludo, Xibelius.
Ha empezado...y yo algo tarde...es que el de Perugia me dejo a cargo de unos pacientes. En todo caso, veo que solo ha hablado el pirata...Y como se inició el hombre...
ResponderEliminarSaludos. Voy a por palomitas para comer mientras oigo :D
No me extraña. Con la peste debes tener un trabajo arduo estos días. Creo que el contagio es enorme.
EliminarSaludos, Manuel.
Se ponen los dientes largos al imaginarse protagonista de algo así, todos tenemos héroes particulares con los que nos hubiera gustado compartir una velada.
ResponderEliminarFelicidades por un planteamiento que sólo se nutre del factor humano, sin artilugios. Y además posible ¿Quién puede asegurar que no?
Me gustó mucho reunirlos para que tuvieran una oportunidad de explicar lo que hicieron o lo que dejaron de hacer. Lo curioso es que no me costó apenas esfuerzo en redactar este epílogo. Era como si me lo dictaran. ¿Magia?
EliminarUn saludo, Ana María.
¡¡Que interesante se está poniendo la reunión Cayetano!! Espero que todos los personajes vayan tomando la palabra, será de lo mas ameno e interesante escucharles. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Conchi. Espero que te guste la continuación.
EliminarUn abrazo.
Una magnífica idea reunir a todo este elenco de personajes. si existe el cielo seguro que ya deben de estar charlando. Bueno, o en el infierno, nunca se sabe.
ResponderEliminarPor cierto, la fotografía del nativo americano no es la de Sitting Bull, es la de un Nez Percé que no he podido identificar.
Saludos.
Me gustó mucho esa foto del indio de mirada serena y algo dolorida. Por eso la elegí para la entrada.
EliminarUn saludo, El Peletero.
E llegado tarde a esta tertulia y e de decir que me parece muy ilustrativos y dispares los diversos personajes que están lejanos en rl tiempo pero unidos en una sala atemporal.
ResponderEliminarTodos tienen algo que contar, romper el hielo siempre es difícil y estudiar las facciones de cada invitado será muy entretenido, muchas veces nos imaginamos una vida para ellos, sin duda alguna fueron muy fuertes y ellos sobrellevaron las cargas impuestas, otros fueron lo que quisieron ser o lo que las circunstancias le obligaron a escoger.
Seguiré leyendo.
Amigo Cayetano
Siempre tienes algo bueno bajo la manga.
Saludes.
Gracias, Philippe. Nunca es tarde. Y si no, que se lo digan a los invitados a esta reunión.
EliminarUn saludo.
Merecería ser incluído este ejercicio divertidísmo de cruzar a unos personajes históricos con otros (cosa que he hecho en mi imaginación en innumerables veces figurándome una conversación nocturna en el panteón de Reyes de El Escorial entre monarcas, o en las grandes salas del Museo del Prado, adiquieriendo vida los personajes retratados) en un capítulo del Ministerio del Tiempo. Todo podría ser...
ResponderEliminarUn saludo
Me lo pasé fenomenal haciendo este epílogo.
EliminarUn saludo, Carmen.
Qué curioso y animado encuentro, del que don Francisco hubiera sabido tomar buena nota y esbozos para un no menos curioso lienzo.
ResponderEliminarSaludos.
Sí, con algún poeta, algún pícaro y demás gente de tertulia y taberna.
EliminarUn saludo, DLT.
Esa si que es una reunión con gente interesante y con mucho que contar, quien pudiera retroceder en el tiempo y acudir a esta cita aunque solo fuera de oyente.
ResponderEliminarCuanta imaginación Cayetano te felicito por la forma en como retratas a los personajes.
Saludos
Puri
Gracias, Puri. La verdad es que disfruté mucho escribiendo esta parte del libro.
EliminarUn saludo.
Que bien me lo paso leyendo estas historias.
ResponderEliminarBesos, Cayetano
Me alegra mucho saberlo. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo, Arantza.
Esto marcha. Van mostrando sus cartas.
ResponderEliminarUn saludo.
Algunos hasta las tienen marcadas.
EliminarSaludos, Valverde de Lucerna.