Hoy se conmemora el aniversario de la proclamación de la Segunda República. Ese ensayo fallido donde se intentó consolidar un sistema democrático a la par que reformar el país para modernizarlo y ponerlo en sintonía con otras naciones europeas.
Pero los tiempos eran malos. La
crisis mundial de los años 30, iniciada con el crack de la bolsa de Nueva York,
se cebaba con los más débiles, a la par que cobraban fuerza los movimientos
extremistas de derecha y de izquierda, como estaba ocurriendo en otros lugares
donde ascendían al poder sistemas totalitarios, como el fascista y el nazi,
mientras que marxistas y anarquistas amenazaban con tomar el poder mediante una
revolución y poner todo patas arriba, como ya lo habían hecho los bolcheviques
en Rusia.
Tiempos de miseria,
intranquilidad y agitación.
Y fruto de ese ambiente de
enfrentamiento larvado, la propia República fue zarandeada por radicales de
distinto signo y finalmente víctima de una conspiración militar que degeneró en
guerra civil.
La guerra no sólo iba a ser entre
izquierdas y derechas. Era un enfrentamiento entre puntos de vista
irreconciliables que se habían ido gestando a lo largo del tiempo. Un choque de
trenes imposible de detener porque la gestación había sido larga, muy larga. Se
habían ido acumulando odios, rencores, miedos y egoísmos personales. Y el
parto, lógicamente, iba a ser doloroso. Era un enfrentamiento entre monárquicos
y republicanos, entre marxistas y fascistas, entre demócratas y antidemócratas, entre terratenientes altaneros y
jornaleros hambrientos, entre fuerzas patronales y organizaciones sindicales, entre ateos convencidos
y católicos militantes, entre los partidarios de las reformas y sus
detractores, entre revolucionarios y conservadores, entre la Iglesia y el
Estado, entre nacionalistas independentistas y nacionalistas españolistas,
entre militares que conspiraban y militares fieles a la República…
Es decir que el baño de sangre
estaba garantizado.
Y en medio de estas disputas se
situaban muchos españoles cuya moderación les impedía adoptar de forma libre posturas
abiertamente radicales.
Dice Paul Preston (1) que no hubo dos
Españas sino tres. Hubo algunos españoles, muchos, que no estaban ni en un
bando ni en otro. Y no es porque fueran de centro, que también los hubo, sino
porque sus posturas se alejaban de cualquier atisbo de radicalidad. Así, Clara
Campoamor, la diputada del centro, la que consiguió el voto
para la mujer, fue vapuleada tanto por la izquierda como por los
ultraderechistas del bando de Franco. Niceto Alcalá Zamora, el que fue
Presidente de la República, tanto le odiaban los de derechas como los más
exaltados anarquistas y marxistas. Miguel de Unamuno, simpatizante en un
principio de los “salvadores” que iban a solucionar los graves problemas
nacionales, cuando se percató de la catadura moral y de los métodos de
personajes sanguinarios como Millán Astray o Yagüe, no pudo reprimirse el
pronunciar la memorable frase de “venceréis pero no convenceréis”, en el
Paraninfo de la Universidad de Salamanca, atestado de falangistas, lo que le
valió el arresto domiciliario hasta su muerte.
Grandes “incomprendidos” por los
extremistas fueron:
Manuel Portela Valladares, político
moderado centrista al que le tocó ser presidente del gobierno desde finales del
35 hasta las elecciones del 36 y que se había negado a permitir que Franco
utilizase al ejército para invalidar el resultado de las elecciones en las que
resultó ganador el Frente Popular.
Ortega y Gasset, por adoptar una
postura abstencionista en el conflicto, no decantándose por un lado ni por el
otro.
Salvador de Madariaga, por su
actitud comprometida, activa y militante por conseguir la paz a toda costa. Uno
de los protagonistas de lo que los franquistas llamaron “El contubernio de
Munich”, celebrado en 1962 Y donde se juntaron falangistas arrepentidos, monárquicos,
católicos, demócratas, socialistas y nacionalistas vascos y catalanes
exiliados.
Julián Besteiro
Julián Besteiro, catedrático de Filosofía y Letras, socialista moderado, se mantuvo al margen de la radicalidad revolucionaria mostrada por muchos de su ideología, condenado a 30 años de cárcel por el Consejo de Guerra tras la victoria franquista, murió en la cárcel por las pésimas condiciones de salubridad existentes.
Indalecio Prieto, Presidente del
gobierno al inicio de la guerra, también se opuso a la radicalización que
mostró su partido en los últimos años de la República. Exiliado en México se
desligó de las posturas revolucionarias.
Y Manuel Azaña, el que fue Presidente del
Gobierno primero y de la República
después, injustamente tratado por los extremistas de ambos bandos, ya lo decía
bien claro en 1938 en un discurso lleno de buen juicio y moderación…
“Es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, sí alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a sus hijos: Paz, Piedad y Perdón.”(2)
Hablar de que la España de
aquellos días era la historia protagonizada exclusivamente por extremistas es una manera maniquea y
tendenciosa de explicar los hechos. La realidad era mucho más rica y compleja
desde un punto de vista político, social, moral e ideológico.
Precisamente fue desde esa
postura sensata, pacífica y tolerante desde donde se pudo avanzar, tras la muerte del
dictador, en la reconciliación y la recuperación democrática para todos los
españoles.
_____________________
(1) Paul Preston. Las tres Españas
del 36. Ed. Debolsillo. Barcelona 2011.
(2) Fragmento del discurso pronunciado el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona por Manuel Azaña como Presidente de la República.
(2) Fragmento del discurso pronunciado el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona por Manuel Azaña como Presidente de la República.
¡Qué gran post, amigo Cayetano!
ResponderEliminarNo hay mejor manera de recordar este período tan turbulento e intolerante que un recuerdo de todas las posiciones que se dieron en la España del '36.
Es una tragedia que todo esto quede en el tabú en muchas escuelas de secundaria incluso hoy en día. Las palabras de Azaña deberíamos saberlas de memoria.
Buenas noches. Un saludo.
Un disfrute de lectura la de esta entrada, como todas las tuyas, lo cierto es que me ha venido muy bien repasar aquellos momentos y por supuestísimo ampliar conocimientos con mi profe de historia favorito. Bss.
ResponderEliminarCreo que a pesar de la muerte de Franco y de toda una transición ejemplar aún sigue ese virus contaminante en nuestra sociedad queriendo hacer que ciertos ideales sean compartidos a la fuerza dando siempre a entender que o piensas como yo o eres mi enemigo.
ResponderEliminarQuizá sea necesario que pase una generación más para que nuestras diferencias sociales e ideológicas sean vistas desde una perspectiva más democrática, siempre que seamos capaces de asumir la grandeza de una Constitución que nos rige y cambia el modo de actuar en política de unos ELEGIDOS que se vuelven corruptos, manipuladores y a pesar de trabajar para el pueblo lo hacen siempre sin contar con el pueblo.
Un abrazo
Lo peor de todo es que es una etapa de nuestra historia no superada por los herederos de quienes participaron en ella. Mi padre fue soldado combatiente, medalla colectiva al mérito militar, pero no tuvo opinión a sus 17 años, sino movilización. Como él, pienso que un número indeterminado y muy grande de participantes empujados al enfrentamiento bélico.
ResponderEliminarUn abrazo
Querido Cayetano, el recuerdo de esta fecha viene a coincidir con un momento complicado para la monarquía. Y ya lo decía Séneca en su "Tiestes", "Donde no hay pudor, ni importa la justicia ni la pureza, ni la piedad ni la lealtad, el trono es inestable".
ResponderEliminarMil biquiños.
Anónimo Castellano: en realidad, un pequeño homenaje a mucha gente valiosa que hubo aquellos días.
ResponderEliminarUn saludo.
Emejota: porque la República fue algo más que extremistas haciendo de las suyas.
ResponderEliminarUn saludo.
Jose Senovilla: así es. Todavía hay algunas heridas abiertas. Me imagino que la gente que no vivió el franquismo puede acercarse sin pasión a esta nuestra historia reciente.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: así es. Todavía es pronto quizá para acercarse a esta historia sin posicionarse.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco: así es. Todavía es pronto quizá para acercarse a esta historia sin posicionarse.
ResponderEliminarUn saludo.
Profedegriego: un momento muy delicado para la monarquía. A ver si el heredero aprende la lección y contribuye a que salgamos de ésta. En caso contrario, no le arriendo las ganancias.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Cayetano:
ResponderEliminarEs lo que ocurre con los extremismos. No hay ninguno bueno. Solo traen odios insalvables y trájicos enfrentamientos.
Parece que este año, algunos intentan borrar este pasado...De cualquier forma.
Saludos Cayetano
Manuel: lo malo es que la miseria y la injusticia son fuente inagotable de posturas extremas.
ResponderEliminarUn saludo.
En una guerra civil es difícil adoptar una postura conciliadora, pues el riesgo de ser vapuleado, no por uno de los bandos sino por los dos, es seguro al ciento por ciento. Hace poco leí un trozo de las memorias de Alcalá Zamora y es muy triste pensar que su propio partido político le hiciera el vacío para alejarle del poder al intuir el radicalimso que se avecinaba. Los conciliadores molestan en tales casos. El primer presidente de la II república acabaría sus días en el exilio, lejos de la tierra que le vió nacer, con una España desangrada matándose por las calles y con la sesncaicón de haber sido traicionado por los suyos.
ResponderEliminarUn saludo
Carmen: una víctima más de un enfrentamiento terrible.
ResponderEliminarUn saludo.
Es una pena, que algunos pensaran en hacer una España mejor, ponerla a nivel internacional, con mas libertad y sin tanta pobreza... y que los "señoritos" se opusieran.
ResponderEliminarY por si fuera poco, que 3 años mas tarde se convierta en todo lo contrario.
No nos podemos quejar con una democracia, pero si fuera una democracia REAL. No tanta injusticia como se ve día a día, y tanto "ricachón" chupando del frasco...
Un saludo.
Fernando: todavía queda mucho camino por andar. Y sobran sinvergüenzas.
ResponderEliminarSaludos y feliz día.
!Que gran entrada!. Has elegido un fragmento del discurso de Azaña que convendría recordar a todos los españoles.El conocimiento de la historia debe servir sobre todo para no cometer los mismos errores que los que nos precedieron.
ResponderEliminarUn saludo
Ambar: Azaña aprendió la lección en carne propia.
ResponderEliminarUn saludo.
Es paradójico, salvando Gran Bretaña, que todos los países de nuestro entorno han tenido varias repúblicas y al final se ha consolidado el sistema republicano; en nuestro caso, la primera no duró ni un año, mientras la segunda, fue la etapa más cainista, encontrada y enfrentada de nuestra historia, con posturas y personas muy radicales y extremistas. Estoy con Paul Preston de que hubo tres Españas: había gente que no era extremista. La situación económica internacional tampocó ayudó mucho ni el éxito de ciertos totalitarismos. Un bonito detalle de recurdo el tuyo, Cayetano. Abrazos.
ResponderEliminarPaco: la época era propicia a que hubiera enfrentamientos. Hoy nadie se lleva las manos a la cabeza porque haya libertad religiosa o matrimonio civil.
ResponderEliminarUn saludo.
Don Fernando de Arbizu (utilizo el tratamiento porque el no nos permitía dirigirnos a él de otra manera) catedrático de historia del derecho, navarrro y carlista, que me dio clase se saltaba olímpicamente la constitución del 31 porque decía que su estudio podía provocar polémicas que no le interesaban( a él, que se pasaba la vida polemizando sobre todo lo humano y lo divino y que era procurador en cortes y senador del pp) Y eso fue hace menos de 20 años, discrepo mucho del amigo Senovilla. Aquí no hubo ninguna "transición ejemplar". La transición está por venir. Y espero vivir para verla :)
ResponderEliminarUn abrazo
De fraguar la IIªrepublica,cuantos crímenes y dolor se hubiera evitado.
ResponderEliminarY tal vez hoy dia..... tambien.
Saludos.
Por una vez no estoy de acuerdo contigo, Cayetano. La guerra civil no era inevitable. ¿Por qué lo iba a ser? Si se hubiese dejado consolidar el régimem republicano, España podría haberse convertido en un país moderno y totalmente democrático. Fue una época de extremismos, y no solo en España, pero precisamente por eso la mejor solución era un sistema parlamentario democrático que anulase a los extremistas. Y la República lo era, algo que parece que se ha olvidado.
ResponderEliminarUn saludo.
Alma: sí, creo que hace falta una verdadera transición. Esta vez hacia la decencia.
ResponderEliminarUn saludo.
Dapazzi: pero hubo lo que hubo. No hay marcha atrás.
ResponderEliminarUn saludo.
Nonsei: tú mismo lo has dicho..."si se hubiese dejado consolidar el régimen republicano." El problema es que había gente que no quería que se consolidase, que no quería las reformas y conspiraban ya desde su inicio. Por eso digo que el enfrentamiento era difícilmente evitable.
ResponderEliminarUn saludo.
Wow! Excelente post, Cayetano. Al menos a mí, que no pertenezco a tu tierra, me has "desasnado" de unos cuantos temas. Gracias, profesor. Y abrazoooo
ResponderEliminarPatzy: es mi pequeño homenaje a un proyecto que se nos escapó de las manos por burros.
ResponderEliminarUn saludo.
Te faltó decir que fue una guerra de hermano contra hermano, primo contra primo y vecino contra vecino. Las envidias cotidianas se vieron funestamente recompensadas en ese ambiente: los chivatazos por inquina hicieron muchísimo daño. Conozco un caso muy cercano e un hombre que, siendo más cercano a las ideas de derechas, antes era un buen hombre, o juicioso por lo menos. Cuando un compañero de ideología le pidió su escopeta "para ir a cazar rojos" y éste se negó, alegando que con su arma no se mataría a una persona, el otro lo acusó de rojo y fue llevado a un sendero y ya está...
ResponderEliminarBarbaries la cometieron por parte de los dos bandos. Que la Iglesia católica haya hecho mucho daño en otros tiempos no daba autoridad para los auténticos crímenes y tropelías que cometieron los republicanos en conventos, monasterios y parroquias, o la discriminación de derechos que ésta sufrió legislativamente hablando desde el comienzo de la República.
Yo creo que la Segunda República nació con un ánimo de revancha en contra del régimen anterior de clases, nació ya enferma y generadora de discriminación, y no era ese el espíritu ni esos los tiempos propicios para que arraigase en España con unas fuertes raíces.
Hoy quien vota al PP es facha y quien vota al PSOE es rojo, son coletillas que difícilmente serán borradas hasta que pase más tiemp. Mas no hace ni cien años de la guerra y la gente de mi generación prácticamente la desconoce porque "es un rollo estudiársela". Mal asunto, no conviene olvidar este negro capítulo de nuestra historia en unos tiempos que cada vez andan más revueltos y crispados.
Disculpa la extensión del comentario, ha sido muy interesante tu entrada, Cayetano, ¡un saludo!
Pedro Manuel: gracias por tu comentario. La verdad es que conocemos demasiados casos de grandezas y de bajezas morales en aquellos tiempos tan complicados. No se es bueno necesariamente ni malo por tener ciertas ideas, ya sean políticas o religiosas. La maldad o la bondad forman parte de la persona independientemente de sus opciones ideológicas. Y en esa guerra floreció lo peor de cada uno.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesantísimo todo lo que expones.
ResponderEliminar¿Sabes que en Orihuela tal día como ayer apareció una enorme bandera republicana pintada en la subida del seminario? Creo que va a ser carísimo borrarla, porque el muro es de piedra.
No sé si es que la Historia quiere repetirse.
Un saludo
Esta fue una de esas situaciones de "estás conmigo o contra mí". Estuvieron en una situación comprometida sin comerlo ni beberlo.
ResponderEliminarMe ha parecido una entrada sensacional, Cayetano. Muy bien explicada.
ResponderEliminarTres Españas, sí. Sin duda. Mi abuelo fue de los no extremistas. Con sus ideas, claro. Pero no entendió nunca los extremismos ajenos y cómo se pudo llegar tan lejos y a tan alto coste.
Abrazos!!
Una de las dos Españas ha de helarte el corazón, dijo otra víctima de esta contienda de cainitas. Los moderados son los primeros en sufrir las iras de las guerras civiles.
ResponderEliminarSaludos, Cayetano
Me quedan fijadas tus palabras :"El baño de sangre estaba garantizado..."
ResponderEliminarMuchas veces escucho :"Mi padre ( o mi abuelo) recaló aquí escapando de la guerra..."Supongo que en ellos también se encuadra la tercera España de la que habla Preston.
¿Qué hubiese pasado si el sistema republicano hubiese sido respaldado afianzándose los valores éticos y constitucionales?
Tal vez de esa manera se hubiese evitado la guerra.
Un abrazo.
Rosa: una cosa es tener ideas y otra ser un guarro que ensucia las paredes. Hay de todo como en botica.
ResponderEliminarUn saludo.
La Fuensanta y el Antón: ser neutral es un lujo en épocas malas.
ResponderEliminarUn saludo.
Enrique: eso es lo malo de esas situaciones. Muy difícil mantenerse en la moderación.
ResponderEliminarUn saludo.
Carolus: y lo dijo Antonio Machado, uno que sufrió en su carne el conflicto.
ResponderEliminarUn saludo.
Carmela: lo malo fue la crisis económica del momento, que radicalizó las posturas.
ResponderEliminarUn saludo.
Acertada la entrada sobre todos aquellos españoles que intentaron mantener la cordura pero que los acontecimientos le sobrepasaron. Espero que no suceda lo mismo ahora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Valverde Lucerna: dífícil cuestión cuando la gente lo pasa mal y tiene poco que perder.
ResponderEliminarUn saludo.
Magnífico, Cayetano. Me parece uno de sus mejores posts, y mire que nos ha dado usted donde elegir. Rescatar a esa tercera España para nosotros ha sido una estupenda idea, y muy bien expuesta.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Madame: para mí es un honor ese elogio viniendo precisamente de una persona que se esmera mucho en sus entradas.
ResponderEliminarGracias y un saludo.
Esa tercera España apenas nadie la tuvo en cuenta, apenas es recordada y fue, igualmente, vapuleada.
ResponderEliminarLas crisis económicas permiten apreciar todas las deficiencias y los errores de los gobiernos. Cuando todos vivimos bien, apenas caemos en la cuenta de cómo y quién nos gobierna.
Las palabras de Azaña, mejor no olvidarlas.
Una gran entrada, felicidades.
Detalles: sin duda una lección para aprender con vistas al futuro.
ResponderEliminarUn saludo.