Cuba era un país interesante económicamente para los EEUU desde su independencia de España en 1898. La Revolución de Fidel Castro en 1959, en un principio nacionalista, lesionaba seriamente las inversiones de la potencia americana en la isla. La reacción de los EEUU consistió en la ruptura de relaciones con el régimen de Fidel y la preparación por la CIA de una operación desestabilizadora consistente en un desembarco de mercenarios y exiliados anticastristas en Bahía Cochinos en 1961. La operación fracasó. Y Fidel Castro, resuelto a no sufrir de nuevo una invasión propiciada por los EEUU, pidió ayuda al régimen comunista ruso.
La crisis consistió básicamente en la instalación en Cuba en el año 1962 de rampas para misiles de procedencia soviética apuntando en dirección a los EEUU.
Fue uno de los momentos más tensos y peligrosos de la guerra fría, dado que podía haber desencadenado una guerra nuclear entre los dos bloques, comunista y capitalista, en que quedó dividido el mundo tras la segunda guerra mundial.
La crisis se desató cuando un U2, un avión espía norteamericano, detectó la existencia en suelo cubano de rampas preparadas para acoger misiles. El Presidente Kennedy decretó el embargo de la isla para evitar la llegada de ese armamento que, en barcos soviéticos, se iba aproximando a la isla.
Afortunadamente los dos mandatarios, el ruso y el norteamericano, establecieron comunicación, llegando a negociar, y el asunto quedó arreglado, procediendo Kruschev a retirar su peligroso armamento de la isla. A cambio, Kennedy retiraría los misiles Júpiter que tenía preparados en Turquía apuntando hacia Rusia.
Hay una carta dirigida por Kruschev a Kennedy muy significativa, oportuna y sensata:
Estimado señor presidente:
He sabido con satisfacción su respuesta (...) en el sentido de que se tomarán medidas para impedir el contacto entre nuestros barcos y con ello evitar irremediables consecuencias.
Este razonable paso por su parte refuerza mi creencia de que usted está demostrando preocupación por salvaguardar la paz y observo esto con gran satisfacción.
Ya he sostenido en alguna ocasión que nuestro pueblo, nuestro Gobierno y yo personalmente, como presidente el Consejo de Ministros, estamos preocupados únicamente en que nuestros países puedan desarrollarse y ocupar un lugar digno entre todos los pueblos del mundo en la competencia económica, en el progreso de la cultura y de las artes, en el incremento el bienestar de la Humanidad.
(...)
En su declaración usted ha sustentado que el principal objetivo es llegar a un acuerdo y adoptar las medidas necesarias para impedir un choque entre nuestro buques, con la consiguiente acentuación de la crisis que podría desembocar en un conflicto militar, tras de cuyo estallido todas las conversaciones serian superfluos ya que entonces entrarían en liza otras fuerzas y otras leyes, las leyes de guerra.
Estoy de acuerdo con usted. Pero éste sólo el primer paso, puesto que la medida más importante a adoptar es la normalización y la estabilización de la paz entre los Estados y entre los pueblos.
Me hago cargo perfectamente de su preocupación, señor presidente, por la seguridad de los Estados Unidos, porque éste es el primer deber de un presidente. Pero nosotros, los rusos, estamos también preocupados por la misma cuestión, y yo como presidente del Consejo de Ministros, asumo las mismas obligaciones en relación con la URSS.
Usted ha mostrado su preocupación por el hecho de que nosotros hemos ayudado con armas a Cuba a fin de fortalecer su capacidad defensiva -sí, precisamente su «capacidad defensiva»-, porque, prescindiendo de las armas que posea, Cuba no puede compararse con los Estados Unidos. Son muy diferentes las cantidades, el potencial militar de que disponen Estados Unidos y Cuba.
Nuestra intención ha sido, y sigue siendo, ayudar a Cuba. Y nadie puede negar el carácter humano de nuestros motivos, que no son otros que hacer posible que Cuba viva en paz y que se desarrolle de acuerdo con los deseos de sus pueblos.
Usted desea mantener la seguridad de su país. Esto es comprensible, pero Cuba aspira a lo mismo. Todos los países desean mantener su propia seguridad.
¿De qué forma podemos nosotros, la Unión Soviética, nuestro Gobierno, valorar las acciones de ustedes, concretamente el hecho de que hayan ustedes rodeado con bases militares a la Unión Soviética y a nuestros aliados, estableciendo en ellas arsenales de proyectiles? Los funcionarios norteamericanos han declarado infinidad de veces, y de modo inequívoco, que sus proyectiles están emplazados en Gran Bretaña y en Italia y que están apuntando contra nosotros. Por supuesto también hay proyectiles emplazados en Turquía.
Usted está preocupado por causa de Cuba. Usted dice que Cuba le preocupa porque hay una distancia de tan sólo 145 kilómetros desde ella a la costa americana. ¿Considera acaso que tiene usted derecho a demandar seguridad para su país y la retirada de todas aquellas armas a las que califica de «ofensivas» y no reconoce que el mismo derecho nos asiste a nosotros?
Usted ha instalado proyectiles mortíferos, armas de las consideradas ofensivas por usted, en el suelo de Turquía, prácticamente al lado nuestro. ¿Cómo puede entonces admitirse una concordancia entre nuestra semejante capacidad militar y las desiguales relaciones entre nuestros dos grandes Estados?
Está bien, señor presidente, que haya accedido usted a que nuestros representantes se reúnan e inicien conversaciones aparentemente bajo la mediación del secretario general de las Naciones Unidas, U Thant. Este funcionario internacional ha asumido el papel de mediador y nosotros le consideramos capacitado para llevar adelante esta misión de responsabilidad, dando por sentado, por supuesto, que cada una de las partes ha de demostrar buena voluntad para solucionar el conflicto.
Yo estimo que es posible poner fin rápidamente al conflicto y normalizar la situación de modo que los pueblos puedan respirar más fácilmente considerando que los hombres de estado responsables tienen buen sentido, plena consciencia de sus responsabilidades, capacidad suficiente para resolver cuestiones complicadas y no habrán de dejar que los acontecimientos desemboquen en la catástrofe de una guerra.
Por consiguiente, hago a usted esta proposición: nosotros accedemos a retirar de Cuba aquellos materiales que usted calificó de ofensivos, y podemos comprometer nos a ello en el seno de las Naciones Unidas. En reciprocidad, sus representantes harán una declaración en el sentido de que los Estados Unidos, considerando las dificultades y la ansiedad del Estado soviético, retirarán de Turquía similares materiales ofensivos.
(…)
Todo esto puede ser utilizado también como un buen punto de partida hacia la consecución de otros acuerdos sobre otras cuestiones acerca de las cuales intercambiamos ahora nuestros puntos de vista. Estas cuestiones no han podido quedar resueltas por ahora, pero están esperando una urgente solución que haga más clara la atmósfera internacional. Nosotros estamos dispuestos a conseguirla.
Estas son, pues, mis proposiciones, señor presidente. Suyo, respetuosamente,
26 de octubre de 1962
Nikita Kruschev
Nikita Kruschev
Fueron años de una gran tensión, una llamada guerra fría porque no sonaban los disparos, pero una guerra con muchas víctimas colaterales.
ResponderEliminarLo de la Bahía de Cochinos fue una de las mayores chapuzas de la historia de la CIA. Mucha fama, pero en algunas ocasiones esta agencia se ha cubierto de gloria pero bien. En cuanto al control americano sobre Cuba tras la expulsión de España de la zona, que vino determinada también, en buena manera, por el interés que los norteamericanos tenían en la isla; solo hay que recordar la Enmienda Plat y lo que suponía.
ResponderEliminarEn cuanto a la crisis de los misiles en sí no puedo ni llegar a imaginarme la tensión del momento. Menos mal que los líderes políticos de ambas potencias, aunque firmes en su postura, no acabaron por perder la cabeza.
Excelente resumen de la época Cayetano, un saludo!!
Francisco: guerra en casa de otros para no manchar la propia. Eso se llama tener la cara muy dura.
ResponderEliminarUn saludo.
En efecto, Bragi, lo de "Bahía Cochinos" fue una "cerdada", nunca mejor dicho, y una chapuza. Lo que pasa es que a la CIA a veces les salían las cosas bien y otras veces la piafaban.
ResponderEliminarUn saludo.
Uff, Cayetano, es lo más cerca que se estuvo de la tercera guerra mundial; menos mal que kruchev dio marcha atrás. Recuerdo una película muy interesante sobre el tema, Trece días, creo que se llamaba, con Kevin Costner como asesor del presidente Kennedy. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarMenos mal que parlamentaron y se pudo solucionar el problema.
ResponderEliminarSaludos.
Sí, Paco, menos mal que ni Kennedy ni Kruschev eran dos cafres, que si no... se lía una buena.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo, Kassiopea, que dieron toda una lección de lo que es negociar y querer solucionar las cosas.
ResponderEliminarUn saludo.
El momento que quizás estuvimos más cercanos a una III Guerra Mundial. Me ha gustado mucho la carta de Krushev, poniéndole los puntos sobre las íes a los yankees...ellos no querían misiles en Cuba porque estaban cerca de sus costas pero por su parte los colocaban en Turquía a pocos kilómetros de la URSS...es la típica doble moral de los USA, muy de apoyar a dictadores mientras dicen defender la democracia.
ResponderEliminarUn saludo.
Tu me picas, yo te pico, tu me picas....el caso durante esos años y hasta los ´90, tener en vilo y en continuo estado de alerta a toda la comunidad internacional.
ResponderEliminarAhora quedan los países islámicos,y Corea con la misma película.¿Estaremos siempre así?
Otro momento caliente de la guerra.
ResponderEliminarMi abuelo lo contaba a unos nietos entonces pequeños en 1973. Decía que acumulo tantas latas para la "guerra" que le fue abierto una linea de crédito en el supermercado (te imaginarás que había unas 70 personas que dependían de la casa grande, que estaba dividida en casa pequeñas. Era una especie de comuna).
Saludos Cayetano.Me gusta mucho estas entradas de historia contemporanea
Tensaron mucho la cuerda en busca de un gran beneficio que ninguno podría lograr, menos mal que se vieron obligados al diálogo sino el mundo de hoy sería muy distinto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si es que no había otra o negociaban o la nada destructiva. Fíjate que no sabía, aunque alguna vez seguro que lo he leído, lo de Turquía.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo recuerdo nítidamente. Era pequeña, pero conocía las tragedias de nuestra guerra civil y que hubieron dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo en que nací. Pensé que no era justo que hubiera una tercera tan de seguido. Ahora ya no pienso, basta con asomar las narices. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarCarolvs: creo que fue un triunfo de las posturas más moderadas. Si hubieran estado en el poder Stalin y Nixon no sé qué hubiera pasado. Fueron sensatos.
ResponderEliminarUn saludo.
Kassiopea: menos mal que hubo más cabeza que pasión.
ResponderEliminarSaludos.
Javier: la política internacional es un continuo tira y afloja. Si uno se muestra débil lo machacan.Yo creo que esto es para siempre.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel: nunca se sabe cuál es la frontera entre la guerra fría y la caliente. Dependiendo de quién lo cuente. Para los vietnamitas y coreanos la cosa no fue nada fría.
ResponderEliminarUn saludo.
Senovilla: hay que agradecer que fueran gente moderada. Si no, se habría liado la de San Quintín.
ResponderEliminarUn saludo.
Eduardo: claro, era justo que Kruschev pidiera el que retiraran los misiles de Turquía. Yo cedo y tú cedes. Todos contentos.
ResponderEliminarUn saludo.
Emejota: yo tomé conciencia del verdadero peligro que corrimos cuando ya todo pasó. Y menos mal que pasó.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué momento más peligroso para la humanidad toda. Luego bastantes años después, aunque era muy pequeño, siendo crio, recuerdo, que en los telediarios que veía mi padre (yo, la verdad entonces poco caso les hacía) escuchaba aquello de los tratados de reducción de armas estratégicas, y se hablaba de varios miles de cabezas nucleares, como si con una docenita de ellas por cada lado no hubiera habido bastantes para que hoy no pudiéramos hablar de estas cosas. Lo peor es que aún existen.
ResponderEliminarLa carta, muy interesante. Un documento histórico de primera. Un saludo.
Desde la terraza: no nos dimos cuenta de lo peligrosa que fue aquella etapa hasta que afortunadamente pasó. Mejor así.
ResponderEliminarUn saludo.
Fueron unos días clave. Afortunadamente no fue a más. Kennedy es, además, una figura interesante y contradictoria.
ResponderEliminarSaludos.
Días clave y yo diría los más peligrosos de todos durante esta guerra fría. Kennedy, una figura en efecto interesante. Vivió poco para saber cuánto daba de sí.
ResponderEliminarUn saludo.
Una buena lección. Mientras hay diálogo hay esperanza.
ResponderEliminarUn beso
Tú lo has dicho, Arantza, diálogo. Menos mal que lo hubo.
ResponderEliminarUn saludo.
Impresionante la carta y el momento, y menos mal que lo capearon dos hombres con la cabeza en su lugar...que bueno es recordar lo frágiles que somos, lo cerca que estamos una y otra vez de la destrucción. Un abrazo, Cayetano
ResponderEliminarMadre mia, monsieur, faltó el canto de un duro para que se volviera a liar una gorda. Por poco salta el mundo en pedazos.
ResponderEliminarFeliz dia
Bisous
Imperó la palabra y la buena cordura. Pienso que la paz es algo que hay que trabajarse todos los día. Entre la paz y la guerra solo se interpone una frágil frontera.
ResponderEliminarsaludos
Alma: en efecto, menos mal que los dos mandatarios, uno con calva y otro con pelo, mantuvieron la cabeza fría y en su sitio.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame: quién sabe. A lo mejor a estas alturas no estaríamos aquí para contarlo.
ResponderEliminarSaludos a monsieur Mazarino.
Antorelo: no quiero ni pensar si hubieran estado en el poder otros dirigentes. Igual se habría liado una buena.
ResponderEliminarSaludos y ojo con los barcos de lujo que parecen hospitales, o viceversa.
17 minutos duró el mensaje televisado de J.F. Kennedy, el 22 de octubre de 1962, en el que anunciaba el bloqueo naval de Cuba para impedir que los soviéticos siguiesen instalando misiles nucleares en la isla. La respuesta de Nikita Kruschev, el 24 de octubre, no dejaba lugar a dudas:
ResponderEliminar…la URSS ve el bloqueo como una agresión y no desviará los barcos
Pudieron ser los últimos 17 minutos del mundo pero llegado el momento, los rusos lo pensaron mejor y cedieron. Desde aquel momento se creó el teléfono rojo entre EEUU y la URSS.
Un abrazo
Si no fuera por ti, Cayetano...¡Cuantaz<a incultura suelta!, uyme refiero a mí misma ue tenía en el mismo cajón de sastre a Bahía de Cochinos, la revolución castrista, los misiles...
ResponderEliminarGracias a tu magnífica y esclarecedora explicación, se ha hecho historia en mi cabeza lo que otrora fue periodismo o sensacionalismo, o información a la remanguillé.
Encomiable la carta de Kruschev, no se parece en nada a la caricatura ue Kibrick quiso hacer de él en "Telefono rojo volamos hacia Moscú".
Espero no perderme de nuevo, gracias por tu visita, un abrazo Á
Javier: en honor de los dos mandatarios hay que decir que cedieron los dos. Menos mal, por que si no podría haberse armado la marimorena.
ResponderEliminarUn saludo.
Ángeles: la carta de Kruschev, muy sensata y medida, es una joya que retrata muy bien ese espíritu que se inició de "coexistencia pacífica" entre las dos grandes superpotencias.
ResponderEliminarUn saludo.