lunes, 19 de febrero de 2018

Mensaje en una botella


Nunca persona alguna le mandó una carta.
Hoy, esta afirmación no sorprendería a nadie, por la sencilla razón de que nadie escribe cartas. A lo sumo, algún email por correo electrónico, algún mensaje por facebook o algún whatsapp; pero cartas, lo que se dice cartas… estos son otros tiempos donde eso no se estila. Pero Ernesto Ortigueira era de otra época, de un tiempo donde no había esos artilugios modernos y la gente, si quería comunicarse, debía tirar de llamada telefónica o del servicio de correos. Escribir cartas era lo normal: a la familia que estaba lejos, a los amigos que se iban de vacaciones, a la novia o al ligue ocasional que conocimos en aquella playa aquel verano…
Y él jamás recibió una sola de esas cartas. Lo cierto es que nunca tuvo novia ni amigos ni familiares que le escribieran nada.
La verdad es que era un hombre poco sociable. Vivía solo. Y sus aficiones tampoco le permitían relacionarse mucho con otras personas.  Corrían los primeros años 70.
Una de sus aficiones favoritas era la de leer libros. Un vicio solitario. Otra era la de pescar. Levantarse muy temprano; coger los aperos, la caña, los anzuelos, los cebos; acercarse al puerto y, alejado de la zona donde se amarraban las barcas,  si el viento le era propicio, soltar el sedal y esperar a la suerte.
Pasaba mucho tiempo solo, tal vez demasiado.

Por eso, un buen día, urdió un plan: escribir mensajes, meterlos en una botella, irse al espigón de aquel puerto y lanzar su mercancía, en espera de que quien se encontrara la botella respondiera a su solicitud:
“Hola, me llamo Ernesto Ortigueira. Por favor, quien encuentre este mensaje, comuníquelo a esta dirección: Rúa Castelao 15, etc., etc.”
Primero, empezó su cometido tímidamente. Escribía un mensaje. Lo metía en su envase de cristal correspondiente, lo lanzaba al mar y esperaba. Cada vez que recibía contestación, se apresuraba a repetir la operación y volvía a mandar un nuevo mensaje. Al principio los escribía a mano, en plan artesanal; luego, los pasó a máquina, llegando a enviar anualmente cerca de medio centenar de misivas.



Todo lo preparó meticulosamente desde el principio. Elegía botellas preferentemente pequeñas y de cierta dureza con el fin de que resistieran mejor los embates del mar. Sus favoritas eran las de Mirinda, las de Mahou (las de tercio) y las de agua mineral Mondariz. Desechó desde el comienzo las de Cocacola porque el exceso de publicidad y frivolidad que suele acompañar a este brebaje podría dañar la efectividad y la seriedad de su cometido. Además no le gustaba la Cocacola. Para cerrar las botellas convenientemente usaba tapones de corcho ajustados a presión en la embocadura y rematados por una densa capa de betún o brea fundida a prueba de agua y de cambios térmicos.
Y así fue cómo empezó todo. Era raro el mes en que no recibía dos o tres cartas de gente que, entre sorprendida y emocionada, respondía a su demanda con entusiasmo. Para muchos, aquello era algo parecido a descubrir el mapa del tesoro.

En poco tiempo consiguió tener más amigos que en toda su vida anterior. De vez en cuando se reunían las personas que lograron contactar y se lo pasaban francamente  bien. Fundaron un club, el de “Unidos por la botella”. En las reuniones nadie usaba vaso. Todos bebían a morro. Unos tomaban cerveza, otros agua y algunos, refrescos de limón o de naranja. Cocacola nadie.”

34 comentarios:

  1. Muy original y bonito, con punto nostálgico. Lo del nombre del club, conozco a muchos componentes de ese club, pero merecedores del título por motivos obvios.

    Un saludo, Cayetano.

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    1. Ser comunicativo depende de motivaciones externas e internas, como aprender matemáticas.
      Un saludo, Carlos.

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  2. El antecedente, o el paralelo, de Facebook. Quizá un día acabe comiéndose el sistema bottle al gigante de Zuckerberg, quién sabe...
    Un saludo

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  3. Una linda forma de socializarse. Hoy tenemos Facebook y los blogs.

    Me gusta la idea de tu personaje de haber fundado un club.

    Besos, Cayetano

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    1. La incomunicación se vence con buenas iniciativas.
      Un abrazo, Myriam.

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  4. Uffff...lo veo chungo.
    Muy chungo.
    No ha de tardar que el Departamento de Sanidad de Playas , Medio Ambiente y Salubridad Pública descubra que quien lanza las botellas al mar se apellida Ortigueira y vive en domicilio conocido.

    ¡Que no le pasa naaaa¡
    Bueno, eso si....siempre le quedará Bruselas....
    Salut

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    1. Y si además bebe cocacola, está apañado el Ortigueira.
      Saludos, Miquel.

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  5. Y aunque les cueste creerlo, estas personan que conformaron “Unidos por la botella” son el germen de un avispado como Six Degrees, de Macroview, que creo la primera de las Redes Sociales.

    Un fuerte abrazo

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  6. Hace tiempo hice amigos por correo...Ya no se estila. Pero me gustó recordarlo.

    Lo del club...tendremos que hablar al respecto :D

    Saludos Cayetano

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    1. Siempre se está a tiempo de montar un club. Entre nosotros hay uno pequeñito: unidos por el blog.
      Un saludo, Manuel.

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  7. Amigo Cayrtano:
    En el lateral derecho de tu página tienes fotos de tus libros.
    Cuando yo intento poner alguna mía, o algún cuadro no me premite esa medida, solo me admite 109 pixels, que es lo que marca la configuración.
    A mi eme gustaría poner la medida que tienes como el de "la charca literaria" o "la ignorancia", pero no me lo permite porque me pide que le marque con una "x" la reducción de la foto. Si no lo hago así me sale una foto inmensa que no cabe en el lateral.
    ¿Me puedes decir que medida le has puesto?, a ver si lo intento y no salen las fotos tan pequeñas ¡¡
    Un abrazo
    Miquel

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    1. Me pasaba lo mismo cada vez que intentaba poner una foto. Entonces se me ocurrió usar programas de esos que vienen en el ordenador como el Microsof Picture Manager o el Paint, editar la imagen, poner el tamaño que deseo (mejor hacer dos o tres y luego elegir una) y guardar la imagen como foto. Inténtalo así. No me acuerdo ahora de todos los pasos y cada vez que tengo que poner un libro me veo obligado a empezar de nuevo.
      Ya me cuentas.
      Un abrazo, Miquel.

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  8. Me pareció precioso el relato, te estás especializando en los temas marinos.
    ¿Ya sabes donde va,no?.
    Un saludo.

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  9. Hoy hemos sustituido el romanticismo de los mensajes por las redes sociales. También y, gracias a ellas, se logra conocer a gente con la que intercambiar frases, conocimientos o cualquier otra cosa. Todo sirve para socializarse un poco más.
    Besos, Cayetano

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    1. Claro que sí. Todo es bueno dependiendo del uso que se haga de ello.
      Un abrazo, Ambar.

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  10. Ja, ja, ja... Me resulta ingenioso la forma de entablar contacto con la gente. Pero me llama la atención que fuera sociable con gente que no conocía y no tuviera relación con sus vecinos.
    Buen relato y bien resuelto.
    Un saludo.

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    1. Le faltaba un vínculo, una motivación. Yo también hablo contigo y con los amigos blogueros y del facebook y no con los vecinos, que son unos cabrones ruidosos y con perros que no paran de molestar.
      Un saludo, Valverde de Lucerna-

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  11. Una buena manera de socializar, como cualquier otra. Supongo que deben abrir las reuniones escuchando aquella canción de los "Police", "Message in a bottle".

    Un abrazo.

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    1. La canción de Police no puede faltar. Creo que los la Mahou les mandan gratis una caja de cervezas por la publicidad.
      Un abrazo, Rodericus.

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  12. El perfil del silencioso protagonista es para foto. Y la relación de marcas botelliles no tiene desperdicio.
    Del club “Unidos por la botella” diría que hay alguno más por ahí, pero con otros fines. Saludos.

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  13. Las botellas tienen muchas historias marineras, hasta ¡pidiendo matrimonio! Y para el bueno de nuestro protagonista les insuflaron algo de distracción a su solitaria vida. Ya no recibimos epístolas, parece hace tanto pero fue ayer. De la familia, de un amor -con olor a perfume-, de un amigo/a... las únicas que no se echan de menos son las de los bancos, jeje
    Saludos, Cayetano!

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    1. Porque hay botellas con minúscula y con mayúscula.
      Un saludo, Félix.

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  14. Todo un pionero, el bueno de Ortigueira.
    Y sí, tenéis razón: es más cómodo socializar a distancia y no con los pesados que tienes al otro lado del tabique.
    Saludos, Cayetano

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    1. Los mejores amigos son los que se ven de vez en cuando y sin tabique de por medio.
      Un saludo, Xibelius.

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  15. Me ha encantado tu relato. Yo también soy -con mis amigos- del club "Unidos por la botella", pero de otra vertiente.

    Saludos.

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  16. Me ha encantado el relato.
    Besos, Cayetano

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  17. Parece una buena estrategia para conocer gente... Lástima vivir tan lejos del mar.

    Saludos,

    J.

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